Follando en la oficina
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Tengo 50 años, divorciada, no soy española pero llevo viviendo en España casi toda mi vida, mi ex es español, y tenemos una hija en común que acaba de cumplir 19 años, las dos vivimos solas en un chalet en las afueras de una gran ciudad. Soy una mujer bajita, rubia de ojos azules, mis pechos son más bien grandes, aun tengo cintura, aunque hace mucho que no me gusta vestir de manera que pueda provocar las miradas de ningún hombre, vivo encerrada en mi mundo y en mi trabajo, tengo una empresa con varios empleados que he levantado yo misma con mi sudor y mi esfuerzo, por lo que no le debo nada a nadie, solo a mi misma.
Mi casa es muy grande, es un chalet con 3.000 metros de jardín.
Una tarde al llegar a casa, me encontré una sorpresa, mi hija se encontraba en su dormitorio, no se había percatado de mi llegada, me vi sorprendida al escuchar gemidos que provenían de su habitación, me acerqué sin hacer ruido y cual fue mi sorpresa al encontrármela con dos amigos suyos, los dos con los pantalones bajados, con sus penes fuera y pajeándose, mientras mi hija arrodillada entre los dos, con los pechos fuera, pasaba de un pene a otro chupándolos sacándoles gemidos de placer a los dos chicos, de pronto los dos se incorporaron y apuntaron sus penes a la cara de mi hija y se vaciaron en la cara y pechos de ella, mientras mi hija se masturbaba, soltando obscenidades por su boca.
Mi corazón latía a cien por hora, y sin hacer ruido volví a salir de la casa, para no ser descubierta. Mi hija era lo suficientemente mayor para saber que estaba haciendo, pero lo que me sorprendió es que todo lo que había visto me excitó de tal manera que mi braga se mojó como hacía años no lo hacía, y por unos momentos lo único que hubiera deseado era encontrarme con algún hombre dispuesto a satisfacer mis deseos. Sin saber como, llegué a mi empresa, entré por la oficina sin decir nada y me senté en mi despacho. Estaba tan excitada que el simple hecho de cerrar las piernas y sentir el roce de mis muslos me excitaba más aun, mis dedos tocaron mis pezones y me di cuenta que los tenía como piedras, incluso me llegaban a doler con el roce. En ese momento Paco, mi administrador llamó a mi puerta, sacándome de mis pensamientos, me preguntó si me ocurría algo, ya que la entrada que había hecho le había sorprendido. La confianza que tengo con Paco es muy grande, son muchos años trabajando juntos, y aunque alguna vez he podido sentir su mirada clavada en mí, nunca hasta ese momento había dejado que pasara nada.
Paco es mucho más joven que yo, apenas tiene 31 años, casado y con una hija, es un chico que se mantiene en forma, le comenté lo que había visto en casa, y lo que había sentido, y él después de sonreírme atinó a decirme que lo que yo necesitaba era echar un buen polvo, se volvió y salió de mi despacho. Me molestó lo que había dicho, pero era la pura verdad, mi excitación era tal que por mi cabeza pasó dejarme hacer por Paco, sin saber como, me desabroché el pantalón, me bajé la cremallera y metí una de mis manos buscando mi sexo, me tuve que morder los labios para no gemir, podía sentir mis labios hinchados y grandes, estaba completamente mojada, mi clítoris estaba grande y duro y el roce de mi dedo me producía tanto dolor como placer. Desabroché varios botones de mi blusa y metí mi mano para buscar mis pezones, son mi punto débil, me excita horrores apretarlos incluso con fuerza, desde siempre me gustó el sexo duro, sentirme clavada con fuerza, y sentir como me mordían las tetas era una cosa que no podía soportar, me había dejado llevar, tenía los ojos cerrados y mis manos jugaban una con mis tetas y la otra con mi sexo.
Soy de un país del Este de Europa donde las mujeres no se depilan, aunque yo me depilo las axilas, no me gusta depilarme el sexo, por lo que tengo mucha cantidad, me encanta meter mis dedos entre mis vellos y tirar de ellos, tenía el pantalón y mi braga un poco bajado ya, seguía con mis ojos cerrados, cuando de pronto sentí la puerta de mi despacho cerrarse, di un bote del sillón cuando vi a Paco cerrar la puerta, y cuando se volvió vi que traía la polla fuera de los pantalones y estaba tiesa, se acercó hasta colocarse a mi lado y me dijo que siguiera con lo estaba haciendo, no sabía que hacer, la situación era chocante para mi, pero verlo pajeándose a escasos dos metros de mi, me hizo reaccionar y poco a poco seguí dándome placer. Su pene era más gordo que grande, tenía un prepucio grande y poco a poco podía ver como se iba hinchando más y más, sin dejar de pajearse, me dijo que me bajara el pantalón hasta los tobillos, y le hice caso, y después que me desabrochara la blusa y me sacara los pechos del sujetador.
Estaba ya tan excitada que no hubo dilación por mi parte a sus peticiones, tenía a su completa visión tanto mi sexo como mis pechos, yo seguía pajeándome igual que él, pude ver como estaba a punto de acabar, dio un paso hacía mi, y sin decir nada, comenzó a correrse sobre mi, sin importarle donde me salpicaba, la primera sacudida llegó hasta mi cara, llenándome toda la boca, barbilla y cuello con su esperma, las siguientes fueron a parar directamente a mis pechos, sentir el calor de su leche sobre mi piel me hizo llegar al orgasmo, y sus últimas sacudidas llenaron todos mis vellos, la reacción mía fue primero saborear la leche de mi cara, y luego esparcir toda la leche que había soltado por mi cuerpo por mis pechos y mi sexo, me corrí soltando un largo gemido y sacudiéndome en mi sillón.
La polla de Paco palpitaba y había bajado la dureza, no dijo nada, con una sonrisa en su cara se acercó, se arrodilló delante mía, lo dejé hacer, su lengua buscó el resto de su semen, pasó su lengua por mi cuello, el calor que producía en mi piel me calentaba, llegó hasta mis pechos, su lengua se dedicó a jugar con mis pezones, no le importaba chupar su propio semen, y todo eso me estaba excitando como a una loca, le pedí que me mordiera los pechos, y él lo hizo, mordía todas mis tetas, chupaba mis pezones, tiraba de ellos, yo ya para ese momento esta fuera de mi, gemía sin importarme, y le pedía más y más.
Su boca fue bajando por todo mi vientre, sentía como me llenaba con su saliva todo el vientre, se dedicó a chupar mis vellos, enredaba su lengua en mis vellos y los chupaba, yo solo podía abrir todo lo que podía mis piernas para dejarlo hacer, mientras con mis manos me dedicaba a apretar mis pezones, siguió bajando hasta llegar a mi vagina, se dedicó a pasar su lengua por mis labios hinchados, y llenarme toda con su abundante saliva, mordía cada uno de mis labios tirando de ellos, era una sensación de dolor y placer que no había experimentado antes, me estaba llevando al límite, estuvo así un buen rato hasta que por fin, le supliqué que me chupara el clítoris, que necesitaba sentir su lengua por él, abrió con sus dedos mis labios y se dedicó a pasar tranquilamente, muy despacio su lengua caliente por él, estaba tan excitada que esa suavidad me estaba llevando a la locura, cuando vio que no podía más fue cuando aceleró sus movimientos con su lengua, llegando a explotar en su boca, chupaba y mordía mi clítoris, mis labios, metía su lengua dentro de mi, abría con sus manos mis nalgas y llegaba con su lengua hasta la entrada de mi ano, metía con fuerza sus dedos dentro de mi vagina, yo había llegado al clímax, me venían un orgasmo detrás de otro.
Ya no quería más su lengua, ya deseaba ser penetrada por su polla y así se lo dije, se levantó y con su mano saco todo lo que había en mi escritorio, tiró de mi hasta hacerme sentar al filo, levantó mis piernas y sin preámbulos, se cogió la polla y me la ensartó hasta los huevos, se movía fuerte dentro de mi, sacándome pequeños gemidos cada vez que sus huevos chocaban en mi piel, tenía mis piernas sujetas por mis muslos, comenzó un movimientos más despacio y con su boca buscó uno de mis pies, comenzó a chuparme los dedos y pasar su lengua entre ellos, era una sensación increíble, nunca me habían hecho algo así, sentir su lengua caliente entre mis dedos me gustaba tanto como sentir su lengua en mi clítoris, me juntó las piernas de esa manera podía sentir su polla dentro de mi, nunca me habían follado de esta manera, y no terminaba de sentir un orgasmo, cuando volvía a tener ganas de correrme, de pronto paró y se sentó en el sillón, yo estaba tan cansada que me costaba respirar y moverme, pero después de todo lo que me había hecho sentir, estaba dispuesta a darle la mejor corrida que pudiera.
Me levanté e intenté sentarme sobre él, pero a horcajadas no pude, él me dio la vuelta, y de espalda a él y con sus piernas entre las mías fue más fácil, ahora era yo la que se tenía que mover, y él dedicarse a magrearme, me gustaba dejarme caer con fuerza sobre su polla y sentir el ruido que hacían mis nalgas al rebotar sobre su piel, me hizo levantar completamente y cogiéndose la polla, se dedicó a pasarla por mi coño mojado, podía sentirla por mi ya dolorido clítoris, y como llegaba hasta la entrada de mi culo, me abrí las nalgas y le dije que la dejara en la entrada de mi culo, así lo hizo, parecía que era eso lo que él estaba esperando, tenía el capullo muy gordo, y me costó atravesar mi esfínter, pero una vez hecho, el dolor pasó, y el placer llegó a invadirme completamente, poco a poco me la fui metiendo todo lo que pude, hasta volver a tener su polla hasta los huevos, me sentaba con fuerza aunque eso me dolía, hasta que de pronto sentí un calor inundarme por dentro, se estaba corriendo dentro de mi culo, fue una sensación alucinante, el calor me quemaba por dentro, y aunque se había corrido, seguía dura, estuve unos minutos más sentándome y levantándome, dejando que su leche resbalara hasta los huevos. Unos minutos después recibió una llamada de teléfono, y tuvimos que salir corriendo para nuestras casas.
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