De hacer Onlyfans a ser puta
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Un nuevo relato enviado por correo electrónico por una lectora.
Hola a todos:
Me llamo Elena, soy latina, blanca, mido 163 cm y, según dicen todos, tengo un cuerpo de infarto. Tetas grandes, cintura delgada, abdomen plano, piernas divinas y trasero redondo, ni grande ni pequeño, simplemente perfecto. Mi rostro también es muy lindo y lo más importante son mis partes íntimas, rosadas y perfectas.
Pero bueno, ¿cómo empezó todo esto de OnlyFans y cómo terminé vendiendo mi cuerpo por dinero? Sí, me convertí en una prostituta.
Estoy divorciada. Tuve un matrimonio con un hombre que siempre trató de darme todo lo que necesitaba, pero nunca pudo, así que traté de ayudarle económicamente también. Empecé a hacer trabajos de salón de belleza en mi casa. No les voy a mentir, hasta ese entonces la economía de mi hogar había sido muy mala, pero gracias a mis habilidades como peluquera todo fue mejorando. Mis amigas me recomendaban con sus amigas y así cada vez tenía más clientas; eran al menos cuatro o cinco diarias, pero había una clienta que destacaba por encima de las demás: Clara. Era una de esas influencers, gente famosilla de las redes sociales, y le gustaba que la arreglara muy bien. Venía muy a menudo, casi todas las semanas, y me daba muy buenas propinas, lo que significaba que le iba muy bien en su trabajo de redes sociales. Me contaba que ganaba mucho con la página azul, que supongo que era Facebook, y me fue ayudando a conseguir seguidores en Facebook y TikTok.
Un día sentí curiosidad por saber cómo se hacía para ganar tanto dinero, y ella me explicó qué era y cómo se ganaba dinero fácilmente. Yo me resistí, pero me dijo que podía hacer un OF sin tener que subir contenido para adultos, que hablara de mi trabajo, que explicara cómo lo hacía y lo hice. Obviamente, tuve muchos seguidores, la mayoría eran hombres, y muchos me pedían que subiera desnudos, pero yo no iba a hacerlo. Estaba casada y ni por una gran cantidad de dinero le sería infiel a mi marido ni mostraría mi cuerpo en internet. O, al menos, eso me decía.
Había un hombre (Mauricio) que me escribía a diario, me regalaba propinas y me hablaba muy bonito. Me pedía fotos y yo le enviaba fotos mías, pero no íntimas. Pero mi negocio empezó a ir mal de pronto, supongo que mis amigas al saber que tenía Onlyfans empezaron a juzgarme y a mirarme mal. Así que ese dinero empezó a hacerme falta. Al principio pensé que lo iba a superar, pero con el paso de las semanas el dinero ahorrado se iba acabando y la economía volvía a ser una mierda. Mauricio me escribía todos los días y me decía que si le enviaba fotos íntimas, me daría el dinero que yo necesitaba. Accedí y le envié una foto en traje de baño. Me envió muchas fotos de su miembro. No era muy grande, pero se veía suculento y grueso.
Fui probando a vender fotos en traje de baño a algunos cuantos seguidores y me daban bastante dinero, hasta que Mauricio era el que más me daba. Hasta que un día me dijo que si no le enviaba fotos mías desnuda no me daría más dinero. Me asusté y obviamente le envié las fotos. A la semana siguiente me dijo que tenía que masturbarme, me desnude y puse la cámara frente a mí y empecé a tocarme la vagina, metía los dedos y un juguete que tenía, le grabé un vídeo de media hora y se lo envié. Y así estuve todos los días durante dos meses. Sacaba mucho dinero, así que decidí comprar un coche a crédito y pedir un préstamo para remodelar la casa, error mío. Ya me había vuelto dependiente de las donaciones de Mau y él lo sabía muy bien, así que jugó muy bien sus cartas.
Para ser sincera, ya me gustaba ver la polla de Mau. Me masturbaba pensando en ella. Claro, no era consciente de lo que hacía ni del daño que le hacía a mi inocente esposo. Él no sabía nada de mi forma indecente de ganar dinero que tanto nos venía bien. Un día Mau me escribió para decirme que me quería conocer, pero le pedí mucho dinero a cambio y dijo que no, que tenía que ser gratis. Al final accedí, ya que era mi fan número uno y solo le vendía contenido a cuatro de ellos. El día que nos vimos fuimos a comer y luego a tomar algo. No perdió el tiempo y me dijo que me daría quinientos dólares para acostarme con él. Obviamente, yo quería que me reventara el culo, pero quería que me diera más dinero. Sin embargo, se negó.
Fuimos a un motel y, al entrar, me quité el pantalón y me agaché para mamarle la verga, que la tenía bien dura. Él empezó a follarme la boca y me dejó ir toda su lefa a la garganta. Cabe aclarar que a mi marido no le hacía sexo oral, pero a Mau me moría por comerle el rabo. Acto seguido, me puso a cuatro y lamió mi culo y mi vagina, y puso su verga en la entrada de mi chocho.
Y empezó a jugar sin meterla, yo me moría por ser penetrada y le grité que me penetrara. Acto seguido, me cogió y no paró de hacerlo hasta que se vino en mi interior. Era rico sentir una verga que no fuera la de mi amado esposo. Tuve varios orgasmos antes de que él se corriera. Después de cogerme, lo dejé que me diera por el culo, cosa que a mi esposo tampoco dejaba hacer. Cuando Mau me desvirgó el culo, me ardió, pero el placer valió la pena. Cuando terminó, yo ya no sentía las piernas, pero él no paró de cogerme por el culo hasta acabar una tercera vez. Después de eso, nos fuimos y acordamos un segundo encuentro por el mismo dinero.
Me había encantado darle mi culo y mi vagina a un hombre que no fuera mi marido.
Pasaron cuatro días y Mau me escribió para decirme que quería verme. Yo no tardé en responderle y le dije que nos veríamos en el mismo motel. Llegamos y nos besamos y empezamos a compartir nuestros fluidos. Él rápidamente me quitó los pantalones y me penetró sin tanteos; quería penetrarme y terminó muy rápido. Ni me dio tiempo a tener un orgasmo. Sacó el dinero, lo puso en una mesa, se vistió y se fue. Yo quedé con la concha llena de leche y con ganas de más.
Esa tarde, hablando con mi amante, le pregunté si nos veríamos pronto. Me dijo que no podía seguir pagándome $500 por encuentro, que lo más que me daría serían $200 y que tampoco me seguiría donando dinero en Onlyfans. Yo me puse helada al ver que mi mejor benefactor me estaba queriendo dejar. Le dije que lo haría por los $200, pero solo si me hacía acabar en nuestros encuentros. Él accedió y acordamos una cita para el día siguiente. A mí ya no me importaba nada, así que lo invité a acostarnos en mi casa.
Llegó, me dio una buena follada, me penetró analmente hasta que me temblaron las piernas y luego me llenó el culo de leche.
En las siguientes semanas tuvimos varias citas, pero algo me estaba pasando: sentía cada vez que quería fornicar más y serle infiel a mi marido.
Así que publiqué en mi perfil de Onlyfans que estaría teniendo encuentros con mis fans más activos por 700 dólares, era una gran forma de ganar dinero y quitarme la calentura de mi concha. No esperaba que me escribieran muchos pidiendo citas, así que empecé a dar una cita diaria. El dinero empezó a llover y lo mejor era que mi calentura se había controlado, pero no era suficiente, así que bajé el precio a 500 $ y empezaron a llegarme dos o tres clientes diarios. En este punto, mi marido ya sospechaba algo. Así que un día llegó antes del trabajo, solo para encontrarme con uno de mis clientes metiéndome la verga en el culo. Claro, hizo un escándalo y todo el mundo se enteró de mi vida de prostituta. Obviamente perdí algunos de mis clientes y perdí todas mis amistades. Nadie quería ser amiga de una mujer como yo que le había hecho algo tan horrible a su marido.
Después de separarme de mi marido, decidí vender la casa y mudarme a otro lugar. Empecé a dar más citas a mis clientes y ya no dependía solo de Onlyfans, sino que tenía toda una red de contactos. Todo tipo de hombres me contactaban para solicitar mis servicios. Me tuve que adaptar y los precios por encuentro se hicieron más baratos. Algunos hombres me contrataban para pasar mucho tiempo conmigo; el sexo era mi día a día. Ser penetrada por al menos diez hombres diferentes todos los días era una locura.
El primer año lo disfruté al máximo: tuve todo tipo de experiencias y me penetraron todo tipo de penes.
He de decir que gané mucho dinero, lo suficiente como para dejar de prostituirme. Luego me mudé otra vez, esta vez a otra ciudad. Allí conocí a un hombre muy lindo y amable que me quería y nos hicimos pareja. Pero el problema es que lo caliente no se me quita y, de vez en cuando, le pongo los cachos bien grandes.
Esta es mi historia. Espero que te guste y luego enviaré otra sobre cómo le soy infiel a mi nuevo marido.
Si quieren enviar sus relatos, pongan mi correo en los comentarios.
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