Nunca olvidaré a mi prima Lucía
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En este relato os contaré mi relación con una prima que venía a mi casa a pasar los fines de semana. Mi nombre es Ángel y entonces tenía 18 años recién cumplidos, doce menos que mi prima Lucía. Realmente no conocía a Lucía pues mis tíos y ella se fueron a vivir a Australia cuando yo no había nacido y no habían venido a Madrid ninguna vez desde entonces. Lucia vino a estudiar un master a la Universidad de Salamanca, durante la semana estaba allí y los fines de semana venía a mi casa.
Lucía es castaña, mide 1,65 y esta muy buena, con un cuerpo que llama la atención sobre todo los pechos y su culo. Siempre lleva pantalones muy ajustados o minifaldas que le sientan de miedo. Cuando venía a mi casa ella se relacionaba con compañeras de estudios que también vivían en Madrid. No teníamos demasiada relación, aunque nos llevábamos muy bien y en casa hablábamos de nuestras cosas. Creo que ella me trataba como si fuera mi hermana mayor, debido a la diferencia de edad.
Desde el principio me llamó la atención su físico, pero la miraba como a una prima no como a una mujer. Pero poco a poco esto fue cambiando pues yo la veía salir del baño con el albornoz que mostraba parte de su escote y sus magnificas piernas. O cuando se sentaba en el sillón y llevaba una minifalda y se le podían ver los muslos y las bragas. O cuando venía a mi habitación antes de dormir a pedirme algún disco y llevaba la camiseta que utilizaba para dormir; era muy amplia y muy clara por lo que cuando se ponía entre la lámpara de la mesita y yo podía apreciar que no tenía debajo ni bragas ni sujetador. O cuando en la piscina cubierta del barrio jugábamos y me rozaba con su cuerpo provocándome una erección que yo tenía que disimular. Todo esto ocurrió durante el curso y yo no me atrevía a hacer nada, me conformaba con hacerme pajas con el tema monográfico de mi prima mayor.
Poco a poco yo me lanzaba un poco y me atrevía a tocarle disimuladamente en la piscina o a mirarle el, escote cuando hablábamos en casa, así hasta que un domingo antes de irse Lucía a Salamanca salió la conversación de las novias y ella me dijo que le extrañaba que yo no tuviera, ella vivía con un chico en Australia y me dijo que tenía muchas ganas de verle pues estaba cada día más salida.Yo me quedé alucinado de la confesión que me hizo pero aun me cortó mas lo que me dijo:
– Claro como tu te la cascas a menudo no te hace falta buscarte de momento una chica.
Yo me quedé sin saber que decir, colorado y bloqueado.
– No te cortes es normal – me dijo.
– ¿Cómo lo sabes? – le pregunté.
– Te oigo algunas veces y casi te veo una tarde cuando entré a tu habitación a por un libro y pensaba que no había nadie. Pero me di cuenta y me fui sin que te enterases.
Yo me tranquilicé pues ella me lo decía de una forma muy natural y seguimos hablando de otras cosas. Se fue a estudiar y estuve toda la semana pensando en la conversación del domingo y cada vez más en ella y en su cuerpo.
Al viernes siguiente no salimos y estuvimos hablando pero no salió el tema de las pajas ni de nada de sexo, aunque yo estaba deseando pero me daba corte de sacar el tema. Mis padres ese fin de semana estaban de viaje y yo no hacía más que pensar en como intentar hacer algo con mi prima, antes de irnos a dormir estuvimos viendo una película y en un intermedio comencé a hacerle cosquillas en la cintura ella me siguió el juego pero cuando yo intentaba tocar como por accidente cerca de los pechos ella se retiraba pero no me decía nada. Comenzó la película y seguimos viéndola hasta que acabó y nos fuimos cada uno a nuestra habitación. Yo estaba a cien me hice una paja pensando en ella y casi me decido a ir a su habitación, pero no tuve valor para hacerlo. No me dormía y a eso de las cuatro de la mañana me asomé al cuarto de Lucía estaba durmiendo encima de la cama aunque hacía frío, la arropé pero antes le rocé con mi mano un pezón, se movió pero no se despertó, yo casi me muero del susto. Me fui y pasé toda la noche en vela pensando en ella.
Por la mañana cuando se levantó me dio las gracias por arroparla, yo me quedé cortado, me dijo que se despertó al cubrirla con las sábanas. No me dijo nada más, pensaba que me preguntaría por qué entre en su habitación, pero no lo hizo. No nos vimos en todo el día pues yo me fui con los amigos a pasar el día al campo, cuando volví ella estaba estudiando y me dijo que no saldría de marcha pues quería estudiar el día siguiente para un examen que tenía el martes, se fue pronto a la cama. Al irse me dijo: si tengo frío hoy también puedes arroparme.
A las dos horas de acostarse me asomé a su cuarto estaba durmiendo bien arropada pero entré y con mucho cuidado fui quitando las sábanas hasta que dejé su cuerpo al descubierto, le rocé los pechos y el culo; ella se movió y casi me da con su brazo. Me asuste y me marché a pajearme como la noche anterior. A eso de las seis de la madrugada mi prima empezó a gritar fui corriendo muy asustado, Estaba sentada en la cama sudando y temblando. Había tenido una pesadilla y el sudor frío recorría su cara. Estaba muy asustada me contó que desde pequeña tenía algunas veces pesadillas, pero que era la primera vez desde que estaba en España. Me pidió que me tumbara junto ella hasta que se durmiera. Se arropó y yo me tumbé encima de las sábanas a su lado. Era la oportunidad perfecta.
Ella se tumbó boca arriba y la notaba nerviosa. No hablamos, al poco tiempo la llamé y no me contestó, se había dormido, dejando medio cuerpo sin cubrir por las sábanas. Empecé a tocarle levemente los pechos, los pezones eran perfectos, abultados y duros. Mi erección era cada vez mayor. Levanté las sábanas y me metí cubriéndome con ellas. Lucía se movió y se puso de lado dándome la espalda y rozándome con su culo mis caderas. Me puse en la misma posición que ella y me acerqué con mucho cuidado hasta que mi pene erecto rozó su culo. Llevaba el bóxer puestos pero mi pene palpitaba como si estuviera tocando la piel de ese magnífico culo.
Me decidí a actuar, levanté su camiseta y me quite los bóxer, lentamente acerqué mi polla a su culo desnudo y estuve quieto varios minutos esperando que se despertará y me montara una bronca; pero no pasó nada, no se movía. Me apreté a ella y metí una mano hasta tocarle un pecho a la vez que me movía rozando mi capullo con su culo y la parte trasera de su coño. Cuando estaba apunto de correrme se despertó y se dio la vuelta.Yo me esperaba un bofetón pero solo me dijo:
– Esto no está bien, somos familia.
Con el susto yo no me di cuenta de quitar la mano de sus tetas. La cogió con la suya y empezó a moverla por sus tetas, se puso de nuevo dándome la espalda y dijo:
– Acaba lo que estabas haciendo o te va a reventar la polla-.
No pronuncié palabra alguna solo obedecí; froté mi capullo con su culo, sentía su suave piel en mi miembro. Intenté enchufar mi polla a su coño cogiéndola con la mano pero ella me dijo:
– Eso no debemos hacerlo.
Le tocaba las tetas notando sus pezones duros, hasta que me corrí. Mi semen salió con una más fuerza que nunca mojándole el culo y la espalda de mi leche caliente. Nunca había tenido una corrida así. Me di cuenta que ella jadeaba mientras yo me corría.
– Vete a tu cama – me dijo.
No tenía ninguna intención de hacerle caso, alargué mi brazo hasta que mi mano tocara su pubis, no se resistió. Su coño se ponía cada vez más húmedo, lo que me animo a meterle un dedo lo que provocó un gemido de placer en Lucia. Me besaba con pasión.
– Cómemelo – me suplicó.
Recorrí su cuerpo con mi boca hasta llegar al lugar sagrado. Pasé la lengua por los labios mayores para luego introducirla lo más dentro de su vagina. Absorbí sus pliegues y juguete con mi lengua en su clítoris provocando un orgasmo magnifico en mi prima. Yo tenía la polla otra vez como un palo y quería metérsela. Lo intenté pero no me dejó, quería chupármela. ¡Que maravilla¡ se la metió entera en la boca, luego la sacó y pasó la lengua por mi capullo varias veces. Cuando notaba que me iba presionaba un poco con sus labios en mi glande y evitaba que me corriera; así varias veces hasta que me dijo que se la metiera en su coño. Realmente ella hizo todo pues me tumbé en la cama se puso encima y se la introdujo muy poco a poco. Se movía cada vez más deprisa, sabía presionar mi polla con su conejo y provocar oleadas de placer en ambos, pero evitando que me corriera. Me introdujo un dedo en el culo y me dijo:
– Ahora te vas a correr dentro de mi, empuja hacia arriba con tu polla.
Aceleró sus movimientos, yo movía mis caderas para penetrarla más y su dedo en mi ano se movía rítmicamente con nuestros movimientos. Nos corrimos a la vez entre gemidos y gritos de placer, nos besamos largo rato.
– Que bien follas primo – dijo ella.
Nos que damos tumbados un largo rato mientras nos recuperábamos, yo pensaba en el placer que me había dado con su dedo en mi ano: aumentó mi orgasmo muchísimo. Y yo solo pensaba en su agujero trasero. También deseaba jugar con su ano. La abracé y le besé el cuello haciéndole pequeños chupetones a la vez que le frotaba con dos dedos un pezón que cada vez estaba más duro. Ella no hacía nada, me dejaba a mi llevar la iniciativa. Recorrí con la otra mano el interior de sus muslos todavía húmedos del polvo anterior. Toqué su vulva iniciando en ella una nueva oleada de placer, pero esta vez sería distinto no me interesaba su coño sino el agujerito de su culo.
Mis dedos se centraron primeramente en la pequeña zona que separa su ano de su coño. Con un dedo masajee esa zona y notaba como a ella le gustaba mucho, su respiración era cada vez más intensa. Pero no hacía nada, solo disfrutaba y me dejaba hacer. Con la yema de mi dedo acaricié el contorno de su ano durante unos pocos minutos hasta que poco a poco le introduje un dedo lubricado con el propio líquido de su coño, primero un centímetro, luego otro, así hasta que mi dedo anular estaba todo dentro. Lo sacaba y metía a la vez que hacía un ligero movimiento giratorio. Lucia seguía sin decir ni hacer nada, pero ya su respiración era casi un jadeo constante provocado por los movimientos de mi dedo. Yo estaba disfrutando casi como ella, me gustaba acariciar su agujerito y sobre todo me gustaba la situación de llevar yo la iniciativa y hacer lo que me apetecía sin ninguna interferencia de ella. Introduje otro dedo y para dilatar más su ano, pues mi intención era encularla con mi polla y provocar sus gritos de placer. Ella se corrió al introducir el segundo dedo, su cuerpo se arqueó y tembló por el placer que su culo le dio.
– Ponte boca abajo – le dije.
Lo hizo, por fin habló:
– Nunca lo he hecho por detrás – dijo.
– Tranquila, será mejor que con los dedos – contesté.
Le puse la almohada de sus caderas para que el culo estuviera a la altura idónea. Con un dedo volví a masajear el agujero un poco, después coloqué mi polla en la entrada de su ano y muy lentamente fui penetrándolo, hasta que le metí toda mi polla, que no era nada pequeña.
– Dame más, muévete por favor – me rogaba.
Yo también estaba excitadísimo y preferí ir despacio para no correrme demasiado pronto. Mi polla entraba y salía de su culo lentamente, sentía en ella como su ano se ajustaba a su forma. Aceleré el ritmo de mi miembro, ya no podía más, quería correrme dentro de ella.
– Dame más primo, te lo ruego – decía mientras sus jadeos se hacían cada vez más fuertes y seguidos. Se entremezclaban con los míos.
Seguía el movimiento de mi polla en su culo cada vez con más fuerza.
– Ah, ah , ah , ah… – me corro le grité, mientras mi verga arrojaba una corrida inmensa en el interior de su ano.
Ella se corrió unos segundos más tarde que yo, lo que me permitió apreciar como su cuerpo expresaba el placer que le había dado: jadeaba, gritaba, temblaba; con sus brazos hacía fuerza en mis caderas para que la penetrara más profundamente. Fue la mejor corrida de mi corta vida sexual. Nos que damos los dos exhaustos por el placer tumbados juntos, mirando al techo.
Transcurridos unos minutos mi prima me dijo que debía irme a mi habitación por si volvían temprano mis padres.
Al irme me besó y dijo:
– Esto no debe de repetirse, somos primos y estoy con otro hombre en mi país.
– Es una pena que te vayas pronto a Australia por que si te quedaras seguro que repetiríamos más veces – le contesté.
Cuando se marchó en el aeropuerto me dijo que no olvidaría ese viaje nunca. Yo nunca olvidaré a mi prima Lucía y cada vez deseo más que podamos volver a vernos alguna vez, aunque sé que es difícil pues como dije vive en Australia y seguramente esta historia no se repetirá jamás.
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