El dia que mi primo y yo cogimos en la cocina
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Hace dos días llegó mi primo de Monterrey. La verdad tenía muchísimas ganas de verlo ya que solo nos visita cada navidad. Aunque ya nos habíamos visto desde el día que llegó, los dos fuimos algo indiferentes uno con el otro, hasta el día de en que se dió nuestro momento.
El miercoles 23 de diciembre por la mañana, me tomé el tiempo para saludar a mis tios y a mi primo a la casa de mi abuelita. Al llegar, bajé de la camioneta y entré. La mayoría de la familia tiene llaves de la casa de mi abuelita, ya que al vivir sola, uno nunca sabe cuando puede tener una necesidad. 😍
Todo estaba en silencio. Seguro aún estaban dormidos. Un largo viaje es muy cansado. Subí y me encontré a mi abue. Nos saludamos.
– Hola abuelita!!! Buenos días!!
– Hola hija ¿que milagro?
– Nada, quise venir a saludar.
– Ay mira, tus tios fueron a comprar comida y creo que Enrique aún está dormido.
– Descuida abue ¿que harás?
– Pienso bañarme pero esperame, desayunemos juntas.
– Claro, bañate tranquila, si quieres te ayudo con la cocina.
– Te lo agradecería mucho.
Bajé a la cocina, y ver todo un trasterío no hacía que luciera muy bien la cocina, así que me propuse a lavarlos.
Miré el reloj que colgaba en la pared: eran 8:30 am. Aún era muy temprano para mi, la verdad. Llevando platos y vasos lavados habían pasado 15 minutos. 😁
– ¡buenos días! Saludaba mi primo entrando a la cocina.
– ¡¡primo!! ¡¡hola!! Lo saludaba con gran alegría dandome la vuelta para abrazarlo.
– ¿como has estado? Tiempo sin verte.
– Yo muy bien, ¿y tu?. Ya te mojé un poco, perdón.
– Descuida, solo son gotas. Bien, algo cansado por el viaje.
– Me imagino.
– Valla!! Si que has cambiado.
– Pues ni tanto, ya vez que acabo de cumplir 18 añitos. Todavía me falta.
– Jaja pues si pero pareces de 21 o más grande con ese cuerpo.
– Ja! Si me lo han dicho; pero tu ya estás viejo.
– Jaja solo un poco. Con estos 23 que tengo, aún me siento joven.
– Pues no te durarán por muchos años hee! Así que no te sientas mucho! Jaja.
– Jaja ¿que haces?
– Estaba. Bueno estoy lavando los platos.
– Sigue sigue, no te molesto.
Continúe lavando, mientras él se sirvió un vaso de agua. Se acercó con el vaso tapándole la cara y se recargó sobre la barra del fregadero, junto a mi. 😜
– ¿Que vez? Preguntaba al ver que no apartaba la mirada de mí.
– Nada, solo te veo.
– ¿Tengo algo?
– Si
– ¿Que cosa?
– Una linda cara.
– Jaja menso…
Se retiró y se dirigió al mueble que estaba atrás de mí. Yo seguí lavando, hasta que de repente las manos de Enrique me sorprendieron cuando las colocó en mi cintura pegando su cuerpo detrás de mí.
– ¡¡Enrique, espantas!! ¡¡No hagas eso!! Lo regañaba.
– No seas amargada, solo fue un sustito para despertarte un poco.
– Jaja ¡¡si como no!!
Sus manos largas cubrían mi delgada cintura creándome una sensación muy rica.
– Me gusta tu cintura prima ¿como le haces para estar así?
– Je! Pues fui a ballet ¿no recuerdas?
– Oh! Cierto, lo olvidaba. Jaja si te dejó algo bueno.
– Jaja ¿que me dejó?
– Pues… este lindo cuerpecito.
– Jaja ¿cuerpecito?
– Jaja si. Lo tienes bien.
– Pues si, mantengo la forma jaja
Sus manos pasaron de mi cintura a mi estomago acariciando mi ombligo. Su cara vagaba por mi cabello. En cierto punto me estaba gustando pero le pensaba. Somos primos y no esta bien que sucediera algo. 😃
– Prima…¿te digo algo y no te enojas?
– Pues… depende de que sea, claro.
– Me gusta abrazarte.
– Jaja ¿es eso?
– Si jeje
– A mi también me gusta.
– Jaja ¿y que más te gusta?
– Pues solo haces eso.
– Jaja puedo hacer otras cosas.
Sus palabras me llenaban de dudas y a la vez de interés. ¿que otras cosas puede hacer? Me preguntaba a mi misma.
– ¿enserio? ¿que cosas?, le preguntaba con una risa coqueta.
– ¿de verdad quieres saber?
– Jaja pues…a ver… Le contestaba con tuno suave y nervioso.
Al estar juntos, él atrás de mí, y sus manos rodeando mi cintura, su mano derecha fue bajando lentamente sobre mi pans azul marino resbalándose hasta cubrir mi entrepierna. ¡¡Dios!! Sus dedos y su palma estaban en mi vagina. 😍
– ¡¡Enrique!! ¿que haces? Le preguntaba un poco nerviosa.
– ¿que pasa? ¿no te gusta?
– Jaja no se…nos pueden ver.
– Relájate, me decía presionándome con uno de sus dedos en la entrepierna de mi pantalón, haciendo que mi calzón se metiera en mi vagina.
– ¡¡Dios!! Espera!! Le dije, quitando su mano de mi zona.
– Vamos!! déjame tocarte.
– Jaja ay!! Es que no se!! Estoy nerviosa!! Además somos primos
– Bueno pero no vamos a hacer cosas malas
– No digo que seas malas, sino que está mal que tu y yo hagamos esto
– ¡vamos primita! No seas así.
– Además, puede venir alguien. Mis tíos o abuelita.
– No, ellos tardarán, y nuestra abue está bañándose.
La verdad tener su mano en mi vagina me había excitado muchísimo
Juraría que se me habían parado los pezones. Sentía duritas mis puntas. Me sequé las manos con un trapo y me quedé quieta.
– Aaahhh!! Gemí, juntando al mismo tiempo mis piernas presionando su mano con mis muslos. 😍
– ¿Te gusta? Me pregunta en voz baja al oído.
– …ajá…
– ¿aún así quisieras que esto termine?
– No se que decirte
– Solo dime un “si” o un “no”
– …¡no!… Le respondí con la voz entrecortada por lo caliente que me estaba poniendo.
Sus dedos formaban unos lindos círculos en mi vagina. Se sentía tan rico. Me estaba mojando los pliegues de mis ácidos fluidos.
– Abre tus piernas, primita. Déjame acariciarme esta hermosa panochita.
– ¡Hay dios! Le decía con los ojos cerrados disfrutando su mano y abriendo mis piernas.
Mis manos apretaban el borde del fregadero, no sabía como reaccionar.
– Hueles tan rico, me alagaba Enrique.
– ¿si?
– Si, primita, tu aroma me excita. Tu piel, tu cuerpo, tu vagina, tu traserito bien paradito. ¡Estás bien rica!
– ¿ajá?
– ¿es enserio? ¡Dios!, la tienes bien dura y larga, Enrique.
– Quisiera meterte toda esta cosota en tu rico culo y en tu sabrosa vagina, primita.
– Jaja me dolerá, no inventes.
– Pero te va a terminar gustando, hermosa
– Jaja no lo se…
– Aaahhh! Tu mano me excita bien rico, primo
– ¿te gusta verdad?
– Si, me gusta mucho ¡Aaahhh!
Su mano era toda una locura. Enrique no se quería quedar así nada más. Retiró su mano, resbalándola sobre mi ombligo, mi cintura hasta llevarla a su nariz. 😜
– Que rico huele, primita.
– ¿te gusta mi aroma?
– Me encanta. Quisiera probarla.
– ¿probarla?. Pero no ahora.
– Claro que si, preciosa.
Acariciaba mis hombros, acariciando mis brazos, mi cintura. Se agachó detrás de mí diciéndome: Mira que hermoso culo tienes. Bien paradito.
Acercó su rostro a mi culo y lo empezó a oler como perro. ¡¡Dios!! Sentía que su nariz entrada en mi culo. Metía toda su cara en mi trasero hasta levantarme.
– ¡¡Enrique!! Lo llamaba, más no me hacía caso. Estaba bien metido debajo de mí.
Sentía rico, en verdad. Me olía todo mi culo apestoso
Se retiró poco a poco y subió sus manos a mi cintura sin pararse. No tenía ni puta idea de lo que quería hacer, hasta que tomó el resorte de mi pans y me lo empezó a bajar lentamente.
No quería que esto terminara así que lo dejé continuar. Bajó todo mi pans hasta mis tobillos dejándole ver mis nalgas bien paradas protegidas de mi calzoncito blanco.
– Prima estás mas rica de lo que pensaba 😃
– ¿ahora que me vas a hacer? Le preguntaba misteriosamente.
Sin contestarme, agarró mi calzón y me lo bajó descubriéndome por completo mi culito.
– ¡¡Dios mío!! ¡¡Que rico culo!!
Estaba casi desnuda. No lo podía creer. No me imaginaba hacer lo que estaba haciendo ni lo que aún quedaba.
– Que rico huele tu culo prima.
– ¿te gusta?
– Si, hermosa.
Vi como se fue acercando al centro de mi culo y sentí de repente su suave y húmeda lengua en mi ano. ¡Woow!
– ¡Enrique!, mencioné su nombre.
No contestó. Solo sentía y disfrutaba de como me chupaba el culo. ¡Dios! Era tan sucio pero tan rico y excitante lo que me estaba haciendo, que no lo quise interrumpir. Lengüeteaba tan bien mi ano, que yo misma me lo imaginaba de no poder verlo bien. Su linda lengua mojaba todo mi ano.
Bajé mis manos y las planté sobre mi culo para abrirlo y dejar que se acomodara. Que sucia me estaba volviendo pero no lo podía negar. Me estaba gustando todo esto. Se levantó diciéndome al oído:
– Que rica sabes, primita. Estás bien sabrosa.
– Si. Todo lo que vez es tuyo, mi amor, le dije dándole un beso en la boca llevándome el sabor de mi culo a mi boquita.
Me volvió a abrazar por atrás como si me protegiera. Que rico sentía. Sus manos rodeaban mi delgada cintura, volviéndome más loca por él.
– Quiero probar esa panochita, primita.
– ¿quieres chupármela, hermoso?
– Muero de ganas, preciosa.
– Pero no quiero que alguien nos descubra haciendo esto.
– Nadie nos verá. Ven.
Me volteó quedando frente a él.
– Mírate, que rica te vez. La tienes rasuradita.
Se agachó y me desató los tenis. Me los quitó con rapidez al igual que el pans y mi calzoncito blanco.
– ¡¡tu si que estás loquito!! Le decía riendo a la vez.
– Ven, preciosa, me decía tomándome de la cintura subiéndome a la mesa de madera que había en el centro de la cocina. Afortunadamente había un espacio para sentarme. Puse mi culito en la madera fría. Se acercó tomando mi rostro con su grandes manos y me plantó sus labios en los míos. Besaba tan rico que seguí este juego que había empezado. Mis manos se recargaban en sus hombros. Me separé de él, diciéndole:
– Me gustas, Enrique.
– Tu me encantas
– No me lo tomes a relajo, tal vez no lo había notado a profundidad pero me gustas mucho. 😍
– Tu siempre me has gustado, sin bromear. Y no te lo he dicho por la razón de que somos primos.
– ¿enserio?
– Si, me respondió seriamente.
Le creí. Sus palabras no mentían. Y si así fuera no me molestaría tanto. Yo le dije lo que tenía que decirle y eso es lo único que importaba.
– ¿y que hay de tu novio? Me preguntó.
– Se que estoy siendo una puta infiel, pero no quiero dejar pasar algo como esto. Es nuestro momento.
– Así es, es nuestro momento, me dijo dándome un beso en el cuello.
Que rico me besaba. Sus labios invadía mi lindo y suave cuello.
– Que rico primo, que rico me besas.
– Sabes rico prima.
Se separó de mí diciendo:
– No puedo creer lo que está pasando. Tocar tu rico cuerpo, probar tu blanca y suave piel, y besar tus labios tan delgados y finos que tienes, es increíble. Que suerte tengo.
– Ambos tenemos suerte, corazón. Mientras nadie nos interrumpa esto marcha de maravilla.
Me besaba la nariz, mis mejillas, mi mentón. Sus labios besaban mis pechos con la blusa puesta, los olía.
– Que ricas huelen
– ¿te gustan?
– Me encantan.
¡¡Dios!! Deseaba que me las tocara y me las besara. Al no tener brasier, mis dos puntas se marcaban en la blusa. Mis pechos estaban duritos, solo faltaba que Enrique me quitara la blusa y me las mamara bien rico.
Abrí mis piernas y abracé su cintura con ellas pegándolo hacia mí. Sus manos acariciaban mis muslos creándome escalofríos.
– Quiero lamer tu linda rajita
– ¿si? Le preguntaba con un tono coqueto
– Si primita hermosa, se te ve bien rica, cerradita.
– ¿te gustan así, mi amor?
– La tuya me gusta, respondía excitado y bajando lentamente.
Su rostro fue bajando, encontrándose con mi ombligo. Lo lamía tan delicioso, formándome un lindo cosquilleo.
¡¡Dios!! Sus labios se estaban acercando a esa parte más intima de mi cuerpo. Flexioné y abrí un poco más las piernas para darle más vista de mi rajita.
– Que ricota te vez, prima. En verdad que haces que me excite.
– Y tu a mí con tus lindos besos. Anda chúpala, no quiero esperar más. Le decía poniendo mi mano derecha sobre su cabeza acercándolo poco a poco hacia mí.
Al ver su rostro llegar a mi vagina, plantó sus labios en ella, generándome una rica sensación envolvedora. ¡¡woow!! Sus labios recorrían sobre mis pliegues, probándolos delicadamente. Que rico. Sacó su lengua y comenzó a abrirmela con su punta.
– Que exquisita vagina tienes, preciosa.
– Tu sigue, no pares, chúpamela, le pedía.
No dudó ni un segundo, quería comérmela toda. Empezó a meter toda su lengua dentro de mi vagina probando mi ácido sabor. 😎
– ¡¡¡aaahhh!!! Que rico sentía.
Sacó su lengua y la subió a mi clítoris. Una vez estando allí, me empezó a lengüetear de lo más rico.
– ¡¡Dios!! ¡¡¡Aaahhh!!!
– Mmmmm!! Que rico!!
Abrió su boca y cubrió mi lindo clítoris con su lengua y lo empezó a lamer como loco.
– ¡¡Aaahhh!! ¡¡si papito, así!! ¡¡chúpamela!! ¡¡cómetela toda!!
– ¡¡si corazón!! ¡¡te la voy a comer toda!!
Su deliciosa lengua me estaba llevando al cielo. En serio que me chupaba asquerosamente rico, tal como lo hizo con mi culo.
– ¡¡Dios que rico!! ¡¡Aaahhh!! Gemía y exhalé lentamente.
Mi mirada se perdía al rededor de la cocina. Me sentía tan excitada que me olvidé de los platos, de mis tíos y de nuestra abuela.
Se levantó y me plantó un beso invitándome del sabor de mi vagina.
Hice un gesto de desagrado pero a la vez de gusto.
– Nunca pensé probar ese sabor de mí.
– Pues sabe rico ¿sabes? Me contestó Enrique.
– Jaja bueno…tu porqué eres hombre.
– No solo por eso. Sino que sabes rica. Al menos para mí.
– Ven, dame un beso. Le decía acercándolo de la nuca.
Que rico beso nos damos. Aún que estaba mal lo que hacíamos, nos valió.
Apartó su boca de la mía, diciéndome: Quiero cogerte.
Me mordí mis labios, contestando: Si, yo también quiero.
– Entonces, ven.
Me tomó de la cintura acerando mi culo más a la orilla de la mesa.
Bajó su pantalón con el que había dormido. Su verga estaba tan larga y gruesa ¡Dios! La tenía de buen tamaño. Estaba ansiosa por tenerla dentro de mí.
Se bajó su bóxer y salió de un brinco su tremenda vergota ¡woow! Se le veía muy rica. Tan rica que mordí mis labios saboreandome esa deliciosa verga de mi primo. Se acercó a mí y empezó a untar su pene sobre mi vagina toda bañada de su salivita. Se sentía tan bien, que hacía que creciera mi excitación cada vez más. 😜
Lo frotaba sobre mi clítoris consiguiendo que se endureciera.
– Házmelo, metelo, le pedía en voz baja al oído.
– Dímelo con ganas, bonita.
– Cógeme primo, hazme tuya como lo quieras hacer. Saborea mi cuerpo con tu deliciosa verga.
– Que lindas palabras dices, primita. Haces que se me pare con más ganas.
– Que rico
– Ven, dame tu rica vagina y tu rico culo.
– Claro que si, hermoso. Le decía abriendo más las piernas y flexionándolas al mismo tiempo.
Sus grandes manos las puso en mi cintura acercándome más a él.
Mis ojos no dejaban de ver como bailaba su verga frente a mí.
– Agárrala, corazón. Métetela hasta el fondo.
Escuchar que me dejaba que se la agarrara me excitaba muy rico.
Puse mi mano derecha sobre su hombro para sostenerme y con la mano izquierda tomé su larga y dura vergota.
– ¡Dios! La tienes dura y caliente, primito.
– Si, así me la has puesto. Vamos, introdúcela en tu vagina. Quiero cogerte bien sabroso.
La resbalaba de nuevo sobre mis pliegues húmedos y la coloqué en el orificio de mi panocha.
– Acércate para que entre, le decía a Enrique.
La lubricación de mi vagina facilitaba la entrada de su miembro.
– Estás bien mojadita, hermosa.
– Jaja tu me la bañaste de tu saliva bien rico, primito.
Quito una mano de mi cintura y agarró su pene logrando que entrara su punta.
– Aaahhh!! ¡¡Woow!! Ya entró!! Le decía
– Se siente bien. Voy a metértela más.
Fue acercándose de modo que fue introduciéndola más 😃
– Aaahhh!! Espera, espera!! Me lastimas!! Le decía deteniéndolo colocando mi mano en su estomago.
– ¡¡no puede ser!! ¿aún eres virgen? Me preguntó sorprendido.
– Ummm si!! Le respondí un poco apenada y mordiéndome el labio inferior.
– ¿y porqué no me dijiste?
– Pues… No lo sé… Tenía miedo… Sentía que te burlarías de mí.
– Como crees. Creí que ya lo habías hecho con él
– Pues ya vez que no jeje, me tapaba el rostro con mi cabello de tan apenada que estaba
– Ni modo, si él no te cogió yo si lo haré. Ahora eres toda mía.
– Si, me gusta que me hables así.
Al no haber sacado su miembro de mi vagina lo fue metiendo más lentamente, asegurando que no lastimarme.
– Aaahhh!! Me duele un poco!!
– Descuida!! Ahorita se te quita!!
Lo metió hasta que sus huevos tocaran mis muslos.
– ¡¡auuu!! Está…ya adentro por completo!! sácalo!! sácalo porfavor!!
Lo fue retirando poco a poco hasta sacarlo todo.
Dios, sentí un alivio, pero aún así quería que me cogiera mi primo. Quería que él fuera el primero y se lo dije.
– Oye, perdóname. Le dije.
– No tienes porque disculparte, me dijiste tus razones y las comprendo.
– Si pero…se que…llegara el momento en que lo tendré que hacer. Y…quiero que tu seas el primero.
– ¿yo?
– Si, ya hiciste demasiado, y me gustas mucho, y quiero que me lo hagas. Si mi novio no lo ha hecho de tanto que hemos andado, pues halla él. ¿pero…tu…que…opinas?
– Que se chingue el pendejo. Tu lo haz dicho, sino aprovechó, ni modo. Ahora eres mía. Ven.
Se acercó a mi dándome un lindo beso.
– Vamos!! Continuemos!! Le dije.
Tomó su verga y la metió sin complicaciones.
– Aaahhh!!! Sentí un dolor tan seco que me hizo sacar pequeñas lágrimas.
– Abrázame, ven.
Lo abracé y empezó a mecerse de modo que entraba y salía su verga.
– Aauuu!!! El dolor ya no era tan fuerte pero no se esfumaba.
Estuvimos un rato así, hasta que de la nada empecé a sentir rico.
– Así!! Sigue!! Le pedía.
– ¿ya no te duele?
– No, ya no tanto.
– Que bueno porque ahora si te cogeré bien rico.
– Si, hazlo, cógeme con ganas.
Su ritmo fue acelerando. Su verga se hundía hasta dentro.
– Aaahhh!! Se siente muy rico prima, siento como si me fuera a venir.
– No!! Aún no lo hagas!! Espérate!!
– ¿quieres que me venga dentro de ti, preciosa?
– Aaahhh!! No…lo…sé!! Aaahhh!!! Solo cógeme más rápido!!!
No dudo en obedecer, así que empezó a empujar con más rapidez su lindo cacho hasta llenarme de él.
– Aaahhh!!! Si!!! Así!!! ¡¡Dios!! Lo haces tan rico!!! Le decía abrazándolo con fuerza. 😁
– Siéntelo mi vida!!! Disfrútalo!!!
– Si!!! lléname de tu verga, primo!!. Soy toda tuya!! Se siente tan dura y gruesa!!
– Si!! Eres toda mía!! Me contestaba precionando mi culo contra él, logrando meterme más su dura verga.
– Aaahhh!! Uy!! Que rico!! Hazlo otra vez!! Toca mi culo y cogeme con fuerza!!
– Me encantas Daniela. No pensé cogerte así de rico.
– Ni yo..Aaahhh!! Quitame la blusa y chupame los pechos, corazón!!!
– Claro, lo que digas!!
Lo solté y puse mis manos sobre la mesa para recargarme en ella. Abracé su cintura con mis piernas sin depegarme de él. Sin dejar de penetrarme fue subiendo mi blusa lentamente, hasta descubrir mis tetas. Mis puntas se veían paradas. Al tener un cuerpo como el de una chica de 23 años, tenía los pechos de tamaño mediano.
– Estás bien sabrosa, prima. Me dijo acercando su rostro a mis senos, precionando mis pezones con su boca.
Que rica sensación. Entreabrió su boca y sacó su lengua probando mi sensible y dura punta.
– Metela a tu boca, le decía acariciando su cabeza al mismo tiempo.
– Aaahhh! Se siente muy bien meterte mi verga.
– …ajá…a mi tambien me agrada el como me coges.
– Ven, dijo resbalando sus manos sobre mi culo y consiguiendo abrazarme la cintura.
– Aaahhh!! Sii!! Entró más!!!
Al tenerme abrazada con su brazo izquiero, con su mano derecha tomó mi pecho izquierdo y resbalo su lengua sobre él.
– ¡si! Hazlo denuevo! Lamelo!
Sin soltarmelo lo empezó a lenguetear. Lo metió a su boca y lo succionó.
¡Woow! Que rico se sentía. Imaginaba que bebía de mí.
– ¡no dejes de metermelo!, le pedía.
Me encogí. Me agarró de la nuca y empezó a penetrarme con más fuerza, hundiendo su sverga hasta el fondo.
– Aaahhh!! Así!! Cogeme más rapido, por favor!!! Aaahhh!!! Que rico!!!
Solté su cintura y dejé mis piernas al aire. – Así te vez bien, me alagaba Enrique. 😎
– Sigue, cogete a tu primita!! Aaahhh!!!
– Si!! Me encanta como te meto toda mi verga parada!!
– La tienes bien rica, primito! Hundemela toda!! Te doy permiso!!
– …quiero llevarte a mi cama…
– ¿a tu cama? Pero… Nos pueden ver.
– No lo harán, confía en mí.
Se apartó liberandome y a la vez haciendome sentir un rico placer al sacar su lindo miembro de mi vagina.
– Ven, dijo, tomando mi pantalón y mi calzón. Subimos las escaleras.
– Tengo miedo, Enrique.
– Tranquila, avanza.
Cuidadosamente llegamos a la piso de arriba. Nuestra abuela aún no salía del baño.
– Oye, no ha salido ¿le habrá pasado algo?, le pregunté preocupada.
– Como crees.
Tocó su puerta para verificar si estaba bien.
– Abue, ¿ya acabaste?
– ¿quien habla? Preguntó en voz alta
– Yo, Enrique, abuelita.
– Que bueno que despiertas, ¿tu prima Dani?
– Ya se fue, tenía que ver unas cosas. Me dijo que te estabas bañando.
– Si, ahora salgo.
– Yo me bañaré. Me voy a mi recamara.
– Está bien, mijo.
Al ver que Enrique tenía bajó control la situación, me tranquilizó un poco.
– Vamos, dijo tomandome de la mano.
Entramos a la recamara donde había dormido, y cerró con seguro. Aventó mi ropa y giró su cuerpo hacia mí, quedando frente a mí.
– Ven, quitate la blusa.
Se acercó colocando sus manos sobre mi cintura y me plantó un beso. Me fue enpujando lentamente hacia atrás hasta tocar la pared con mi culito. Estaba sin salida. La pared detrás de mí y su cuerpo enfrente. Tomó. Mi blusa y me la subió, cubriendome la cara y levantando mis brazos arriba de mi cabeza. 😜
– Quédate así.
Al quitarme por completo la blusa, la dejó caer en mis pies. Estaba toda desnuda para él. Miró mis labios, mis ojos. En ese momento puso su mano derecha sobre mi seno izquiero y con sus dedos, pulgar e índice, pellisco mi punta y jalandola al mismo tiempo.
– Aaahhh!!! No tan fuerte!!
– Quédate quieta, me dijo mientras su mirada recorría todo mi cuerpo, mi cuello, mis pechos, mi ombligo, mi vagina.
Sus dedos apretando mi pezón me generaban un dolor muy excitante. Jaló mi punta y la soltó. Solo ver como jugaba con mis tetas me excitaba cada vez más. Resbaló su mano por mis costillas, mi ombligo hasta rosar sus dedos sobre mis pliegues humedos. Uno de sus dedos comenzó a acariciarme mis sensibles pliegues hasta encontrar mi duro clítoris.
– Que rico, tocame, le pedía.
– Estás muy mojada, Daniela.
– Ajá…si…lo estoy.
Dejó de tocarme llevando sus dedos a su boca.
– Sabes muy rica. Ácida.
– Cargame y continua cogiendome, o sino me voy.
Al estar pegada a la pared y con las manos arriba de la cabeza, dejé que el tomara la decisión.
– Quiero cogerte por el culo, bonita, me decía en voz baja.
– ¿que esperas? Anda… culeame con ganas.
– Date la vuelta.
Bajó mis brazos y me giró, dandole la espalda.
– Que linda estás. Me gustas toda. Nunca imaginé verte toda desnuda.
– Pues…ya lo consegiste ¿no?
– Valla que si, contestó formando un camino de besos sobre mi espina dorsal hasta mi nuca.
– Me encantan tus besos, le dije.
– El aroma de tu cabello es suave, dulce y adictivo como el de tu bello cuerpo.
Su mano peinaba mi lacio cabello, formando una coleta con su mano.
Me jaló muy despacio de modo que mi cabeza fuera hacia atrás mostrando la piel blanca de mi cuello. Soltó. Mi cabello y levantó mis brazos colocando mis manos sobre la pared.
– Quedate así
Coloco mis manos sobre mis hombros y empezó a acariciarme con la yema de sus dedos. Subían y bajaban sus dedos sobre mis delgados y fragiles brazos.
Sus manos resbalaban sobre mis axilas, pasando sobre mis senos, mis costillas, hasta llegar a mi rajita mojada, cubriendola con toda su mana.
– Que rico siento.
– ¿te gusta? Me preguntaba en voz baja.
– Si.
Quitó su mano y en menos de un segundo me dió un leve golpe en mi nalga izquierda. Plantó sus manos sobre mi culo, poniendo una mano en cada nalga.
– Que sabrosa te vez, primita. No puedo creer que este culito sea mío. 😃
Al tener sus manos sobre mí trasero, empezo a masajearlo en forma de circulos. Levantaba mi culo y lo dejaba caer, haciendo que bailaran mis gluteos. No tenía un gran culo pero si lo tenía paradito. Y eso es lo que le encantaba tanto a él como a mí.
Me gustaba como me masajeaba. En ese instante separó mis nalgas dejando verle mi ano. Se agachó. Besó mis nalgas y me dió pequeños golpes.
– Que rico, primo, sigue.
Separó mis nalgas y en menos de un parpadeo sentí su húmeda lengua en la entrada de mi culo.
– Aaahhh! Enrique!
– ¿que pasa?
– Tu lengua…
– Sabes tan bien, mi amor.
¡Dios! Sentía un cosquilleo muy rico en mi trasero. Enrique lamía denuevo mi culo.
Lo hacía tan rico, que dejaría que lo hiciera más seguido.
– Sigue, primito, si!!! Comele el culo a tu primita.
– Mmmm que rico.
Despegué las manos de la pared y las puse sobre mi culito para separar mis nalgas.
– Andale, así preciosa, dejame ver tu rico culo.
Sentir su lengua lamiendome el traserito era algo muy placentero, pervertido pero muy excitante.
Plantó sus manos sobre las mías y levantó mi colita terminando por darme un sabroso y profundo beso en el ano.
– Aaahhh!! Que rico!!
– ¿te gusta que haga esto?
– Si, me excita, hazlo denuevo.
Al terminar mi frace, noté como su cara se metía entré mi trasero comenzando a lenguetear toda mi zona.
– ¡Dios! Que rico se siente.
Puse una de mis manos sobre su cabeza
– Vamos primito, chupame el culo, comemelo. Se levantó y me dio un sabroso azote.
– Aaahhh!! ¿Te gusta golpearme verdad, estupido?
– Si, me encanta azotarte, maldita? Me contestaba jalandome el cabello hacia atrás.
– Ja! ¿como me dijiste?
– Callate, que te escuchará.
– No me digas así ¿quieres?
– Y si no, ¿que harás?, me retaba.
– No te dejaré que continues.
– Ja! ¿Encerio?
– Si, encerio.
– Me gustaría darte con un cinturón, sabes.
– Estás, pero bien pendejo.
Al terminar de insultarlo, sentí una tremenda nalgada.
– ¡¡¡aaaauuuu!! Oye no!!! Si duele!!!
– No te quejes, que bien que te gusta, primita.
Acarició mi nalga y cubrió mi ano con su dedo de en medio, y sin previo aviso, lo precionó haciendo que entrara su punta.
– ¡¡¡Aaahhh!!! Me lastimas!!
– Pues aguantate, me decía al oido y empujando más su largo dedo.
– Aaahhh!!! ¡¡Dios!! Espera!!
– Relajate, o lo meto con más fuerza
– No, por favor.
Lo fue retirando, hasta sacarlo.
– Mirate, tu culo está más abierto, listo para meterte toda mi verga bien gruesa.
– Aún no.
– Claro que si, ven.
Me jaló hacia la cama diciendo:
– Subete a la cama, e incate en la orilla de la cama de modo que tus pies queden colgando en el borde.
Me subí tal como me lo ordenó. Me inqué y dejé mis pies en la orilla de la cama. 😁
– Bien, ahora siéntate sobre tus talones, no te caeras, yo te sostengo.
– ¿que harás?
– Para el culo, quiero vertelo. Abrete más, separa más las piernas.
– ¿así?
– Si, así. ¡woow! Estás extremadamente buenisima. Cualquiera llegaría y te metería la toda la verga.
Se paró detrás de mí. Volteé aún lado para verlo. Escupió su dedo indice.
Bajó su mano a mi culo y colocó su dedo en mi ano semiabierto. Lo fue introduciendo lentamente.
– Aaahhh, si. Así!! Le decía.
Se sentía rico, humedo de saliva, suave, largo.
– ¿te gusta?
– Si, me gusta. Metelo todo.
Y así lo hizo. Metió todo su largo dedo hasta adentro de mi ano.
Empezó a moverlo en circulos.
– Jaja se siente raro, pero rico.
Apreté mi rabo con su lindo dedo dentro de mí.
– Ahora te meteré mi miembro.
– ¿ya?
Fue sacando lentamente su indice, resbalandolo hasta sacarlo por completo.
– Aaahhh!!
Me dió un beso en la mejilla y flexionó sus piernas quedando a mi altura.
Al estar incada sobre la cama y con el culo abierto, solo esperé su proximo movimiento. Pegó su pecho a mi espalda y sentí como la punta de su verga tocaba mi humedo ano.
– Quiero tocartela.
– Claro, dame tu mano.
Estiré mi mano derecha, y la puso sobre su larga y dura verga.
– ¡¡Dios!! La tienes bien dura y larga.
– ¿te gusta?
– Metemela, anda, quiero tenerla adentro.
– ¿segura?
– Si, segura.
– ¿y si te duele?
– No me importa, aún que me arda. Rompeme el culo. Por eso estamos aquí.
Aprovecha que me tienes aqui desnuda solo para tí, primito.
– Si, hermosa.
– Anda, obedece a tu primita.
– Está bien.
Colocó su punta en mi rabo, y empezó a empujarme su cacho de carne en mi hoyo.
– Vamos, corazón.
¡Dios! Su punta estaba entrando en mi ano. Lo sentía.
– Así, sigue, metela con fuerza. Aún que me queje, tu metela.
– Aquí voy.
En menos de un segundo, tomó un respiro y me empujó toda su verga hasta adentro.
– ¡¡Aaahhh!!! ¡¡Dios!!!
– Eso, hermosa. Estás apretadita y mojada del culo.
– Ajá…estoy algo apretadita. Anda cogeme, sacamela y vuelvemela a meter. Abreme el ano con tu miembro.
– ¿quieres eso?
– Si, vamos.
Fue retirando su miembro, liberandome poco a poco.
Lo sacó por completo y lo metió sin complecaciones.
– ¡¡sii!! Que rico!! Le decía.
– ¿ya te gusta?
– Si, se siente rico.
Hizo el mismo proceso 3 veces.
Al sacarmela, me tomó del brazo y me empujó hacia las almohadas.
– Acomodate, y abrete que te voy a coger bien rico.
– Jaja ¿que tan rico?
– Ya verás.
Me acosté boca arriba sobre la cama quedando totalmente abierta. Se acercó y se recostó sobre mí.
– Que sabrosa estás.
Tomo su miembro y lo resbaló sobre mis pliegues.
– Vamos, corazón, metemela.
– Espera.
Frotaba su punta en mi vagina. La metía entre mis pliegues mojados. Que rico.
– Vamos primito, ya metemela. No aguanto. Cogeme, porfavor.
– ¿Estás lista?
– Listisima, primito.
Retiró su punta de mi vagina y de un empujón metió toda su verga.
– ¡¡Aaahhh!!! Ssiiii!!! Que rico!!!
– Si primita!! Se siente bien cogerte!!
– Ajá…si!!! Muy bien!!
– Sientela, siente como te la meto
– Aaahhh!! Si!! Metemela toda, primito!! Cogete a tu primita!! Vamos!!
– Aaahhh!!
– Hazmelo más rapido!! Muestrame que me tienes ganas!!
Sus movimientos fueron aumentando. Se pegó más a mí. Abrí por completo mis piernas y las flexioné lo más que pude para dejar que me penetrara con más facilidad.
– Así hermosa, abrete bien, deja que te entre toda mi larga verga.
– Si, papito!! Undela!! Está bien dura y grande!!
Abracé su cadera con mis piernas y rodeè su cuello con mis brazos.
– Besame, Enrique. Comete mis labios.
Se inclinó a mí plantandome un rico y suave beso.
– Quiero que cogamos más seguido, me decía.
– ¿si mi amor?, yo también quiero eso…¡Aaahhh!
– Ven, subete sobre mí. Retiró su miembro y se acostó.
Estando incada sobre la cama, miré su larga verga.
– Está humedo tu miembro, primo.
La agarré y me acerqué dandole una rica lamida a su tronco.
– Aaahhh! Eso!! Chupamela!! Me decía.
– ¿quieres que te de una buena mamada?
– Si, damela, es toda tuya, prima.
Abrí mi linda boca y me la metí chupando su rica y suave punta. La retiré lentamente resbalandola sobre mis labios diciendole:
– Está bien sabrosa, primito. Saqué mi lengüita y empecé a jugar con la punta de su verga dándole unas ricas lengueteadas.
– Aaahhh!!! Eso mi amor!!! Me decía acariciando mi cabeza y a la vez empujandola para meterme su verga.
– Cogeme por la boca, primo. Meteme toda tu verga hasta la garganta.
Metía y sacaba su sabroso miembro. Estaba todo bañado de mi saliva. Lo tomé por completo y se la empecé a jalar. La tenía caliente, dura, bien parada que la tenía.
– Sientate, mejor, le dije.
Se arrastró sobre la cama hasta llegar al borde. Al estar sentado no deje pasar ni un segundo.
Quedando incada, me incliné hacia el y metí toda su verga en mi linda boca.
– Eso, así. Chupala con ganas. Has que me venga.
La tenía tan dura, que con solo tocarsela hacía que creciera más mi excitación.
Su mano empujaba mi cabeza hacia su él consigiendo que su tremenda verga me entrara por completo. De verdad me estaba cogiendo por la boca. Bajé mi mano a mi panicha y comencé a frotarme el clítoris. Quería que fuera excitante y perverso todo lo que estabamos haciendo. Mientras con una mano me masturbaba, con la otra acariciaba mi lindo ano metiendome al mismo tiempo uno de mis dedos. Se sentía extraño pero rico. Sentir que su verga tocara mi campana, era una sensación muy indescriptible. ¡Dios! No pensé que haría esto y mucho menos con mi primo. Puso sus dos manos sobre mi cabeza y abrió más sus piernas haciendo que su miembro creciera más.
– ¡¡Aaahhh!! Que rico me la mamas primita!!
Saqué mi lengua para sentir más su verga hasta dentro. Y así fue.
Me la saqué muy rapido ya que no podía respirar bien.
– ¡¡Dios!! Espera, me ahogo!!
– No pares, me dijo, metiendomela otra vez dejandome solo dar un gran respiro.
Empezó a penetrarme la boca con fuerza y con ganas. Me la metía y me la sacaba con desesperación. Tome su verga, diciendole:
– Quiero que te vengas en mi boca, primo.
– ¿si?
– Si, corazón. Me gustaría tragarme tu semen, le contestaba masturbandolo al mismo tiempo con rapidez.
– Jalamela y chupala, primita.
– Asi primito, le decía jalandosela y lengueteandole la punta de su rico pene.
– Si, así.
Quería que me expulsara todo su liquido. Así que se la jalé con más ganas.
– Aaahhh!! Sii!! Más rapido!!!
– Si!! Vamos primito!!! Imagina que me coges!!! Que me la metes por el culo hasta dentro. En mi linda vagina. Vamos!! – Si!! Me vengo!!! Ya!!! Aaahhh!!! Me decía mientras coloqué su punta sobre mi lengua, lista para recibir su rico semen.
– Aaahhh!!! Gemia de placer.
¡Dios! Me llenaba la boca de su calientito liquido blanco. Se sentía espeso.
No dudé en ningún momento en tragarmelo, símplemente dejé que se fuera resbalando sobre mi garganta. Lamí su punta sin dejar rastro alguno de su ácida lechita.
– Me encantas, me decía.
Trague saliva convinada de semen y dije:
– Tu no solo me encantas, si no tambien, me excitas, me vuelves loca con solo tocar mi cuerpo.
– ¿te veré en la reunión de noche buena? Me preguntaba.
– Si, toda la família irá.
– ¿invitarás a…ya sabes quién?
– Si. Ya le había dicho, le conteste seria
– Está bien.
– Pero solo irá un rato, no te enojes por favor.
– No tienes que darme explicaciones, son decisiones tuyas, no mías, me dijo serio y un poco molesto, al menos eso reflejaba.
Se paró y se dirigió a su baño.
También que estabamos. Agarré mi calzón, al igual que mi pantalón y mi blusa y me vestí. No sabía que pasaba en mí. No me había sentido tan mal, triste. No había sido por mi novio. Eso era casi seguro, pero si algo pudo ser, fue por el comportamiento de Enrique.
Estaba enojada a la vez. No tengo porqué dejar que Enrique me haga sentir culpable por invitar a mi novio. Se dirigió a su mueble para revisar su ropa. Me acerque a él seria y decidida, diciendole:
– No tengo porqué aguantar tus pendejadas. Si quieres poner tu jeta enfrente de él, pues hazlo. Pero a mi no me amargues mi día. ¡idiota!. Me dirigí a la puerta y salí sin esperar una respuesta.
Al salir vi a mi abue
– ¡Danielita! Me dijo Enrique que te habías ido.
– …ah…si…pero…vine a recordarle sobre la cena de mañana.
– Oh cierto. ¿que tienes? ¿te pasa algo?, te veo triste.
– No, como crees abue. Bueno…esque tuve unos problemas de la escuela.
– Pero si estás de vacasiones
– Ajá si pero…es por un trabajo que tengo que entregar regresando, contesté.
– Ay hija, pues ojala y no sea complicado.
– Descuida abue. Bueno te dejo, veré unas cosas, le dije caminando hacia las escaleras para bajar.
– Pensé que te quedarías a desayunar.
– Abuelita, perdón. Te prometo que mañana si dios quiere vengo a acompañarte.
– Esta bien, vete con cuidado.
Bajé corriendo. Al parecer mis tios no habian llegado. Salí dirigiendome a la camioneta. Entré y me quedé quieta mirando el volante. Me quede suspendida por un minuto.
– Soy una pendeja, me decía a mi misma golpeando el volante al mismo tiempo.
No sabía si desahogarme o hacerme la fuerte y aparentar que estaría bien.
Miraba al frente y de la nada, una lágrima resbalaba por mi mejilla. Me limpie, sacudi la cabeza ignorando lo sucedido y encendí el motor.
Conduci una cuadra y en ese momento sobo mi celular.
– Mensaje: “Enrique”
La curiosidad me comía viva, pero decidí ignorar ese mensaje.
No pude mas con mi conciencia; pero era inevitable sentirme tan puta por lo que hicimos con mi primo. Lo que paso aquella mañana fue la primera y ultima vez. Mi primo fue el primero en follarme por el coño y por el culo, eso nada cambiara.
By: Prima puta
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