Me cogí a una MILF, amiga de mi mamá
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LA SUPER MILF.
I.
Diciembre del 2020, temporal de altos fríos cuándo esto me sucedió. Lo recuerdo bien; yo tenía 19 años de edad, cuándo conocí a una amiga de mi mamá (había sido su compañera de secundaria). Ella tenía 42 años de edad. Era la primera vez que nos visitaba a la casa, pues recién se había mudado al vecindario. 😘
Se llama Lorena (pero a ella le gusta que yo le diga: “Lorena MILF”). Cuándo salí de mi cuarto a saludar a la visita (cómo es costumbre en México) pude notar aquella mirada que me hacía por encima de sus lentes de cristal sin marco, cómo si me estuviera desnudando con el pensamiento.
Vestía una camisa negra, que no le dejaba ni un centímetro de teta a la vista, sino sólo dos grandes bultos, y tenía unas mayas del mismo color. Mientras yo me acercaba, discretamente ella llevaba sus manos a sus grandes bubis, para acomodarse ese sostén que se veía tan apretado, e inmediatamente me dio la mano para darme el saludo. ¡Yo me estremecí!
II.
Ese mismo día, pero unas cuantas horas más tardé, me encontraba ya laborando en la tienda que estaba cruzando la calle de mi casa, cuando de pronto, veo entrar a una mujer con una cinturita y unas caderotas.
Era Lorena, yo deduzco que mi madre le a de haber dicho que yo trabajaba aquí, porque se había cambiado de ropa. Ahora llevaba un pantalón entallado, sandalias y una blusa azul de tirantes, que le dejaba las tetas prácticamente a la intemperie; la había visto sentada, pero cuándo la vi de pie, se me erectó el pene.
Mientras ella escogía lo que iba a comprar, se agachaba a propósito por productos que veía, pero que devolvía a su lugar; su gran trasero apuntaba directamente en frente de mí. ¡Cuándo ella se agachaba, lo hacía lento! Y movía lentamente de lado a lado, su gran trasero, cómo lo hace el péndulo de un reloj: ¡ver eso fue impresionante! Me dijo que ocupaba una escoba, pero fingió que la había olvidado y salió de la tienda sin ella. A los 2 minutos regresó con una voz lenta y candente, me dijo: “ay, olvidé el palo, ¿no me lo puedes dar tú?”.
Sólo un estúpido, o un extranjero pudiera no entender lo que me quiso decir. Yo no desaproveché la oportunidad, y le dije: “claro que te lo doy, y también te paso la escoba”. Ella soltó una risita, nos pasamos nuestros números, y al final me dijo: “luego vengo, para que me des el palo”. Tomó la escoba y se fue.
III.
Después de nuestro primer encuentro en la tienda, recibí un mensaje de ella imponiéndome sus condiciones, y comenzamos la conversación.
– Hola mijo, ¿Cómo estás? ¿Qué andas haciendo?
– Hola señora, estoy bien, ¿y usted? Estoy haciendo tarea, pero ya mero termino.
– Yo también estoy bien gracias. Oye, ¿Cuántos años tienes?
– Tengo 20. ¿Y usted?
– ¡Awwww! Estás bien chiquito. Yo tengo 42
– No estoy chiquito, sí la tengo larga. Jajajaja
– Jajajaja. A mí me gustan así: largas. Por eso me gustan los flaquitos cómo tú, porque la tienen delgada y bien larga.
– Cuándo guste, aquí estamos.
– Jajaja, ¿sí te atreverías a meterte con alguien mayor que tú?
– Sólo sí es usted. Pero… lástima que tenga marido.
– Ash!! El ya ni me pela, no me pone la atención que necesito.
– Yo se la puedo dar.
– Pero… ¿me la darás ya rasuradita?
– Jajajajaja. La atención señora, yo le doy la atención que necesita.
– Haa, sí, también quiero eso. ¿Éstas ocupado?
– Noo. Estoy libre.
– ¿No quieres venir a mi casa para que me des? La atención. Es que no hay nadie aquí, y me siento solita.
– Voy corriendo, ahorita llego.
Vivía a la otra cuadra de mi casa, ese tramo ha sido lo más lejos que he cruzado en mi vida. Cuándo llegué y la miré en shorts, descalza y en una blusa de tirantes, supe que quería sexo.
Después de unos cuantos tragos, la cosa se puso más emocionante. Cuándo menos lo esperaba, ella ya me había sacado el pito por la bragueta, y me la jalaba mientras me besaba. Se agachó y yo cerré los ojos para disfrutar, y cuándo los abrí, ya la tenía encuerada y chupándome las bolas. Estuvimos 3 horas encerrados en su casa.
Lo hicimos por todos los rincones: se la metí en la sala, en la cocina, me la chupó y me la cogí en el patio. Cuando la metí al baño se escuchaba “plaf, plaf” demasiado fuerte, debido al eco que hay en el baño. Comenzó a gemir muy fuerte cuando la tenía de perrita, y le jalaba el cabello, en los cuartos de la casa: pues yo le estaba reventando el culo a nalgadas, y ella me daba de sentónes en la habitación de su marido, en la de su hijo, en la de huéspedes, en los sillones de la sala, y, también tengo que admitir, que me la cogí encima de la barra de la cocina (que por cierto, fue ahí, en dónde más gritaba cómo loca).
Me vine 3 veces en su cara: aún no puedo olvidar cómo abría la mandíbula sacando la lengua, para tratar de llevarse algo de semen a la boca. Las otras 2 veces, se los comió sin despegarse de mi verga, y mientras yo me venía, ella me succionaba el pito como popote: me dejó totalmente seco.
Y yo la dejé con el rostro rojo de las cachetadas que me pedía sin cesar. como se la comió toda, el rímel, además de los grandes salivazos que le escupí, le escurrían por toda la cara: la dejé toda despeinada, con el cuello, tetas y culo demasiado rojos, porque yo le daba de manotazos. Tenía por todo su sudado cuerpo, las marcas de mis manos, me pedía duro y más rudo, y yo le hice caso, además de que se merece que la maltraten en el sexo, por serle infiel a su marido.
Al final, cuándo la vi toda sudada, cansada, despeinada, toda colorada del cuello, y de la cara. En las nalgas incluso se le hicieron moretones. Verla ahí, repleta de semen en la cara, toda cogída y tirada en la alfombra de la sala, llegué a pensar que se me había pasado la mano, y que le ejercí mucha brutalidad y fuerza. Pero me sorprendió cuándo no paraba de agradecerme, del tremendo cogidón que le puse. Después de eso, no hablamos hasta el día siguiente.
-Señora, tiene un cuerpo delicioso. Perdón si no le mandé mensaje, es que llegó mi novia, unos minutos después de que usted se fue de mi casa. ¡Qué ricooo cogidón nos dimos!
– Haa, ¿llegó tu noviecilla? ¿Y a poco lo hace mejor que yo? Yo hice que te vinieras 5 veces.
– Claro que no, usted tiene más experiencia.
– Y no te preocupes por no haberme mandado mensajes, es más, deberías de borrar la conversación, cada vez que cojamos, para que no vayan a ver qué soy bien puta. Y que me meto contigo.
– Nadie ve nada, usted no se preocupe. El que come callado come varias veces.
– Sí, y sí sigues así de calladito, el fin de semana nos podemos ir a encerrar a un motelito, para que me la metas sin condón otra vez.
– Claro que sí, yo estaré libre el fin, para usted.
– Me gusta ser tu puta.
– Usted es mi perrita favorita.
– Aunque me digas la mamá de stinfles. O stinfler, no sé quién chingados sea. Ha de ser a otra que te cogiste, ¿verdad?
– jajaja, es de una película, después le explico.
– No te apures, tú cójeme y dime cómo quieras.
– Le mando las fotos que nos tomamos.
– Sí, chiquito, por favor.
*Le mando unas fotos que le tomé*.
– Apúrate niño, que ya mero llega mi esposo. Y te va a partir tu madre si ve eso. Y a mí me va coger por zorra. Pero no mejor que tú.
– Acuérdese que usted es mi puta zorra.
– Me encanta que me digas así. ¡Maldito chamaco pitudo! Que buenas fotos, y eso que no modele bien, de tan rico que estábamos. Me tenías gritando cómo puta. ¡Qué ricooo, papi!
– Grita riquísísimo, mamí.
– No los vayas andar subiendo o enseñando los en Facebook o WhatsApp he cabrón. Ya va a llegar mi viejo, y le haré de cenar, y luego me va dar otra cogida nada más no te enceles, pero pues viene ganoso. Qué descanse bb, te la jalas pensando en mis tetas, ya no mandes nada, adiós.
Ha pasado año y medio desde la primera vez que me la cogí, y, desde entonces, yo me he vuelto oficialmente su amante, y, por suerte, el pendejo de su esposo no se ha dado cuenta aún: ella es una putota profesional. De hecho, escribí esto porque hace dos días, me encerré 6 horas con ella, en un motel.
Estuvo riquísísimó cómo siempre, y más cuando me dio permiso de grabarla, mientras me la follaba por el culo: gritaba desesperadamente recio, porque de la calentura, no me aguanté y se la metí sin condón. Ella me gritaba que le diera más rápido, y que la golpeara y la ahorcara con todas mis fuerzas: es una puta muy zafada, casi la desmayo por ahorcarla, y todavía se enoja y me reclama: “porque dejas de ahorcarme”.
Y entré dientes, decía que le gustaba brusco: que la maltraten con sexo rudo, que le dejen todo moreteado el culo. Yo sólo cumplí sus órdenes.
Me excita mucho cuando le escupo saliva en la cara, o cuándo no se despega de mi pene cuándo me estoy viniendo en su boca. Sin duda. ¡Es una perroota muy complaciente!
By: OMAR 😘😍
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