Mi hotwife: mi esposa, una verdadera hotwife

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Hoy voy a blanquear algo que vivo hace unos veinticinco años: mi esposa es una hotwife. Puede que ustedes no estén de acuerdo con la vida de pareja que llevamos. No escribo estas líneas para buscar vuestra comprensión. Me llevó tiempo enfrentar los conceptos morales que impone un sistema moralista y retrógrado que nos impiden ser felices y gozar de la sexualidad sin tabúes y plena.

¿Cómo comenzó todo? Pues, casi por accidente.😎

Les cuento un poco, estoy casado con Fabiana hace treinta años; ambos profesionales con relativo éxito, físicamente atractivos; nos gusta los deportes y las reuniones sociales. Ella practica actualmente spinning, clases de zumba, y los fines de semana juegan al tenis. En mi caso, con más de cincuenta años, aún despuntamos el vicio con pelota a paleta. Ambos vamos al mismo club en villa Ballester.

Hace unos veinticinco años, estábamos en una típica reunión con matrimonios amigos

En esas reuniones comíamos algo, charlábamos, bebíamos mucho, y jugábamos ese ridículo juego de verdad-consecuencia, donde confesábamos verdades ocultas empujados por el exceso de alcohol. En una de esas, Lorena, la esposa de mi amigo Luis, tiró una pregunta del tipo “¿le fuiste infiel a tu marido?”, a lo que Fabi le respondió “si, obvio”. Después de eso vino un silencio tenso, muy nervioso.

En el momento no respondí nada, evitando hacer papelones delante de nuestros amigos, aunque Fabi, con los ojos vidriosos por las inminentes lágrimas me suplicaba perdón.

Volvimos a casa como pudimos, ambos estábamos muy ebrios y en mi caso enojado y aturdido. Me pegué una ducha caliente y me fui a dormir.

Al día siguiente hablamos. Hice las preguntas estúpidas del caso. “¿con quién fue?”, “¿cuándo pasó?”, “¿lo hiciste varias veces?”; preguntas que encontraron respuestas evasivas de mi esposa.

Ya ambos más calmados, Fabi me confesó todo:

Mi amor, te amo, soy muy feliz con vos; pero es algo más fuerte que yo. Salgo a la calle y por alguna razón busco tener sexo con cualquier extraño. La primera vez que te fui infiel lo hice en el u****** (famoso shopping de zona norte).

Había cruzado miradas en el patio de comidas con un muchacho elegante, fachero, y de inmediato tuve como un calor que me invadía el cuerpo. Es cierto, hacía calor, pero el shopping estaba perfectamente climatizado.

Aquella vez llevaba un vestido corto hippie que al reflejo de la luz mostraba más de lo que insinuaba. Cuando vi que se iba te puse algún pretexto, que iba al baño… Qué se yo… y encaré a ese muchacho.

No me costó alcanzarlo y menos convencerlo de hacerlo en algún lugar escondido. Nos metimos en un pasillo técnico del shopping y luego entramos a un cuarto que tenía productos de limpieza. Fue brusco, casi me arranca la tanga.

Le tantee el bulto y se lo notaba muy excitado, con un bulto pronunciado. Me arrodillé delante de él, le desabroché los botones de su pantalón, aflojé su cinturón, y se la empecé a chupar como poseída. Tenía gusto a meo y transpiración; pero nada me importó. Se la chupé, como así también le lamí sus huevos. Él me empujaba para que no aparte mi cara de su pija. Por momentos me asfixiaba y cuando me obligaba a tragar su enorme pija me provocaba arcadas.

Después me subió a una mesa y me chupo la concha con enorme delicia. Gritaba y jadeaba. Metía la mano por debajo de mi vestido y me acariciaba mis pezones que estaban bien erectos. Su lengua sabía acariciar los puntos exactos para que explotara una y otra vez. Después me bajó de la mesa, me dio vuelta, me empujó de modo tal que apoye mmi pecho contra la mesa y me penetró con toda brusquedad.

Su enorme pija no hacía más que estimularme mucho más

Gemía con fuerza, estaba gozando como una loca. No duró mucho. En unos minutos me llenó la concha de su espesa leche que a borbotones salía de mi conchita para luego correr por mis piernas. El tipo se vistió, se acomodó la ropa y el pelo, y me dejó su tarjeta de presentación para que nos comuniquemos de nuevo, cosa que no hice.

Estaba hecha un desastre, llena de leche, despeinada, con olor a otro hombre, y no encontraba la tanga por ningún lado. Con unas toallas de papel me limpié un poco. Después terminé de higienizarme un poco en los sanitarios del shopping.

Tenía una mezcla enorme de sensaciones, muy raras. Por un lado el enojo de saber que me fue infiel; la incertidumbre de saber que en cualquier momento me seguirán siendo infiel; pero el lujo de detalles de aquella historia me excitó enormemente.

Aquella noche, a modo de reconciliación hicimos el amor como nunca. De alguna manera hice el rol de aquel muchacho pijudo que se estaba cogiendo una extraña.

A la mañana siguiente le confesé lo que sentí. Mi mujer me vio con la pija dura, bien firme, como para ir de nuevo al ataque. Entonces, mientras suavemente me pajeaba, me fue casi susurrando otra historia similar, contándome con todos los detalles como me fue infiel.

By: Dote3008 😉

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