Paola, la cheerleader colosal y bien zorra

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Yo me considero un chico normal, claro que siempre estoy pensando en las chavalas y en sexo y en todo eso. Sin embargo, cuando el señor Enrilos me telefoneó por el problema con su cortadora de césped, yo estaba enfrascado en un partido de basketball que pasaban por la televisión y no pensando en ninguna chava. Lo juego bastante bien y hubiera llegado a ser capitán de uno de los equipos de la selección del colegio si no le hubiera contestado a nuestro coach. En todo caso le prometí al señor Enrilos pasar y arreglarle el problema de su cortadora antes del mediodía.

Mientras me dirigía a su casa, a sólo tres bloques de la mía, no podía dejar de pensar en la descomunal Paola, hija de los Enrilos y capitana de la barra de cheerleader de nuestra selección. Pensé que sería milagroso si la bella Paola apareciera por el jardín mientras arreglaba la máquina. Tal milagro podía darse, después de todo la chica vivía en la misma casa. Al llegar, sin embargo, los ánimos se me vinieron al suelo cuando el señor Enrilos, después de abrirme y agradecerme mi prontitud, me informó que todos habían salido y que se encontraba solo en casa. Luego, mientras me conducía por su enorme jardín hacia el cuarto de las herramientas, agregó que el mismo debía también marcharse pero que me dejaba en una mesita frente a la puerta lateral de la cocina, dos coca-colas heladas y mi cheque por el servicio. Los jardines de los Enrilos, delantero y trasero con tremenda alberca, me son muy familiares, ya que por años hemos estado tomando turnos con otros compañeros y chavos del barrio para hacerles su manutención. Así ganamos algún dinero extra. Son jardines enormes y muchas veces incluso los trabajamos entre dos. Siendo verano, el sol de mediodía pegaba fuertísimo y el cuartito donde trabajaba ardía como caldera. Como la condenada máquina es eléctrica me veía forzado a repararla allí adentro y cuando finalmente pude salir, 45 minutos después y con la cortadora ya reparada, estaba deshidratado y bañado en sudor de pie a cabeza.

Al pasar junto a la alberca me dieron tremendos deseos de lanzarme de cabeza en ella, pero conociendo las reglas de la casa por hacerles muchas veces los jardines, me dirigí en cambio a un cuartito con ducha cerca de los filtros donde sí permitían a los chavalos asearse y bañarse al acabar el trabajo. Mientras me duchaba me empecé a excitar nuevamente con la idea que esta belleza de Paola vivía y dormía a solo metros de donde yo estaba, posiblemente en alguno de los cuartos superiores del segundo piso. Este solo pensamiento terminó produciéndome una erección casi instantánea que calmé como pude aprovechando las manos todas jabonosas. Me vinieron entonces tremendos deseos de ver el cuarto de Paola y notando al recoger mi cheque que la ventana de la cocina estaba semi-abierta, la tentación pudo mas que mi voluntad y decidí correr el riesgo y entrar en la casa. Siendo Paola hija única encontré rápidamente su cuarto en el piso superior. Aunque ordenado, estaba lleno de posters de conjuntos musicales y de chicos sin camisa. En una silla se encontraba, ya preparado, su precioso y sexy uniforme de satín rojo-azul para ayudar a animar al equipo del colegio que jugaría a la mañana siguiente. Después de acariciarlo por un rato y como soy medio fetichista, abrí algunos de sus cajones hasta encontrar sus ropas íntimas y al ver un par de sostenes súper sexy, rosados y hasta con diseños, recordé como a través de su uniforme se percibían esos magníficos pechos que resaltaban grandes y duros bajo la tela sedosa de su equipo de cheerleader.

Comencé nuevamente a acariciar estas prendas sin siquiera pensar en corrérmela y ensuciar su precioso cuartito. No quiero dar la impresión de degenerado pero vivo en una ciudad pequeña en el interior del país y apenas si hay oportunidades de compartir e intimar con buenas hembras. Ya estaba por irme cuando decidí llevarme de recuerdo uno de sus preciosos calzoncitos y enterré la mano en el fondo del cajón para así tomar alguno de los de mas abajo que Paola no fuera después a extrañar. Para mi sorpresa me topé con un objeto duro que resultó ser una cinta de video sin rótulo salvo una etiqueta blanca marcada a mano con xxx. Decidí entonces llevármela por pura curiosidad. Ya de camino de regreso a mi casa comencé a fantasear que fuera un video privado de Paola o de alguna de sus amigas, danzando tal vez hasta en cueros, pero, ya en mi pieza, al ver las primeras escenas la erección se me desplomó y quede helado. La cinta correspondía a una cámara escondida que Paola aparentemente había instalado en el cuartito donde nos aseábamos los chavalos después de trabajar en la yarda. Al parecer la chava nos había estado filmando ya por algún tiempo porque incluso había un video mío que tendría al menos dos años. Como los jardines de los Enrilos son enormes y a veces trabajábamos entre dos, en ese pedazo de la cinta aparecía yo con otro chavo del colegio jabonándonos desnudos bajo una de las regaderas mientras conversábamos sobre el basketball de la temporada. Había cerca de 5 horas de grabación y más de 15 muchachos en la cinta. Yo mismo aparecía varias veces en ella, en una incluso solo en el cuarto y liberándome de una tremenda erección. A pesar que me vino un enojo enorme hacia Paola por filmarnos a escondidas y en momentos bien privados, continué mirando la cinta sólo para ver si yo era el único degenerado que se corría en las duchas.

Comprobé que cuando se trabajaba entre dos, todos hablaban de chicas o deportes pero cuando se creían solos, a veces también aparecían corriéndosela e incluso haciendo tremendas locuras. Así, por ejemplo, el magnifico Pit, capitán del equipo, aparecía gateando por el cuartito, desnudo y todo jabonoso, dándose palmadas en el trasero y refregándose su cagado instrumento con cuanto pinche objeto había en el suelo. Yo no lo estoy criticando, sólo lo pongo como ejemplo de lo que un chavalo es capaz de hacer cuando se cree solo. Ya casi al final de la cinta, habían dos muchachos del barrio que apenas conozco pero terminaban haciendo actos bien maricones entre ellos, ahí en el mismo cuartito en la propiedad de los Enrilos. Desconecté el video y tratando de olvidarme de esa última escena, decidí llamar esa misma noche a Paola y castigarla como se merecía. Me contestó en mi segundo llamado y tal como me lo imaginé se puso sumamente nerviosa al enterarse de lo del video y que ahora estaba bajo mi posesión. Me quiso alegar que yo había violado la propiedad privada al entrar así en la casa pero le respondí que eso lo decidirían sus padres cuando les enseñara la cinta y vieran en lo que su hija se entretenía. Paola me rogó entonces que no lo hiciera, que ella haría lo que yo le pidiera a cambio de la cinta y mi promesa que no habrían copias de la misma. Acepté a retornársela siempre que viniera la misma tarde del día siguiente a mi casa, ya que todo el mundo iría al show aéreo y estaría solo. Me dijo con un débil alegato que ella tenía entrenamiento esa tarde pero yo me mantuve inflexible y Paola terminó accediendo a estar a las 2 en punto en mi casa. Antes de colgar, le indiqué que debía presentarse con su uniforme de cheerleader y que se preparara para una jornada larga de 5 horas, una por cada hora del pinche video que había filmado.

Durante la mañana del día siguiente no me pude concentrar en nada que no fuera la visita de Paola por la tarde. Ahora cualquier fantasía con ella podría hacerla realidad sin vergüenza o timidez alguna. Mas aún al recordar que esta chava, a pesar de no haber estado nunca conmigo, me conocía por el video ya súper bien, incluso en mis actos mas privados. Paola llegó puntual a las dos, luciendo su sexy uniforme de satín. Se veía deliciosa, con unas curvas extraordinarias y unos ojos verdes claros que resaltaban en su precioso rostro de niña. Su pelo largo y castaño le caía libremente por los hombros. Me pidió tímidamente el video pero yo recostándome cómodamente sobre un reclinable le contesté que se lo daría al final de su visita. Le pedí entonces que se pusiera a bailar y saltar como si ya hubiéramos ganado todo el pinche campeonato. Para mi deleite comenzó a danzar súper sexy enfrente de mí, moviendo su cuerpo de modelo en todas direcciones. La dejé bailar por varios minutos. Paola tenía unas curvas súper sensuales que se dibujaban perfectamente bajo su uniforme de elástico. Estaba tan bárbara que me sujetaba de los brazos del sillón para no saltarle encima. Ya no podía disimular el hecho que estaba súper excitado, y Paola probablemente lo habría también notado por el bulto en mis pantalones, porque me dijo que no me diera vergüenza frotármelo si yo quería mientras la veía, total ella ya sabía como éramos los chavalos jóvenes. Nunca me ha gustado recibir ordenes de una hembra y por eso le dije secamente que no me indicara lo que yo debía hacer con mi instrumento, que se desnudara y que repitiera el mismo baile y serie de ejercicios pero esta vez sin nada encima. Paola me miró por un momento sorprendida pero luego comenzó lentamente a desvestirse. Como su uniforme de cheerleader es de una sola pieza, la chava quedó sólo momentos mas tarde luciendo una diminuta tanga roja con sostenes de encaje color granate que apenas sí podían contener sus abultados pechos. Paola comenzó entonces, con solo estas prendas puestas, a hacerme un baile bien erótico y yo la dejé continuar por algunos momentos.

Mientras la observaba sentía mi sexo a punto de reventar del pantalón pero terminé diciéndole que debía limitarse a cumplir mis órdenes y que por el resto de la sesión la quería sin nada encima. Al parecer Paola entendió el mensaje porque acto seguido deslizaba su mano por el liguero y caían al piso tangas y sostenes. No me había equivocado, desnuda la muchacha era realmente una diosa, con un cuerpo para hacer sentir a cualquier chavo en los siete cielos. Para mi sorpresa Paola reanudó entonces su danza, haciéndola ahora súper erótica y más sexy que nunca. A todo esto me había dado un tremendo calor, y le ordené detenerse. Le dije, todavía desde el sillón, que la haría hacer algunos ejercicios para ver si estaba en forma, pero que primero fuera al refrigerador y trajera unas latas de cerveza helada. Me costó creer que no estaba soñando al ver a esta belleza de mujer avanzar desnuda hacia la cocina para volver con las budweiser. Le ordené entonces ponerse de espaldas, abrir bien las piernas e intentar tocar el suelo con las manos y sin doblar las rodillas. Paola era súper flexible y al verla ya alcanzar el suelo con sus palmas la hice detenerse y permanecer en esa posición. Ya sin secretos, la chava tenia un culo colosal y me imaginé lo que sería penetrar salvajemente a esa diosa. Como soy medio degenerado me imaginé incluso mis propios huevos rebotando en medio de esas redondas y perfectas nalgas. Con todo, la mantuve haciendo toda clase de piruetas como por 15 minutos, incluso ordenándole revolcarse por toda la alfombra y frotar su sexo contra los almohadones de la sala. Al terminar la preciosa cheerleader estaba súper traspirada porque hacía un calor de madre y no había encendido el aire. Le ordené entonces salir a mi patio trasero. Me preguntó si la yarda era privada porque el trato era entre nosotros y no incluía que la vieran los vecinos. Le contesté secamente que mi patio era al menos más privado que el cuarto de ducha para los jardineros de su casa y que se apurara porque ya me estaba enfadando.

De este modo, desnuda como estaba la hice salir al exterior a través de la puerta corrediza de la cocina, pero al llegar al jardín trasero Paola se quejó que con tanto ejercicio estaba con una tremenda sed y llena de calor y que le urgía un vaso de agua. Le contesté sonriendo mientras disfrutaba con el excitante olor de su piel toda traspirada que si tenía sed se agachara y tomara directamente de la manguera. Paola ya se acercaba a ella, tensando mientras se movía sus dos preciosas nalguitas cuando tuve la loca idea de bañarla con la cerveza que tenía en la mano. Sacudiendo entonces la lata, la dirigí hacia Paola y comencé a rociarla de arriba a bajo. Por un momento pensé que esta vez se iba a enojar pero para mi sorpresa la chava comenzó a pasarse la lengua de la manera más sensual por su desnudo cuerpo, tratando de tomar algo de la cerveza derramada. Al verla alcanzar ya el área de sus pechos, sentí finalmente que no podría controlarme mas, pero entonces y para mi asombro la propia Paola mi invitó a asistirla, diciéndome que le había echado cerveza de sobra y que había demás para dos. Me confesó entonces que entre sus amigas yo era considerado uno de los muchachos más guapos del equipo y que si no fuera tan callado y tímido, tendría con mi físico la chavala que yo quisiera. Mirándome con una sonrisa súper diabla, dijo entonces, que en vez de tenerla ahí sola haciendo ejercicios mejor hiciéramos juntos algo que valiera mas la pena. Me abalancé entonces sobre ella pero Paola retrocediendo me dijo mientras reía que primero me sacara la ropa antes que la estropeara toda. En realidad, llevaba puesto un traje que aunque deportivo, era mas bien fino y de color bastante claro. Me desnudé entonces rápidamente y avancé hacia ella con solo los boxers. Paola volvió a sonreír al ver la carpa que se me formaba en el frente de los boxers y me dijo que me terminarían estorbando si quería una 69. Pensé entonces en invitar a Paola al interior de la casa para mayor privacidad, sobre todo considerando a mi amigo Tom y su casa que es vecina y desde cuyo balcón posterior es posible observar gran parte de nuestra yarda.

Paola, sin embargo, sin darme tiempo a decirle nada, agarró una segunda lata de cerveza y comenzó a rociarme con ella el cuerpo entero hasta dejarme todo empapado. Sin perder mas tiempo, me abalancé sobre ella y caímos riendo los dos al pasto. Iniciamos así una especie de lucha libre donde yo no opuse gran resistencia y terminé incluso perdiendo hasta los boxer entre medio de mas risas y carcajadas. Yo ahora mostraba una erección enorme y Paola viendo mi órgano como metal, llegó a decir que me había desarrollado bastante en este último año y que el video ya no me hacía justicia. En todo caso la chava parecía estar ahora súper caliente y más que lista a seguirme en prácticamente lo que se me viniera en gana. Nuestros cuerpos, sin embargo, estaban todos embarrados con lodo, pasto y cerveza y decidimos manguerearnos mutuamente antes de entrar nuevamente a la casa. Mientras Paola me manguereaba la espalda, me dijo que ahora era mi turno de abrir las piernas y tocar con las manos el suelo, y que me preparara a sentir algo muy agradable. Al complacerla sentí entonces ya entre mis nalgas el chorro de la manguera, subiendo y bajando por todo el área de la partidura. Paola, sin embargo, al intentar dirigir el chorro hacia la zona de mayor placer en esta área, lo bajó demasiado y terminó pegándome con bastante fuerza en las bolas, por lo que cerré las piernas con un fuerte quejido. La chava no lo hizo en forma intencional e incluso estaba toda afligida que pudiera afectarme el resto de la tarde. Le contesté sonriendo que no se preocupara, que todavía podía tener una erección de caballo como se lo demostraría adentro. Había ya girado para abrir la ventana corrediza cuando se me ocurrió mirar hacia el balcón de la casa contigua. Ahí estaba Tom, mi vecino y mejor amigo, muy sonriente observando la escena. Le hice señas para que el muy imbécil se perdiera de inmediato y antes que Paola pudiera verlo, la conduje rápidamente al interior de la casa, todavía los dos estilando agua.

Al llegar al living, Paola me dijo que me chequearía los testículos para ver si todavía estaban en buena forma. A juzgar por el tamaño de mi polla obviamente que lo estaban y recostado en el sofá Paola se hizo de inmediato cargo de ellos besándolos y lamiéndolos con verdadera pasión. Yo la hice subir entonces hacia mi instrumento que es terreno mas seguro, y girando me abalancé de cabeza a su concha en un frenético 69. Mientras yo, montado sobre Paola en cuatro devoraba su exquisito culo, sentía la lengua de la muchacha avanzar y retroceder sobre las áreas más sensibles y placenteras del cuerpo de un chavo. Al sentirla ya jugando con su húmeda punta en el frenillo mismo de mi verga y con sus traviesos dedos hundidos en mi trasero, me vinieron tales deseos de venirme que ya no pensaba sino en expulsar todo ese montón de goce al exterior. Paola, con mi boca en su sexo, estaba también súper excitada y mientras lanzaba fuertes gritillos me separaba ahora mis muslos y me daba apasionados besos por detrás de los sacos para luego ascender por toda el área de la partidura con mas besos y lamidas. No pudiendo contenerme mas y con lo loco que soy, decidí venirme en la misma cara de Paola y sintiendo ya la presión de mi órgano todo erecto en su precioso rostro, comencé a soltar semen y más semen con tremendos aullidos de puro placer. Paola, mientas tanto, agarraba y presionaba con ambas manos mi tenso trasero, aumentando así aun más la presión y salida de mis placenteras descargas.

Mi goce era enorme, sobre todo, viendo como la chava seguía con boca y lengua chupando y tragando de mi lechoso pero todavía tenso instrumento. Al cabo de un rato, bañada como estaba de mi hombría, Paola se incorporó del sofá y comenzó hacerme otra danza súper erótica, mientras se esparcía mi blanco fluido primero por sus deliciosos y grandes pechos para luego restregárselo por su cuerpo entero, incluso abriéndose de piernas y llevándolo hasta su exquisito trasero. Me dieron entonces enormes deseos de excitar a Paola en la ducha, y ya, sin una tremenda erección pero todavía súper excitado, la llevé hasta la recamara grande del segundo piso que tiene ducha doble. Allí abrí la llave del agua y comenzamos a jabonarnos mutuamente. Mientras el agua corría por su cuerpo de diosa, la comencé a besar de arriba a bajo, sus tetas eran espléndidas, grandes y duras y me mantuve por un rato ahí besándolas como loco. Paola entonces sonriendo y súper excitada me deslizó la cabeza hacia el área de su sexo y separando un tanto las piernas me dio la bienvenida a su exquisito coño. Por varios minutos estuve chupando, besando, y lamiendo en su interior hasta que sus gemidos se transformaron en verdaderos aullidos de felicidad y así en medio de tremendas convulsiones y sacudidas de puro goce, Paola alcanzó su colosal orgasmo.

Yo, por mi parte, con mi sexo despertando nuevamente a la vida, tenía todo el deseo de poseerla y hacerla mía. Sin secarnos siquiera, me la llevé a mi cuarto y la tumbé sobre la cama. Ya sólo pensando en penetrarla, me subí sobre ella, besándola en la boca con un juego súper erótico de lenguas. Era una criatura realmente bella, con unas caderas formidables y un culo redondo y hermoso. Cuando me sentí todo erecto y como sable, apunté hacia su sexo y sintiendo, ya en mi glande la exquisita humedad de su interior, lo introduje de un solo empujón hasta el fondo. Comencé entonces ese rítmico y delicioso movimiento que ustedes conocen de meter y sacar, meter y sacar, cada vez con mas fuerza y pasión. En medio de todas estas fuertes envestidas ya sólo pensaba en venirme en su interior e incluso había comenzado a acelerar aun más el movimiento cuando Paola me detuvo. Adivinando mi intención, la chava me rogó que no me viniera todavía y que continuara follándola por otro rato. Confieso que tuve que relajar bastante el cuerpo, sobre todo el trasero, para conseguir lo que me pedía pero logré durar y seguir así penetrándola por otros 10 o 15 deliciosos minutos. Finalmente, con los cuerpos bañados en sudor y sintiendo que Paola alcanzaba un segundo orgasmo, decidí venirme con todo, y en medio de fieras envestidas, fui derramando mi tibia hombría en todo su interior. Paola parecía nuevamente loca de placer recibiendo todo este regalo, y mientras le inyectaba más y más miel, ella se entretenía dándome palmadas en las nalgas que aunque algo fuertes, me aumentaban aun más el placer, sobre todo en el área de los sacos donde comenzaba a sentir un delicioso cosquilleo.

La puerta de mi cuarto se abrió entonces de un de repente y sin aviso alguno. Girando la cabeza vi, para mi asombro, la figura de Tom. Mi vecino y fiel amigo nos sonreía desde la entrada. Cambiando de posición y sentándome en la cama le grité a Tom todo irritado si se hallaba pinche ciego para no darse cuenta que estaba en algo privado con una chava, que se largara de inmediato antes que me levantara y lo moliera a puñetazos. Tom, todavía sonriendo y sin moverse me contestó que se imaginaba que yo habría ya aprovechado bien el tiempo de casi dos horas con la muchacha y a juzgar por lo encogido de mi pinche instrumento, sí lo había aprovechado y bastante bien. Ahora era de maricón egoísta, Tom continuó, no darle quebrada a un chavo amigo. En mi furia, yo ya me había abalanzado, desnudo como estaba, contra Tom cuando se oyó la voz de Paola, rogándome que no me fuera a las manos. Para mi sorpresa, me miró con sus ojos verdes y grandes, y separándome lentamente de mi amigo me dijo que hasta los toros más recios necesitaban un tiempo de descanso para reponerse y cobrar nuevamente fuerzas. Continuó diciendo que yo ya la había brincado varias veces y que si Tom era realmente mi amigo, debía también darle algo de chanza. Para mi asombro me prometía mantenerme ocupado, endureciéndomelo incluso en su boca mientras compartía con Tom, que lo importante era que todos nos divirtiéramos y estuviéramos felices. Le iba a contestar que no me gustaba que se metieran otros cabrones cuando estaba solo con una chava pero Tom ya se había desnudado, sacándose velozmente camiseta por los hombros y enredando en su apuro hasta calzoncillos y calcetines entre sus pantalones. Sólo a pasos de la cama Tom, sin embargo, se detuvo. Mirándome con su pinche mástil en alto me sonrió como pidiéndome un último permiso y yo, recordando como siempre ese carnal me ha ayudado y los años de amistad, le dije todavía algo irritado que ni modo, que si quería brincársela que lo hiciera. Tom, con una sonrisa, puso a Paola rápidamente como perrita y comenzó sin perdida de tiempo a atracarla fascinado por atrás.

La zorra de Paola lanzaba nuevamente fuertes gritillos mientras Tom endurecía y relajaba su trasero al tiempo que le daba a la chava feroces envestidas. Por un rato hice las del mirón, y los estuve observando, pero como no me excitaba ver la raja de un pinche cabrón me fui por delante de Paola quien dejando de gritar como berraca se hizo cargo de mi con boca y lengua, y comenzó entonces a despertármelo con tremendas y deliciosas mamadas. El pobre Tom, por su parte, debía de haber estado mucho tiempo en ayunas, porque se vino luego, luego con un ronco y seco aullido. Paola, entonces, sacándose de la boca mi órgano ya semi-erecto, exclamó riendo, “Ya ves que no había razón para enojarse tanto, no fueron ni tres minutos y ya lo tienes fuera de combate”. Se que yo no debí haber soltado una carcajada pero la forma en que Paola lo dijo me había causado mucha gracia. Tom reaccionó furioso y agarrándome por los hombros me lanzó de espaldas al suelo al tiempo que el mismo se arrojaba sobre mi. Yo soy mas fuerte que mi vecino y me puedo defender muy bien, pero el hecho de tenerlo encima y todavía en bolas y recién eyaculado obviamente no me agradaba. Paola, sin embargo, estaba fascinada viéndonos rodar y pelear desnudos sobre el piso de madera. Al cabo de un rato, sin embargo, y cuando yo ya tenía al pobre Tom bien dominado, espaldas contra el suelo y brazos extendidos, sentí por detrás y sobre mis sacos la húmeda lengua de Paola. Con una sonrisa solté entonces los brazos de Tom, quien, como yo, volvía ahora a reír al sentir él también los besos húmedos de la muchacha.

La zorra de Paola con sus manos, cara y lengua nos estaba procurando aun tiempo placer por igual a los dos. Aunque me parecía algo extraño recibir caricias en esta posición, con Tom desnudo y debajo de mí, nos mantuvimos los dos quietos con Paola alternativamente lamiéndonos a ambos bolas, culos e instrumentos. Pero ya al sentir la dureza de mi amigo cerca del muslo, me aparté de él enseguida porque ni pienso ser maricón ni me atraen los culos de otros huevones. Paola, por su parte, estaba fascinada teniendo ahora a dos chavos para divertirse y ya sin importarme madre, decidí tomar turnos con mi amigo y seguir así gozando al máximo a la chava. Debo reconocer que Tom tiene una resistencia de orangután, ya que la segunda vez con Paola, lejos de irse cortado luego luego, la estuvo follando y haciendo suya en todas las posiciones imaginables o posibles para un chavo y por cerca de una hora. Yo, recordando que era el anfitrión, aproveché parte de ese rato para ir a la cocina y preparar sandwiches. Cuando regresé a mi cuarto, viendo que Paola se encontraba por el momento libre, aproveché de follármela una vez mas ahora con la chava sentada sobre mis muslos y rodillas. Tom, por su parte, leía de pie, apoyado contra el tocador, la sección de deportes del FDP. Mientras lo hacía, lanzaba en voz alta sus propios comentarios de equipos y jugadores, sin que nadie, por supuesto, le prestara ninguna atención. Al terminar mi turno, bajamos los tres a la cocina y comimos todos con hambre de lobos, teniendo que hacer incluso una segunda serie de sandiwches para Tom y yo. Tom mientras comía, no dejaba de hacerse el payaso y decir las más grandes mentiras a Paola, todo esto claro sólo para impresionarla.

La tarde estaba aun bastante calurosa, y Tom que tiene alberca en su casa, nos invitó a refrescarnos en ella. Saltando entonces la valla de división y sin necesidad por ello de vestirnos e ir por el frente, descendimos los tres juntos sobre la yarda de mi amigo. Como tampoco había nadie en su casa, nos mantuvimos así como llegamos, los tres en cuero nadando y payaseando cerca de la alberca. Yo ya no necesitaba mas guerra con Paola por aquel día pero el incansable Tom se la terminó follando una vez mas, ahora cerca de una sombrilla y sobre una silla de playa. Al llegar las 6 de la tarde y como el show aéreo habría ya terminado, nos despedimos de mi amigo y regresamos con Paola a mi casa. Ella luciendo nuevamente su precioso uniforme de cheerleader me pidió el prometido video. Yo que siempre he sido un chavo con palabra, lo saqué de un cajón y se lo entregué en sus manos, pero no sin antes hacerla prometer que borraría la cinta completa al llegar a casa. Le dije sonriendo a Paola entonces que si quería ver chavos, yo estaba siempre disponible, en vivo y en directo, y sin necesidad del uso de una pinche videocasetera. A pesar que nos despedimos con un prolongado beso, Paola ya no se ha dejado ver. En estas últimas dos semanas, la habré llamado al menos una docena de veces, pero la tonta o no contesta o cuando lo hace dice que no tiene tiempo. Uno se puede morir de ganas por una chavala y a ellas que les importa. Tom, por su parte, me ha invitado a una fiesta este Sábado en la ciudad vecina de Valverde, donde me asegura que las muchachas sí responden y no se andan haciendo después las desentendidas. Obviamente voy a ir porque estoy súper inquieto y con ganas locas de ver a una hembra. Dudo, sin embargo, que encuentre una como Paola, la más guapa y excitante chava jamás creada.

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