En la ducha con la madre de Roberto el mejor polvo
📋 Lecturas: ️
⏰ Tiempo estimado de lectura: min.
Fue un verano, por aquel entonces los veranos eran de tres meses y claro no podías irte a la playa los tres meses, por lo que alternabas, las vacaciones un mes en la playa otro en el pueblo y lo demás lo acoplabas donde podías, uno de mis mejores amigos Roberto me invito a su pueblo a pasar unas semanas, eran las fiestas de la localidad, y como no conocía su pueblo acepte.
La familia de mi amigo la componían sus padres, su hermana y él. Los primeros días los pasamos de un lado para otro, como era de esperar con 18 años y sin nada que hacer, además por aquel entonces aprobaba todo. Uno de los días, el padre de mi amigo tenia que ir a echar un vistazo a los olivos que tenia en una finca a unos veinte kilómetros del pueblo, y en los que tenia que trabajar, por lo que decidió que le acompañara mi amigo para que así aprendiera. Como yo había hecho ya amistades en el pueblo mi amigo me dijo que me quedara, ya que iban a trabajar durante todo el fin de semana y me iba a aburrir, un poco reticente me quede, porque aun cuando conocía a sus amigos, no tenia la suficiente confianza, pero aun así me quede.
Pase la mañana jugando al fútbol con los chicos del pueblo, a la hora de la comida llegue a casa y me encontré que estábamos solos la madre de mi amigo y yo, la hermana de el se había ido a comer a casa de una de sus amigas. Por lo que comimos solos, aquella situación me inquietaba un poco, por no decir que me excitaba, ya que la madre de mi amigo a sus 42 años estaba como un tren, por lo que estuve inquieto durante toda la comida, sobre todo por aquel vestido que llevaba para estar por casa, y al cual le faltaban los botones de arriba, era muy abierto por debajo, por lo que cuando se sentaba se le abría mucho, dejando ver aquellas esbeltas piernas llegando casi a entreverse las bragas y aquellos generosos pechos se descubrían en cada movimiento que ella hacia cuando se inclinaba para llevarse a la boca la cuchara con la sopa que había preparado de comida.
Después de aquella, caliente comida y después de sudar la gota gorda, no por lo caliente que estaba la comida sino por lo caliente que estaba, decidí darme una ducha para enfriarme un poco. Me metí en el cuarto de baño y me desnude, cogí agua y me metí en la bañera, de pronto entro la madre de mi amigo que traía las toallas que acaba de lavar por la mañana y que ya estaban secas, de pronto me empezaron a subir los colores y el nabo a ponerse cachondo y firme de nuevo, ella se dio cuenta y se acerco a bañera, como me acaba de meter el agua estaba cristalina y ella podía ver perfectamente la erección que tenia.
– ¡Mira que vais con prisa se os olvida todo!, A demás de las toallas te has dejado el jabón.
Me dijo ella, y cogiendo la pastilla de jabón, me dijo que mediera la vuelta:
– ¡Si eres como mi hijo de vago no te lavas ni la espalda!.
Como estaba muy avergonzado me di la vuelta dándola la espalda y ella me empezó a frotar la espalda con la pastilla de jabón en la mano, empezó por los hombros para después ir bajando haciendo círculos hacia la parte baja de la espalda, de pronto la pastilla de jabón se cayo al agua.
– ¡Vaya se a caído la pastilla! – exclamo
Yo hice por cogerla, pero enseguida dijo ella que la buscaba, así que metió la mano en el agua en busca de la pastilla caída, mientras buscaba la pastilla mi nabo esta mas tieso que un palo, y mira por donde lo encontró primero, me lo rozo con la mano y luego me lo agarro:
– ¡Que es esto! – volvió a exclamar mientras me la meneaba.
Me estaba haciendo una paja y empezaba a perder el sentido, mientras ella no paraba de subir y bajar la mano, incline la cabeza hacia atrás para dejarla reposar sobre el borde de la bañera, ella comenzó a incrementar cada vez mas el ritmo, nuestras miradas se cruzaron por un instante, aquella mirada me excito aun más, puesto era una mirada de enorme deseo. Cuando estaba apunto de eyacular me dijo que me levantara y me diera la vuelta que ya sabia ella de donde sacar jabón liquido, hice lo que me dijo y al darme la vuelta la cogió y con la punta de la lengua empezó a acariciarme el glande hasta que por fin se la metió en la boca, ahora me la estaba mamando, decidí entonces agarrarle sus hermosos pechos y menearlos, dando un tirón, le quite el vestido, quedándose en bragas y sujetador, mientras ella seguía mamandomela, la cogí la cabeza y acompañaba el movimiento de su cabeza con el de mi cadera, me la estaba follando por la boca cuando iba a eyacular se la saco de la boca y como si de un bote de gel se tratase cogió la polla y mientras salía el semen se paso la polla entre los pechos y luego por la cara, para luego metersela de nuevo en la boca para saborear mi semen.
Cuando termino la dije que se levantara que ahora me tocaba a mi llevar la iniciativa, y así lo hizo, agarrandola por el culo la traje hacia a mí, y comencé a pasar mi lengua por sus pechos. Se metió en la bañera e hice que se diera la vuelta, de forma que me diera la espalda y la indique que se agarrara a la barra que había en la bañera para agarrarse, le separe las piernas, empecé a acariciar el culo y poco a poco fui acercando la mano a su coño deslizando uno de mis dedos dentro de su vagina. Comencé a frotar frenéticamente y seguí haciéndolo cuando le introduje el segundo, ella dejo escapar un grito, y acto seguido me grito que la follara, quiero que me metas tu polla, haciendo caso omiso comencé a pellizcarle los pezones y agarrarle las tetas, ella seguía pidiendo que la follara, o que por lo menos la dejara que se masturbara, pero la hice esperar me acerque a ella polla en ristre y empecé a pasárselo primero por el culo y luego por la raja hasta que mi glande acaricio los labios de su vagina, que por aquel entonces estaban muy húmedos. Ella dejo escapar un grito de placer al sentir mi glande, pidiéndome por enésima vez que la follara, por lo que poco a poco fui introduciendo mi instrumento en aquella confortable concha, notaba cada centímetro que introducía en ella, su vagina se ajustaba como un guante a mi miembro, era una gozada. Pronto comencé a aumentar el ritmo de mis embestidas, mis testículos golpeaban en su trasero, lo que producían aun más placer, ella no paraba de jadear, mientras se la metía sujetaba sus hermosas tetas y la apretaba, al tiempo que pellizcaba sus duros pezones.
– Sigue… sigue… cabrón fóllame soy toda tuya, quiero sentirla toda – gritaba ella.
Podía notar las contracciones de su vagina, le dije que me iba a correr y me dijo que me esperara que seguía teniendo sed, así que se la saque y se dio la vuelta, agarro la polla y se la metió mientras decía:
– Dispara ya cariño deja salir tu sabrosa leche…
Sin mas dispare mi carga al tiempo que ella se relamía saboreándola. Después de esta sesión nos duchamos y nos vestimos pues ella tenia que salir de compras.
Tendencia ahora