La mampara indiscreta no impide que follen como locos
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Os voy a contar algo que me pasó hace unos meses pero que todavía me pone calentita cuando lo pienso… Mi marido y yo llevábamos un tiempo intentando tener un hijo, pero hasta entonces no habíamos conseguido que me quedara embarazada. Nuestra vida sexual era muy monótona, siempre la misma rutina, hacía tiempo que yo no tenía un orgasmo y me había propuesto darle un nuevo aire a nuestra relación.
Nos habíamos comprado un piso nuevo, con dos baños, uno grande con bañera y el otro más pequeño, con un plato de ducha y mampara. Una tarde de Agosto hicimos la mudanza. Cuando entré al baño pequeño pensé que al día siguiente nos instalarían una nueva mampara transparente en la ducha, quizá el verme desnuda duchándome le excitaría más. La mampara que había no me gustaba porque no transparentaba nada.
Esa noche nos acostamos rendidos y no hicimos nada de nada. A la mañana siguiente me desperté empapada en sudor y eso que había dormido en braguitas. Le dije a mi marido, Óscar, que me apetecía darme un baño y él se fue a preparar el desayuno.
Decidí tomar una ducha rápida y al entrar en el cuarto de baño me sorprendió que la luz de la mañana hiciera que la mampara se transparentase mucho más. Me miré al espejo, tenía los labios un poco resecos así que me puse algo de vaselina, me quité las bragas y me metí en la ducha pensando en lo que podría hacer para recuperar la pasión de Óscar. Creía que ya no le excitaba mi cuerpo y no lo entendía porque yo todavía conservaba un tipo estupendo, me acaricié los pechos y noté como me humedecía. Yo nunca me había masturbado pero mis pensamientos perversos me estaban excitando.
Empecé a acariciarme poco a poco los pezones y dejé resbalar el agua de la ducha por entre las piernas, me gustaba tanto que sin pensarlo puse una mano sobre mi vulva y me acaricié suavemente el clítoris mientras con la otra mano seguía rozando mis pezones. En ese momento se abrió la puerta del baño y, sorprendida, deje de tocarme. A través de la mampara pude entrever la figura de Óscar, al principio se paró en la puerta, pero después entró y la cerró. Yo estaba muy caliente pero me daba vergüenza seguir masturbándome delante de él. De repente me excitó mucho el pensamiento de que quizá él creyese que yo no me había dado cuenta de su llegada o que no me podía ver a través de la mampara. Solo de pensar cual sería su reacción, volví a acariciarme suavemente el clítoris mientras él se lavaba las manos. La situación me ponía tan caliente que, sin dejar de acariciarme, empecé a meterme un dedo dentro de la vagina y a moverlo como si fuese el pene de Oscar. De pronto noté que me estaba mirando y eso me excitó aún más, ya no podía parar de masturbarme.
Pude ver como él se bajaba los pantalones y se cogía el pene, debía tener una erección descomunal. Yo le estaba excitando y eso me ponía a cien, a través de la mampara podía entrever cómo él se estaba masturbando al mismo tiempo que yo, quizá él pensaba que yo no le veía. A la vez que movía una mano arriba y abajo a lo largo de su pene erecto, con la otra empezaba a acariciarse el ano y a meterse el dedito. Nunca le había visto meterse el dedo, no pude más y en ese momento me corrí por primera vez esa mañana. Me sentía fuera de mí y quise excitarle aún más, me puse de espaldas, con la cabeza agachada y las piernas abiertas y le mostré mi culo pegado a la mampara mientras hacía resbalar mi mano por la vulva. Él abrió la mampara lo justo para introducirme su pene en la vagina mientras me sujetaba las nalgas, estaba enorme, nunca antes lo había sentido así y sentía renacer mi vida sexual mientras sus movimientos pélvicos me hacían estremecer.
Estaba casi a punto de volver a correrme cuando noté que con uno de sus dedos, untado con vaselina, empezaba a acariciarme el esfínter. Sin parar de penetrarme con su pene, me introdujo el dedo entero en el ano. Nunca antes había sentido tanto y estaba tan cardiaca que me volví a correr al tiempo que noté que él también se corría. Entonces, sacó su pene y me lo metió entero en el ano. Todavía estaba duro y me gustaba tanto que empecé a acariciarme el clítoris con una mano, mientas con la otra me sujetaba a la pared. El tercer orgasmo no tardó en llegar, fue entonces cuando él cerro la mampara y salió del baño mientras yo me quedé sentada bajo el agua de la ducha totalmente desfallecida pero increíblemente satisfecha.
Cuando me recompuse y salí del baño fui a ver a Óscar semidesnuda, estaba en la cama tumbado. Yo me tumbé a su lado y al verme me dio un beso y se puso encima de mí. Yo todavía estaba húmeda y la penetración fue muy fácil. En dos minutos el ya se había corrido y yo me quedé a dos velas. Fue entonces cuando me dijo que un vecino había venido preguntando si podía a lavarse las manos porque en su casa no había agua y que le había dicho que pasara al baño pequeño porque yo estaba en el grande tomando un baño.
No quise preguntar más. Mi vida sexual sigue siendo aburrida, salvo cuando me encuentro con un vecino, en ese momento siento como se me humedece toda la vagina al pensar si será él o no. Estoy deseando que nazca mi hijo para ver a quien le encuentro parecido.
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