El diario de Marta la cachonda y zorra ardiente
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El otro día me había quedado contando lo que pasó el fin de semana en la casa rural de Alcalá de la Selva, cuando las tres chicas nos habíamos cambiado de ropa delante de la chimenea y a la vista de los chicos. La situación era que Alberto se había quedado en pelota picada, con la minga colgando. Debido al alcohol ya hacíamos más tonterias de las que tocaban. Mi primo se fue directo hacia Rosa, que ya llevaba puesto el pijama y comenzó a picarle para que se volviera a quitarse el pijama. Ella le dijo que con una condición.
La condición era complicada de cumplir, Rosa pretendía que Giuseppe y Carlitos siguieran los pasos del resto y se desnudaran delante de todos. Alberto empezó a decirle que eso no dependía de él, mientras les decía a ellos que lo hicieran, que no se arrepentirían. Los dos se negaron. Él insistía pero tanto Giuseppe como Carlitos se quedaron en su sitio con la ropa que llevaban. Carlitos pensaría que menos mal que Giuseppe no se animó, porque le hubiera tocado pasar el mal trago de ser el único que no se desnudara. No sabía que le esperaba un numerito de los buenos, iba a disfrutar de lo lindo.
Rosa seguramente estaba deseando quitarse el pijama para ver que es lo que hacía Alberto con ella, pero siguió en sus trece. Es más, se levanto y se dirigió a Carlitos, se sentó encima de él y le dijo a Alberto que fuera en su rescate. A todo esto, él seguía desnudo. Carla no paraba de reírse, había bebido muchísimo, y hasta ese momento no había dicho nada, cuando abrió la boca Alberto sonrió, y mucho.
Le dijo, “Ven, que si ella no se quita el pijama lo haré yo”. Le faltó tiempo para ir delante de ella. Se puso de pie y le dijo a Giuseppe que le pusiera música de striptease y que le ayudara. Él obedeció y a medida que Carla bailaba de forma muy sexy, él le iba desabrochando botones del pijama, los demás alucinados. Cuando acabó de desabrocharle el último botón, le fue abriendo el pijama desde el ombligo hacia arriba. Cuando llegó a las tetas fue separando muy poco a poco las dos partes de la camisa del pijama, de forma que se le fueran viendo los pezones.
Antes de taparla del todo le puso las manos en las tetas por dentro del pijama y empezó a sobarselas a saco, ella se movía y ponía cara de estar excitada. Giuseppe si que estaba poniéndose cachondo porque se tuvo que sentar, el paquete se le hacía cada vez más grande. Al final, de golpe le quitó la camisa del pijama a Carla, dejándole las tetas al aire con los pezones bien duritos. Alberto, que la tenía al lado se le quedó mirando como con cara de pegarle una chupadita a esas tetas tan duritas y enteras.
Estaba muy cachondo y en pelotas todavía!! Rosa se animó de nuevo y se desnudó por completo, se fue directa a mi primo y empezó a cogerle los huevos y a tocarle a lo bestia diciéndole que si estaba caliente. Los demás estábamos esperando la siguiente burrada, pero a él se le puso dura con algo de roce y con lo que acababa de ver. Rosa se la cogió con la mano y… bueno lo demás os lo podéis imaginar porque tal como empezaban los dos a liarse y a masturbarse nos levantamos y nos fuimos a nuestras habitaciones casi sin decir nada.
La verdad es que viendo lo que vimos no me extraña que no les cueste nada montárselo a la mínima en cualquier sitio. Había sido muy fuerte. Con la tontería, Carlitos y yo estábamos bastante excitados y con muchas ganas de llegar a la cama para poder hacer lo que nos pedía el cuerpo. Empezamos con el 69 y acabó acariciándome el ojete, como con la intención de hacer algo por ahí. Al ver que no paraba, le pregunté si le quería hacer algo por ahí. Él me contestó con otra pregunta: “¿Te apetece?” yo le dije que nunca lo había probado y que prefería dejarlo por el momento. Dicho esto me dio placer hasta caer dormidos.
Después de todo lo que pasó esa noche, disfrutamos de la nieve, que es para lo que habíamos ido a pasar el fin de semana. Ya en Valencia, esta semana, que ha sido especialmente lluviosa para estar por la calle, he estado con Carlitos en el piso de su tía, como si fuera nuestro. Solo de pensar si algún día alguien entra y nos pilla, me entran todos los nervios a la vez.
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