El amigo de mi hijo (continuación)

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Al terminar mis aventuras con Ricardo, o Ricky, como todos le decíamos, pretendí cerrar una parte de mi vida, honestamente había tenido suerte en que mi esposo Arturo nunca se enterara de mis infidelidades, y no solo eso, tampoco Joaquin se había dado cuenta, así que caso tenía seguir? solo quise contarlo por aquí y por allá, la historia de una mujer sexagenaria acosando a un tierno veinteañero había tocado fondo. 

Pero pasarían dos cosas que no pude prever… 

La primera que había probado el veneno de la juventud, y me sentí nuevamente en carrera, deseada, como decirlo, había renacido en mí el sexo que mi esposo ya no me daba, y con casi sesenta años veía la vida de otra manera, a los veinte, treinta y hasta cuarenta tenía toda un futuro por delante, pero ahora, ahora no era lo mismo, ahora podía ver que la línea del final ya no estaba tan lejos, y ciertamente, era la hora de vivir cada fantasía oculta, todavía el cuerpo me lo permitía, todavía un hombre volteaba al verme pasar, todavía corría sangre caliente por mis venas, todavía… 

La segunda, jamás imaginé que mi historia tuviera tanto éxito y sin falsa modestia puedo decir que a diario me contactaron jóvenes atraídos por mis palabras, con la loca idea de poder cumplir una fantasía, acostarse con una mujer madura, con toda la experiencia, para quien un ‘no’ era una palabra prohibida. 

Y desde ya pido disculpas, no podía contestar a cada propuesta, tampoco era mi idea acostarme con cada joven que intentara llevarme a la cama, yo ya había escrito lo que tenía que escribir y había vivido lo que tenía que vivir. 

Así, me tomaba el tiempo de leer cada mail que recibía y más de uno me arrancaban sonrisas y me sentí halagada, pero solo los mandaba a la papelera de reciclaje. 

Alberto, o simplemente Beto, como lo llamaría a futuro, fue uno de los tantos que me escribió, su mail no decía mucho, lo clásico, que lo había excitado mi historia, que quería cogerme y un souvenir, una foto de una enorme verga, me causó gracia y como todos, fue a la papelera. 

Pero por algún motivo, me quedé pensando en ese correo. 

Esa noche, fuimos a la cama, mi marido se había dormido y roncaba profundamente, yo estaba desvelada, tomé mi notebook sin saber bien que buscar, cuando recordé esa foto, fui al mail, y lo recuperé, volví a leerlo y me quedé viendo esa terrible verga, tuve dudas si sería real o solo una más bajada de la web, así que probé en contestar, no tenía nada que perder. 

Al otro día tendía su respuesta, me juró que la foto era auténtica, y que si yo le daba la oportunidad podría comprobarlo, me dijo que tenía veintitrés y que se ganaba la vida como stripper, que vivía un tanto apartado de la ciudad, en un departamento compartido con un tal Axel, amigo y compañero de trabajo. 

Fue todo bastante loco, Beto no tuvo repararlos en decirme que él y su amigo eran inseparables, y que obviamente le había contado de mí, así que ya no éramos dos, éramos tres. 

Yo solo reía con sus palabras subidas de tono que me acaloraban una y otra vez, y le pregunté si yo no entendía mal, él me estaba proponiendo hacer un trío?, a lo que no dudó en responder que sí. 

Yo solo me escapaba como podía, pero en los seis meses que siguieron la cosas cambiaron, me escribía indistintamente con uno y con el otro, por mail, por chat, por WhatsApp, y el tema era recurrente, solo coger, y las fotos iban de un lado a otro, sus vergas eran realmente enormes, depiladas, perfectas, y a cambio yo le regalaba mis tomas, obviamente, sin mostrar mi rostro para no comprometerme. 

Hablábamos de locas ideas, esas dos vergas para mí, para llenar mis agujeros, para que yo hiciera lo que quisiera hacer, y se veían tan varoniles, tan musculosos, tan viriles, y yo durmiendo cada noche junto a una bola de grasa que se la pasaba roncando… 

Pero no me animaba a dar el paso, aunque me moría en ganas de hacerlo, todo estaba bien así, la tecnología evitaba el contacto carnal, a veces mi esposo me daba pena a pesar de todo, y esos chicos tenían las edades de mis hijos, pero había llegado el cumpleaños de Axel, y me insistieron que fuera a ver una de sus funciones, sin compromisos, solo era una noche, nada más. 

Mil veces dije que no, pero mil veces insistieron, y solo por cansancio me sacaron un ‘tal vez’ 

Y no vi nada malo en hacerlo, solo una noche de diversión, me vestí normal, nada de llamar la atención, le dije a mi marido ‘noche de amigas’, algo que era un tanto habitual, pedí un taxi y fuimos a ‘Sin City’, así se llamaba el sitio, aunque para disimular, bajé a tres cuadras de distancia. Caminé dudando, estuve a punto de volver, me daba vergüenza, debo confesarlo, incluso pasé de largo la primera vez, pero tomé coraje y fui por todas, tragué saliva y me lancé al infierno. 

Una vez dentro del lugar las cosas cambiaron, hacía calor, la música era amena y solo había mujeres y más mujeres aullando como poseídas, clamando por un espectáculo que aún no comenzaba, me senté en una mesa, en un rincón para pasar desapercibida, un mesero musculoso con todo el torso desnudo y embadurnado en aceite se acercó a tomar el pedido, solo algo fuerte para pasar el momento, estaba acalorada, diablos, de donde había salido es Dios? 

Una cosa llevó a otra y con el correr de los minutos un número tras otro se fueron sucediendo y sin darme cuenta hervía como pava sobre el fuego, cuantos hombres perfectos, hasta que llegó el turno de Axel, mi primer contacto con él, vestido de hombre policía, movió su cuerpo sensualmente, músculos, transpiración, hormonas, y rápidamente dejó caer sus prendas mostrando una terrible verga que le colgaba a media pierna, al ritmo de la canción de ‘feliz cumpleaños’ exhibió sus dotes, con una increíble maestría que me llevó a morir en deseo. 

Axel bajó del escenario y empezó a caminar entre las mesas, las mujeres morían en alaridos, entre risas y admiración alguna que otra se la acariciaba, o se la masturbaban un buen rato, hasta que al final llegó a mi mesa, la perfección de sus músculos, los tatuajes, su terrible pija, me reconoció y me susurró 

Gracias por venir! 
Yo solo respondí como deseaba responder, me acerqué, tomé su verga y comencé a chupársela, tan rica, tan grande, tan dura, y más y más, y juro por Dios que hubiera llegado al final, de no ser porque él estaba en un show y esa no era la idea, me hizo un guiño de ojo y se alejó de mi lado moviendo sensualmente su pelvis. 

Me quedé demasiado caliente, con su sabor en la boca, con ganas de más, pero no habría más por esa noche, debía ser cuidadosa y tenía que respetar apariencias. 

Volví a casa, eran las tres de la mañana, un horario aceptable, traté de no hacer ruido, como un ladrón en la noche me deslicé entre las sábanas de la cama, los ronquidos de mi esposo me dejaron saber una vez más que dormía profundamente, me costó conciliar el sueño, pero tuve que hacerlo. 

A la mañana siguiente, desayunaba y tranquilamente con Arturo, mi marido sin hablar de nada en especial, en algún punto, mientras de sacaba las migas de sus gruesos y encanecidos bigotes preguntó 

Anoche no te sentí llegar, la pasaste bien? 
Si, la pasamos bien con las chicas – respondí tratando de sonar casual – 
Llegaste tarde? 
Maso, tipo tres de la mañana – en esas cosas prefería no andar con mentiras, él era policía y tal vez solo era curiosidad, pero tal vez me estuviera interrogando – 
Pero que hiciste con las chicas? tanto tienen por hablar? 
Empezaba a fastidiarme un poco con tantas preguntas, así que intenté cortar por lo sano, lo miré a los ojos y lancé 

En verdad fuimos a un lugar de strippers masculinos, y para tu información me chupé una terrible verga 
Mi marido me miró fijamente y luego de unos instantes largó una furibunda carcajada, había resultado, mi verdad para él fue la más grande de las mentiras. 

Pasaron algunos días, una espina me había quedado clavada, apenas había cruzado a Axel, pero no había visto a Beto, y solo ya no me eran suficientes las charlas por medio de un móvil, o masturbarme en la ducha, o usar consoladores a escondidas, así que tomé la iniciativa y les propuse visitarlos, quería darme el gusto de hacer realidad todas mis fantasías. 

Esa tarde hacía calor, demasiado para mi gusto, había ido a la peluquería y me había esculpido las uñas, también me había emprolijado los vellos de mi vagina, recortándolos al ras. me puse un conjunto de ropa interior en un lila apagado, lo suficiente sexi para una mujer de sesenta años, una blusa holgada negra y pollera larga, trataba de verme elegante, con un cinturón dorado de argollas haciendo juego con mis aros, y obviamente mis preferidas botas cortas de alto y grueso taco. Le dije a Arturo, mi marido, que iría de paseo al centro de la ciudad, como solía hacer, incluso le pedí que me llevara para no levantar sospechas. Al llegar nos despedimos con un dulce beso, me bajé del coche y lo vi partir, para tomar un taxi y cambiar mi destino. 

El viaje se me hizo interminable, el chofer trataba de sacar conversación de cualquier cosa sin importarle que yo contestara con secos monosílabos, en mi cabeza solo estaba la idea de encontrarme con esos jóvenes, y no había lugar para más. 

Cuando al fin llegamos, pagué la tarifa y fui casi corriendo a golpear la puerta, Beto me atendió, era el primer contacto piel con piel, bronceado, musculoso, tatuado, podría haber sido mi hijo, por suerte no lo era, nos besamos en las mejillas y pasé, sentí la puerta cerrarse a mis espaldas mientras Axel me recibía al otro lado, y ahí me encontraba yo, una mujer sexagenaria demasiado falta de sexo, entre dos apuestos y viriles jóvenes con toda la testosterona a flor de piel, había llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa, basta de amagues por chat, era hora de coger. 

Ellos empezaron una charla como para romper el hielo, trajeron unas copas, trataron de ser amables pero fui directo al grano, apenas tragué un sorbo del delicioso vino tinto, dejé la copa a un costado y sin mediar palabras le rompí la boca de un beso a Beto que se vio sorprendido por mi ataque, solo empecé a besarlo, a comerlo, a acariciar sus bíceps, a recorrer sus tatuajes, como una perra en celo, luego fue el turno de Axel, le rompí la camisa que cubría su torso y me prendí desesperada a sus pectorales, Beto me sorprendió por detrás y fui el relleno del emparedado, estaba excitada, sus manos recorrían mis curvas y en cada minutos mis prendas caían lentamente, nos fuimos desnudando, poco a poco, sin prisa, sin pausa, y honestamente, a pesar de mi edad me sentí la más hermosa, la más deseada 

Caí de rodillas al suelo, mi rostro quedó entre esas dos hermosas y terribles vergas, juro que medían más de veinte centímetros, no tengo manos muy grandes, pero no alcanzaba a rodearlas, empecé a lamer una, luego la otra, y fue genial, ellos trataron de forzarme a su ritmo pero puse reparos, tuvieron que entender que para mí no era solo un aburrido mete y saca, no señor, chupar una rica verga tiene que saber a una obra de arte, y mi lengua es el pincel del maestro que plasma una pintura sobre un lienzo, todo es importante, hasta el mínimo detalle, la velocidad, los sabores, los aromas, el punto justo donde tocar, saber cuándo masturbar, cuando prestar atención, cuando ignorar, lentamente, como manjares, fui a una y a la otra, tal vez, dándoles a esos novatos las mejores mamadas de sus vidas, yo estaba entregada a ellos, no estaba dispuesta a parar, eran viriles, adiviné que tendrían varios cartuchos en la recámara, les pedí que no me detuvieran, los sentí llegar, primero fue Axel, cerré mis labios sobre su glande y lo masturbé lentamente, tan lento como pude, se contrajo y de pronto sentí todo su rico y caliente semen llenar mi boca, ese rico sabor a hombre, demasiado, empecé a tragar tan rápido como pude, pero Axel parecía no tener fondo, pero pude con el y no dejé escapar una gota. 

Aun estaba en eso, cuando Beto también llegó, pero elegí jugar con él otras cartas, lo dejé eyacular en mi boca abierta pero dejé correr su leche por mi cuerpo, como una fuente, su líquido pegajoso rodó por mi rostro, por mis pechos, por mi abdomen… 

Me hicieron levantar y me recostaron sobre un blanco sillón que decoraba la habitación, Beto volvió sobre mis rostro para que se la siguiera chupando, Axel por su parte se perdió entre mis piernas para darme un rico sexo oral. 

La situación con el primero se volvió un tanto complicada, su verga parecía muerta y honestamente yo estaba perdida en lo que sentía entre mis piernas, me apretaba los pechos y los pezones aun embadurnados de semen, era todo tan rico, el joven me comía la concha y yo lo dejaba hacer, me contraje, gemí, grité, no pude retenerlo, me vine en un hermoso y eterno orgasmo, solo faltaba algo, que me cogieran… 

Beto fue entonces entre mis piernas, lo sentí refregar su sexo aun en estado de reposo por toda mi conchita, y con bastante esfuerzo por la falta de erección lo sentí penetrarme, para arrancarme un nuevo suspiro que me hizo clavar mis afiladas uñas en la cuerina del tapizado. 

El empezó a moverse en mi interior, y lo que parecía un inofensivo juguetito fue creciendo en mi interior como un terrible monstruo, y poco a poco me fue llenando, y golpeando en lo profundo, haciéndome gemir, luego gritar, en un precioso dolor, entonces lo tomé por los brazos y mirándolo a los ojos le ordené 

Por mas que yo grite, vos no dejes de metérmela toda, la quiero toda adentro, toda, toda! me entendiste?. 
Beto entonces arremetió con todas sus fuerzas haciéndome comer sus casi treinta centímetros, arrancándome un alarido que bien me lo tenía merecido, de alguna manera estábamos haciendo realidad tantos juegos morbosos que habíamos tenido por chat, había llegado el momento de hacer realidad tantas palabras escritas. 

Axel relevó a su amigo, fu su turno, solo que el me apretó con la palma de la mano la boca, solo para que ya no gritara como una perra, pero es que eran tan grandes y me arrancaban tanto placer que solo no podía contenerme. 

Después de un rato de darme, Beto tomó su lugar, solo que el se reclinó sobre el sillón he hizo que yo lo montara, mierda, me la comía toda entera y ya quería mas, no me alcanzaba solo eso, le pedí a Axel que se sumara al juego, nuevamente recordando palabras del pasado. 

Axel me entendió, vino por detrás, apuntó en mi conchita y después de forzar un poco sentí como también entraba la suya, me la empezaron a dar entre ambos, esas dos vergas hermosas en mi concha, y yo gritando como poseída, empecé a provocarlos, a decirles que hermosas pijas tenían, cuanto placer me daban, que me la metieran toda, que no dejaran de hacerlo, que me rompieran toda, que era una puta, una perra y todas las cosas que le gusta oír a los hombres. 

Ellos me daban nalgadas, mojé entonces con salive las dedos de una de mis manos, y empecé a acariciar mi esfinter, metiendo dos dedos en mi culito, luego tres, luego cuatro, hasta la palma completa y de no haber sido por el pulgar me enterraba el puño completo, imaginen que sentía en mis falanges las enormes pijas que se movían en el otro agujero. 

Ellos estaban al borde de la locura, mientras ambos me penetraban por la conchita yo ya tenía casi toda la mano en mi culito, me sentía tan puta, tan sucia, fue cuando Axel me sacó la mano con rudeza y dobló mi brazo por la espalda, para luego sentir un terrible pijazo por mi culo, mierda, uno por cada lado, magnífico, nunca había imaginado llegar a tanto, que rico se sentía, entregada a ambos jóvenes, comiéndole los músculos, su belleza, su virilidad, su juventud, rozando mis pezones enardecidos contra la piel del pecho de Beto, acariciando mi clitoris, llegando a los orgasmos mas profundos de mi vida, jadeando como perra, sintiendo una verga enorme punzando en lo profundo de mi sexo, sintiendo otra rompiendo mi ya destruido trasero. 

Axel sacó se sexo de mi culo y vino para que se lo chupara nuevamente, lo hice con esmero y luego de un rato volvió por mi trasero, y por mi boca, y por mi trasero. 

Había llegado el momento de mi retirada, en verdad ya estaba totalmente satisfecha, hastiada de sexo, así que solo los dejé hacer a sus antojos. 

Beto dijo en un momento 

Vamos a darle a esta puta lo que una puta se merece 

Yo no entendí mucho a que se referían pero una vez mas los dejé hacer, me hicieron a un lado, se acomodaron entrecruzando sus piernas en una posición bastante complicada, de manera que sus vergas quedaran pegadas una a la otra, como dos edificios enormes apuntando al cielo, me pidieron ‘que me las comiera’ y fui a sentarme sobre ellas, para meterlas ambas nuevamente en mi conchita, pero ellos tenían otra idea, apuntaron en mi esfinter y me jalaron de la cadera hacia abajo, haciéndome perder el equilibrio para sentarme de golpe y comerme en un instantes dos terribles pijas hasta el fondo, mierda, fue doloroso, pero sexi, largué una bocanada de aire contenida y empecé a moverme, arriba, abajo, una y otra vez, sentía que mi trasero adolorido se partiría en mil pedazos pero que diablos, era perfecto. 

Solo llegó el momento en que mis muslos empezarían a sentir el esfuerzo y de no parar llegarían los primeros calambres, así que cambié el juego, solo salí, me arrodille en el piso y tomé entre ambas manos esas dos vergas hermosas, para masturbarlas al mismo tiempo, bien cerca de mi rostros, que diablos, esos glandes enormes y rosados se veían tan adictivos, mis ojos estaban fijos en los agujeritos de sus puntas, esperando ver como saltaba la lava blanca que se hacía desear, Axel llegó primero, saltaron largos chorros hacia arriba, una y otra vez, rociando su vientre y el de su amigo, embadurnando ambas vergas, chorreando por mis manos, me reí de placer, es que fue tan lindo, acerqué mi boca y como una gata que limpia su piel empecé a pasar mi lengua por todos lados, bebiendo cada gota derramada ante la mirada incrédula de ambos jóvenes. 

Para terminar, me dediqué a Beto, hice con el lo que alguna vez había hecho con Ricky, solo dejé mi rostro a centímetros de su sexo, empecé a acariciar con esmero sus bolas, me encanta la suavidad de las bolas de un hombre y con eso también a masturbarlo desde la base, con mucha cadencia, dejando su cabecita descubierta, lentamente, muy lentamente? 

Y realmente lo torturé, él se contorsionaba y me rogaba que se la chupara, pero no, solo usaba mi mano, y cada vez que lo sentía acabar, cada vez que latía con fuerza, solo dejaba de hacerlo, solo dejaba de tocarlo? 

Y cuando me cansé de jugar, solo lo metí en mi boca, y empuje abajo, mas abajo, todo lo profundo que pudiera, hasta sentir su glande acariciar mi garganta, al borde de la asfixia, para acariciar sus bolas estirando mi lengua, solo lo dejé venir para engolosinarme con toda su miel. 

Habíamos llegado al final, terminamos, nos lavamos un poco y bebimos el vino que había quedado de lado cuando llegué al lugar. Nos despedimos como buenos amigos con la promesa de nuevos encuentros que por supuesto se harían realidad. 

Ese día volví a casa con todo mi cuerpo dolorido, con mi culito todo dilatado y mi útero punzando en lo profundo, con mis pezones extremadamente sensibles al mas mínimo roces y con un sabor amargo de tanto semen bebido, pero saben que? tenía una sonrisa perfecta, de mujer feliz, de mujer completa. 

Llegué a mi hogar, dejé las llaves sobre la mesa, pasé la mano sobre los cabellos de Joaquín que estaba muy concentrado jugando con la play, pensé risueñamente que los jóvenes con los que terminaba de revolcarme seguro tendrían su misma edad y también recordé a Ricky y como se había iniciado mi vida paralela de aventuras con jovencitos, en fin, tal vez, una segunda oportunidad, una segunda juventud… 

Si eres mayor de edad puedes escribirme a con título ? EL AMIGO DE MI HIJO (CONTINUACION)? a [email protected] 

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dulces.placeres
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