Torneo de fútbol, una fantasía que tuve

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Nunca me había gustado estar entre otras chicas; me gustaban más los juegos que se suponía que eran para hombres, como el fútbol o las luchas, pero, como todo en la vida, se trata de negociar, y para poder hacer lo que me gustaba, tenía que hacer lo que querían mis padres.

Para entrenar fútbol, tuve que ir al ballet o a la gimnasia; al fin y al cabo, las dos cosas me sirvieron para tener más coordinación y agilidad para regatear, brincar, en el fútbol, y para hacer acrobacias en la lucha libre.

Cuando entré en la universidad, sabía que quería dedicarme al fútbol. Seguía haciendo ciertos ejercicios y rutinas de gimnasia y ballet, pero estaban más enfocados en el fútbol. Con los vídeos de entrenamientos y esas cosas, en las cascaritas todos querían que estuviera en su equipo. A veces, por las tardes, salía y ganábamos las retas de chesco con mis goles. Y, como es costumbre, nos juntábamos cinco que éramos los mejores: cuatro hombres y yo, dos mayores de 20 años y los otros dos de mi edad, es decir, 18.

Siempre que podía, salía a entrenar con ellos y ponía en práctica lo visto en vídeos y en los partidos de la tele: toques en corto, tiros, cabezasos, centros y demás. Nadie quería jugar contra nosotros porque sabían que era una derrota segura, hasta que organizaron un torneo de fútbol rápido en el que cumplimos el mínimo de participantes, mientras que los demás tenían hasta diez jugadores, cinco en el campo y cinco posibles cambios.

El premio era un trofeo y 2000 pesos para el ganador. Al principio, los ganábamos por goleada; después, el margen fue disminuyendo, pero aun así lográbamos la victoria.

Para la fase de liguilla, les dije que, por gol de diferencia, les iba a hacer un oral a cada uno, y funcionó: fueron partidos de ida y vuelta, de cuartos y semifinales. En cada juego, fueron 10-4 y 6-0 en ambas series.

En el primer partido, las primeras rondas fueron de experimentación para todos. Incluso llegué a escupir el semen de los dos primeros. Después, los dos mayores querían que se lo tragara y así lo hice; no me supo tan mal. En la segunda ronda lo hice con más práctica y me tragué el de todos. La tercera y la cuarta las hice con más confianza y práctica. Incluso fueron ellos los que llevaron el ritmo y, cuando acabaron, tomaron mi cabeza y la pegaron a su pelvis hasta que acabaron. En la quinta ronda hicimos el experimento de intentar con dos al mismo tiempo, pero no fue tan agradable, quizá por la falta de práctica. En la última ronda de ese primer juego no terminaron en mi boca, sino que, cuando ya sentían que iban a acabar, se salieron y lo vaciaron en un vaso, que se llenó casi a la mitad, y lo bebí como si fuera un dulce.

En los otros juegos, las cuatro primeras rondas, ya con la experiencia ganada, fueron más agradables para ellos y para mí. Me pegaban a la base y, al terminar, me daban una pequeña cachetada y me decían que era una buena putita. Y, para terminar, me lo echaban en la cara o en un vaso.

Para la final querían tener sexo conmigo, pero les dije que no, por lo que se decepcionaron. Entonces, Rubén, que era el mayor, dijo que me dejaban el premio y el trofeo si aceptaba. Les dije que solo lo haría por atrás, no sé qué obsesión tienen los hombres con esa entrada trasera, pero aceptaron con una sonrisa y pidieron que se mantuviera lo del oral, que serían las veces que marcaran la diferencia, al ser a partido único, acepte.

Para mi sorpresa, se ganaron por 10-5 y pues me tocó pagar. Me puse a cuatro patas, Rubén sacó un poco de lubricante, primero un dedo, luego dos, y cuando entró el tercero sin problemas, uno se puso delante y otro detrás, y bien coordinados empezaron a penetrarme. En cada embestida, me impulsaban hacia adelante y entraba por la boca; el de enfrente empujaba y me metía el de atrás. De vez en cuando, me daban una nalgada en cualquiera y decían guarrada y media.

Así pasaron todos por ambos lados y todos me daban una cachetada o una nalgada al final. Lo disfruté como una puta, llegué al orgasmo varias veces, quizá lo supieron al ver cómo aumentaban mis gemidos. Me quedé con el premio y el trofeo.

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NormaZorrita
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