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Hola mi nombre es Eduardo trabajo como asesor en tecnología, tengo 37 años, soy blanco, ojos azules, pelo castaño oscuro entrecano, me considero en cuanto al sexo por ahora como bisexual, pero yo creo que en un futuro daré el paso de ser completamente gay también. Les quiero contar que aquí en México cuando un estacionamiento te permite guardar tu auto durante todo el día por un costo mensual se le llama “servicio de pensión” lo comento por que mi historia inicia cuando por cuestiones de trabajo tuve que contratar un “servicio de pensión” para mi auto a unas cuadras de mi trabajo, para mí es muy práctico poder tener mi coche seguro, entrando y saliendo a la hora que quiera, el lugar es un terreno grande donde tiene solamente un cuarto para el velador, en este lugar trabaja el señor Pedro encargado de cobrar las cuotas y administrar el lugar y 4 muchachos que estacionan los carros y lavarlos, durante todo el día tiene mucho trabajo, pero a la hora que salgo de trabajar por lo regular ya esta muy solo el lugar.
Los primeros meses pasaron de forma rutinaria pequeñas pláticas con los muchachos del lugar, algunas bromas y chistes nada fuera de lo normal, en una ocasión al subir a mi carro me di cuenta que había dejado a la vista de todos, un comprobante de un antro gay al cual había ido el fin de semana, pero no le di mucha importancia, durante el resto de la semana todo trascurrió normalmente quizás algunas bromas un poco subidas de tono y algunas miradas a mi trasero que tengo muy paradito, pero nunca le di mayor significación, una tarde cuando llegué por mi auto el señor Pedro me comentó que la cuota iba a aumentar, pero que en mi caso quería platicar primero conmigo, esto último me lo dijo de forma muy misteriosa yo sin entender de que se trataba le dije que el viernes pasaría a platicar con él. El viernes en la tarde que llegué, el lugar estaba casi desierto al entrar al cuarto donde estaba el administrador me sorprendió lo bien que utilizaban el pequeño espacio, una cama para el velador, un escritorio 6 sillas y una mesa estaban acomodados en ese pequeño lugar.
– Pase joven lo estaba esperando siéntese póngase cómodo – comentó Pedro, yo me apropié de una silla que estaba frente al escritorio – Como le comenté la cuota por guardar su auto en este lugar va a aumentar por que vamos a reducir los lugares de estacionamiento para poder construir un segundo piso además lo tengo en lista de espera porque por ahora no creo que tenga lugar para usted aunque pague.
No podía creer lo que me decía eso significada muchos problemas ya que no había otro lugar como este cerca de mi trabajo tendría que caminar una distancia considerable con el riesgo que eso implica sobre todo en las noches, yo no emitía una palabra estaba sumergido en mis pensamientos sopesando mis opciones cuando la voy de Pedro me sacó de mi análisis.
– Bueno quizá podríamos hacer algo para ayudarlo, pero depende de que usted quiera – comentó mientras caminada para ponerse de pie frente a mí.
– Pues claro que estoy dispuesto me interesa seguir guardando mi auto aquí dígame de que se trata acaso más dinero o ¿qué?
– No joven, no se trata de dinero la verdad es que leí el papel que dejó en su auto el otro día del lugarcito al que fue y la verdad me he fijado que tiene unas nalguitas muy ricas, yo creo que podemos llagar a un acuerdo que nos beneficie a los dos.
No fue necesario decir nada más me acerqué a él y comencé a acariciar su dura herramienta por encima del pantalón.
– Muy bien joven así pero sé que le va a gustar.
Yo cada vez estaba más impresionado al denotar como con mis caricias aquella herramienta crecía y crecía pensé que nunca dejaría de hacerlo, terminó siendo de un tamaño que solo conocía en películas porno, no pude esperar mucho y liberé aquella belleza de sus cautiverios, de color oscuro era todo lo que yo podía soñar, sin pensarlo mucho acerqué mi cabeza para darle unos pequeños besitos y unas cuantas lamidas desde las pelotas hasta la punta, tenía un sabor muy particular que me encantó desde el primer contacto, él puso sus manos sobre mi cabeza mientras yo lamía y relamía aquella ricura cuando por fin me lo metí en la boca, con sus manos me indicó el ritmo que quería cada vez más profundo y frenético, era increíble me estaba follando por la boca y yo casi en el cielo.
A cada acometida entrada más dentro de mi garganta hasta que después de algunos intentos pude sentir como su vello tocaba mi nariz indicativo de que lo tenía toda dentro, sus gemidos me indicaron que estaba a punto de venirse y para evitar que pudiera huir me apretó con más fuerza hasta que sentí los disparos de aquel líquido caliente en mi garganta y mi boca, yo seguí chupando y lamiendo aquella dulzura hasta que quedó bien limpia, no podía creer que bien la estaba pasando…
– Quítese la ropa y de perrito en la cama.
Fue la orden que recibí de Don Pedro, como no quería hacerlo enojar y además yo estaba al tope y mi cuerpo me pedía batalla, rápidamente me desnudé y me puse en la posición requerida, él sacó del cajón del escritorio un condón y un lubricante, esperaba la primera acometida en cualquier instante, pero en lugar de eso sentí su lengua jugando en mi hoyito, hacia tantos años que nadie me hacia algo así que desde el primer momento enloquecí.
No era muy consciente de lo que decía, pero me quedaba claro que gemía y gritaba con todas mis fuerzas, no sé cuanto tiempo pasó entre sus lamidas y que comenzó a meter primero un dedo hasta que llegó a 3, en ese momento me sentía la más puta del mundo ya no me importaba nada que no fuera el placer que me daba en mi colita, cuando quitó sus dedos y metió su herramienta se detuvo un momento a medio camino: ¿Está bien joven?” preguntó, como respuesta yo solo empujé para atrás mi cola para meterme todo lo que faltaba de su verga hermosa.
No fueron necesarias muchas acometidas para que tuviera un impresionante orgasmo que me hizo caer boca abajo sobre la cama, sin pesarlo mucho me volteó y puso mis piernas en sus hombros y de un solo empujón me la metió toda, mi cavidad posterior estaba tan dilatada que no tuvo la menor resistencia a su entrada, así estuvimos un largo rato hasta que de un momento a otro, aumentó el ritmo y la fuerza y de un par de empellones llenó mi cola de su rica leche.
Para cuando salí de aquel lugar, era ya de madrugada, había conseguido lugar para guardar mi auto y algunos placeres adicionales que con gusto pasaba a recibir 2 ó 3 veces a la semana, con Don Pedro siempre logro obtener más por el mismo precio.
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