Mi primera locura: En la Autoescuela
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Me llamo Laura y vivo en Barcelona. Ahora tengo 32 años y después de entrar varias veces en esta web y leer varios relatos, he decidido que seria excitante contaros todas mis locuras desde los 18 años. Excitante para vosotros y para mí.
Mi primera gran locura la realicé con sólo 18 años. Soy rubia, proporcionada y con unos buenos pechos. Una carita mona, con unos labios carnosos que cuando besan funden a cualquiera. Por aquel entonces tenia un novio con el que me he casado y he tenido 2 hijos. Tenía una vida sexual placentera y no me faltaba nada. Fantaseábamos mucho en la cama y a él siempre le encantó que me comportara como una zorra. Pero yo, siempre he sido discreta y no me ha gustado vestir provocativa ni llamar la atención.
La primera historia que quiero contaros, empezó cuando estaba sacándome el carnet de conducir, o sea tenía unos 18 años y estudiaba en la universidad. Empecé en una autoescuela de la esquina de mi casa las clases de teórica y todo iba muy bien. El profesor de prácticas, a su vez propietario de la autoescuela, me miraba más de la cuenta pero no le presté más atención. Aprobé a la primera la teórica y empecé las prácticas. Las hacía por la tarde junto con otra estudiante. Nos cambiábamos a medio recorrido. Notaba que Juan, el profesor, quería hacerse el simpático con nosotras. Mi compañera, que llevaba ya tiempo con las prácticas, se examinó y aprobó. Entonces empecé a hacer las prácticas a solas con él.
Juan empezó a comportarse de manera extraña. Me llevaba a zonas oscuras de las afueras de la población e incluso llegó a traerme frente a un club donde me dijo que había estado a veces. Me sentía incómoda que aquel hombre de 52 años que podría ser mi padre se comporta de aquella manera. Felizmente, algunas tardes volví a compartir el coche con otra chica. Aquello me alivió, pero una tarde, mientras mi compañera conducía y yo estaba en el asiento trasero, Juan me cogió de la mano y empezó a acariciarla. Me puse muy nerviosa… pero no la solté. Otros días me tocaba disimuladamente las piernas con cualquier excusa mientras yo conducía. Hasta que una tarde, a solas en el coche, sin más, mientras estaba parada en un semáforo, me dijo si alguna tarde después de las prácticas quería perderme una horita con él, que solo pasaría lo que yo quisiera. Me sobresalté, pero no le contesté ni para bien ni para mal. Aquel hombre no me gustaba para nada. No era ni guapo ni atractivo. Era un descarado y un putero.
Cada práctica era un estado de nervios para mí, pensando por donde me saldría ese día. Finalmente me examiné y a la segunda aprobé las prácticas. Como era norma habitual, cada vez que aprobaba alguien se descorchaba una botella de cava en la autoescuela. Antes de marchar el me indicó que le acompañara al acabar. Pensé que íbamos a buscar algún documento o algo así, pero pronto ví que no. Me llevó a una calle alejada, paró el coche me miró y me besó sin más. Yo, no me pregunten porqué, no le aparté la cara si no todo lo contrario: pensé en mi novio, que me quería bien puta, y sólo pensé en estar a la altura en ese momento. Lo besé apasionadamente, metiendo la lengua en su boca. El empezó a tocarme los pechos y lo noté muy excitado. Por un momento me excité, pero el miró el reloj y dijo que tenia prisa y que tenia que regresar. Me dejó en la autoescuela y me dijo que pasara a visitarlo cualquier día a la salida de la autoescuela.
Como no fui más a la autoescuela, no lo vi en una temporada y me olvidé de aquella historia. Total no había pasado nada. Al cabo de unas semanas me tropecé con él al salir de casa. Mi miró de arriba abajo, con deseo, y me dijo que lo tenia muy abandonado. Yo me reí y continué. Pero empecé a pensar en él. Empecé a pensar como seria estar con un hombre tan mayor. Empecé a excitarme de sentirme deseada por un hombre mayor.
Fueron pasando los días y la ida me excitaba más y más cada día. Así que finalmente, una tarde decidí que seria más puta que aquellas zorras que se follaba en el club. Y llegó el día y me vestí para la ocasión. Me puse medias negras de seda con blonda, tanga, un vestido negro con escote generoso y bastante corto y unos tacones negros de terciopelo que cogí de mi madre. Me pinté como en las mejores ocasiones. Casi nunca me vestía así y me sentía fina por fuera y puta por dentro. Me excitaba. No quería que nadie me viera subir a su coche, así que esperé medio a escondidas a que cerrara la autoescuela y cuando arrancaba su coche aparecí de repente. Se sorprendió mucho de verme, le dije simplemente “Hola” por la ventana del acompañante. El sólo dijo “¿Quieres subir?” y me monté al coche cual puta callejera. Crucé las piernas y el me miró sorprendido por como de elegante iba vestida. Me llevó a un polígono apartado de la ciudad, paró el coche y me empezó a besar. Me excitó como me besaba. No me gustaba aquel hombre pero me estaba mojando. No me gustaba pero me daba morbo. Le besé de la manera más guarra que supe. Sentía que tenía que comportarme como aquellas putas que frecuentaba y aunque tuviera 18 años, ese hombre no iba a notar que era una inexperta.
El se abalanzó sobre mi asiento y me magreó los pechos y metió la mano por el vestido y comprobó que llevaba tanga y medias. Aquello le excitó mucho y dejó de tratarme como una niña y empezó a tratarme como a una zorra. Yo no me corté y le metí mano al paquete pero me decepcioné. Tenía la polla flácida y poco podría hacer con aquello. Pero tenía que continuar la fiesta… Tumbó el asiento y empezó a gozar de mi cuerpo tanto como pudo. Sacó rápidamente mis pechos fuera y empezó a besarlos. Me desnudó totalmente dejándome con medias y tanga. Noté que le gustaban mucho mis pechos, Se montó sobre mí y metió su polla entre mis pechos haciéndose una cubana. Levante mi cara para chupársela mientras la metía entre mis pechos. Me estaba follando los pechos y a cada andanada la acababa metiendo en mi boca. Estaba excitadísimo y pensé que se correría ya mismo, pero se detuvo. Me preguntó si llevaba preservativos y le dije que no. Entonces me tumbó de espaldas y como alternativa intentó metérmela por detrás pero no le dejé. Me sentía realmente una zorra porque a diferencia de todos los hombres con los que había estado, el sólo miraba por su placer. Al no poder penetrarme ni por delante ni por detrás optó por la vía rápida. Me sorprendió porque se bajó del coche. De pié junto a la puerta del conductor, se bajo los pantalones y se sacó la polla. No sabía lo que quería pero rápido lo entendí. Quería que actuara como sus putillas de carretera. Estirada en los asientos delanteros hizo que se la chupara. La seguía teniendo flácida pero la chupé con pasión y no tardó en correrse. Justo en ese momento me apartó y dando media vuelta eyaculó fuera del vehículo. Lástima que no me creyera tan puta, porque no me hubiera importado que se viniera en mi boca. No hubiera derramado ni una gota y no hubiera manchado nada.
Seguidamente, pasó totalmente de mi placer. Nos vestimos en silencio y me llevó hasta mi casa. Me dejó en la esquina y llegué a casa con la sensación de haberme sentido puta por primera vez. Fue mi primera locura. No la última. Más adelante os contaré otras.
Besos
Laura
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