Mi ecuatoriano de la Expo me cae de sorpresa en Xpu Ha

📋 Lecturas: ️2433
⏰ Tiempo estimado de lectura: 13 min.

Para los que no me conocen, me llamo Alejandra, aunque me llaman Alexa de cariño. Soy mexicana y, en el momento de escribir este relato, tenía 25 años. En ese momento, estudiaba el Grado en Contabilidad en Playa del Carmen. Soy de complexión morena clara, con el cabello negro y largo, y unos senos no muy grandes, pero firmes y apetecibles. Mi cintura es marcada y tengo un vientre plano y rico de ver, y lo que más me gusta y me chulean son las nalgas y las piernas; modestia aparte, si tengo unas nalgas muy lindas, y más ahora que he subido un par de kilitos. No me siento bonita, pero sí muy atractiva, ya que mi altura de 1.75 m, más unos lindos tacones, hace que destaque dondequiera que esté, además de que hago ejercicio (voleibol) y estoy en forma, marcada y me encanta coquetear.

Bueno, ya les conté de la Expo de ese bombón ecuatoriano que me comí; de él ya no supe más, ya que me fui a mi habitación toda escurrida y pegajosa de nuestros jugos y al otro día salí corriendo del hotel muy temprano por la mañana. Pasaron un par de días y recibí un correo electrónico muy misterioso.

«Alexa, buenos días. Espero que te acuerdes de mí, soy el que dejaste en la ducha y saliste y ya no te volví a ver. ¿Qué crees? Perdí mi vuelo… A propósito, la verdad es que no tengo nada que hacer por los próximos días y decidí quedarme, aunque no conozco nada ni a nadie… Y pensando que tenías mi correo y que posiblemente ya no estés descansando, pues me gustaría que me respondieras e invitarme a una de esas playas preciosas que muy poca gente conoce por aquí.

¿Qué dices? ¿Paso por ti o nos vemos por allá?

Te dejo mi número: +***, Omar».

¡Kaaa! Se me cayeron los calzones. O se me enrollaron los calzones.
Ja, ja, ja. No pensé que escoger uno entre 300 correos sin leer fuera de lo común, me recargara en mi silla pensativa. Faltaban dos días para mi día de descanso… Mmm, ¿qué haré? ¿Lo hago sufrir? ¿Le pongo la mesa puesta en mi departamento? ¿Me lo llevo a las orillas de una playa aquí en Xpu Ha? ¡Que sea Xpu Ha! Así que guardé su número y le mandé un WhatsApp:

—Hola, Omar.

—Qué gran sorpresa, no pensé que te hubieras quedado.

—Pues yo vivo en Playa y descanso el martes.

—Si quieres, te mando la ubicación y pasas a buscarme o nos vemos directamente allí.

Me gusta irme temprano a la playa, ya desayunada, para tener un buen sitio.

—¿Qué te parece si nos vemos a las 8:30 aquí en la playa y nos vamos?

Desde ese momento empecé a recordar lo que hicimos en ese hotel y lo guapo que está Omarcito. Recuerdo que estaba bien rasurado. Yo esperaba que se dejara tantito las barbas, así rasposa. Además, está lindo, es de buen tamaño, no está flaco, tiene fuerza, no es mamado y, bueno, esa vocecita que me encanta…

Me fui a casa, abrí una botella de vino tinto y me senté a ver la televisión, pero tenía la cosquillita de que no me contestaba el ingrato… Quién sabe, igual ya se había ido… Así que fantaseé esa noche con él, pensando en lo que me hizo y lo rico que lo pasamos en ese hotel, en cómo se hizo sentir detrás de mí desde el bar y en cómo se vino dentro de mí en esa habitación, en cómo nos estuvimos calentando todo ese día…

Mi subconsciente me traiciona: desperté, corrí a la regadera, me depilé en detalle, salí y, así húmeda, me puse crema en todo el cuerpo, encontré ese bikini que me encanta y los vuelve locos, y antes de ponérmelo ahí desnuda y de pie suena el teléfono…

—Hola, bombón.

—Hola, bombón. ¿Ya vienes a la playa para mandarme la ubicación?

—Pero es mañana, necesito saber qué llevarme y si puedo pasar por ti hasta las 10 a. m., ya que tengo algo pendiente.

—De acuerdo, de acuerdo, sabes que no me gusta llegar tarde, así que me adelanto para coger un buen sitio. Así, llegarás a la hora que te dé la gana —le dije, ya que me había cambiado los planes y tenía que conducir, etc.

—Osita, no te enojes, te veo allí. Me llevo unas bebidas y pasaremos un día genial, ¿ok?

¡Vaya, vaya y mil veces vaya! Estúpidamente, pensé que descansaba ese día y no, jajaja. Ni modo, short y blusa sin brasier para torturar a los de la oficina por trabajar ese día…

El día llegó, me di otra ducha, esta vez sin depilarme, lo bueno es que no tengo mucha vello, una vez tarda en salir, me puse mi crema húmeda, me puse el bañador pequeñito color azul turquesa, bien metido por detrás y por delante, y me puse los aros en los pechos, que tanto les gustan. Cogí las gafas, el bolso y el agua y, al salir del edificio, me encontré con mi vecino, que curiosamente trabajaba ese día en Tulum, así que le di un saludo con abrazo, como debe ser, y ya no conduje; me dio cita directa a la entrada de Xpu Ha. Eran las 8:30 h y ya estaba buscando un rincón en la playa.

—Omarcito, osito, te mando la ubicación: llegando a Xpu Ha, viendo el mar de frente, a la derecha camina unos cien metros y por ahí estaré metida, en unos ramales, con un pareo azul colgado…

Encontré un rincón agradable, con ramas, donde podía poner un pareo para que no me diera el sol directamente. Me quité la blusa y el pantalón corto, puse mi toalla donde me recosté boca abajo y me quité el bikini de arriba para no tener marcas, aunque de todas formas me bajé la tanga a la altura de las caderas.

Suena mi móvil: «Hola, Bombona, ya llegué, no te encuentro». Osito se da la vuelta y ahí estaba yo, recostada viéndolo.

Era un chico guapo, alto, de mi tamaño, con unas bermudas verdes bonitas y una camiseta desabrochada que dejaba ver su torso, coqueto, no flaco ni gordo, sino rico. No sabía que rasparía tan bien.

Se acercó, bajó su hielera y me extendió la mano para saludarlo, así que me puse de pie, claro está, mi bikini se quedó en la toalla. Me estiré lo más que pude, con las tetas al aire, le di un beso de piquito y nos fundimos en un abrazo, embarrándome lo más posible en él y haciéndole sentir mi cuerpo desnudo. Si Alexita estaba nuevamente a la disposición de ese chico guapo, si por mí fuera, hasta me dejaría embarazar por él y casarme.

Nos separamos y colocó su toalla junto a la mía. Me recosté boca abajo y le extendí el protector solar a donde me lo untó en toda mi espalda, mis piernas y mis nalgas, mi culito al aire que aprovechó hasta el último momento para acariciarlo, masajearlo y provocarlo. Sí, mi vagina ya está húmeda desde que lo escuché llegar. Cuando terminó, me alcanzó una cerveza helada. Yo me di la vuelta y le vi, estaba boca arriba, ya sin camisa, y estábamos hablando de mil cosas sin importancia, hasta que llegamos a lo que hicimos en el hotel y a lo guapa que estaba en la convención y a lo rico que gemí para él cuando me tenía doblada en su habitación.

Me volví boca arriba para tomar el sol, le extendí el protector solar, pero ni tardo ni perezoso me lo untó en las piernas y en mi pubis. Se divirtió con lo pequeño de mi bikini, obviamente jugó con mis tetas, que le encantan. Hombros, en mi carita con mucha ternura y seguimos platicando de lo rico que la pasamos.

Me besa con ternura y me excita tanto que me corro y mis pezones se ponen erectos. Mis pechos, durísimos, apuntaban a él mientras veía que su bulto empezaba a crecer y esa cabecita juguetona asomaba por la parte de arriba de las bermudas, lo que nos hacía reír a ambos con complicidad.

Ese amiguito travieso quería salir a jugar, pero no sé, en ese momento solo opte por girarme un poco, poniéndole mi culo junto a su cabecita. Le agarré una mano para que me abrazara y me agarrara las tetas. Noté cómo se movía detrás de mí y la mezcla de su líquido preseminal y el bloqueador solares hacía que se deslizara entre mis nalgas. Eso me ponía a mil, él lo sabía y, además, me lo hacía notar moviendo mis caderas pegado a él. Sabía que se venía pronto, así que me di la vuelta y le dije que quería que se corriera en mis tetas. Fue cuestión de liberar su monstruo frente a mí, darle unas mamadas, sacarle el semen y dejar que ese primer chorro de semen calentito se escurriera por mis tetas. Él lo disfrutó, mientras veía cómo me lo embarraba en ellas y me lamía los dedos. Eso a mi osito le encantó y sabía que tenía que cumplir.

Le guardé su semen y seguimos hablando. Momentos después, como estaba toda mequeada, fui a enjuagar el animal al mar y él fue tras de mí. Después de un rato dentro, salimos, nos tomamos otra cerveza y usamos más bloqueador, porque el sol estaba fuerte.

Una hora después me levanté, ya saben, a estirarme, pero fue para que me viera las tetas naturales al aire libre, para que me viera el culo y, además, para ver si llevaba la tanga bien metida en el culo, ya que estábamos acostados y la parte de adelante estaba bien abajo, dejando ver mi pubis completamente depilado. De paso, yo veía los alrededores para ver si había alguien cerca y poder hacer algo rápido.

Le dije: «Oye, siéntate tantito», y me coloqué frente a él. Hice mi tanga de lado y le dejé mi sexo completamente descubierto frente a él. Solo sentí su aliento caliente y esa lengua áspera pasar de arriba a abajo. Lo que más me excitó fue sentir su barba entrecortada entre mis piernas. Ya me transformaba de placer y, en ese momento, no me importaba que pasara nada a mi alrededor, me abandonaría al placer.

Lo recosté, le bajé los pantalones cortos y ya estaba mi animal listo para mí. Me gustan medianos o grandes, algo gruesos y claros. Ese Osito se veía extremadamente guapo debajo de mí. Lo miré desde arriba y fue bajando lentamente hasta estar casi sentado sobre mí. Mi tanga estaba de lado completamente y agarré la punta de su pene con los dedos. Lo empecé a sobar con las manos, dirigiéndolo hacia la entrada de mi vagina, que ya estaba lista para ser penetrada. Poco a poco lo fui metiendo en mí, primero lentamente hacia arriba y hacia abajo y, cuando ya estaba todo dentro de mí, me dejé caer de un sentón brusco, lo cual nos encantó. Me abalancé sobre él para besarle y, cuando me senté sobre él para acelerar el ritmo, él se acercó para besarme y morderme los pezones. Era lo más rico que había sentido en días.

Yo estaba entregada al placer, no me importaba nada más. Creo que pasaron personas por ahí caminando, pero no me importó, yo estaba abandonada al placer con mis tetas bamboleantes sobre él. No sabía si lo volvería a ver, entonces no quería dejar nada para después: mi piel lo pedía, mi culo lo pedía, mis besos lo pedían y yo deseaba sacarle hasta la última gota de su leche y que lo dejara muy dentro de mí.

Me di la vuelta y me recosté boca arriba, colocaste tu pene sobre mi pubis y me dijiste: «Mira hasta dónde te va a entrar». Caray, casi me llegaba al ombligo.

Me agarraste de los tobillos y te los puse en los hombros, me pusiste las manos a los lados y me dijiste:
—No hay forma de que te quites, te la meteré hasta el fondo y te voy a llenar de mí.
Ahhhggg, con esas palabras me enamoré.
Lo tomé del rostro y le pedí que me cumpliera todo eso y más.

Empieza ese mete y saca grotesco y fuerte, siento cómo sus testículos se estrellan en mi trasero. Yo estoy empapada y me escurre su sudor.
Así estábamos los dos dando espectáculo en la playa. Si nadie lo vio, se perdieron una buena. Cada vez era más fuerte, más intenso contra mi pubis. Empezaba a poner más fuerza, se me erizó la piel. De un momento a otro, yo tendría un orgasmo de miedo. Mis tetas, erizadas y apuntando hacia él, le hicieron quitar las piernas de los hombros y ponerse a mi altura. Me sujetó por la cadera y empezó a embestirme más fuerte. Sentía cómo su animal estaba durísimo dentro de mí.
—¡En mí! —le dije. —Hasta la última gota —le dije—.
—¡De acuerdo, de acuerdo, de acuerdo! —me respondió.

Empecé a sentir los espasmos de tu animal, dispuesto a disparar toda su leche dentro de mí. Al ver y sentir su cara del primer chorro dentro de mí, lo apreté con las piernas, empujándolo hasta el fondo y pidiendo que no se saliera. Él seguía embistiendo lentamente hasta dejarme dentro la última gota de su leche. Poco a poco perdió la erección y mi conchita, bien cogida y llena de leche, lo sacó. Él la agarró y me acomodó la tanga, y me dijo: «No hay que darle oportunidad de salirse». Incluso se puso la cadera levantada, jajaja. Así te quedas para que quedes embarazada y ya haya pretexto para visitarnos seguido o vivir juntos… Eso me derritió. Ese papito chulo me estaba envolviendo en sus palabras…

Me dio unos besos de esos que desmayaban. Ya era hora de ir a comer, ya hacía mucho sol y quizá era momento de ir a otro sitio a seguir con nuestra tarea. No sabía si lo volvería a ver, no sabía qué pasaría, y además por lo que habíamos hecho en el hotel y ese día no sabía si me embarazaría.

Nos levantamos, me puse mi blusita de tirantes, recogimos las cosas y empezamos a caminar hacia su coche. Antes había unos chicos que se me quedaron mirando. Él marcó su territorio besándome y, cuando pasó a mi lado, me dio una nalgada. ¡Ja, ja, ja! Me encantan los machos alfa…

Y lo que pasó después ya es otra historia…

Dejen sus comentarios si les gustan mis relatos, que son vivencias, para hacerlas más excitantes todavía.

Compartir en tus redes!!
Alexa
Alexa

Chica loca con la cabeza al reves modelo '94 contadora en la cocina cocinera en el jardin jardinera y en la cama...

Artículos: 26