Mamá compró mi silencio

Hace tiempo me di cuenta que mamá le ponía los cuernos a papá. La escuché varias veces platicarle a la comadre o a una de sus hermanas que mi padre la abandonaba durante meses y ella, mujer joven y caliente, tenía que buscar verga y leche, porque estaba harta de masturbarse con los dedos o con una vela.

Lo que la muy zorra de mi madre no decía, era que mi padre se iba por largas temporadas a trabajar para darnos alimento, ropa y un techo, mientras que ella andaba de verga en verga.

Cogió con el maestro de la escuela primaria, con el lechero, con el panadero, hasta con su compadre. Lo peor es que a la muy descarada se la cogían en el mismo catre donde se revolcaba con mi padre cuando regresaba de trabajar.

Conforme fui creciendo no solo me gustaba escucharla cómo pedía verga, si no verla cómo mamaba verga y se tragaba la leche o cuando le llenaban de leche la cara, la ponían de perrito, su postura favorita, le encantaba que le rompieran el culo y se lo dejaran lleno de leche. Cuando pude le tomé fotografías que aun guardo de recuerdo.

Hubo una noche que llegó acompañada del cartero y del dueño de la tienda, le dieron una cogida que chillaba de placer, porque llegó el momento que se la cogían al mismo tiempo, le llenaron sus dos agujeros de leche y de placer.

El día que cumplí 18 años, se levantó con su ropa de dormir bastante corta que al agacharse se le miraban las nalgas, con hilo dental, sin sostén. Se acercó a mi cama, me felicitó por cumplir la mayoría de edad, me abrazó y sentí sus enormes chiches haciendo presión contra mi pecho, tenía los pezones parados. Gracias mamá, le dije, siéntate, quiero que platiquemos, extraño a mi padre que ya tiene varios meses fuera de la casa y aún no ha avisado cuando vendrá. También lo extraño, dijo la muy zorra que la noche anterior se había ido a coger con el taxista.

Mamá, ya tengo 18 años y voy hablar con papá que desde hace muchos años tú le pones los cuernos cada que se va a trabajar. Me puso su dedo índice en la boca y me dijo, calla hijo, no es justo que hagas eso, no tenemos porqué destrozarle el corazón, lo he hecho porque soy joven y necesito que me hagan el amor y empezó a besarme en la boca y obviamente con las hormonas al mil y con una hembra bastante apetecible, que me hacía presión con sus enormes pechos, me excitó y me dejé llevar, empezó a quitarme la camisa e irme besando cada parte de mi cuerpo y al llegar a mi verga dijo que era la mejor que había visto, por lo gruesa y larga, y acto seguido empezó a darme una mamada que no pude contenerme y terminé en su boca, se tragó todo rastro de leche.

Se quitó la ropa de dormir y empecé a besarle la boca, nos metíamos nuestras lenguas, al tiempo que le agarraba sus senos y posaba la palma de mi mano sobre sus labios vaginales. Ese día cogimos bien rico, se vino varias veces en mi boca, la cogí de perrito y también me vine dentro de su culo.

Nos metimos a bañar juntos y volvimos a coger. Mi madre era una mujer caliente. A la hora de la comida, ella empezó por decir: Hijo, me has cogido bien rico, me dejas satisfecha, te propongo que desde hoy seamos amantes, con esa enorme verga estoy rendida a tus pies, dormiremos juntos.

Y así fue, y hoy dos años después de aquel maravilloso regalo de 18 años, seguimos cogiendo todos los días, mi madre es mi putita personal, me da unas mamadas bien ricas de verga y ella me asegura que las cogidas que le doy la tienen satisfecha.

Mi padre sigue con su trabajo habitual, cuando está en casa, mi madre solamente coge con él, pero una vez que se va, disfrutamos plenamente de nuestra vida sexual, espero que sea por muchos años.

Al inicio mamá compró mi silencio, aunque ya la deseaba porque siempre la escuchaba coger con otros y con papá, terminamos siendo amantes, porque es una máquina de sexo. La amo como mujer y también como mi madre. Disfruto de su vagina peluda por donde salí hace 20 años. Te amo mamá, me gusta cómo me mamas y como te tragas mi leche por la boca, vagina y culito.