Pillo a mi hija masturbándose

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Hola que tal, mi nombre es Luis me atrevo a contarles una historia que lleva ocurriendo hace algunos años y me tiene algo obsesionado.

Tengo 42 años estoy casado desde hace una eternidad con Rosa una preciosidad morena que ha sufrido el paso de la edad al igual que yo, tenemos dos hijos Verónica y su hermano que no entra en esta historia.

Hace unos años que mi vida sexual esta estancada, tenemos un polvo a la semana normalmente los sábados antes de levantarnos y gracias, mi mujer ha perdido la fogosidad que tenía cuando nos conocimos y ahora se abre de piernas y espera que yo acabe para levantarse.

Vivimos en un pisito de una ciudad española que poca importancia tiene, mi trabajo de lunes a viernes en una multinacional generaba ingresos suficientes para vivir cómodamente y alguna escapadita en verano o fin de semana.

Verónica era una chica algo tímida delgadita que había comenzado a desarrollarse dejando un tipito muy mono, la verdad es que, porque no quería alentarla a ese mundo, pero tenia cuerpo para modelo, caderas que iban formándose y unos pechitos que empezaban a despuntar.

En casa solíamos ir ligeros de ropa y no era la primera vez que la había visto en braguitas y sujetador o una camisetilla ajustada.

Me recordaba las cosas buenas de su madre cuando la conocí, que pena que el tiempo pasé para todo el mundo.

Un viernes por la tarde después del almuerzo nos fuimos a dormir la siesta, pero no podía dormir, asuntos del trabajo me tenían medio preocupado y me costaba conciliar el sueño asi que decidí ir al salón a ver algo de TV o poner algún documental de esos que te hacen dormir a pierna suelta.

Al pasar por delante del cuarto de Vero, me fije de reojo que estaba tumbada en la cama boca arriba y creo que tenia una mano dentro de su braguita, pero supongo que fueron imaginaciones mías.

Me senté en el sofa y empecé a hacer zapping sin ver ningún canal en mi mente solo tenia una imagen la de Verónica con su mano dentro de las braguitas. No se ni como me levante de nuevo y pase por el pasillo algo mas despacio y pude ver que efectivamente Vero estaba con su mano en la braga y la movía lentamente dándose placer. Ni que decir tiene que la imagen me puso a cien, llevaba solo una camisetita fina que permitía ver como tenia sus pezones duritos y mirando al cielo.

En esas estaba cuando vi como Vero habría los ojos y miraba hacia la puerta rápidamente me escondí y fui al servicio, ¿me habría visto?, espero que no un padre no debería mirar a su hija de ese modo.

Mi forma de pensar en Vero había cambiado totalmente en apenas unos minutos de tierna princesa de su padre a una casi mujer que además por lo que me di cuenta me la había puesto a mil, tenia la polla tan dura como hacia años que no había estado.

Me envalentone y me dirigí de nuevo hacia la puerta del cuarto de mi hija y me coloque en el resquicio de la puerta de forma que no se me pudiera ver desde la habitación, la imagen que tenía delante de mí era maravillosa.

Mi hija como una hembra en celo dándose placer mientras los demás dormíamos, a través de su braguita podía ver algunos vellos que se escapaban y que me hacían ver que aún no se depilaba.

Comencé a sobarme la polla por encima del pantalón, pero sin masturbarme no era plan que mi mujer se levantase y me viese masturbarme mirando a mi hija, tras unos minutos vi como Vero encogía las piernas con su mano entre ellas y suspiraba bajito. Estaba claro que se estaba corriendo, antes de que terminase me fui al baño para poder masturbarme sin interrupción, la verdad es que en menos de un minuto estaba soltando leche como hacia años que no soltaba, no podía creerlo me había corrido pensando en mi hija y lo peor es que me había gustado.

Durante el resto de la semana el comportamiento en casa fue algo mejor, mi estrés por el trabajo lo había conseguido aliviar y ahora lo veía todo mas claro y con soluciones a la misma.

El sábado por la mañana me desperté tras tener un sueño muy erótico con mi hija que por desgracia no podía recordar, pero si que tenia muchas ganas de follar.

Desperté a Sara bajándole las braguitas y comiéndole el coño, hacia meses que no se lo hacía pero quería hacerla gozar y asi desquitarme un poco de lo que tenía, imágenes de mi hija se pasaban por mi mente y mientras le comía el coño a mi mujer pensaba que era vero la dueña de ese coñito, con la polla casi a reventar empecé a metérsela a mi señora, ella sorprendida me dijo que me pasaba que estaba tan vigoroso esa mañana, le mentí y le dije que por fin en el trabajo nos estaban saliendo bien las cosas, mientras la follaba cerré los ojos y la imagen de Vero volvía a mi con ese coñito juvenil y esos pezones tiesos pidiendo caricias, mientras tocaba los pechos de mi mujer me vacié en el coño de una manera descomunal, haciendo que cuando me retire, hilillos de semen salían por su coño, mi mujer se retiró rápido diciéndome que tuviese cuidado que iba a manchar las sabanas y era normal porque mi polla aún seguía soltando leche.

Me quedé tumbado en la cama con la polla semierecta mientras mi mujer iba a limpiarse, antes de que se levantara creí ver una sombra asomándose por la puerta que estaba abierta.

¿Nos habría visto alguien? ¿Seria Vero? Que opinaría si supiera que era ella la culpable de ese polvazo, mejor descansaba y ponía en orden mi cabeza, ya que lo que mi mente imaginaba no podía ser real.

 

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