Fiesta privada termina en orgía
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No habíamos pasado ni cuatro meses casados cuando mi mujer, debido al cambio de casa, tuvo que cambiar también de trabajo. Ella acababa de cumplir los 18 años y yo 25. Era una mujer muy hermosa y me preocupaba que la acosaran siempre en todas partes, incluso estando conmigo. No era de extrañar que diera recomendaciones diarias hasta a las personas que la acompañaban.
La verdad es que yo no he sido tóxico ni muy celoso, he confiado en ella siempre, pero hoy en día hay mucha inseguridad y caras vemos, corazones no sabemos. Esto fue lo que pasó en realidad: a los dos meses de estar trabajando como secretaria del presidente de su empresa, hubo un evento al que ella debía asistir.
La directiva de la empresa supuestamente debía asistir a una reunión privada en un lugar fuera de la ciudad, y ella, por ser secretaria, también debía ir. Dicha reunión duraría tres días, así que trabajo es trabajo, dijimos, y mi linda esposa debió hacer maleta para viajar con la directiva. Claro que íbamos a estar en comunicación telefónica.
Al acompañarla, no faltaron las recomendaciones y su jefe me dijo que todo iba a estar bien, así que mi bella esposa viajó con todo el equipo de trabajo. Luego me llamó para decirme que habían llegado bien y no hablaron de pormenores. Los pormenores eran que durante el viaje cantaban, contaban chistes y habían aclarado que no era un asunto de negocios, sino de diversión, el motivo del viaje, pero que las familias no se debían enterar.
De algún modo, algo no encajaba: ella era la única mujer del grupo. Eso no lo sabía yo. Los ejecutivos parecían niños divirtiéndose y ella se fue acomodando rápidamente al ambiente. Les hacía bromas tocándola a modo de cosquillas por las costillas y ella respondía igual. El primer día se acomodaron en sus cuartos y ella se sintió un poco incómoda porque le tocó compartir habitación con dos ejecutivos más.
Esa noche jugaron a las cartas, comieron y bebieron un poco, y parecían salidos, pero ella lo asumía: los hombres son así y tienen sus costumbres. El caso es que, a la hora de dormir, los dos compañeros de habitación llegaron y empezaron a quitarse la ropa delante de ella como si nada, hasta quedar en ropa interior.
Ella estaba sorprendida por la naturalidad con la que actuaban, riéndose y haciendo bromas, pero igualmente reía. Decidió ponerse la bata de dormir y se cubrió con las mantas. Luego supo que su recato era inútil, ya que como las colchonetas eran de suelo, los dos juntaron las colchonetas a la de ella y se sentaron a su lado muy tranquilos para ver películas. Los tres estaban mareados.
En la pantalla aparecieron varias opciones, incluidas películas para adultos. Los hombres eligieron las de adultos y, ella, asustada y sonrojada, no dijo nada; los dos, excitados, lo expresaban. Al rato, los dos se estaban masturbando bajo la manta y ella lo sabía: miraba impaciente el movimiento y hasta adivinaba el tamaño de sus miembros. No sabía qué hacer hasta que sintió el roce de sus piernas con las de ella.
Se quedó quieta, sabía que la tentación era alta, pero no hizo nada y las piernas de ellos se colaron debajo de las suyas. El ritmo de su masturbación se transmitía a sus piernas y el roce caliente le sacaba suspiros de deseo, pero se reprimía. Entonces, uno de ellos, con su malicia clara, se sacó el miembro de las sábanas y eso le hizo apretar sus labios.
En la película, dos hombres seducían a una mujer casualmente y ella ya respiraba muy fuerte por la calentura. La mano derecha del ejecutivo se posó en su muslo, acariciándole. Solo esperó, la mano subió por el muslo hasta su entrepierna y, en ese momento, el otro acerco su cabeza hasta su rostro y le estampó un beso en la boca. Ella, ya nublada de pasión, le correspondió.
El otro ejecutivo metió la mano dentro del panty y empezó a jugar con su vagina húmeda y caliente; ella abrió un poco de piernas y el que la besaba le descubrió sus hermosas tetas, templadas y apuntaladas, como retando al deseo. El ejecutivo dejó de besarla y le empezó a lamer los pezones; la mano de ella se deslizó sobre la cobija y acarició el pene del otro ejecutivo.
—Pronto la película se hizo realidad y la recostaron sobre la cama manoseándola. Era todo un monumento de mujer: no solo era hermosa, sino también voluptuosa. El resto del mundo no le importó más y estaba entregada al deseo.
Una verga se metió pronto en su boca y la chupó como si fuera un manjar. Ya no llevaba ropa interior cuando la puerta se abrió y entraron su jefe y otros dos más.
Su jefe y los otros ejecutivos entraron en ropa interior. El jefe llevaba una botella de licor y una copa. Ella se apenó mucho, pero su jefe, sonriendo, le ofreció un trago que ella aceptó. El jefe le tomó una mano y se la acercó a su verga, haciéndole creer que la masturbaba. Ella se dejó besar y todos comenzaron a manosearla.
—En realidad, todo había sido un plan para gozarla a placer. Pronto, sus torneadas y provocativas piernas se abrieron de par en par y un pene entró suavemente en su caliente concha. Ella empezó a mamar vergas empalmadas y a masturbarlas. No se acordaba de su esposo, ni siquiera cuando sonó el teléfono. Ella respondió y todos callaron. Habló poco sin soltar a la vez la verga del jefe.
—Le dijo a su esposo que ya estaba durmiendo y que estaba un poco cansada, colgó y continuó: no era una reunión privada propiamente dicha, sino una fiesta privada. Otro ejecutivo entró en el cuarto y se unió al grupo. Ella tenía tantos hombres a su disposición como pocas mujeres. Su jefe le decía que le aumentaría el sueldo y los demás la habían nombrado reina de la empresa.
Ellos gozaban de ella locamente y ella se sentía en el paraíso, apoyada y querida por todos. La tocaban y manoseaban, sacándole emociones por todos lados. Mi querida esposa reía con ellos; ni siquiera le importaba que vivía con un hombre al que decía amar. Yo solo puedo entenderlo por el lado de la pasión. Solo pensé en hablar con ella y decidí dejarle la casa e irme.
—Esa noche ella probó la leche de toda la cúpula de la empresa. Al día siguiente fue un desastre total: desayunaron desnudos y mi esposa estaba sentada en las piernas de su jefe. A toda hora la cogían entre varios y le daban por todas partes. Le hacían la doble y a ella le encantaba mamar y masturbar vergas; era todo lo que ellos habían soñado.
Cuando alguien les llamaba por teléfono, respondían que tenían mucho trabajo. Igual cuando llamaba a mi esposa, me decía que todo estaba bien y aun me decía que hiciera fuerza para que le fuese mejor.
La siguiente noche volvieron a estar todos con ella. Era su reina apasionada, su trofeo erótico, su sueño más húmedo y caliente. Lo habían logrado y ella solo fue de ellos el día de su fiesta privada. Yo supe por uno de los ejecutivos, a quien enseñé vídeos, cuál era su historia.
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