Mi esposa, mi amigo
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Conocí a Daniel en días de adolescencia, el llegó al barrio con su familia, se mudaba a la vieja casona de los Rodríguez, un matrimonio veterano de años de conocidos que a su vez se mudaban a un pequeño departamento céntrico
Yo le llevaba dos años de edad y pronto pegamos onda y en poco tiempo fue uno más de la barrita de amigos del vecindario, solíamos jugar futbol en la plaza cercana, tardes de piscina en el club barrial, o solo hablando hasta el anochecer de las chicas del barrio, en esos días de incipiente despertar sexual
Tal vez nuestro único contrapunto fuera que el era fanático de Estudiantes, mientras yo simpatizaba por Gimnasia de la Plata, y solía ser bastante molesto a la hora de refregarme en el rostro todos los títulos que ellos tenían, y cada clásico que nos tocaba enfrentarnos solían ser una tortura, los días anteriores y los posteriores
Pero ese pequeño detalle no impediría que en poco tiempo fuéramos los mejores amigos, ese tipo al que le cuentas todo y te haces tan transparente que al verlo es como verte en el espejo
Pasaron los años, y con veintisiete me sentí demasiado adulto como para seguir viviendo en la casa de mis padres, él con veinticinco, siendo único hijo era el mimado de mamá, hacía unos años que su papá había fallecido, así que el holgazán no tenía la menor intención de marcharse del nido.
Fue en esos días, una noche como tantas, como era un poco nuestra costumbre, fuimos a bailar a un boliche que estaba de moda, había mucha gente y el ambiente estaba muy denso, con esa molesta atmósfera donde se mezcla calor, humedad, transpiración y el humo de los cigarros.
Después de un par de horas habíamos bailado con una y con otra, compartido algunos tragos, pero nada, solo roces pasajeros y fue cuando sin querer mis ojos se posaron en ella, estaba sentada en la barra charlando con su amiga, enfundada en un vestidito negro, ajustado, que se hacía amplio en las caderas y volaba suelto sobre sus muslos, a medio muslo para ser más preciso, dejándome ver unas más que hermosas piernas, tomaba un trago bebiendo de un sorbete, marcando una norme trompa que se me hacía muy sexi, con su larga cabellera rubia que movía de lado a lado como una leona, llegando a la línea de la cola. Estaba lo demasiado cerca como para poder naufragar en sus enormes ojos verdes que parecieron iluminar toda mi sexualidad, aunque ella ignorara mi presencia
Fue tal mi encandilamiento que cuando me di cuenta, Daniel se había acercado y le estaba hablando como para conquistarla, ella se reía y movía su cabeza de lado a lado en forma negativa mientras yo tragaba saliva maldiciendo por lo tonto que había sido al dejar pasar la oportunidad.
Después de eternos cinco minutos mi amigo desistió en la conquista dado que esa chica le puso distancia a cada embate, me sentí libre, mi oportunidad, di un pequeño rodeo para no sonar tan evidente y me animé a la conquista
Ella estaba con su amiga y me acerqué a hablar de cualquier cosa, le pedí al barman un nuevo trago para las chicas y también uno para mí, y aunque en ese momento éramos tres personas, yo solo me perdía en sus enormes ojos verdes, y la observaba tan directo al extremo de incomodarla y que ella me quitara la mirada
Laura, ese era su nombre, solo me rechazaba sutilmente en cada ataque y me di cuenta que con esa táctica correría la misma suerte que Daniel, mi amigo
Decidí improvisar, la tomé de la muñeca y le dije que me acompañara a bailar, ella no quiso, pero insistí y fue un poco a la fuerza, como un macho primitivo que la arrastré a mi lado, incluso para apartarla de su amiga quien había quedado en la barra
Solo bailamos un poco, y ella que parecía desentendida de mi presencia, poco a poco comenzó a levantar su mirada para verme directo a mis ojos, y ahí entendí que empezaba a ganar la partida
Le ofrecí ir al patio trasero, cuyo techo era un manto negro tenido de infinitas estrellas con una luna casi llena que oficiaba como un gran farol pendiendo en la nada misma
Empezarían los besos, los abrazos, los toqueteos y la amplitud inferior de su vestido me permitía intentar llegar a lo prohibido, y aunque Laura se moría en deseo me dejó ver que ese no era el sitio correcto
Nos despedimos de nuestros amigos y poco después terminábamos desnudos en la cama de un motel, en el principio de una relación de amor que perdura hoy en día
Nos enamoramos, y alguna vez, en alguna salida, fuimos cuatro, ella, yo, Daniel, mi mejor amigo y Alejandra, la mejor amiga de la que ya era mi mujer
Daniel siempre bromeaba con esa situación del boliche en la que él había sido rechazado por Laura, decía que ella estaba conmigo solo para no perderle el rastro a él, y que todos sabíamos que tarde o temprano el destino los uniría y que ella se arrepentía cada día de haberse quedado con la peor parte, era recurrente con ese tema, incluso se lo dijo muy serio a Ale en esa primera cita, y todos mantuvimos la seriedad, hasta que la cara de confusión de esa chica nos hizo estallar en risas.
Tiempo después, ellos nos sorprenderían con la noticia de un embarazo y un inminente casamiento, a lo que luego de nuestras felicitaciones Laura le reprochó en forma cómica ‘la traición que eso suponía al amor eterno que Daniel siempre le había jurado’
Luego nos distanciaríamos un poco, pero no lo suficiente, es que un hijo lleva demasiado tiempo, y sumado a las actividades profesionales nos les quedaban ganas de demasiadas reuniones, y mientras Laura y yo parecíamos compartir nuestro vuelo de pareja en medio de las nubes, el viaje de Daniel y Ale parecía dirigirse a un centro de tormentas
Supimos que las cosas no andaban del todo bien entre ellos, Daniel me contaba su parte a mi, Ale hacía lo propio con Laura, y en los encuentros de pareja las discusiones eran moneda corriente, ni siquiera se preocupaban por mantener las apariencias y se tiraban con munición gruesa, y siempre terminábamos nosotros poniendo paño fríos a las discusiones
La traición de Alejandra marcaría el punto de no retorno de la pareja, una infidelidad confesa supuso romper definitivamente el corazón de Daniel, y empezarían el tortuoso camino del divorcio
Mi amigo empezaría a perderse en la depresión de sus propios laberintos, parecía desanimado, sin ganas de vivir, un poco echado al abandono y en nuestros cruces solía hacerse el galán con Laura como siempre lo hacía, con las mismas fuerzas con las que intentaba reprocharle el momento en que le presentara aquel día a Alejandra, la verdad es que nos preocupaba su presente
Decidimos una noche cualquiera invitarlo a cenar, no sé, era charlar, que sintiera nuestra compañía, que no estaba solo, que seguíamos siendo los mismos amigos de siempre
Llegada esa noche, yo estaba perdido en la cocina, me gustaba agasajar a mis invitados, Laura estaba en nuestro cuarto buscando entre sus cosas que ropa ponerse, muy típico de mujeres, ella me sorprendería, preguntándome que me parecía, como le quedaba
Ella estaba bajo la entrada a la cocina, enfundada en ese mismo vestido negro con el que nos conocimos esa noche, que por razones emotivas había guardado entre sus recuerdos, honestamente se me paralizó el corazón, por un lado, reviví en mi cabeza todo lo sucedido, me trasporté a ese momento, al principio, por otro, Laura ahora tenía cuerpo de mujer, ya no era una jovencita, y solo me pareció perfecta, irresistible
Ella me dijo que solo era una broma, puesto que ya no se veía en edad para ese vestido, pero insistí para que se lo dejara puesto, que me diera el gusto por esa noche
Cuando llegó Daniel traía un postre entre sus manos, su rostro era inexpresivo y solo era notorio que estaba más por obligación que por gusto, le di un abrazo cariñoso, me partía el alma verlo así y no saber como ayudarlo, pasamos, llamé a Laura para que lo saludara, ella estaba en la cocina con los últimos preparativos, y cuando ella se hizo presente, yo solo me quedé observando a Daniel y si, fue obvio que al verla, sus recuerdos se hicieron presentes, y una sonrisa resplandeciente como el amanecer se dibujó en sus labios
Guau! – exclamó – Laura… me dejas sin palabras… estás hermosa mujer
Meneó la cabeza de lado a lado en forma de negación y siguió ahora dirigiéndose a mi
Amigo, sos un suertudo, la mujer que me perdí…
Y si, Laura estaba más vieja, con sus cabellos que ahora apenas llegaban a sus hombros, pero como a un buen vino, los años le sentaban bien, se sentó a la cabecera de la mesa y nosotros a los lados, entre platos y copas de vino la charla siempre estuvo girando en torno a la relación que había empezado esa noche, recuerdos, risa, complicidad, en una atmósfera muy íntima, con demasiada amistad, y conforme corrían los minutos y el alcohol iba soltando nuestras lenguas las palabra se hacían más y más peligrosas, Daniel empezó a ser mas directo, más punzante, y solo dijo que Laura era una mujer espectacular, que realmente hubiera dado todo lo que tenía por solo estar una noche en mi cama con ella, y que nunca se terminaría de arrepentir de esa noche, de haber claudicado en el intento y un poco que me había odiado en el momento que veía como yo la arrastraba a bailar
Mi amigo en verdad hablaba desde el alma, Laura sonreía porque nunca le habían hablado de esa manera, y solo lo tomaba con su mano por el antebrazo, de una manera muy cariñosa
Fui por otra botella y de paso, puse un poco de música, esa música de nuestra época, de años atrás, de cuando éramos jóvenes y sin planearlo la atmósfera se puso más y más caliente, mi amigo miró a los ojos a mi mujer, la tomó por el brazo y le dijo
Esta vez no me vas a decir que no…
Fueron a un lado y se pusieron a bailar, no tan separados, no tan juntos, fui un observador a la distancia acariciando con mi dedo índice el borde de la copa de vino que oficiaba de compañera, solo era muy caliente par mi ver la situación que se estaba dando, pasó un tema, llegó otro y luego uno mas lento, él la abrazó con ganas por la cintura y la atrajo contra él pegados, y Laura solo rodeó con sus brazos su cuello, parecieron olvidarse por un momento de mi presencia y yo solo sentí hervir mi sexo entre las piernas y todo se precipitaría al ver a mi esposa pararse en puntas de pies para llegar con sus labios a los de mi amigo del alma, y siguieron un rato así, la manos de Daniel bajaron a los glúteos de Laura, él parecía decidido a tomarlo todo, sin permiso, sin respeto, mi mujer solo permitía que él avanzara y ganara terreno y yo, yo sentía la locura de ser espectador de todo, en mi cara, el amor de mi vida, el amigo del alma
Me levanté desde el comedor principal, pasé discretamente por un lado de ellos para ir a sentarme en al sillón más amplio del living, para estar más cómodo, para ver mejor toda la escena, y en un momento Laura se percató de mi cambio de lugar, pareció recordar que yo era su esposo y que yo estaba presente, entonces dejó a Daniel de lado y vino por mi, se acomodó arrodillada sobre el sillón con sus piernas a los lados de las mías, sacando mi verga dura de entre mis ropas, se subió un poco el vestido y la noté hacer su tanga a un lado, tomó mi sexo y solo se la comió por completo, estaba lubricada como nunca, me pareció exquisito, puso sus brazos sobre mis hombros y solo empezó a cabalgar arqueando muy rico una y otra vez su cintura, me besaba, gemía, pero su mirada iba directo a los ojos de Daniel que a esa altura se había desnudado y se había sentado a nuestro lado, ahora él estaba como observador masturbándose lentamente, en un juego de provocación y deseo mutuo
Laura, sin dejar de cabalgarme, llevó una de sus manos al pecho de mi amigo, lo acarició mientras yo le soltaba la parte superior del vestido y le besaba las tetas, ella luego bajó y se prendió a su verga para masturbarlo con deseo
Mi esposa después de unos minutos se inclinó de lado y empezó a chupársela muy rico, y se sentían nítidos los sonidos de sus jaleos bucales y llegó el punto en que solo se concentraba en lamerle la verga a Daniel, por lo que yo seguí cogiéndola desde mi posición con mis manos llenas con sus enormes cachetes traseros
En algún punto, dejó de lamerlo y teniéndole la verga por la base con su mano derecha, le dijo directamente
Quiero que me cojas, quiero tu pija!
Laura salió de donde estaba, dejó caer el vestido y la tanga para ir sobre él, a cabalgarlo, y fue muy caliente para mi ver como mi amor se comía toda la verga de mi mejor amigo, hasta el fondo, y como la empezaba a disfrutar brincando como poseída, mientras era mi turno de quitarme la ropa
Entonces me incorporé y di un rodeo al sillón, yendo por detrás del respaldo, tomándola por los cabellos ahora yo le metí mi sexo en su boca, y ella gemía como perdida entre ambos frentes de ataque
Me noté muy caliente, demasiado y supe que me acabaría pronto de seguir ese juego por lo que solo decidí retirarme unos minutos para enfriarme, para ir a uno de los sillones individuales que estaban al frente
Solo me senté como un espectador de lujo, notaba la verga de mi amigo entrando y saliendo completa, mientras ya le había colado un par de dedos por el culo, era muy caliente, puesto que no era una mujer más, Laura era MI mujer!
Cada tanto ella volteaba su rostro solo para ver que estaba haciendo, me adivinaba muy caliente y se excitaba con el juego que hacía, yo solo necesitaba calmarme un poco, evitaba tocarme, aunque sea un poco porque sabía que me acabaría de hacerlo.
Mi esposa entonces, como una acróbata de circo salió de donde estaba, parándose con la pierna derecha en el sillón y usando el espaldar como apoyo de la rodilla de la izquierda, buscó de dejar su sexo sobre el rostro de Daniel, para mover su pelvis atrás y adelante, asegurándose de recibir un exquisito sexo oral, mirándome cada tanto, gimiendo, acariciándose los pechos, era muy de perra, muy de puta
Luego de un tiempo prudente, cuando se llenó de orgasmos, solo volvió a mi lado, el sillón era pequeño, pero se las arregló para acomodarse y volver a clavar mi verga en lo profundo de su concha, y casi no podía moverme, aprisionado y limitado por los apoya brazos laterales del asiento, solo atinaba a meterme sus tetitas en la boca y mordisquearle los pezones, mientras ahora como espectador, Daniel se pajeaba observando el cuadro
Mi amigo vino entonces por detrás, se acomodó entre mis piernas, y goleó un par de veces con su pija las nalgas de Laura, no lo habíamos hablado, ni insinuado, nada, solo se dio, el embistió con lentitud por detrás y a medida que el esfínter goloso de mi amor cedía a la entrada del intruso, yo sentía como inconscientemente iba clavando sus afiladas uñas en mi piel.
Como dije, yo no podía moverme, y menos ahora con el peso extra de Daniel que se recostaba sobre mi mujer, no podía mover mi verga en su interior, pero si podía dimensionar con un placer indescriptible, el roce hacia atrás y hacia adelante del sexo de mi amigo jugando en el otro agujero, tan cerca, tan lejos
El rostro de mi amada al estar doblemente invadida se había transformado como nunca se lo había visto, con esas facciones quebradas que dibujan el dolor y el placer mezclándose en un todo, sus gemidos se hacían agudos y hasta estridentes, naufragaba entre ambos machos que la sometían sin piedad.
Y los roces cercanos de mi amigo fueron demasiado, me sentí venir, no pude retenerlo y recibí un eterno y profundo beso de mi amada Laura en los segundos que eyaculé en el interior de su sexo.
Daniel se la siguió dando por el culo por un buen rato mientras mi verga perdía poco a poco reacción y sentía como mi leche iba correando desde su interior
En un momento mi amigo la tomó de los cabellos y la llevó de rodillas, casi postrada a mis pies y empezó a masturbarse muy cerca de su rostro, era muy porno la imagen, y Laura solo abrió la boca esperando su momento, mientras se acariciaba las tetas y se frotaba con furia desmedida su pubis
El empezó a eyacular con fuerzas, sobre el rostro de mi amor, y en su boca, el semen saltaba por todos lados como una cascada descontrolada, y ella solo jugaba en esa pose, con la suficiente astucia como para dejar que nuestro amigo le llenara la boca de leche, con la suficiente provocación como para dejarme observar cómo jugaba con ese líquido que no era de su esposo, con la suficiente gula como para ir tragando poco a poco hasta casi no dejar nada en el camino
Una sonrisa de pecados seguiría a ese final de juego y puedo decir que aun hoy en día sigo recordando como una fotografía en mi mente esos labios blancuzcos impregnados por el semen de Daniel, y cada vez que la beso y meto mi lengua en su boca, inconscientemente mi mente se transporta a ese preciso momento.
Me sentí satisfecho, pleno, feliz, pero Daniel, tal vez prefería no conformarse con un solo disparo, tal vez no sabía si volvería a tener la oportunidad de poder coger a la esposa de su amigo, y con poco esfuerzo, tenía otra erección pronunciada, y Laura, lo notaría como yo lo estaba notando
Ella fue sobre el, a cabalgarlo, la excitaba mucho esa posición donde ella podía dominar el juego y moverse a su antojo, la dura pija de mi amigo se metía una y otra vez en su conchita
Por mi parte, solo me había quedado al margen, como un tonto principiante me estaba masturbando con lo que veía, mi esposa en manos de otro, sus gemidos, sus movimientos, la perfección de su trasero, y, sobre todo, ver cómo le había quedado el culito todo dilatado
Laura no era de hablar mucho a la hora de tener sexo, pero lo poco que hablaba, lo hacía con palabras justas y punzantes, era evidente que a ella también la calentaba lo que yo estaba haciendo con lo que ella me estaba regalando, en un punto me dijo buscando hacer contacto visual
Mi amor, te calienta ver a tu mujer en manos de tu mejor amigo?
Solo me acerqué y terminé acabando muy fuerte sobre sus nalgas, no pude retenerlo y en poco tiempo Daniel haría lo propio, llenándole el también la concha de leche como yo lo había hecho poco antes.
Ahora si sería el final de la historia
Es difícil darle un cierre a una historia tan reciente porque honestamente, no sabemos si esta historia ha terminado.
Lo hablamos con Daniel, lo hablamos con Laura, creo que en ese momento solo se alinearon los planetas, no se, la depresión de mi amigo, ver a Laura como esa primera vez, las palabras mezcladas con alcohol y con la música, fue natural, tan natural como ahora suena loco querer volver a planearlo, porque esa noche nada se planeó.
Somos seres racionales, con pensamientos, con miedos, imperfectos, Laura es mi esposa, Daniel es mi amigo y sabemos que, de avanzar en esta locura, tarde o temprano alguien saldrá lastimado
Solo tengo claro, es mi esposa, es mi amigo
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