Mi hermano me cogió y me chupó todo pensando que estaba dormida

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Hola, mi nombre es Daniela, nuevamente vengo a compartir un nuevo relato. Esto me pasó ayer 1 de Abril por la tarde. Vaya forma de empezar el mes, en verdad.

En fin, ayer fue mi último viernes de vacaciones de Semana Santa, y lo había aprovechado por la mañana con mi novio. Fuimos a pasear a su perro y a mi perrita, una Golden labrador. Fue un día cansado para mí, y decidí recostarme un poco. El sol había estado pesado, y el aire ni se diga. Hacía muchísimo calor. En fin, eran como las 5 de la tarde. Así que decidí aventarme sobre mi cama, caí muerta. No podía sostenerme. La casa vacía, mamá y papá en el trabajo, y mi hermano Jorge con sus amigos, quizás.

Justo cerré mis ojos, se abrió la puerta. Imaginé que era mi hermano, mis papás siempre llegan en la noche.

– ¡¡Ya llegue!! Gritó.

No le contesté y me seguí acostada.

Escuché sus llaves, al parecer entró a su cuarto. Luego tocó mi puerta.

– ¿Dani?, preguntó abriendo la puerta lentamente.

Quise ignorarlo, estaba muy cansada. La verdad el paseo me había agotado mucho. Como mi cara estaba del otro lado y no de lado de la puerta, no lo veía.

Cerró la puerta. Giré la cabeza. Se había ido. Pasaron 15 minutos. Aún no estaba dormida. No sabía que hacer. Estaba aburrida. De repente se abrió mi puerta.

– Daniela, me llamó Jorge.

No respondí, no tenía ganas de nada.

– hey, despierta, me decía moviendo mi brazo.

No le hice caso.

Medio abrí los ojos sin abrirlos por completo. Estaba parado frente a la cama. Noté que me miraba. Al estar boca abajo, vi como me miraba mucho el trasero. No soy la chica con un cuerpazo, pero voy al gimnasio y mantengo mi cuerpo en forma. Mi culito parado, mi cintura bien formada. Me considero bonita, y me lo han dicho. Soy de piel clarita, cabello ondulado y delgada, claro. Y aún soy muy joven con 17 años. Y bueno. En ese momento miró hacia la puerta. La cerró y se inclinó a mí.

– Dani, oye, me hablaba en voz baja al oído.

Dejé que siguiera. La verdad quería saber que intentaba a hacer.

Se sentó junto a mi brazo derecho. Y pasó su mano sobre mi espalda.

No me moví.

– Daniela, despierta, me hablaba otra vez.

La verdad me daba risa el no contestarle. Se inclinó nuevamente a mi cabello y resbaló su nariz sobre él.

– me encantas, susurró.

No creí que dijera eso. Pero aún así seguí inmóvil. En ese instante se subió a la cama de modo que se recostó encima de mí sin dejarse caer por completo. Al tener mis piernas juntas, puso sus rodillas al rededor de las mías. Me encerró con su cuerpo.

– mírate que buenota estás, hermanita, me susurró nuevamente al oído.

Pegaba su nariz a mi cuello, a mi cabello. Me empezó a acariciar los brazos.

La verdad no sabía que hacer. Si abrir los ojos por completo y terminar con todo o esperar a su siguiente movimiento.

– mmm que rico hueles, me decía descaradamente pero muy excitante.

Se dejó caer poco a poco. Díos, no imaginé que pegara su miembro a mi trasero. Me lo untaba en las nalguitas. Aunque tenía puesto unos mayones su delgadez hacía que sintiera como si no tuviera nada.

La tenía dura y gruesa. Sentía rico. Me imaginaba tenerla bien metida en el culo.

Me empujaba el culo con su miembro como si me la quisiera meter.

– que rico, decía.

Una de sus manos me acarició la espina dorsal hasta bajar a mi cadera.

– que rico culo, mi amor, susurraba.

Me moví un poco y di un profundo respiro.

– ssshhhh!!! Duérmete, duérmete.

Era un maldito, quería seguir. Y aunque me moví no lo pude ahuyentar.

– como quisiera darte una buena probada en el culo, hermanita.

Sus palabrotas eran excitantes. Me calentaban. Decirme esas cosas habían activado algo en mi que lograron que levantara un poquito el culo.

– puta madre, que hermoso culo. Lo tienes bien parado y sabroso. No dudaría en meterte toda la lengua.

Díos!! Que sucio era eso pero me encantaría que lo hiciera, pensaba yo.

Justo en ese momento me di cuenta que aunque despertara, algo iba a hacer para convencerme de estar como estábamos.

Así que me moví toda, resbalando mis piernas sobre la colcha, estirándome como si de verdad estuviera yo despertando de un sueño profundo. Al tenerlo arriba de mí, levanté mi brazo derecho y acaricié su cara, preguntándole:

– ¿creíste que estaba dormida?

Brinco de sorprendido el tonto, pero supo controlarse y dominar la situación.

– puta madre, no hagas eso!! Dijo enojado

– ¿te gusta lo que haces?, le pregunté con un tono seductor.

– mucho,

– ¿que tanto? Le pregunté mientras su cara la resbalaba en mi cabello y mi cuello.

– demasiado, tienes un rico cuerpo.

– sigue tocándome, le pedí.

– ¿y que hay de tu novio?

– el no está aquí, no sabrá lo que me haces. Vamos, hazme lo último que me dijiste al oído!!

– si, claro que te lo voy a hacer. Mírate, tienes un culito precioso, que con solo vértelo haces que se me paré la verga.

– que rico, contesté.

Bajó su mano a mi culo.

– tócamelo, le pedía acariciando su rostro con mis manos.

Al decirle eso, metió su mano entre mis piernas, resbalando sus dedos sobre la entrada de mi culo y mi vagina.

– estás calientita, preciosa.

– me siento excitada, todo lo que me dijiste me gustó.

Me besó el cuello, mientras su mano izquierda entraba por debajo de mí.

– tienes un abdomen planito. No cabe duda que tienes un hermoso cuerpo.

– es todo tuyo, mi amor. Hazme lo que tu quieras.

– si, preciosa. Eres toda mía.

Su mano acariciaba mi ombligo, bajaba lentamente por mi pelvis.

Retiró su mano de mi trasero y de mi pelvis. Se apartó de mí quedando sentado en mis piernas.

Plantó sus manos en mi culo. Se inclinó hacia él y me lo olió.

– que rico te huele.

– ¿si?

Tomó el resorte de mi pantalón y lo fue bajando resbalándolo sobre mis muslos.

– Dios, estas más rica que nada.

Me desnudo el trasero dejando al aire mi calzoncito rojo.

– ¿te gusta mi culo?

– me encanta, haces que se me pare más. Me lo abrió, separaba mis glúteos. Tomó mi calzón y me lo fue quitando. El resorte me resbalaba sobre mis nalgas desnudando por completo todo el culo.

– Dios lo tienes asquerosamente rico, me decía.

Me bajó el calzón hasta las rodillas.

Se paró de la cama y me desató los tenis. Me los quitó, luego siguió con mi mayón.

– que ricota te vez, me alagó.

– quítame todo, vamos, desnúdame toda, lo incitaba.

Me jaló el calzón hasta quitármelo.

Estaba mi culo completamente desnudo para él.

Se acercó a mí, resbalaba sus manos sobre mis piernas. Se inclinó a ellas y me besó los muslos. Su boca fue subiendo poco a poco. Plantó sus dos manos en mi culito y me lo abrió dejándole ver mi ano.

– Dios!! Estás exquisita!!! Me gustas mucho!!!.

Miré hacia atrás y vi como acercó su cara a mi culo. Metió su nariz entre mis nalgas y pego su nariz en mi ano.

– que rico te huele, me decía.

– Dios, no puedo creer que hagamos esto, decía yo.

Me abrió bien el trasero y resbaló su lengua sobre mi ano.

– Aaahhh!!! Dios!!! No lo hagas!!!

– estás riquísima!!! Me encantas, hermanita!!!

– si!! Lo sé!!! Chúpame, le pedía.

Díos, sentir su lengua sobre mi hoyo se sentía rico. Me lamía asquerosamente rico.

– vamos, mi vida!!! Cómele el culo a tu hermanita!!! Le rogaba poniendo mis manos sobre mis nalgas abriéndomelas más.

– eso, preciosa, así!!! Ábrete bien el culo!!

– siii!!! Anda, chúpame el ano!!! Se siente rico!!!

Sentí como se abría más mi orificio anal. Y justo en se momento, me lengüeteo Jorge.

– siii!!! Así!!! Méteme tu lengua!!!

Nunca imaginé decir eso. Que asquerosa me estaba volviendo.

Se aparto de mi culo y me dió una nalgada.

– aaauuuu!!! Duele!!!

– aguántate pinche mocosa!!! Bien que te gustó!!!

– me encantó que te dejaras chupar el culito, te sabe riquísimo.

– no creí que te gustara hacer eso, le dije.

– sólo a tí, preciosa.

Resbaló su mano sobre mi ano y mi vagina.

Se recostó sobre mí nuevamente y me dijo al oído:

– se me antoja tanto darte una buena cogida, mi vida.

– si, a mi también. Métemela, cógeme lo más rico que puedas.

– si, corazón, pero antes quiero hacer otra cosa.

Justo en ese momento pasó su mano abierta sobre mi culito húmedo de saliva y colocó uno de sus dedos sobre mi ano.

– ¿ahora que harás?

– ¿tu que crees?, preguntó justo cuando empezó a meterme el dedo en mi rico ano.

– Aaahhh!!! Gemí y di un profundo respiro.

– quédate quieta, me dijo poniendo su otra mano sobre mi espalda, evitando que me parara.

Dios!!! Metió todo su largo dedo en mi ano. Lo tenía todo bien adentro.

– sácamelo, le pedí.

No lo hizo y empezó a acariciarme por dentro. Lo retiro un poco sin sacármelo y lo volvió a empujar.

– Aaahhh!!! Siii!!! Jadeaba yo.

Lo fue retirando lentamente, hasta sacarlo por completo.

Se acostó sobre mí y me tomó de la mandíbula

– ten, chúpalo, me dijo untándome el dedo a los labios.

– nooo!!! Que asco!!! No lo hagas!!!

La verdad no lo quería hacer. Se me hacía muy repugnante eso.

Me agarró con fuerza la boca y dijo:

– hazlo, abre la boca.

No sabía que más podía pasar.

Abrí la boca y lentamente metió su dedo.

– eso, linda.

Que asco, chupaba con gusto su dedo sabor a mi culo. Es la cosa más asquerosa que he hecho en toda mi vida.

Lo retiró.

– bien, corazón, ahora me toca cogerte ya. – sii!!! Hazlo!!! Méteme tu verga!!! Le dije.

– tu lo harás, ven cambiemos.

Me jaló a él y se acostó.

Yo sin decir nada lo obedecí.

Desabroche desesperadamente su cinturón, su botón, bajé su cierre. Subió su cintura para quitarse el pantalón.

Justo en ese momento vi como su ricota verga ya estaba bien dura y parada. Se le marcaba en su bóxer.

– Dios!!! La tienes bien larga.

– vamos, chúpamela.

Me hice una coleta jalé su bóxer hasta sus rodillas. Su verga saltó. Bailaba de tan parada y excitado que estaba. Tragué saliva. Me mojé los labios y la tomé.

– está caliente y dura, decía yo.

– si, mi amor, así me pones.

Reí. Sus venas se marcaban.

No lo pensé dos veces. Me la metí a la boca en un segundo.

– eso preciosa, Aaahhh!!!

Se la succioné, le lengüeteaba la punta. Chupaba como si fuera una rica paleta. Dios, se la mamaba tan rico.

Puso sus manos sobre mi cabeza y me la metió más.

Dios!! Su punta me llegaba hasta la campana. Sentía que me la tragaba.

– saca tu lengua, corazón. Quiero que te entre toda.

Me empujaba la cabeza y me soltaba. Lo hizo cinco veces consiguiendo que la saliva se fuera escurriendo por su rica vergota. Me la saqué y la lamí recogiendo mi saliva. Me la metí y nuevamente me la empujó bien toda. Saqué mi lengua lo más que pude y me la empujo más hasta que sus testículos chocaran con mis labios. Dios, me entró muy adentro, la sentía hasta la garganta. Sentía que me quedaba sin aire. No me soltaba.

– así hermosa, trágatela. Te vez preciosa.

No podía más. Le pegaba en los muslos para que me soltara, pero no lo hacía. No me dejaba respirar. Mis ojos soltaban lágrimas. Me soltó de un golpe.

– No seas estúpido, no podía respirar!!!

Estaba agitada, respiraba rápido. Me tomó otra vez y me la metió de nuevo.

Tal parecía que me estaba cogiendo por la boca. Me penetraba con fuerza hasta llenarme la boca de su verga. Su punta me resbalaba por el paladar. Mi boca formaba mucosa que me resbalaba por los labios. No podía otra vez. Las lágrimas hacían borrosa mi vista. Respiraba con rapidez. Me heché para atrás para liberarme.

– ya!!! Ya no más!!! Decía yo agitada.

– tranquila, tranquila, me calmaba acariciándome las mejillas. Mis lágrimas me escurrían por mis cachetes y mis labios combinados con mi saliva.

– me duele un poco la garganta, le dije con una voz cansada.

– ven, sólo una última vez, me dijo.

Se acercó a la orilla de la cama quedando sentado en ella.

Me paré de la cama y me acerqué a él.

– híncate, me pidió separando sus piernas de modo que su verga se alargara un poco más.

– se te hizo más grande, dije.

Me tomó de la nuca, consiguiendo penetrarme la boca.

Que rico me la metía, la tenía dura pero a la vez flácida. Lengüeteaba su punta, se la succionaba.

– eso, pequeña, así chúpala!! Se siente bien rico!!

Saqué mi lengua y me la llevé más adentro. Dios, nunca creí que me llegara a gustar hacer eso.

– trágatela, bonita, me decía excitado.

Eso parecía, me la estaba tragando completa. Abrí bien mi boca para que me llenara más la boca. Su punta pegaba en mi campana. Comerme la verga de mi hermano era algo tan delicioso.

Puso sus dos manos sobre mi cabeza y me jaló hacia él, de forma que su verga bien parada me entrara bien hasta el fondo.

Dios, me penetró bien la garganta. Sentí que su punta me llegaba al esófago.

– trágatela, hermanita.

Enterrarme su miembro era sensacional. Me atragantaba. Otra vez el aire se me acababa pero no me importó. Mi saliva se escurría por mi mandíbula. Chorreaba de saliva. Mis ojos brotaban lagrimas, lloraba de lo asfixiada que estaba. Mi respiración empezó a agitarse.

– te vez bien puta, Daniela. Y eso me excita mucho.

Puse mis mano sobre sus rodillas e intenté apartarme pero su fuerza me ganaba. Quería zafarme y no podía. Me estaba quedando sin aire. Estaba sofocada. No podía más. Me la retiró y eructé, quería como vomitar.

– Dios!!! No mames, me estaba ahogando de nuevo!!

Me limpié la saliva y las lágrimas.

– ven, preciosa, dijo levantándome de los brazos.

Se acostó y me acercó a él. Subí a la cama.

– date la vuelta, ponme tu rico culo en mi cara, me ordenó.

Lo obedecí. Giré de modo como si me fuera a sentar en su cara. Puso mis rodillas a los lados de su cabeza.

Apoyé mis rodillas sobre sus hombros y le puse mi culito en su rostro.

– eso, mi vida. Estás bien sabrosa.

Justo cuando terminó de alagarme, lamió mi ano.

– Aaahhh!!! ¿Por qué te gusta hacerme eso?

– porque lo tienes bien rico. Sólo verte el culo blanco y parado y ahorita bien abierto hace que se me haga agua la boca y se me ponga dura la verga.

– ¿pero no te da asco hacerlo?

– no, al contrario, me encanta lamerte el hoyo.

– dios!!! Espero que no llegue nadie.

Estar sentada en su cara era algo que no me imaginé hacer. Dejaba que mi hermano me chupara el ano.

– méteme tu lengua, hermanito.

– si, mi amor.

– si, hazlo. Prueba mi sucio culo.

Puse mis manos sobre mi culo y me lo abrí. Me senté de modo que su nariz tocara mi ano.

– huéleme, penétrame con tu lengua, le pedí excitada.

Me lengüeteaba muy rico, sentía la punta de su lengua meterse en mi sucio ano.

– como esperé que pasara esto, mi vida.

– yo no pero me gusta.

Me lamía bien rico el culo. Me incliné hacia adelante para exponer mi vagina y se la acerqué a la boca.

– chúpamela, anda, méteme la lengua como en mi culo. Y eso hizo.

Lengüeteo mis pliegues húmedos.

– sabes ácida, hermanita.

– tu sigue, cómeme.

Bajé mi mano a mi vagina y abrí mis pliegues y froté mi clítoris.

Justo cuando lo hice me empezó a chupar ahí.

– Aaahhh!!! Sii!!! Que rico!!!

Mis dedos tocaban su linda lengua. Sentir como lengüeteaba mi clítoris era algo extremadamente placentero.

– más rápido, por favor!! Quiero venirme!!! Le exigía.

Estaba muy caliente,

– cógeme, quiero que me la metas!!!

– ¿eso se te antoja, hermosa?

– si, mi amor!!! Penétrame!!

– voltéate, me pidió.

Lo obedecí. Me aparte de su cara y giré mi cuerpo de modo que quede frente a él.

Se levantó un poco y se recostó sobre la cabecera de mi cama.

– ven, Métetela!!! Me decía mientras se jalaba su verga.

Me acerqué y separé mis pliegues.

Me tomó de la cintura y me bajó metiéndola lentamente dentro de mí.

– Aaahhh!!! Dios!!! Gemí.

– mi vida!!! Que rico se siente!! Decía mi hermano.

– sii!!! Muy rico!!! Vamos, métemela toda!!!

Brinqué lentamente, me entraba y me salía. Me resbalaba muy delicioso.

Mis manos tocaban su rostro. Lo acariciaba.

– que rico coges, le decía excitada con una voz entrecortada.

– Acércate, dame un beso, me dijo exaltado.

Me incliné hacia él plantando mis labios sobre los suyos. Chupaba mis labios, me los jalaba suavemente.

– Aaahhh!!! Cógeme más rápido, mi amor!!!

– lo que tu digas, preciosa!!! Aaahhh!!!

– Aaahhh!!! Dios mío!!! Que rico!!!

Me penetraba desesperadamente y a la vez lentamente. Era extraordinario.

Cubrió mi culo con sus manos. Me las abría y al mismo tiempo me hundía su larga y dura verga.

– que rico este momento, Daniela.

Abrí lo más que pude mis piernas y me recosté sobre su pecho.

Empujé mi cadera hacia su pelvis consiguiendo penetrarme su miembro.

– Aaahhh!!! Eso!!! Jadeaba mi hermano. Resbaló su mano sobre la entrada de mi culo.

– lo tienes bien abierto, hermosa. Me dan ganas de metértelo por ahí.

– méteme lo que tu quieras, pero cógeme.

Las ganas de cogerme no terminaban. Me abrazó y me atrajo hacia él penetrándome con profundidad y fuerza.

Dios, me había entrado todo. Sus testículos chocaban en mi ano y mis pliegues.

– Aaahhh!!! Siii!!! Mételo otra vez!!!

Lo hizo nuevamente. Movía yo mis caderas para que me lo hiciera con facilidad.

– eso!!! Que sabroso!!! Aaahhh!!! Me quiero venir!!!

– si, hazlo!!! Lléname de tu rico semen!!!

– siii!!! Eso!!! Brinca más rápido!!! Me decía con desesperación.

Comencé a brincar con ganas. Me volví loca con esos movimientos.

– ¿así es como te gusta?, pregunté

– si hermosa, así!!! Vamos!!! Ya casi me vengo!!!

– sii!!! Yaa!!! Aaahhh!!! Expúlsamelo todo!!!

– siii!!! Estoy a un poco!!! Puta madre!!! Siiii!!!! Dios!!! Que rico!!!

Me tomó fuertemente de la cintura y me penetraba con rapidez. Me estaba bañando por dentro de todo su líquido blanco.

– lléname toda!!! No te detengas!!! Le pedía.

Llevé mi mano a mi culo y me penetré el ano con mi índice.

– eso mi vida, métetelo todo, me incitaba tomando mi mano en mi culito.

Me lo retiró y lo lamió como si fuera un dulce.

– Dios, como puede gustarte hacer eso. ¿no te da asco?

– tu culo sabe muy rico. Te lo chuparía las veces que quisieras y hasta las que no.

– que sucio eres, ahora veo que los hombres son demasiado perversos, dije.

– pero bien que te dejaste, ¿no?

No respondí a su pregunta amenazadora, y le cambié de tema.

– me vestiré. No…Me daré un baño, mejor. Tener tu semen pegajoso no me dejará dormir tranquila.

– haz lo que te plazca. Tal, ya hice lo que tanto quería, me dijo.

– ja! Idiota.

– ya métete al baño, me ordenaba.

– tu salte de mi cuarto, mejor dicho.

Me levanté sacándome su verga flácida y llena de su semen y mis flujos vaginales.

Estaba agotado, tomé mi pantalón y mi calzón y me dirigí a la puerta. Me detuve y me regrese a darle un linda beso en sus labios.

– gracias por esto, mi amor. Nunca lo olvidaré.

– gracias a tí, preciosa por dejarte.

– de nada, hermoso. Cuando salga del baño quiero que actuamos como si esto hubiera sido un sueño, ¿si?

– será difícil, pero intentaré.

– pues tendrás que hacerlo porque yo tengo mi novio.

FIN

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