La infidelidad me permitio ascender
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Soy una mujer madura, con 18 años de casada, profesionista que me urgía ascender, fue hace un año que conocí a Roberto, él era el indicado para ayudarme, además no ocultaba su interés por mí, varias veces me subí a su camioneta, claro, con mis compañeras de trabajo.
Pero esa ocasión era el fin de cursos en mi trabajo, lo sabía era mi oportunidad, iba a aceptar su invitación a comer, fácilmente urge un plan, de tal modo que ahora ninguna compañera estuviera en ese momento.
Espere a que todas se fueran, hasta que Roberto como siempre me invito, además, estaba enojada con mi esposo, que creo, no me valoraba, tan solo era una comida. Así que me quite la bata, el uniforme y me fui con Roberto.
Llevaba una minifalda roja de lana, que trate de subir un poco más, una blusa suéter del mismo color, que dejaba ver mis voluminosos senos, mis pantimedias finas de color natural que cubrían mis torneadas piernas y mis zapatillas piel de tacón alto de color rojo encendido, creo que me veía muy bien como pude apreciar en un espejo cercano. Al verme, se bajo de la camioneta, me abrió la puerta, y se subió nuevamente al vehículo. Me senté y se subió mi minifalda dejando ver la costura de mis pantimedias, yo me acomode mis piernas de modo que se pudiera deleitar con ellas, y pude ver como en su pantalón se paraba su pene y Roberto trataba de esconderlo, sabía que lo había excitado.
Subimos la montaña, y en media hora estábamos en la zona de cabañas y del restaurante. caminamos como cien metros para llegar al Restaurante rodeado de cabañas. Había varios clientes, en su mayoría hombres rudos, camioneros. Nos sentamos cerca de una de las ventanas, los hombres no dejaban de mirarme. Comimos, eran las cuatro de la tarde cuando terminamos de comer y Roberto pidió un tequila para mí, aunque ya había bebido vino. Tome algunas copas y en una hora, ya con más confianza le estaba pidiendo la ayuda, el me dijo que no había problema, que contará con ello y en esos momentos se comunico con un subordinado y me dijo que el asunto estaba resuelto.
Yo estaba agradecida y por tanto, acepte tomar unas copas más, ya estábamos en confianza, estaba alegre, pero teníamos que retirarnos. En eso comenzó a llover un poco y le dije que apresuráramos el paso, pero antes tenía que ir nuevamente al tocador, pagó la cuenta y me acompaño. Al legar al tocador, había personal del restaurante, haciendo el aseo, porque además había entrado agua de lluvia, por lo que me vi en la necesidad de entrar al baño de hombre, el ingreso conmigo para bloquear la entrada, pero yo me orinaba de tal modo que estando en el retrete, moje mi tanga y mis panties, que horror, tuve que quitarme las panties y mi tanga. Al salir, de lejos pude observar como Roberto estaba en el mingitorio y pude ver su pene, un pene grande y grueso, parado muy parado, Roberto hacia esfuerzos por dirigir sus orines hacia el mingitorio. Eso, no sé porque pero me comenzó a excitar y quise en esos momentos ir en su ayuda, y besar tan tremendo palo, me había fascinado.
Salimos de esa área del restaurante, tuvimos que pasar por el Salón ante la mirada de varios rudos hombres, que me admiraban las nalgas, las piernas y los pechos, yo me ruborice, cuando alguien exclamo que al parecer me habían bajado las medias, sonriendo varios de ellos. Roberto me apresuro, y me comento en el camino, no me dijiste que te habías quitado todo eso, tomo mi mano y descubrió que llevaba mi tanga y mis pantimedas, pero que en un momento cayeron al suelo. Roberto las levanto y me dijo te guardo esto en mi saco, de repente comenzó una tormenta, estábamos frente a una de las cabañas, pasó un encargado y nos dijo si gustan entrar porque esto va para largo y el empleado abrió y se fue corriendo.
Yo estaba más mareada, pero aún así bebí un Whisky que había en el servibar de la cabaña. Roberto prendió fuego a la chimenea. Estábamos solos, saco mi ropa interior la puso al fuego, se acerco a mí y sin mas me comenzó a acariciar mi cabello, estaba atrás de mí, me tomó de los hombros, me acariciaba, yo no sabía que hacer, me tomo de la mano nuevamente, se sentó en una silla, y me jalo, yo estaba sentada de lado, en sus piernas, el poso sus manos en mis muslos, las bajo hasta las pantorrillas, así estuvo un rato, mientras su lengua buscaba mi boca y nos fundíamos en un largo beso
Después su manos, sacaban mi blusa, dejando al descubierto mis pechos todavía cubiertos con mi brassier de color rojo de encaje, con las copas acojinadas, cada una de sus manos, jugaban con mis pechos, mientras mis nalgas se hallaban cerca de su instrumento que yo percibía muy duro, parado, realmente me estaba gustando, tener sus manos en mis pechos que de repente saltaban a mis muslos, hacían a un lado mi minifalda, y llegaban hasta mi vagina. Yo me movía, y buscaba su boca, nuestras lenguas se encontraban, el metía toda la lengua en mi boca, me despintaba los labios, por fin, sus manos pasaron por detrás, para desabrochar mi brassier talla 38 b, que dejaba descubiertos mis enormes senos.
No sé que tiempo pasamos así, luego nos paramos, pero solo para que Roberto bajara el broche de mi minifalda, un cierre que bajaba para despojarme de toda cubierta de mi cuerpo. Caía anunciando adentro una tormenta. Yo estaba caliente, y por vez primera desnuda ante otro hombre que no era mi marido, pero que tampoco me sabia valorar, Ahí estaba a un lado de Roberto, sólo tenia mis zapatillas. Roberto besaba mi espalda, tomaba mis senos, mientras que yo, pasaba mis manos por atrás buscando su pene, que se sentía esta duro, me di la vuelta, lo bese mientras mis manos desabotonaban su camisa de manga larga, le quitaba la corbata, su saco, y besaba su pecho tan lleno de bellos.
Seguí besándolo hasta que mis manos le quitaron el pantalón, dejando solo su bóxer. Después Roberto me llevo cerca de la chimenea, había una mesa, fue por más whisky, me sirvió, hizo una llamada a la administración, no sé para que, pero finalmente se sentó en la silla, y ya desnudos los dos, yo tenia solamente mis zapatillas, me senté en sus piernas y pude sentir, su verga cerca de mis nalgas y mis piernas. Yo me abalance a besarle en su boca, me colgaba de su cuello, estaba excitada. De repente bebíamos más whisky y el me besaba los pechos. Yo quería que me ensartara ya, pero él lo llevaba poco a poco.
Pero ahora si comenzamos ha hablar, y de plano le dije…
– Mi amor que rico, sabes? Quiero que me hagas tuya, que me cojas… ¿Quieres?
Roberto: si claro, mi reina, claro, que te voy a coger, te voy a dar hasta por el culo
– Mmmm…, que rico palo tienes con razón se sabe que eres un Don Juan, si la tienes grande y gruesa, pero ahora solo va a ser mía.
Roberto: si va a ser tuya, pero prométeme que tu también serás mía, sólo mía, mamacita, que te digo, que buena estas. Se ve que muchos te tienen ganas, y mira, quien es el afortunado. Eres una diosa, mmmmm… me gustas mucho.
Roberto: después me llevo a la cama, y nuevamente mas besos en la boca, me metía la lengua.
Roberto: mira como te lo voy a meter, así te voy a coger, mi reina, así mientras metía su lengua en mi boca.
– Ya Roberto, si me vas a coger ya cojéeme, quiero tu pinga en mi vagina, quiero todo tu pene, todo.
Roberto: mmm… que rica estas, mira que piernas tan bonitas y buenas tienes, mamacita y esos pechos tan grandotes, te juro que soñaba con tenerte así, hasta eyaculaciones nocturnas tuve.
Roberto tomaba mis piernas con sus manos, y comenzamos ha hacer el 69.
– Oye que grandote lo tienes muy grande con razón vuelves locas a las mujeres, pero ahora te prohíbo que lo entregues a otras, ya soy la dueña de este palo y de estos huevos. Le decía al tiempo que lo devoraba con mi boca. Que banquete me estaba dando.
Roberto: si será tuya sólo tuya esta vergorta, nada más tuya, pero no tendrás otra, ni la de tu marido, ya no quiero que te meta el tronco.
Yo sudaba, estaba bien caliente como nunca, me movía en la cama como una loca, luego cambiamos la posición, yo arriba y el abajo pero con el mismo 69, me metía la lengua en la vagina, en mi ano, yo atrapaba su pene, lo chupaba, todo, no me faltaba nada. En eso tocaron, era el servicio, Roberto se paro, abrió le entregaron algo, fue a la cocineta y regreso, su pene venia cubierto de leche condensada, se tiro a la cama, y me ordeno que le limpiara el pene. Yo no me podía negar a mi benefactor, y como perra, comencé a limpiar el tronco.
– Que rico sabe mi vida, la cabeza, todo esta bueno. No paraba de chuparlo, le quite el glande, lo descubrí, estaba rojo, y ahí me posesione de él, ya era mío, todo mío.
Roberto, mientras tanto se comía mi vagina, metía toda la lengua y no pude más tuve mi primer orgasmo, pero el con mucha habilidad no eyaculaba.
– Oooh, que rico amor, ya soy tuya, por favor, grite, meteme la verga, por favor, yaaa… siii… mi vida, que rica verga tienes.
Me calme un poco, pero nuevamente seguimos, me llevó a la silla, y por fin, su pene buscaba la vagina con ansia, nos sentamos de frente, y poco a poco su verga se fue introduciendo, mientras Roberto me besaba los pechos. Yo comencé a cabalgar, pero mi jinete, no eyaculaba, me movía, fuerte, entraba y salía la verga, toda, Roberto se levanto, y me levanto, camino, yo tenia la verga adentro, estaba colgada, mis piernas se apretaban a su cuerpo, me parece que hasta lo lastimaba con las zapatillas, pero yo no quería salirme. Caminamos por la habitación, me retranco en la pared cubierta de madera, y por fin eyaculo.
– Ya Roberto, si ya, cojéeme más metemelo todo, no me vayas a soltar, siiiiii…
Roberto: no como crees mi vida, mmm ya no te lo saco, ya esta adentro de ti mi amor, que rico, te estoy reventando mamacita, que rica putita eres, ahora serás mi puta, mi querida, y te digo, yo si te voy a compartir pero solo con mi mujer, por que no la puedo dejar, por eso serás mi amante, mi puta, ahí te va el semen, mi amor, que buena estas, estas superbuena, eres un culo bien rico, que piernotas tienes y tus chichis están súper.
– Siiiii… si soy eso tu puta, tu amante, tu querida, pero no me dejes sin la verga, estoy gozando como nunca, mmmm… amor ya soy tuya, tu eres mío, ya soy tu culo.
Después Roberto me llevo a la cama, descansamos un rato, de costado nuevamente me metió el pene, lo guarde en la vagina, mientras él hacia unas llamadas, confirmando mi ascenso; yo, hable con mi esposo diciéndole que había ido a una despedida de soltera de una amiga, mientras Roberto, me bombeaba con su manguera. De verdad que rico y que sabroso palo tiene Roberto. Terminamos hace poco, pero fue un año, donde el dejo ser un Don Juan, y sólo me compartió con su esposa. Mi esposo nunca se entero, aunque siempre se rumoro que mi ascenso se debió a que le entregue las nalgas a Roberto.
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