¿Esto no era lo que querías? ¡AHORA TE AGUANTAS!

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Me he convertido en el guiñapo más ridículo y humillado en toda la faz de la tierra. Convertí a una mujer bella e inocente en un puta manipuladora, infiel y malvada. Todo por una fantasía.

Me llamo Marcos, tengo 45 años. Soy un hombre normal, ya empiezo a tener algo de canas y algo de panza debido al descuido de mi físico por el trabajo. Mi esposa se llama Rebeca y es 15 años menor que yo, muy hermosa, sexy, sensual. Rebeca mide 1.63, ojos verdes, tés blanca, cabello negro brillante. Tiene un rostro angelical pero una figura de escándalo, un pecho delicioso que revienta cualquier corpiño, una cintura pequeña y una cadera ancha, sus piernas son firmes y sensuales.

Nos casamos hace 5 años y todo iba normal, un matrimonio más en los suburbios de la ciudad pero obviamente yo tenía mis secretos y manías. El más importante de todos mis secretos era el porno super hard, con tramas de cornudos, humillaciones, bondage, etc. Eso me prendía y me ponía duro como roca, me la pasaba viendo eso en mi computador todo el tiempo mientras ella estuviera en trabajo pues mi día libre caía entre semana y ella trabaja de lunes a viernes.

Con el pasar del tiempo y el consumo de ese material pornográfico tan fuerte en mi mente empezó a nacer la idea de ¿Que sería si mi esposa me hiciera eso? Que me pusiera los cuernos de manera humillante cogiendo con otros hombres de formas muy guarras frente a mi, insultandome, llamándome pito chico y alabando la polla de su amante de turno, ¿Lo soportaría yo? ¿Lo disfrutaría?.

Al principio solamente era una pequeña idea que pasaba por mi mente pero que rápidamente debido a mis ocupaciones la olvidaba pero con el pasar de los días y el consumo cada vez más frecuente de ese tipo de porno especialmente la idea se fue convirtiendo en fantasía y las preguntas de que si me gustaría o no empezaban a ser más frecuentes en insistentes en mi cerebro. Ya tan solo con imaginarlo, mi pene de 13 centímetros se ponía durísimo, pero ahora venía la otra parte del problema. ¿Se lo digo? ¿Como lo tomaría si se lo digo?. Obviamente sentí miedo de que ella, una mujer tan tierna, joven y hogareña se asustara y me creyera un loco depravado para luego dejarme pues no había hijos que nos ataran.

Para tener sexo yo empecé a pedirle que hiciéramos cosas nuevas como por ejemplo que ella use lencería sexy, algo muy normal entre la pareja, sin embargo, ella jamás había usado nada de eso, era una completa virgen fuera de cualquier tema que tuviera que ver con sexo que no fuera lo tradicional cuando la conocí y la llevé al altar. Luego de su negativa a este primer pedido me decepcioné, sin embargo, unos días después mientras estábamos viendo tele ella me susurró al oído “¿Todavía quieres que yo me ponga cosas para hacer el amor?” Yo la miré y le dije que sí y ella me respondió “está bien”. Ella me dijo que había hablado con su madre y ella le había dicho que no pasaba nada, que eso era muy normal en las parejas sanas, los juegos sexuales son muy buenos para mantener el deseo sexual. Ella me dijo que si quería que ella use cosas, yo tendría que comprarselas y no podría estar más de acuerdo.

Empezamos suave usando lencería clásica. Corpiños y bragas de encaje, baby dolls, ligueros y medias. Con el tiempo ella lo empezó a disfrutar pues se sentía hermosa, sexy y poderosa cuando vestía ese tipo de lencería, tanto así que mientras ella se ponía sus conjuntos me pedía que saliera de la habitación y espiandola me di cuenta que luego de ponerse todo y antes de llamarme para que ingresé ella modelaba frente al espejo inclusive poniéndose en 4 en la cama y llevando su dedito índice a su boca.

Con el pasar de los meses fuimos subiendo el nivel y empecé a comprarle cosas más picantes como mallas, bodystockings, tacones altos, monos de cuero o látex, botas de cuero y tacón, máscaras de gata y ella le estaba gustando y mucho. El sexo mejoró de sobremanera, sus orgasmos eran muy intensos y yo me la pasaba genial.

Pero… De todos modos aquella fantasía de cornudo seguía rondando en mi mente en vez de desaparecer y yo a pesar de tener todo el sexo guarro que siempre había sonado con mi esposa, seguía también consumiendo ese porno cuckold y fantaseando que algún día esa que se pone de puta con otros machos sea mi mujer.

Mi esposa ya estaba más introducida en el mundo del sexo aunque solo conmigo hasta que una noche mientras la penetraba de perrito me la jugué el todo por el todo y le pregunté entre gemidos y jadeos “¿Serías capaz de cogerte a otro hombre?” Ella solamente dijo “¿Que?” Y yo no seguí el tema.

Luego de terminar ella acostada en mi pecho me preguntó “¿Era en serio lo que me preguntabas?” Yo solamente bajé la cabeza en señal de vergüenza y ella me dijo “no haría tal cosa jamás Marcos… yo te amo y no podría estar con nadie más”. Ella pensó que con eso el tema terminaría y que esa era la respuesta que yo esperaba.

Con el pasar de los días otra vez durante el sexo le volví a preguntar pero esta vez siendo más específico “¿Si yo te pidiera que te cogieras a otro hombre lo haría?” Ella volteó a verme mientras la penetraba y no me dijo nada. Luego de terminar me dijo “¿Me pediste que me cogiera a otro hombre con tu consentimiento?” Yo más sinvergüenza que la primera vez le dije que sí, que era una curiosidad. Ella me contestó que no lo haría pero su respuesta no era tan fuerte y decidida como la primera vez. Ella me preguntó”¿Esto tiene algo que ver con la pornografía que encontré en tu computador?” Yo me quedé helado y avergonzado sin saber que responder y ella me dijo “No se si podría”. Esa respuesta me dió esperanzas pues ya no era una negativa completa.

Una noche conversamos ya en serio del tema, ella estaba más inclinada a no querer que a querer pero tenía esa leve curiosidad mientras que yo lo deseaba demasiado. Me preguntó si estaba seguro de que no me pondría celoso y que eso no terminaría en desgracia, yo le respondí que jamás con mucha convicción y me dijo que lo pensaría, que no sería por su placer sinó por el mío que sería capaz de hacerlo porque me amaba.

Luego de algunos días el tema resurgió y ella me dijo “si aún quieres eso, estoy dispuesta pero no quiero que esto te afecte para mal posteriormente” Yo para que ella se calme le propuse un trio con otro tipo y ella aceptó muy dubitativa.

Luego de buscar al más apto y de haber consumido aún más porno cuckold del más humillante y sucio encontré a un hombre joven apenas dos años mayor que mi esposa, atlético y con una polla grande, se llamaba Johnny, le propuse el plan y solo se echó a reír diciendo que era una locura y que no se arriesgaría a que yo reaccione mal y le meta un balazo por los celos o algo así. Le dije que se trataba de un trío y que de ese modo yo no sentiría celos pues también estaría disfrutando, le mostré la foto de Rebeca, una foto de ella en la playa con bikini y el reaccionó con un “ufff qué mujerón compadre… ¿Está seguro de lo que quiere hacer?” Le dije que sí y él dijo “bueno pues yo me aviento”. Le tome una foto sin remera y luego le pedí que me enseñará la polla para fotografiarla también y mostrarle a Rebeca.

Rebeca vió la foto y sólo dijo ¡Uy! Yo le pregunté que le parecía y contestó, “no te voy a mentir Marcos, está buenísimo el tipo… ¿Estás seguro de lo que quieres hacer?” Mientras más me hacían esa pregunta más empezaba yo a pensar si en verdad me gustaría o no y mientras más veía en mi esposa un deseo creciente de hacerlo más dudaba yo de lo que yo mismo había propuesto pero al mismo tiempo el morbo competía con esa duda.

Llegó la noche Johnny vendría a nuestra casa a cenar y luego a que suceda lo que tenga que suceder. Con el pasar de los días Rebecca pasó de negarse por completo a decir que lo hacía por amor a mi y ahora parecía que en verdad lo deseaba más aún después de ver la foto de Johnny y su polla de 20 centímetros mientras que mi deseo empezaba a convertirse en duda.

Antes de que llegara Rebeca empezó a alistarse, sacó lo mejor de su guardarropa normal y lo mejor de su lencería, se colocó un corpiño negro con detalles en rojo y un hilo del mismo color junto con un liguero, medias de malla negras y unos tacones altos rojos de cuero que yo le había comprado exclusivamente para que los use mientras hacíamos el amor. Verla alistarse para que yo la comparta con otro hombre empezó a levantarme un poco el morbo pero también los celos hacia que mi mente entre en conflicto. Mientras se colocaba unos aretes de argolla grandes el timbre sonó. Era Johnny, ya no había vuelta atrás.

Salí a recibirlo, lo invité a pasar y se sentó en el mueble. Johnny tomó mi mano en forma amistosa y me volvió a preguntar “brother ¿Estás seguro de esto?” Ya no había vuelta atrás y si me arrepentía en ese momento iba a quedar como un imbécil cuando ya todo estaba armado y luego de lo mucho que molesté con este asunto así que respondí en voz casi baja “sí… Estoy seguro. Rebeca ya sale a recibirte”.

Rebeca salió de la recámara vestida y arreglada de manera muy elegante y sensual con un vestido rojo que hacía juego con sus labial y sus tacones, debajo llevaba la lencería de la que hablé. Saludo amablemente a Johnny con un beso en la mejilla y se sentó a conversar con el mientras yo fuí por unos vasos de whisky para los tres, iba a necesitar mucho de eso esa noche tan confusa.

Luego de cenar pasamos a la sala a seguir conversando pero ahora los temas se volvieron más picantes, lo raro del asunto era que yo ya no intervenía mucho en la conversación mientras que mi esposa sonreía y disfrutaba las historia atrevidas y sexuales que Johnny le contaba, empecé a sentir unos celos estupidos al ver que ella se divertía con el, definitivamente si hay algo que despierta los celos en un hombre es que alguien más haga reír a tu pareja.

Johnny entonces empezó a subir el tono de sus conversaciones y a preguntarle a Rebeca que que le parecían, Rebeca le respondió que eran muy interesantes y excitantes pero que dudaba de que mucha de ellas fueran ciertas, Johnny se le acercó y le dijo “puedo si quieres demostrarte que no son solo invenciones” Rebeca me miró y yo solo sonreí, Johnny entonces la beso suavemente y luego fue acariciando su pierna desde el tobillo hasta llegar bajo el vestido. Rebeca lo alejó ligeramente y me dijo “mi amor ven” yo me acerqué y mientras el la besaba en la boca y la tocaba bajo el vestido yo empecé a besarle la espalda. Nos pusimos de pie y yo le baje despacio el cierre de su vestido y lo dejó caer a sus pies. De pronto la vi así toda sexy en su lencería besándose con otro tipo y entre celos y medio deseo no quise quedarme atrás y le comencé a besar el cuerpo pero ella estaba más concentrada en Johnny besándolo que desabrochandole su pantalón. Cuando se lo bajo por completo vimos la cabeza de su enorme polla asomándose por debajo de su boxer y ella dijo “wow” yo al verla solamente pensé “¡Dios mio en que me metí!” Rebecca me ignoró por completo y curiosa quitó el boxer de Johnny dejando salir su polla gigantesca diciendo “nunca había visto algo así” Johnny la tomó de la cabeza y la empujó hacia abajo para que se arrodillara y la vea más de cerca, yo estaba detrás de Rebeca y solamente fui retrocediendo alejándome de la escena humillado, con el pantalón abajo y con mi polla insignificante flácida que apenas se notaba a través de mis ridículos calzoncillos blancos de hombre mayor, me sentía avergonzado y mi verga no se paraba para nada, mis temores se habían hecho realidad. Tantas veces me preguntaron si estaba seguro de lo que haría y yo seguí con esto hasta el último pero ahora si estaba totalmente arrepentido y celoso.

Ella se olvidó de mi y empezó a chuparle la verga de manera salvaje mezclando su saliva con el liquido preseminal que emanaba de su pene. Ninguno de los dos se acordó de que yo estaba ahí y que también era parte de la orgía, ella se metió la polla completa de él en su boca que hasta le generó haracadas el empujaba su cabeza para que la polla le llegue a la garganta.

No podía creerlo, mi esposa, la mujer que hasta hace poco era una tierna mujer joven tradicional que ni siquiera quería usar lencería para el sexo ahora estaba chupando de la manera más guarra le polla de otro tipo. Ella le quitó el resto de la ropa a Johnny y le beso todo el cuerpo, ella estaba loca con ese atlético macho que hasta los pezones le chupaba, todo su deseo reprimido estaba saliendo. Johnny empezó también a besarle el cuello y morderla le quitó el corpiño y empezó a chuparle los senos de manera salvaje y ella solo repetía “que rico” le quitó el hilo y la puso de misionero para empezar a penetrarla mientras yo con cara de estupido y arrepentido la miraba y trataba de no ver. El la penetró salvajemente y su verga entró sin problemas gracias a que Rebeca estaba completamente mojada, ella gritaba “¡ay esto es increíble!” mientras el la embestía con fuerza. Cambiaron de posición y el la puso en 4. Ella le dijo “me vas a romper la vagina” mientras levantaba su culo como gata en celo y diciéndole “pentrame Johnny por favor, clávame esa pija deliciosa” yo llevé mis manos a mi cara en señal de derrota y entonces se acordaron de mi existencia. Ella me miró y me preguntó “Mi amor ¿No vas a venir?” Yo solo torcí la mirada, era demasiado humillante que puesta en 4 y con una enorme polla detrás de ella me preguntara como a niño chiquito si quería jugar también, fue entonces cuando ella dijo “ah no Marcos, esto era lo que tanto querías y por lo que tanto molestaste ¿y ahora resulta que estás celoso?” yo no respondía nada y Johnny dijo “Hermano yo te advertí y no hiciste caso” Rebeca dijo “Tanto querías esto y ahora yo estoy bien a gusto así que te aguantas… Dale Johnny hazme tuya” Johnny le fue introduciendo su verga en la vagina despacio, el se veía tan macho, tan imponente, tan  fuerte desnudo, mientras que yo era un tipo ridículo panzón, con una verga pequeña que ni siquiera se paraba, aún a medio vestir con mi saco negro y mi camisa blanca desabotonada, con mis ridículos calzoncillos blancos, los pantalones abajo sin haberme quitado las medias ni los zapatos. Imagínense lo ridículo que me veía.

Johnny se sentó en el sillón y Rebeca mirándome con una combinación de placer por lo rico que se la estaban culeando y coraje por mi actitud luego de lo mucho que molesté se sentó sobre la verga de Johnny clavándosela hasta el fondo, moviéndose salvajemente y disfrutando como toda una perra empezó a decirme “esto era lo que querías, por eso te la pasabas viendo porno de cornudos en tu computador agarrándote la miseria que te cuelga entre la patas, ahora mirame puto, que rico coge este macho y que grande la tiene” decir esas guarradas a ella la prendían aún más mientras que en mi ya no surtirán el efecto que yo alguna vez espere que tuvieran sinó que realmente me humillaba. Rebeca dijo “si no se te para capaz te ha de gustar que Johnny también te la meta a ti” y Johnny soltó una carcajada, yo estaba casi al borde del llanto.

Luego de un orgasmo salvaje de Rebeca como nunca lo tuvo conmigo y donde inclusive se mandó un squirt Johnny sacó su verga de dentro de ella y se la hizo chupar hasta que se vino en un chorro enorme y repetido de semen en la cara de Rebeca restregandole su pijota por la cara y ella sacando la lengua de manera vulgar.

Rebeca empezó a darle besitos tiernos a la punta de la verga de Johnny diciendo “esto es pija muak, esto es macho muak, así se complace a una hembra muak” luego se puso de pie y se fue al baño. Johnny se acercó a mí aún oliendo a los líquidos vaginales de mi esposa y con su pija a medio parar y se puso frente a mi dejando su pija a la altura de mi cara para decirme “¿Ves hermano? Yo te lo advertí” este mundo del cuckold no es lo que te imaginas, tarde o temprano el hombre real que habita dentro de ti va a salir. Que pena por ti” Rebeca salió del baño y dijo “que pena para nada, eso era lo que él quería y pensó que podría manejar la situación y míralo, todo ridículo, poco hombre que presta a la mujer que tanto lo amó para que otro la culee. Ven vamos Johnny, que empiece la segunda parte” y esta vez se lo llevó al cuarto. Cada paso que ella daba sonando sus sensuales tacones me dolía en el alma, cerraron la puerta y ahí la pasaron el resto de la noche mientras yo me quedé en la sala, solo, arrepentido y humillado para siempre gracias a una fantasía.

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Joseph
Joseph

Relatos en primera persona (hombres y mujeres) desde lo erótico y romántico hasta lo más sucio y perverso.

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