¿Te enjabono la espalda? ya saben el final anal

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Tenia 25 años y fue mi primera experiencia, yo nunca habia pensado en que podía estar con un chico. El ambiente de mi casa y la educación recibida hacían imposible pensar de otra forma.
Habia tenido hace poco un pequeño accidente, y me encontraba con una pierna escayolada en casa, cuando llamaron a la puerta, estaba solo, mi padre no volvería hasta el lunes. Era Rafa, una amigo de la infancia, hacia tiempo que no me veía y sé habia enterado de mi accidente. Me pregunto que que tal estaba y pasamos al salón de mi casa. Casi inmediatamente me pregunto que como me defendía, como podía arreglármelas yo solo para vestirme y tal, que llamara a mi hermano para que me ayudara a ducharme y cosas asi, le dije que no me apetecía llamar a mi hermano que ya me apañaría.

– Bueno si quieres yo te puedo ayudar, a ducharte.
– No se, le dije, no quería molestarte, además me tengo que ir acostumbrando. (Espero que no notase el vuelco al corazón que me dio) intente disimular.
– No si no es molestia, cuando quieras yo te ayudo.
– Vale lo tendré en cuenta. Le dije.

Seguimos hablando de como me iba a organizar, y que él me podría traer cosas de la calle, yo estaba casi temblando de excitación, me habia pillado desprevenido con su ofrecimiento de la ducha, (es que lo aprovecha todo el muy, cabrón) y no quería que se me notara ( me estaban temblando las manos, pero solo de pensar en que el me enjabonase en la ducha me ponía rojo). Después de un rato de charla y casi con la voz en el cuello le dije;

– Tienes mucha prisa.
– ¿Por que?.
– Bueno, por si me ayudas a meterme en la ducha.
– Ah no, venga, vamos.

Note que el tambien se excitaba muchísimo pero trataba de disimularlo. Me ayudo a levantarme y a cojer la muleta, no se si noto mi azoramiento. Pero el enseguida cogió las riendas.

– Vas a necesitar unas bolsas de plástico, para que no se te moje la escayola.
– Ah bueno en la cocina tengo algunas.

Fuimos hasta la cocina y yo me senté en una silla mientras buscaba las bolsas, cuando las encontró, se me acerco y me dijo;

– Voy a ayudarte a quitar el pantalón.

El directamente se fue a mi bragueta y empezó a desabrochar los botones, yo estaba haciendo verdaderos esfuerzos porque no se me notara, y conseguí no empalmarme, incluso cuando el me rozo el pene, como distraídamente, mientras me bajaba los pantalones. Yo llevaba ese día unos calzoncillos blancos, de esos antiguos con forma y bragueta para sacar el pene, pero inmaculados. Me ayudo otra vez a sentarme y se aplico a ponerme bolsas de plástico, habia encontrado tambien esparadrapo y me sujetaba las bolsas con él. Lo único que a la altura de mi pubis. Pero logre dominarme. Con el allí tan cerca de mis calzoncillos. Cuando hubo terminado me ayudó a ir a la ducha. Me quite la bata y me quede solo en calzoncillos, temblando como una hoja, pero el pareció no notarlo. Me ayudo a meterme en la ducha y corrí un poco la cortina. El seguia allí, como recogiendo cosas. Por el hueco de la cortina solo se me veía el culo, menos mal porque el pene ya lo tenia enorme. El trató de mirar más pero yo cerré la cortina rápidamente, me daba un corte enorme que me viera el pene que sobresalía de los calzoncillos de lo tieso que estaba. Mientras él me decía.

– Si necesitas que te enjabone la espalda me llamas.

Y se fue al comedor. Yo me quede temblando, allí casi en pelotas, pues los calzoncillos ya se trasparentaban con el agua y pensando en que quería llamarle pero no me salía la voz. Casi al rato volvió y me pregunto si necesitaba algo, si quería que me trajese alguna cosa de la calle. Me dijo;

-Te han mandado algún medicamento, para tu pierna, ¿si quieres te lo traigo?.

No me habían mandado nada, pero en mi mente ya empezaban a formarse todo tipo de fantasías. Y le dije;

– Bueno el medico me mando un calmante pero le dije que no lo necesitaba.
– Porque eres tan tonto Fran.
– Bueno… es que me mandaba inyecciones, y he preferido pasar, no me molan.

Todo esto lo decía detrás de la cortina, la habia abierto ligeramente ( solo para que pudiera verme un poco el culito, pero nada mas) yo sentía que el tambien estaba temblando pero quería controlar la situación.

– No seas tonto, seguro que es un calmante y te relaja y asi duermes mejor. Además si quieres… te lo puedo poner yo.
– Sabes poner inyecciones? (que yo ya sabia que si, porque me lo habia dicho hacia mucho tiempo), esto se lo dije apenas sin voz pero el hizo como si no lo notara.
– Dime donde esta la receta y bajo a por las inyecciones.
– No cogí, la receta solo se que era Clamoxil 250 y me dijo que me podía poner uno cada 12 horas si me dolía mucho.

Intente decirlo de la forma más natural posible, pero me salió como si fuera al patíbulo.

– Oye… antes de irte… me enjabonas la espalda.

El entonces se azoro mucho, pero yo hice como que regulaba el agua caliente por hacer algo. El descorrió la cortina, Los calzoncillos ya casi no existían de puro transparentes, pero yo actuaba como si no estuviera sin ellos. El se mojo con el agua que salía de la ducha y dijo;

– Me voy a quitar el jersey sino me calare hasta los huesos. (Se desnudo de cintura para arriba).

Yo me gire en ese momento para mirarle, otro vuelco del corazón, pues por un momento pensé que estaba en pelotas pues solo veía su pecho y el inmediatamente me miro el paquete, me pene casi se salía del calzoncillo, pero lo peor es que como este era transparente se notaba todo. Yo me volví enseguida como si nada, y el empezó a enjabonarme la espalda. El roce de su brazo desnudo ya me excitaba, que fuerte. Cuando bajo por la espalda me dijo casi sin voz, y temblando ostensiblemente.

– Quítate los calzoncillos si quieres yo mirare para otra parte.
– Bueno solo me los bajo, es que… me da un poco de vergüenza.

Y me baje los calzoncillos hasta la rodilla. Esa situación me hacia estar casi mas desnudo, él siguió enjabonando la espalda pero en un momento bajo la mano y ya estaba enjabonándome el culo, y me hablaba a la vez para disimular.

– Te ha dolido mucho hoy la pierna.
– Bueno, un poco pero puedo aguantar. Le dije

El, habia parado de enjabonarme pero seguia con su mano allí parada en mi culo, me dijo;

– Bueno acabo de enjabonarte y voy a por las medicinas.

Note que su dedos me enjabonaban el ano, pero fue un movimiento rápido y nervioso como si no se atreviera.
Y me miro a los ojos un breve instante, no bajo la vista, aunque yo creo que el sabia que más abajo estaba mi pene super empalmado.

– Ahora vuelvo voy a por las inyecciones

Y me subió los calzoncillos en una especie de ataque yo me deje hacer pero el se tomo bastante tiempo en subírmelos bajo a la calle. Yo me quede allí temblando, pero no tenia ganas de terminar de ducharme, asi que seguí allí hasta que el volvió. Debió de ir a la carrera porque volvió enseguida. Yo me habia quitado los calzoncillos y le esperaba pegado a la cortina, la habia abierto lo suficiente para sacar medio cuerpo, pero sin que se me viera mas que el pecho, mi pene pegaba con la cortina y yo creo que se debía de notar desde fuera bastante. Cuando el llego hice que miraba hacia otro sitio para ver hacia donde miraba él y le vi que miraba la cortina como comiéndosela con los ojos. Yo a voz en cuello le pedí que me acercase la toalla, y cuando me la acerco me di la vuelta y me mostré totalmente desnudo pero de espaldas. Me seque mientras el en la cocina sacaba las inyecciones, la jeringuilla, el alcohol y demás, (habia traído un cargamento). Yo al ver todo aquello me dio otro vuelco el corazón pero le dije, que se habia pasado, que solo me iba a dejar poner una, etc. Me acabe de secar y me acerco la bata.

– Venga vamos al cuarto.

Y cogió una jeringa, la caja con la inyección, el algodón y un botecito de alcohol que habia comprado, me acompaño hasta el cuarto y me dijo;

– ¿Dónde tienes los calzoncillos?

Le mostré el armario y me acerco unos, creo que los eligió a propósito, calzoncillos de esos que no te puedes empalmar porque se hace tienda de campaña. Pero me di la vuelta y me los puse.

– Me dijo túmbate en la cama y relájate.

Y mientras me tumbaba el iba preparando la inyección. Yo estaba en la cama tumbado, mostrando ligeramente una nalga del culo ( no me los habia bajado mucho, para que el me los tuviera que bajar mas) y le veía preparar la inyección. Creo que el placer en ese momento era indescriptible. Mirar la aguja. A Rafa, tratando de disimular sus temblores. Viendo como entraba el liquido del disolvente en el medicamento. Como lo agitaba. Y luego…, el momento sublime, cuando llenaba otra vez la jeringa con la mezcla y veías que aquello no acababa nunca, habia mas de 5cm3 y yo ponía fingida cara de terror, ante tanto liquido.

– No seas cagón, que esto no es nada. Me dijo viendo mi mirada

Y se acercaba con la jeringa mostrando todo el liquido que me iba a meter.

– Bueno ahora relájate.

Dejó la jeringa con la caperuza que protegía la aguja puesta, en la mesilla y me bajo los calzoncillos, él quería bajármelos del todo con un solo movimiento, pero se engancharon en mi pene tieso como un palo. Yo me azore que casi me muero allí mismo, pero el siguió hablando como si nada hubiera pasado. Allí, boca abajo, con los calzoncillos bajados hasta donde permitía mi pene y esperando a que me pusiera la inyección, me encontraba en la gloria, pero ya me temblaba todo el cuerpo. Me pregunto:

– ¿Dónde quieres que te la ponga?. Y me toco la nalga izquierda, ¿Aquí?, Luego fue a la derecha y dijo; ¿O aquí?.

Yo en otro hilillo de voz le dije: Da igual. Y cogió el algodón, lo empapó en alcohol y me limpio con él la zona de la inyección. habia echado tanta cantidad que el alcohol, rebosaba por todos lados. Pero me encantaba el olor. Cogió la aguja y la quitó de la jeringa, me dio dos golpecitos en el culo con el dorso de la mano y muy lentamente acerco la punta de la aguja a mi culo y empezó a empujar. Yo pegue un gritito, como si me hubiera hecho daño. Ahhh, y encogí un poco el culo.

– No encojas me dijo, o te dolerá mas.

Y note que la aguja empezaba a penetrarme, pero el seguia empujando lentamente. (Otras veces que me habían puesto inyecciones habían metido la aguja muy rápidamente y en un solo movimiento, pero esta nueva experiencia me gustaba. Me recordaba a cuando de pequeño, a la semana de estar poniéndome inyecciones, solo el clavar la aguja ya me dolía de como tenia el culo de dolorido) Metió la aguja hasta el fondo, arrimo la jeringa a la aguja y empezó a metérmela lentamente, yo empezaba a notar ya el dolor, y estaba a punto de correrme de puro placer. Pero el iba muy lentamente. Volví a repetir el gritito de dolor como si me hiciera mucho daño y me gire un poco hacia él. Sabia que vería mi pene como un palo allí aprisionado por los calzoncillos.

– No te muevas. Me dijo.

Pero yo vi como miraba a mi pene, que por un segundo asomo a sus ojos. No se si lo vería palpitar, pero a mi ya no me importaba. Pero se lo deje ver solo un segundo. Pero aquello acabo, me subió el calzoncillo y restregó el algodón con el alcohol por donde me habia puesto la inyección apretando un poquito, volví a notar el agradable dolorcillo, luego me puso el algodón en la rajita y me subió los calzoncillos y se fue a la cocina, rápidamente, para que no notara su temblor. No se como se encontraba él pero enseguida dio una excusa de que tenia algo que hacer y salió pitando. Diciéndome que volvería por la mañana. Pero no lo podía disimular, ¡se habia corrido!. Y de que le daba una vergüenza enorme el que yo lo notara. Me quede allí temblando como una hoja, y notando como mi pene daba pequeñas sacudidas una y otra vez, cada vez que mi mente recordaba el haber estado desnudo y empalmado delante de Rafa. Y en ese momento mi pene estallo en una gran corrida.

Bueno es por la mañana y estoy esperando su llegada. Ya me ha puesto 4 inyecciones y ya me duele hasta cuando me mete la aguja, pero estoy gozoso. Que pasara con la inyección de hoy. De momento estamos los dos tan azorados que solo hemos podido hacer esto pero cuando lo superemos…

Continuará…

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