La Motera, una mujer increíble tiene sus años

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Mi nombre es Álvaro, y vivo en la ciudad de Cáceres. Tengo 32 años y mido 1,64 cm. Llevaba ya tiempo leyendo sus relatos (sobre todo los referentes a maduras ya que me excitan sobre manera y mi mayor deseo era hacerlo con una mujer que tuviera más de 40 años) pero jamás pensé que mi deseo iba a ser cumplido.

La segunda semana de mayo me fui a la concentración motera del Puerto de Santa María ya que llevaba bastante tiempo sin ir y aunque aquí en Cáceres en esas fechas se celebraba el Womad, el año anterior ya había estado por lo que este año decidí ir a las motos con unos amigos. Yo no tengo moto así que me fui el miércoles por la noche en el autobús de madrugada para llegar al Puerto el jueves por la mañana y poder disfrutar al máximo. Y vaya si disfruté pero no de la forma que yo tenía pensado.

Llegué a Cádiz sobre las nueve de la mañana, desayuné en la estación y cogí el autobús al Puerto a las nueve y media llegando sobre las diez y cuarto. Al llegar busqué un estanco y al salir me la encontré en la puerta. Una Cbr de 600 estaba aparcada en la puerta y sobre ella estaba una mujer que en esos momentos se estaba quitando el casco. Yo me quedé unos segundos contemplando la moto pero no pude hacer más que contemplarla a la persona que estaba sobre ella. Rubia, calculo que tendría unos 43 – 45 años pero con un cuerpo que quitaba el sentido y eso que llevaba puesto el mono. Tenía unos grandes pechos como a mí me gustan, el pelo corto y un gran culo. En ese momento mis miradas pasaron de la moto a la motera y para mi sorpresa fue ella la que se puso a hablar conmigo:

– ¿Qué, te gusta mi moto?.

Yo me quedé estupefacto pero no me callé y le contesté:

– Sí, te sienta muy bien.

Ella comenzó a reír y me dijo:

– Gracias. Nunca me habían echado un piropo de esa forma.

– ¿Conoces algún sitio cerca para desayunar?.

Y yo le contesté que sí, que no era de allí pero me conocía bastante bien la ciudad y que muy cerca había una pastelería que se llamaba La Perla donde se desayunaba bastante bien. Me dijo que tenía que comprar tabaco pero que si la esperaba me invitaba a desayunar. No me lo pensé 2 veces y acepté la invitación.

Desayunando me contó que se llamaba Ana, que era de León y trabajaba de abogada pero que le encantaba salir los fines de semana y se había tomado unos días libres porque no llevaba mucho tiempo con la moto y sólo había estado una vez en la concentración pero de eso hacía ya bastante tiempo y este año no se lo quería perder. Había venido sola para disfrutar de la playa pero el viernes venían el resto de sus amigos y amigas. Cuando terminamos me dijo que se iba a dormir porque había viajado durante la noche pero que si me apetecía tomar un café con ella por la tarde. Yo, por supuesto, le dije que sí aunque ella me dijo que me llamaría cuando se despertara por lo que pensé que no la volvería a ver más. Me dio un beso en la mejilla y nos despedimos.
Después de comer me acosté un rato, deseando que sonara el teléfono y sobre las 4 y media de la tarde recibí la tan deseada llamada. Me dijo que estaba en su hotel, que si lo conocía, le dije que sí y quedamos en 15 minutos aunque me dijo que subiera a buscarla a la habitación porque todavía estaba medio dormida.

Cuando llegué a su habitación me quedé alucinado. Me abrió la puerta vistiendo una camiseta que resaltaba aún más sus grandes pechos y llevaba puesto unos pantalones de lycra blancos mostrando su tanga pero también sus grandes pero bellas nalgas. Nos sentamos y nos tomamos allí el café, charlando un poco y me contó que tenía 46 años, que era soltera porque no había encontrado el hombre que la hubiera atado aunque sí que tenía muchos amigos. Yo la escuchaba pero cada vez más me iba excitando sobre manera. Era una diosa y yo estaba a solas con ella. Al cabo de un rato me volvió a sorprender cuando me dijo:

– Me voy a hacer un porro, ¿Te apetece?.

A mí no me gustan las drogas pero un porro de vez en cuando sí que me gusta fumarlo así que acepté su oferta. Nos fumamos un par de ellos y eso nos relajó un poco y seguimos charlando un rato cuando de repente me comentó:

– Me apetece una ducha. ¿Quieres ducharte conmigo?.

Yo me quedé perplejo, ese pedazo de mujer quería ducharse conmigo. Por supuesto no dudé y le dije que sí porque no sabía si estaba bromeando. En ese momento se quitó la camiseta y los pantalones y en ese momento creí que estaba en la gloria. Allí estaba ella con un sujetador blanco que apenas podía retener esos grandes pechos y con un trasero que quitaba el sentido. Se terminó de quitar la ropa y seguí perplejo pero ella ni corta ni perezosa cogió una de mis manos y me la llevó a sus pechos. Entonces me levanté y empecé a besarla y a lamerla todo el cuerpo. Ella empezó a quitarme la camiseta y a lamerme por todo el cuerpo mientras terminaba de quitarme toda la ropa.

– Esa polla es para mí, ¿Verdad?.

– Toda para ti, le dije.

Entonces cogió mi mano y me llevó hacia el cuarto de baño. Puso el grifo en funcionamiento, se metió dentro de la ducha y me invitó a que hiciera lo mismo. Nos enjabonamos mutuamente pero yo ya no podía más y ya sólo quería estar dentro de aquella mujer pero me dijo que con tranquilidad ya que teníamos toda la tarde. Yo no paraba de besarla y de meterle mano por todo el cuerpo: le chupaba sus pechos mientras que mis manos le agarraban sus nalgas, le metía mis dedos en su húmedo coño mientras ella me limpiaba bien mi polla mientras decía:

– Hace tanto tiempo que no disfruto que te voy a sacar hasta la última gota.

Yo ya no aguantaba más pero en ese momento ella salió de la ducha se secó y me acercó la toalla para que hiciera lo mismo. Salió del cuarto de baño y me dijo:

– Ahora soy toda tuya.

Yo la cogí en mis brazos, la tiré sobre la cama y me abalancé sobre ella. Nos besamos apasionadamente y comencé a meterle mis dedos en su coño. Ella se incorporó, cogió mi polla y se la metió en la boca. Dios mío, que pedazo de mamada. Ella chupaba y chupaba pero no quería disfrutar yo sólo así que le dije que se diera la vuelta, la puse en situación de 69 y comencé a comerle el coño.

– Sigue así mi vida, sigue así.

Yo ya no podía aguantarme más y le dije que estaba a punto de correrme. Entonces ella comenzó a chupar con más ganas hasta que exploté y me corrí en su boca mientras ella hacía todos los esfuerzos por tragar la mayor cantidad de leche. Yo mientras seguí chupando su coño hasta que ella me premió corriéndose sobre mi cara.

– Y ahora vas a sentir una polla como nunca la has sentido, le dije.

– ¿Me lo juras? Dijo ella.

Yo en ese momento, le separé las piernas y empecé a meterle sólo la punta pero ella dijo:

– Cacho cabrón, no seas así y métemela entera.

No le hice caso, quería disfrutar y seguí poco a poco pero ella me cogió las nalgas y apretó hasta que quedó toda mi polla dentro de su coño.

– Y ahora empuja como si te fuera la vida en ello.

Le hice caso y empecé a empujar con todas mis fuerzas mientras ella no paraba de gritar y de insultarme:

– Así cabrón. Que polla tienes. Sigue así, hijo puta que placer.

Yo seguí empujando mientras le comía aquellas enormes tetas y le agarraba su culo, ella se agarró a mi culo mientras seguía gritando:

– Más fuerte cabrón. Rómpeme en dos. Así, así,…

Yo estaba a punto de correrme otra vez y entonces se la saqué y la puse sobre sus tetas y ella agarró aquellos globos y empezó a apretarlos y a chuparme la punta de mi capullo hasta que no pude más y volví a llenarla toda de leche. Descansamos un momento pero ella quería más. Me cogió de nuevo mi polla y comenzó con una nueva mamada mientras yo empecé a meterle un dedo en su culo. Ella seguía chupando y yo entonces le metí 2 dedos en su agujero hasta que de nuevo mi polla tuvo el tamaño deseado. En ese momento le di la vuelta la puse a cuatro patas y comencé a comerle el culo.

– Así mi vida, así. Me vuelves loca.

Pero yo lo que quería era metérsela así que saqué mi boca de sus nalgas y empecé a meterle mi polla en aquel agujero que por lo fácil que me resultó no era la primera vez. Primero muy despacio pero al ver que le gustaba, empecé a embestirla cada vez más fuerte.

– Rómpeme el culo, cabrón. Que gusto, sigue, sigue,…

– Te voy a romper el culo pedazo de puta. Te gusta, ¿Verdad?.

– Me encanta, no pares pedazo de hijo puta.

Yo que me había corrido ya 2 veces seguí empujando y empujando, así durante 15 minutos. Y cuando estaba a punto de correrme le pedí que me la chupara de nuevo pero me dijo que no, que quería que me corriese dentro. Eso me puso aún más cachondo y cogiéndola de sus caderas empujé más fuerte hasta que no pude más y la llené todo su culo con mi leche. Nos quedamos los dos allí en la cama y nos quedamos dormidos. Al cabo de una hora nos despertamos y nos dimos otra ducha aunque no podía dejar pasar aquella oportunidad y me la volví a tirar pero esta vez en la ducha. La empujé contra la pared y se la volví a meter por el culo mientras ella seguía gritando e insultándome. Esta vez cuando estaba a punto de correrme se la saqué, se la metí en la boca y me la chupó hasta que volví a correrme en su boca.

Nos vestimos y me dijo que había quedado a cenar con unos amigos pero que si volvía pronto me llamaría por si quería pasar la noche con ella. Yo le dije que estaría encantado pero no volvió a llamarme aunque aun así fue la mejor concentración de motos de mi vida.

Espero que les haya gustado este relato.
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Prometo contestar.

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