Vientos de cambios (parte 3 de 5) la entrega
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VIENTOS DE CAMBIOS
(PARTE III)
LA ENTREGA
Después de bañarme y prepararme bien para ella eligiendo cuidadosamente que prendas ponerme, quería verme hermosa, aunque hiciera lo que hiciera jamás tendría su estampa.
Tomé un juego de sostén y tanga nueva que tenía reservada para alguna ocasión especial con Zacarías, pobre Zacarías? lo suficiente pequeña para que se perdiera en mi intimidad, una pollera larga a los tobillos, con flores difusas entre azul, celeste y blanco, con un largo tajo, sugerente y provocativo sobre mi pierna derecha, una camisa rasada y los zapatos con tacos más altos que tenía, solo para intentar estar a su altura me acomodé el cabello con un raro peinado y me perfumé lo suficiente como para lucir irresistible.
Tomé un taxi, hasta su domicilio, que ya había visitado a escondidas de mi hombre un par de veces, al recibirme exclamó:
– Guau! te ves maravillosa!
Y no me dio tiempo responderle puesto que selló sus labios contra los míos, en la misma puerta de su casa. Pasamos, el ambiente era acogedor, tranquilo, a media luz, con música a bajo volumen, fuimos a la cocina, ella cuidaba la comida que estaba sobre las hornallas y yo hablaba sin parar, producto del nerviosismo que tenía, decía cosas incoherentes mientras ella escuchaba y miraba de reojo, pero llegó el momento qué harta de mis palabras exclamó:
– Pero qué diablos!
Y dejando todo de lado vino sobre mí para besarnos como dos gatas en celos, ya no pude resistirme, ya no tuve intenciones de hacerlo, respondí beso contra beso, caricia contra caricia, gesto contra gesto, golpe por golpe, nuestras lenguas se cruzaron y nuestros flujos de mezclaron, casi sin darme cuenta le dije:
– Yo también te amo? quiero ser tuya?
Me tomó de la mano y nos dirigimos al comedor, mis ojos se perdían en su enorme trasero que se bamboleaba de un lado a otro mientras caminaba, la tomé desprevenida, pasando las manos hacia adelante apreté ahora con fuerza sus imponentes tetas, refregando mi cuerpo contra el suyo, mis pechos contra su espalda, mordisqueando dulcemente su delicado cuello me dejaba hacer mientras sentía su pecho inhalar y exhalar pausadamente
– Te gusta? te gusta perder el control?
– Mmmmm?. Es exquisito?.
Al tiempo que desnudaba sus tetas y llevaba mis manos con sus manos hacia ellas, percibí como la excitaba que jugara con sus pechos, así que pasé largos minutos haciéndolo. Débora recuperando la iniciativa giró sobre mi espalda invirtiendo los roles, la sentí agacharse y bajar delicadamente mi pollera hasta desnudar mis piernas, su lengua se deslizó pausadamente por mis muslos subiendo una y otra vez por mis nalgas, yendo cerca de mi intimidad, donde se perdía la diminuta tanga que traía, a esa altura estaba toda mojada, caliente y sedienta, estaba dispuesta a todo?
De repente algo extraño atrajo mi atención, un raro olor
– Débora, Débora!! Que ese olor?
– La comida! Se está quemando la comida!!!!
Interrumpiendo ese momento espectacular corrimos a la cocina para comprobar que todo se había echado a perder, nos miramos y reímos cómplices, entonces dije:
– No importa, tengo hambre de vos?
Volvimos al comedor, tomó la iniciativa y me colocó un gran pañuelo que tenía preparado de manera de ocultarme la visión, la seda se sentía suave pero firme, ajustada en mi cabeza, me dijo que aguardara un poco, que tenía que preparar algo, sentí algunos ruidos característicos del refrigerador, luego dejó algo sobre la mesa mientras pasaba a mi lado, podía sentirlo, luego ruidos en otra habitación, para finalmente volver a mi lado
Tomó una de mis manos y me llevó en un recorrido maravilloso por su cuerpo, por sus pechos, por su vientre, por sus nalgas, solo evitó que tocara su vagina, cosa que solo hizo que la deseara más todavía.
Se sentó en una silla y luego me hizo sentar sobre ella, con mis piernas abiertas una a cada lado, apretó mi cintura contra la de ella haciendo que nuestros cuerpos de juntaran, ahí fue donde descubrí porque no me había dejado tocar su raja, ahí estaba la sorpresa, algo enorme se interponía entre ambas, solo entonces me dejó bajar la manos para acariciar algo extremadamente largo y grueso que tenía entre las piernas
– Te gusta mi sorpresa? Lo tenía guardado para vos, te lo voy hacer comer todo?
Qué mujer! una enorme verga me esperaba, ese era su regalo, no iba a defraudarla, pero debería esperar para eso?
Sus besos volvieron a mis labios, dulces, cálidos, bajaron por mi cuello, por mi pechos, sus manos acariciaron la tela de mi camisa, mis pezones erectos estaban prisioneros bajo el sostén sintiendo una estimulación indirecta de sus dedos, estaba muy excitada, con calma desabrochó el primer botón, luego el segundo, el tercero?
– Dale perra! Me estoy muriendo de deseos?
– Si? te estás muriendo? Me gusta hacerte desear?
Así siguió hasta el último botón, bajando la prenda, desnudando mi torso, con premura desabroché el sostén desnudándome casi por completo, cosa que provocó su risa, al fin sentía sus labios calientes y su húmedo aliento en mis pezones, me empezaba a comer las tetas, mordiendo mis botoncitos entre sus labios, esto me enloquecía, no lo soportaba? a esa altura había corrido el frente de mi tanga y refregaba mi pubis y mi clítoris contra el enorme falo que amenazaba mi cuerpo, era demasiado grande, pero que importaba?
Ella aún saboreaba mis pezones cuando la sentí tomar algo de la mesa, la maldita me provocó un escalofrío al apoyar algo helado en mi pezón derecho, me contraje instintivamente, pero volvió a la carga, sobre el otro lado, una y otra vez, comprendí que un trozo de hielo estaba jugando en mi piel, el frío me mataba, me enloquecía y hacía que suplicara, quería comerme su pija, no podía soportarlo?
La sentí nuevamente tomar algo de la mesa para pasarlo por mis labios, el sabor era inconfundible, manteca que se había derretido por estar fuera de la heladera demasiado tiempo, me dijo que untaría el juguete, cosa que dejé hacer, luego me levanté lo suficiente y me fui sentando sobre él, por Dios! que grueso era! parecía destruir mi concha, que ancho era! pero la manteca y mis propios jugos hicieron un excelente trabajo empecé a subir y bajar sobre el pausadamente, esa verga plástica que se había colocado me mataba, ella seguía mordisqueando mis pezones enviando electricidad a mi clítoris, me tomaba con fuerza de la cintura jalándome hacia abajo, cada vez más abajo, cada vez más profundo, lo sentía llegar a mi útero arrancándome pequeños orgasmos, envuelta en lujuria y pasión llevé mi mano derecha para masturbar mi clítoris que estaba inmenso, no pude evitar gritar después de mi primer orgasmo, pero seguí hasta obtener el segundo, más fuerte que el anterior, y el tercero, mas fuerte todavía?
Estaba agotada, extenuada, no quería mas, pero ella no pensaba lo mismo, la sentí arrancar mi tanga que estaba estrenando dejándome completamente desnuda para llevar mi mano sobre la mesa, para que acariciara algo y hacerme saber sus intenciones, comprobé que eran las famosas bolas chinas que había visto en algún que otro video, solo que jamás las había usado, pero me asusté al comprobar que no cabían en mi mano!
Débora ya estaba jugando con manteca en mi esfínter, tratando de invadirme con un dedo, entonces reclamé
– Pará Débora! Pará! Por la cola no?
– Bueno, Carla, eso me gustaría discutirlo un poco?
– No? no seas malita?.
Pero ella era más fuerte que yo, la sentí apoyar la primera en mi esfínter y forzar hacia adentro, tomé aire y traté de relajarme, que locura! Pensé que me desgarraría! Pero soporté la embestida, sentí mi anillo abrirse como nunca hasta el momento de pasar el diámetro mayor, luego de lo cual por reflejo se cerró con fuerza atrapando en mi interior la primer esfera, así seguimos una por una , hasta la séptima y última, todas dentro de mis intestinos, solo quedaba el cordel afuera?
Entonces me hizo parar y sacar la venda que cubría mis ojos, la pija plástica era terriblemente larga y gruesa, me asusté al comprobar lo que me había comido, de hecho si no hubiera estado vendada seguramente me hubiera opuesto?
Me hizo reclinar sobre la mesa, con mi pecho apoyado en ella y mi cola levantada, con las piernas estiradas, ella tras mío, apuntando otra vez en mi concha para ahora cogerme con inusitada violencia, a toda máquina, como una locomotora, yendo y viniendo, al tiempo que me daba el cordel para que tirara y fuera sacándolas una a una de mi interior?
No hay forma que pudiera describir en palabras el placer que sentía cogida por delante mientras dilataba una y otra vez mi ano sacando las siete bolas enormes que tenía en el interior?
Ya no podía mas, quería devolverle todo el placer de alguna manera, pero ella me detuvo y me dijo:
– Suficiente por hoy, no quiero que en una noche descubramos todo el placer que podemos darnos?
– Pero?
– Pero nada?
Y ya no hubo más sexo, solo improvisamos una cena liviana y nos fuimos a dormir, acurrucadas y abrazadas una a la otra, embriagada en su perfume de mujer, me dormí meditando por lo que había pasado, que manera más alocada de perder mi virginidad anal, cosa que estaba decidida a jamás ceder?
CONTINUARA LA PROXIMA SEMANA
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