El alumno superdotado me termina follando
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En época de crisis y con una licenciatura recién terminada, una de las pocas alternativas que nos quedan a muchos para ir tirando es, por ejemplo, dar clases particulares. Sin embargo, antes de iniciar la búsqueda de alumnos adolescentes en la edad del pavo, me apetecía desfogarme un poco. Suerte que mi lista de ?comodines? nunca me falla en los momentos de más calentón.
Cuando ya me había quedado satisfecha (es lo bueno de los ?follamigos?, que si lleváis bastante tiempo intimando, saben exactamente lo que te vuelve loca) decidí que había llegado la hora de ser responsable y buscar trabajo.
Lo primero que hice fue interceptar una web para colgar mi anuncio y ofrecerme como profesora de clases particulares de asignaturas varias que no había tocado desde el instituto. Aunque eso de ?recién licenciada? sé que sonaba muy atractivo. Tenía que centrarme porque, según me había presentado en el tablón, parecía que ofrecía servicios sexuales en lugar de otro tipo. Eso de ?Chica joven recién licenciada se ofrece para ayudar a otros estudiantes a profundizar en sus conocimientos. Me adapto a tus necesidades y a tu ritmo? quizás no era la idea que quería transmitir. O quizás sí. Me seguían apeteciendo más encuentros sexuales pero debía serenarme de una vez.
Pasó una semana y recibí (¡por fin!) respuesta de un posible alumno: 18 años y varios cursos repetidos. Parecía que se le atascaba 2º de Bachillerato. Sería tarea sencilla, pensé yo.
Quedamos para el siguiente miércoles a las 7 de la tarde en mi casa. Compartía piso, pero justo esa tarde todas estaban fuera. Estaba preparando los apuntes y demás libros de inglés cuando llamaron al timbre. Era él, mi alumno.
No me esperaba que fuera ni tan alto, ni tan corpulento, ni tan salvajemente atractivo. Por unos segundos deseé haberlo conocido en una página de contactos y no en calidad de profesora, como era el caso. Estaba recién afeitado y se había echado un intenso perfume que súbitamente impregnó toda la habitación. Llevaba unos pantalones caídos por los que asomaban las letras ?Calvin Klein? y que me invitaron a pensar en lo bien que le quedarían esos boxers ajustaditos.
Al presentarnos nos dimos dos besos. No sé si fueron impresiones mías, pero se deleitó más de la cuenta en cada una de mis mejillas. Llevábamos 10 minutos de mi clase cuando me dijo que algo no entendía bien y movió sugerentemente su silla más cerca de la mía, tanto que podía sentir casi su respiración por encima de mi hombro.
?Aquí está el error? le dije, girando la cabeza para mirarle directamente a unos ojos que no esperaba encontrar tan cerca. ?¿Dónde??, me susurró aproximándose a mis labios que empezaban a entreabrirse.
Me plantó un beso súper húmedo y aproveché para palpar sus pectorales y su espalda, todo tan definido (?¡Qué bien hechos están los adolescentes de hoy en día!?, dije para mí). Quería lamer su olor y comencé a pasar mi lengua juguetona por su cuello, lo que le encendió aún más. Me atrajo hacia sí y me sentó en sus piernas mientras me frotaba con gran excitación los pechos. Mi camiseta voló y la suya también y nos pusimos cara a cara, yo aún sentada encima de él.
Cogí sus manos y las llevé hacia mis pezones para que se divirtiera con ellos. Mi respiración se iba haciendo cada vez más fuerte y solo quería que ese niño malo me penetrara de una vez. Como ocurre en las películas, tiramos sin remordimiento alguno todos los apuntes de la mesa al suelo de un manotazo. Me cogió en volandas con sus fornidos brazos de semi-adulto y me sentó en la mesa abriéndome de piernas. Se agachó y comenzó a chuparme mis fluidos. Cuando estaba a punto de estallar de placer paró y se bajó los pantalones, mostrándole al mundo su pene, the biggest one que había visto hasta la fecha. Lo agarré con fuerza y comencé a masturbarle, pensando en que eso ya no podría crecer más. Ver su cara de excitación me puso aún más. Entonces, él de pie y yo sentada en la mesa frente a él, me introdujo su miembro suavemente, y paulatinamente fue aumentando el ritmo.
Sentía una mezcla de placer y dolor un tanto extraña y sabía que la irritación por tremendas dimensiones me duraría días, pero lo cierto es que me encantaba la imagen de mí siendo penetrada por un chico siete años menor que yo y que ?mi alumno? me hiciese llegar al orgasmo.
Unos segundos después de correrme, sacó su pene erecto y mojado de mi interior y me pidió que le acabara con sexo oral. Nunca antes había tenido uno así entre mis labios y me costó cogerle el truco. Acaricié su excitado miembro con mi lengua y comencé a chupárselo con dedicación hasta que pude notar cómo su semen se esparcía por mi boca.
Levanté la cara para mirarle. ?Oh my God?, pronunció en un cuidado acento inglés. Al fin y al cabo, la clase no había sido en balde.
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