La redada fue motivo para estrenar el culo
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Me llamo Oscar y soy un cadete de los Mossos d-Escuadra destinado hace unos meses en una comisaría del centro de Barcelona. El caso es que desde los primeros días he estado destinado en el archivo de la comisaría metido todo el día en un sótano haciendo lo que nadie quiere hacer, pero resulta que después de unos días me han asignado a un compañero para patrullar de noche y del que he recibido unos informes bastante malos por parte de varios de nuestros compañeros.
Juan es un auténtico hijo de puta, se pasa las guardias jodiendo a todo el que puede, pone multas a diestro y siniestro, detiene a todo el que se le pone por delante e incluso ha habido denuncias por malos tratos a detenidos, la verdad es que desde que me lo dijeron estuve totalmente acojonado y no fue para menos. El primer día que salimos me estuvo dando una charla de la cantidad de mierda que había en la ciudad, que todo estaba lleno de yonkis, putas y travestís maricones. El cabrón se pasó toda la noche cacheando a todo lo que se movía e incluso tuvimos un servicio en que tuvimos que detener a un chulo que estaba pegando a una de sus putas, lo malo no es que le pegara a él sino que sin mediar palabra le cruzó la cara a la fulana y le amenazó con detenerla sino se largaba de allí.
Los primeros días lo pasé muy mal con él, no sabía que hacer, pero lo peor fue cuando pasamos por una sala de relax a la que suelo ir de vez en cuando. No os he contado que a pesar de mi condición me gusta disfrutar de una buena fulana de vez en cuando y si esa fulana se llama Fernanda y tiene carita de ángel y un cuerpazo de miedo, con una par de buenas tetas, caderas bien redondas, piernas largas y bien torneadas y un pedazo de rabo entre las piernas que quizás le mida unos veinte centímetros, bien pago los 200€ de sus servicios. El caso es que Fernanda trabajaba allí y parados en la puerta me dijo:
– Mañana nada más de salir a patrullar nos meteremos en esa sala y ya verás que bien lo pasamos, esas mierdas de putas y travestís que trabajan allí y los degenerados clientes que pagan por follar con esas cerdas se van a cagar.
Se me puso un nudo en la garganta que no me lo pude quitar en toda la mañana, no pude dormir prácticamente nada, no quería que pasase nada y no sabía como impedirlo.
Durante las dos horas antes de empezar el servicio intenté entrar en el local pero no pude ya que estaba cerrado y la jefa no estaba y no logré entrar, intenté llamar por teléfono y hasta que conseguí que Fernanda se pusiese al teléfono para poder avisarlas pasó casi una hora. El caso es que les dije que sobre las 11 de la noche iríamos a hacer una redada, Fernanda me dijo que ya conocían a Juan y que había pasado varias veces por allí a echar un polvo por la patilla amenazando a la jefa con denunciarla y cerrarle el negocio. Me puso al teléfono a la jefa, que ya había llegado, y me dijo que me agradecía mucho el aviso y que pasase lo que pasase que no me asustara.
Empezamos el servicio y como dijo el día anterior, Juan dirigió el coche a la sala de relax, nos bajamos del coche y entramos. Nos recibió Ivette, la dueña, una estupenda mujer de unos 50 años, la verdad es que para su edad está de miedo, muy arreglada, operada de aquí y allá, cuerpo de gimnasio. Ivette puso muy mala cara cuando nos vió pero cuando Juan entró primero, sin mediar palabra me guiñó el ojo.
– Esperad aquí que ahora vienen las chicas.
Nos dejó solos en una pequeña sala y de repente las luces se apagaron, oímos ruidos de gente que entraba en la habitación y una mano que me agarró de la mía y me llevaba a otra estancia.
– Tranquilo, me dijo una suave voz conocida.
La luz se encendió e Ivette estaba junto a mí.
– Tranquilo, hemos decidido acabar con este jilipollas, va a saber lo que es bueno, por este monitor puedes ver lo que le vamos a hacer, se va a enterar.
Por el monitor de televisión se podía ver a Juan con una capucha de cuero negra en la cabeza, tipo sado-maso, con las manos atadas a dos cadenas que colgaban del techo y forcejeando por liberarse, se le podía oír gritar y maldecir. Alrededor de él estaban Fernanda, Jana y Petra dos deliciosas putitas rusas, Marcela (una simpática transexual brasileña, amiga íntima de Vlad un compañero de juergas) y Pepe un enorme moreno dominicano que se encarga de la seguridad del local.
– Os vais a cagar, os voy a meter a todos en Cuatre Camins, no tenéis ni idea de lo que estáis haciendo. Gritaba sin que nadie le hiciese caso.
– Cállate, subnormal, tu si que vas a saber lo que es bueno, se te van a pasar las ganas de tocar a nadie cuando acabemos contigo poli de mierda, le gritó Pepe.
Las chicas y me refiero a todas se estaban preparando para pasarlo en grande con el mamón de Juan, yo ya estaba más tranquilo en la habitación de las pantallas con Ivette.
– Relájate que todo va a salir bien, le vamos a grabar y después lo amenazaremos con colgarlo en Internet, para que todo el mundo vea lo que hace en sus ratos libres. No se como voy a agradecerte lo que has hecho por nosotros, la verdad es que desde hace un tiempo parece que la tiene tomada con nosotros y de vez en cuando viene prepara un follón de órdago y luego se tira a alguna de las chicas, lo peor es que siempre les pega y las deja marcadas para unos días.
Yo me sentía muy bien por lo que había hecho y la verdad es que yo si sabía como me lo podía agradecer y con la cara que puse Ivette lo entendió a la primera, acercó sus labios a los míos y me besó apasionadamente. La verdad, que como ya he comentado antes a pesar de la edad Ivette está bien buena y el exquisito gusto que tiene vistiendo la hace todavía más atractiva, le solté decididamente la americana del traje chaqueta que llevaba y dejé al descubierto su ropa interior, un sexy bustier, que realzaba sus pechos, la falda cayó seguidamente al suelo mostrando un conjunto de tanga y liguero con unas medias negras suaves muy suaves que resaltaban sus piernas apoyadas en dos brillantes zapatos negros de tacón de aguja.
Recorrí todo su cuerpo con mi lengua, mientras en la pantalla Fernanda y los demás habían pasado a la acción. La verdad es que tenían el local muy bien acondicionado para someter a alguien a todo tipo acciones sado. La cabeza de Juan estaba colocada en un artilugio a media altura que hacía que le quedara el culo en pompa y la boca a la altura de cualquier polla que se pusiera por delante. El culo de Juan estaba al rojo después de haberlo azotado con lo que parecía una raqueta de ping-pong y Pepe pasaba su inmensa polla por la raja del culo de nuestro amigo, Fernanda y Marcela pasaban sus erectas pollas por la boca de Juan que intentaba por todos los medios que no se las metieran entre los labios, mientras las dos rusas se enrollaban entre ellas preparándose para pasar a la acción con los demás. Fernanda le gritaba al oído y le decía:
– Si no abres la boca y se la chupas a mi amiguita Pepe te la va a abrir metiéndote la polla por el culo y la verdad es que lo vas a pasar en grande por que con semejante polla te va abrir la entrada y la salida pero bien.
Mientras le decía esto le agarró la polla a Pepe y se la puso a la entrada de su ano, Juan abrió la boca tímidamente y de un empujón Marcela se la acomodó dentro de la boca de Juan, esta empezó a bombear dentro de su boca. Marcela agarraba la cabeza de Juan y este sin menear la mandíbula dejaba que la enorme polla entrara en su boca, el sentir como la punta del gigantesco rabo del dominicano estaba apoyado en la entrada de su culo hizo que este colaborara más y tímidamente su lengua colabora también en la frenética mamada. Marcela no tardó en soltar toda su leche en lo más profundo de la garganta del poli corrupto que con varias arcadas tragó sin remedio.
Yo, mientras de reojo veía todo esto, me comía las partes más íntimas de mi anfitriona, mi lengua recorría su rajita y pugnaba por entrar en su culito, Ivette disfrutaba de lo lindo agarrando mi cabeza contra su coñito y dejándose llevar se corrió con fuertes espasmos, la verdad es que para una puta de su categoría dejarse llevar por el más puro placer es algo inaudito y algo que me hizo sentirme orgulloso. Cambiamos de posición y sentándome en un pequeño sillón Ivette se apoderó de mi rabo y con una cara de lascivia sin igual, mirándome a los ojos se la tragó entera con una maestría impresionante, uno de sus deditos se concentro en mi entrada trasera y tras unos minutos de placer oral y digital de un salto se sentó a horcajadas sobre mi metiéndosela hasta el fondo de su trabajado chochito.
En la pantalla del monitor la acción seguía con Juan de protagonista, la polla de Fernanda era la que ahora intimidaba el culo de Juan mientras Pepe recibía una mamada bastante más trabajada que la que había recibido Marcela, Juan se esmeraba viendo que en cualquier momento podía ser empalado por alguna de las pollas que le amenazaban y nada mataría más su orgullo que ser penetrado por la puerta de atrás. Las chicas rusas se dedicaban a poner a tono de nuevo la flácida polla de Marcela, mientras una lamía su capullo la otra se concentraba en sus huevos y ano.
El caso es que mientras Juan se comía la polla de Pepe, sus ojos se abrieron tanto que parecía que se iban a salir de sus órbitas, Fernanda no se reprimió más y lo empezó a penetrar, se la metió hasta la base, la cara de Juan era un poema, la enorme polla de Pepe en su boca, sus ojos lagrimosos y una respiración entrecortada intentando relajar su esfínter para aliviar el dolor de su escocido culo que había sido violado a pelo y sin lubricar hicieron que toda aquella visión me hiciera correrme dentro del coñito de Ivette, varios espasmos me sacudieron descargando toda mi leche en su interior.
Fernanda continuó bombeando el culo de Juan hasta que las rusas y Marcela se unieron a ellos, en la pantalla pude ver como las rusitas se ponían unos guantes de látex y se los embadurnaban de crema, vi como Fernanda se agitaba y empujaba con más fuerza, Juan estaba recibiendo en el interior de sus intestinos toda su leche, leche que yo ya había probado en una ocasión que nos dejamos llevar por el desenfreno y no utilizamos gomita. Casi al mismo tiempo Pepe descargó en la boca de Juan, a este le chorreaba toda la boca, en su cara la desolación se hacía patente y los humos se le habían bajado a base de polla, pero esto no había acabado.
Fernanda se retiró por una puerta y enseguida estuvo con Ivette y conmigo dentro de la sala de televisión, se acomodó con nosotros en el sofá y seguimos mirando como las rusas se apoderaban del culo de Juan con sus lubricados dedos, mientras nuestras manos se apoderaban de los sexos de los tres que estábamos en el sofá. Jana metió de golpe dos dedos y los empezó a meter y sacar, paró un momento y Petra metió uno suyo, Juan iba cambiando de expresión a cada dedo que sentía meter en su culo, Petra siguió metiendo otro más y ya eran cuatro los dedos alojados en su culo, las dos los metían y sacaban alternativamente, poco después pararon y Jana intentó meter otro más, con un poco de esfuerzo consiguió que el ano se dilatara lo suficiente para que se alojara junto a los otros cuatro. Se las veía muy sueltas en el arte del fisting, porque en pocos minutos el culo de Juan alojaba seis deditos, la verdad es que las dos chicas eran muy delgadas pero tener semejante cantidad de dedos entrando y saliendo de su culo con esas uñas que gastaban las rusas no tiene que ser muy agradable que se diga. El caso es que Jana retiró su mano y muy hábilmente Petra insertó sus dedos meñique y pulgar y se dispuso para meterle el puño entero, Jana le ayudó dándole más crema y dirigiendo su mano dentro del culo de mi compañero, en unos instantes su ano se “comió” la mano de Petra hasta la muñeca, esta la giraba en el interior de Juan y este gritaba y se retorcía de dolor, su ego estaba herido de muerte. Petra bombeó con su puño el culo de Juan y sin miramientos lo sacó dejando el ano totalmente dilatado, y su mano enguantada ligeramente ensangrentada, Juan atado todavía se dejó caer al suelo rendido de dolor.
Los chicos y chicas se retiraron de la sala dejándolo tirado en el suelo desnudo y dolorido con la ropa en un rincón mientras yo disfrutaba de una mamada por parte de Fernanda y Marcela que se unió a nosotros en la sala, Ivette se retiró dándome un delicado beso y su total agradecimiento por mi acción no sin antes darme carta verde para poder volver gratis cuando quisiera por su sala de relax. Durante un rato disfrute del doble placer de sentir las lenguas de estas dos diosas del sexo, mi polla no dejó de estar ocupada por une lengua durante unos minutos, sus lenguas y labios recorrieron toda mi zona noble hasta que Marcela se sentó a horcajadas sobre mi introduciéndose hábilmente mi polla en el culo, mostrándome en todo su esplendor su duro rabo encima de mi tripa (entonces pienso en cuando se lo cuente a Vlad), Fernanda se colocó entre mis piernas y con sus 20 cms. Me perforó mi lubricado agujero posterior, la escena era de autentica película porno, mi mano masturbaba la polla de Marcela y no tardó en correrse brutalmente encima de mi pecho, una gota incluso me cayo cerca de la boca y yo lamí con la puntita de mi lengua, Marcela compartió los restos de su leche en mi boca con un apasionado beso mientras Fernanda que agarraba a Marcela desde atrás sus dos enormes melones morenos terminó por correrse dentro de mi justo cuando yo descargué toda mi leche en el culo de Marcela, los tres entre espasmos y gemido nos quedamos quietos penetrados los unos a los otros relajándonos del espectacular polvo que habíamos echado.
Tras despedirme de ellas me dirigí a la sala donde dolorosamente Juan se estaba vistiendo y haciendo como si yo hubiera recibido el mismo tratamiento de choque que le habían aplicado a el lo ayudé a andar y despacio nos dirigimos al coche, sus lágrimas todavía recorrían sus mejillas y el dolor era evidente en su rostro. Durante toda la noche no nos dirigimos la palabra y cuando acabamos el turno me dijo que si decía una palabra de lo que había pasado esa noche me mataría con sus propias manos. Yo haciéndome el asustado se lo prometí riéndome en mi interior. Juan no volvió a patrullar las calles, aquel mismo día pidió el traslado a oficinas por motivos de salud y allí todavía sigue con el culo bien dolorido.
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