Una rica cena con mi joven esposa

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Para empezar, debo decirles que mi esposa tiene 24 años, es blanca y tiene el cabello de un tono rojizo. Sin embargo su cuerpo es lo que más me gusta de ella. Tiene unos senos grandes; sus pezones son pequeños como un botón y de un color rosa tenue. Su abdomen es plano y tiene justo en medio una apenas visible línea de bello también rojizo. Su vagina es pequeña, siempre procuro que esté muy bien rasurada y solo le dejo una prolongación a la tenue línea de bello. Ella y yo tenemos una vida sexual plena y ninguno de los dos tiene quejas del desempeño del otro.

Siempre que hacemos el amor tenemos fantasías y hemos cumplido nuestros más cachondos deseos, algunas veces mientras hacemos el amor, jugamos a que somos otras personas; ella tiene una prima que se llama Betty, es muy guapa y sabe lo mucho que me gustaría hacerle el amor. Así que muy a menudo ella me dice que imagine que es Betty, para darle un tono más excitante al sexo.

Era una tarde de viernes normal; estábamos mi esposa y yo en casa viendo la televisión sin mucho interés. De pronto tocaron a la puerta y eran Betty y su esposo; estuvimos un buen rato platicando y después nos pusimos a jugar escrúpulos. Después de un rato, el juego se puso más caliente y empezamos a preguntar cosas fuera de las tarjetas del juego; como cuales eran las posiciones favoritas durante el sexo, si el sexo oral era mejor recibirlo o darlo, si practicaban el sexo anal, etc. Ya cerca de las 11 de la noche, el esposo de Betty nos comentó que el motivo de la visita era que le permitiéramos a Betty quedarse a dormir en la casa durante el fin de semana porque él tenía que salir a media noche rumbo a Guadalajara por asuntos de trabajo. Claro que le dijimos que no habría problema, así que se despidió y salió de la casa dejando a su esposa en buenas manos.

Ya los 3 solos, seguimos con el tema y todo se puso mejor cuando mi esposa dijo que jugáramos a preguntas con castigos. Habíamos estado tomando y la verdad es que después de unas 3 horas ya estábamos más que alegres y excitados. Después de varias rondas, mi esposa les dije que ahora los castigos serían de prendas; mi esposa de inmediato supo cual era mi intención, pero en ese momento parecía lo más normal. Betty perdió una pregunta y ahora tendría que quedarse solo con un top y sin pantalones. Lo tomó con mucha naturalidad y se desabrochó sus jeans; traía una tanga blanca muy pequeña que dejaba verle sus lindas piernas y unas nalguitas sabrosísimas. En frente se le marcaba la línea de su panochita, lo que indicaba que estaba rasurada.

Sin embargo, mi esposa fue la primera que tuvo que quitarse la tanga, así que ya una de las 2 estaba totalmente desnuda. Seguimos jugando y Betty perdió de nuevo, así que ahora se quitó su top, debajo traía un brassiere que era conjunto con la tanga. De nuevo perdió y ahora si venía lo bueno. Se quitó el brassiere, que por cierto era de los que traen el broche en frente. Sus senos eran perfectos. Después perdí yo varias consecutivas pero aún así a ella le tocó desnudarse por completo primero. Al principio dudó un poco, pero mi esposa la convenció de que se quitara la tanga.

Era súper excitante ver como la bajaba por sus rodillas y tobillos y después verle su panochita como la había imaginado, totalmente rasurada. Entre risas, se dieron cuanta de que yo había tenido una erección, ya que solo tenía mis boxers y una playera encima. Entonces mi esposa se acercó y de un jalón me los bajó. Así que las 2 vieron mi verga totalmente erecta frente a ellas. De inmediato vi la cara de Betty, que quizás gracias al alcohol y al ambiente no me apartaba la vista del pene.

Me acerqué a mi esposa y le pedí que me la tocara, así que empezó a jalármela poco a poco mientras que Betty no quitaba la vista de ella ni yo de su cuerpo. Mi esposa de pronto se acercó más y empezó a chupármela lentamente. De pronto se detuvo y con una mano jaló a Betty para que se acercara. Ella lo hizo sin reclamar y puso su mano en mi verga. Mi esposa se hizo un poco a un lado y dejó que Betty me la siguiera acariciando. Se acercó también y empezó a chupármela, pero ella lo hacía con una fuerza enorme, parecía que quería devorarlo. Le retiré su cara de mi pene y la llevé hasta un sillón, donde la senté y le abrí las piernas. Senté a mi esposa a un lado de ella y empecé a chuparle la panocha a Betty mientras le metía los dedos a mi esposa.

Betty gemía de una forma que me excitaba muchísimo, me puse de pié y las tomé a las dos de la mano para dirigirlas a la recámara. Ya en el cuarto, me abalancé sobre Betty en la cama y le metí la verga de un solo golpe y hasta adentro. Le pedí a mi esposa que se incara frente a mi, justo arriba de la cara de Betty, ella de inmediato entendió la intención y empezó a chuparle la panocha a mi esposa. Hicimos muchas posiciones, la que más me gustó fue poner a las dos en 4 patas con sus hermosos culos hacia mi. Yo se la metía a una y después de un momento se la metía a la otra. En uno de estos intercambios, mientras se la metía a mi esposa, empecé a tocarle el ano a Betty y cuando sentí que ya estaba bien mojado, se la saqué a mi esposa y le puse la punta en el ano a Betty. Al principio protestó, pero de inmediato volvió a ponerme su culo frente a mí y esta vez no dudé y se lo metí de un golpe.

Era una sensación increíble estar ahí cojiéndome a Betty por el ano mientras ella le chupaba la panocha a mi esposa. Después de un largo rato de placer, me vine dentro de su culo. El resto de la estancia de Betty en mi casa fue muy tranquilo, pero aproximadamente un mes después se repitió la sesión, pero ahora sólo ella y yo. Eso se los contaré en un próximo relato.

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