Tuve una cita por internet y lo pasé como una puta
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Ernesto y yo somos de México y llevábamos mucho tiempo juntos, unos tres años aproximadamente. Estaba contenta, pero la rutina se había instalado en nosotros. En fin, el aburrimiento, como le ocurre a muchas parejas, empezaba a pasarnos factura.
Poco a poco me fui aficionando a ver películas porno en internet, la verdad es que está inundado de este tipo de contenido, podemos decir que el porno es el rey en la red. Estaba un poco cansada de hacerme solitarios yo sola, me dejaban bastante vacía, así que decidí que era hora de conocer gente por internet. Había oído hablar de muchas webs de citas y quedadas, y entré en esta web, Flirchi. Como leeréis ahora, me dio buen resultado, jeje.
Ernesto me pilló cuando miraba para conocer gente con la que tener sexo sin compromiso. Me lo contó y pensé que iba a tener movida, pero su reacción fue una sorpresa agradable. Me parece divertido conocer gente por internet para tener sexo esporádico y sin compromiso. ¿Me lo podrías haber dicho y te hubiera ayudado? Me quedé muy contenta por ver cómo mi pareja se lo había tomado, así que los dos empezamos a navegar para buscar gente interesante con la que tener sexo.
Un día conseguimos contactar con un grupo liberal que solía organizar fiestas que acababan en bacanales de sexo, lo cual me parecía muy interesante. Después de intercambiar varios mensajes, decidimos ir a una fiesta que se organizaba ese fin de semana. La idea me agradaba y la verdad es que estaba bastante excitada, tenía muchas ganas de ver qué pasaba.
Por fin llegó el gran día de mi orgía sexual, así que decidí que había que ponerse guapa. Me puse unos vaqueros ajustados, un corsé negro y unas buenas botas altas mosqueteras que estilizaban mi figura. La verdad es que estaba bastante atractiva; seguro que más de uno o una estaría encantado de compartir momentos íntimos conmigo.
Al llegar al lugar de encuentro, una chica madura de unos 45 años y muy atractiva nos abrió. Me dio dos besos muy sugerentes y me cogió de la mano para conocer al resto de los invitados. Empecé a hablar con las personas que había allí; eran gente normal y, de momento, las conversaciones eran bastante triviales, aunque divertidas. En algún momento pensé que todo aquello parecía más bien una quedada de amigos para charlar; a veces soy un poco ingenua.
Transcurrida una hora, me di cuenta de que Ernesto había desaparecido, así que empecé a indagar dónde podía estar. Una chica muy joven me indicó con una sonrisa muy picarona que se había subido a la parte de arriba del chalet. Por fin encontré a Ernesto: joder, estaba en una habitación follando con dos zorritas, vaya, se había adelantado.
Mientras observaba esa escena, alguien me habló al oído con voz muy masculina. —No te preocupes, ahora vas a ver cómo nos lo montamos aquí. Me tapó los ojos con una cinta y me cogió de la mano para llevarme a otra habitación.
Noté cómo una mano me iba desnudando; parecía la mano de una mujer. Me dejó totalmente desnuda y una voz masculina le dijo: «Ponle las botas de zorra que lleva, así será nuestra perra esclava». Esos comentarios me dejaron un poco estupefacta, tenía un poco de miedo, pero también me encontraba muy excitada. Estaba muy cachonda.
Alguien puso sus dos manos en mi culo, que comenzó a acariciar mientras me iba dando pequeños besos que poco a poco se acercaban al ojete de mi trasero. «Buff, pensé, me van a destrozar el culo, nunca he practicado sexo anal». De repente, alguien metió su dedo en mi agujerito y, la verdad, entró muy fácilmente, lo que me tranquilizó, porque creo que mi culito estaba preparado para su primera experiencia. Me introdujeron un objeto mientras una voz de mujer me hablaba, luego descubrí que era una chica la que me estaba desvirgando por detrás con un dildo.
Mientras disfrutaba de mi primera experiencia anal, noté que un chico empezaba a acariciar mis tetas y a besar todo mi cuerpo hasta acercarse a mi coño, diciéndome cosas muy obscenas. Estaba a mil y, en el momento de máximo éxtasis, me quitaron la cinta para ver con quiénes estaban teniendo sexo. Eran una pareja muy guapa, la verdad es que me sentía halagada al saber que me habían elegido. Era como su zorrita a la que hacían de todo.
En unos diez minutos, tuve mi primer orgasmo y, cuando estaba tomando conciencia de lo que estaba pasando, el chico se puso a follarme, metiendo su polla en mi coño, mientras la chica me ofrecía su coñito depilado para que se lo chupara como una buena perrita lamedora. ¡Por Dios, qué escena! Éramos la viva imagen de la lujuria.
Volví a correrme. Los dos se pusieron de rodillas: la chica, besando mi clítoris, y el chico, jugando de nuevo con mi ano. Noté cómo me metía unas bolas chinas mientras me masturbaba el clítoris. Estaba totalmente a su merced; por un momento, pensé que me lo hacía allí mismo.
La chica se levantó, cogió un látigo y comenzó a azotar mis pechos de forma dulce, aunque iba aumentando la dureza de los latigazos a medida que me ponía más cachonda; estaba a punto de correrme como una perra. El orgasmo fue bestial y di un grito, ja, ja, ja. Luego me besé muy románticamente con la chica y nos tumbamos durante un buen rato en un sillón que había.
Fue una experiencia única que Ernesto y yo estamos dispuestos a repetir.
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