Cuando el esposo se encuentra de viaje

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Después que mi esposa Juana y yo tuvimos nuestro encuentro con Leonardo (un tipo que vivía en nuestro mismo conjunto de apartamentos) tomé mayor interés en los verdaderos sentimientos de ella y sus fantasías y que tenían que ver con todo lo que habíamos hecho en dichos encuentros. Leonardo se había hecho nuestro mejor amigo en muy corto tiempo y a nosotros nos gustaba que nos acompañara y nos visitara. Yo siempre había tenido fantasías con Juana mi esposa, y cuando le pregunté si quería que hiciéramos un trío con Leonardo ella me contestó que sería muy divertido.

En el la primera orgía que formamos con Leonardo no se quedó con ella todo el tiempo porque supongo que a ella le daba vergüenza lo que yo pensara, a pesar de que le había asegurado y reasegurado que yo en verdad si deseaba verla haciendo el amor con otro. Cuando nos casamos yo era un tipo demasiado celoso, y ahora creo que tengo la suerte de que ella no tenga miedo para tener relaciones sexuales con otra persona. Esto que les voy a escribir es sobre la primera orgía con tres en una ocasión en que tuvimos la oportunidad, y la historia que les voy a contar realmente me deja bien excitado y me da bastante nota.

Un día mientras Juana se encontraba trabajando, Leonardo y yo estábamos sentados alrededor de la piscina del conjunto de apartamentos. El tema de la conversación era sobre la próxima orgía que planeábamos tener. Le decía que estaría muy complacido en mirar como le hacía el amor a mi esposa pero sin que ella lo supiera porque yo estaría escondido observando todo. Dijo que le parecía muy bueno porque quería cojerse a la mujer de otro y hacerle de todo, pero me preguntó como arreglaríamos todo el encuentro. Yo trabajaba todo el tiempo conduciendo un camión dentro de la ciudad en el sur de California. En muchas ocasiones llevaba carga hasta el estado de Utah, porque el dueño de la aduanera me pedía el favor. Así que pensé que sería muy fácil engañarla y decirle que estaba viajando. Ella creería que me encontraba fuera de la ciudad y se podía hacer bien el juego. Tuvimos entonces luz verde para que hiciera lo que deseara con el tipo, creyendo que yo no estaba enterado.

El modelo del apartamento era exactamente igual al nuestro, exactamente el mismo piso, con un enorme closet para la ropa dentro del cual se podía caminar o entrar, a solo cinco metros de la cama. Le dije a Leonardo que lo invitaría al apartamento y yo me escondería en este closet y para mirar todo desde este escondite. Planeamos esta maldad para mi mujer muy emocionados y nos pusimos a preparar hasta el último detalle.

Cuando Juana llegó del trabajo esa noche le dije que el despachador de carga me había pedido que llevara una carga hasta Utah ese fin de semana y ella estuvo de acuerdo. Siempre se desanimaba cuando no estaba los fines de semana y dijo:

– Creí que teníamos planes con Leonardo este fin de semana.

Le dije que yo lo había llamado para decirle que no iba a estar y que sugirió que nos encontráramos para cenar el sábado por la noche. Le aseguré una y otra vez que no había problemas en que él la visitara porque no me gustaba la idea de que pasara el fin de semana sola. Se puso a pensar un rato y dijo:

– Ok, me parece buena idea.

Luego le dije:

– Si quieres hacer cositas con él después de la cena, no te preocupes, estoy de acuerdo.

Se me quedó mirando durante un minuto y dijo:

– La única razón por la que queríamos hacer un trío con él era porque tú fuiste el de la idea y era lo que querías, y que yo estuviera con ustedes. Acepté porque querías verme con él.

– Es que parece que te excitas cuando lo estás haciendo – le dije, sonriéndole.

– Si, si lo estoy, pero solamente porque estás mirando y te gusta, solo por eso. Solamente quería saber si no te importaba.

Luego me dio un beso muy sexy y dijo:

– Eres un morboso.

Llegó el sábado y por la mañana, me fui al estacionamiento en donde trabajo y estacione el carro. Leonardo me recogió y me trajo de nuevo a su apartamento. Estaba haciendo un día muy bonito en esa parte del sur de California y entramos a muchos lugares. Nos tomamos unas cervezas y nos pusimos a ver los detalles respecto a lo que le iba a hacer a Juana si ella se dejaba. Sonó el teléfono como a la una de la tarde y era Juana: Leonardo acercó el teléfono para que yo oyera la conversación.

– Estaba pensando en salir y sentarnos al lado de la piscina si quieres – dijo ella con una voz muy inocente.

Leonardo me miró y yo le dije que si moviendo la cabeza.

– Claro, me parece bien. Llego como en diez minutos – dijo, y colgó el teléfono.

Entramos a su habitación y él se puso a buscar sus pantalones cortos y me dijo que iba a ver si podía hacer la cena para ella allí mismo. Luego salió para dirigirse a la piscina y encontrarse con Juana. Me senté al borde de la cama para ver a mi amigo Leonardo caminar hacia la piscina. Tenía una buena vista del área esta y también podía controlar lo que Juana y Leonardo hacían. Yo estaba bien cachondo solo con verlos sentados hablando porque estaba intrigado y me preguntaba sobre qué serían sus conversaciones. También me preguntaba si Juana estaba analizando todo lo que le propuse. Quería estar más aliviado y descansar, pero no pude esperando a ver que sucedía mas adelante.

Se anocheció más temprano y por fin Leonardo regresó al apartamento. Quería saber todos los detalles sobre la conversación. Me dijo que deseaban subir al apartamento para cenar y luego ver una película. Entonces llamé a Juana por teléfono y le informé que había llegado a UTA y que ahora iba a descansar un poco del viaje. También le pregunté qué iba a hacer en la noche y dijo que todavía no sabía. Sonreí cuando lo dijo y le informé que debería ir a visitar a Leonardo. Contestó que lo iba a pensar y luego le dije a Leonardo lo que ella me había dicho por teléfono y todo lo que pudimos hablar fue que no quería que me pusiera celoso.

Como una hora después se puso oscuro afuera por lo que Juana se fue al apartamento de Leonardo y tocó la puerta. El la invitó a pasar. Yo miraba por la pequeña rendija en la puerta del closet, en donde estaba escondido. Lucía muy atractiva con su cabello largo y rubio recogido y su minifalda rosada que tenía junto con su pequeña blusa también rosada sin sostén. Sus pezones bien parados presionaban contra el tejido de este como si estuvieran rogando que los chuparan. Pude sentir como el huevo se me paraba contra los pantalones cortos. Vi cuando ella abrazó a mi amigo Leonardo y dijo:

– Gracias por invitarme a tu apartamento.

Leonardo se quedó parado mirándola y contestó:

– Qué sexy estás hoy. ¿Estás segura que podemos salir juntos al centro y que la gente nos vea juntos?.

Ella le contestó:

– Creo que aquí nos podemos divertir más en vez de salir.

El corazón me comenzó a latir en el pecho y lo podía sentir en mis oídos. Estaba tan emocionado que todo mi cuerpo temblaba al mismo tiempo. Claro que me sentía celoso y nervioso porque iba a ser traicionado por mi esposa. También estaba frió y tembloroso y hasta mareado. Me di cuenta que eran todas estas emociones las que hicieron que el huevo se me parara como nunca antes en mi vida. Terminaron con una cena muy ligera y se fueron al sofá que estaba en la sala. Estaban sentados frente a la televisión; el cuarto se encontraba detrás. La luz proveniente de la pantalla del televisor los iluminaba y sabía que no me podrían ver porque estaba demasiado oscuro.

– ¿Cuál película quieres ver? – Oí que él le preguntó.

– No importa, la que quieras – dijo ella recostándose en el sofá.

– Tengo una porno triple equis en el cuarto y puedo ir a traerla – le dijo él, mas en forma de pregunta que afirmando.

– Bueno, si es esa la que quieres ver…

Leonardo entró a la sala y agarró un video en el vestidor clasificado como xxx porno. Me guiñó el ojo y yo le hice señas con los pulgares hacia arriba en señal de aprobación. Colocó la película en el VCR y la inició. Hacían pequeños comentarios sobre los actores porno se reían en algunas partes de la película. Luego guardaron silencio y pude sentir que había tensión entre ellos. Por fin Leonardo le preguntó si quería entrar a cuarto y ella aceptó. Me cambié al closet y dejé una pequeña rendija en la puerta. Leonardo puso a funcionar el estereo en su cuarto a un volumen muy bajo. Juana se acostó boca abajo reposando sobre su estómago, en la cama. Mi amigo se sentó a su lado y comenzó a tocarle la espalda y los hombros, refregándoselos. Ella gemía de placer y dijo:

– Se siente delicioso.

El dijo:

– Como me gustaría masajearte todo el cuerpo.

– ¿Cuánto cobras? – preguntó ella juguetonamente.

– Te lo digo cuando terminemos.

– Me parece lo más correcto – dijo ella acostándose de nuevo, pero boca arriba.

Le comenzó a desabotonar la blusa lentamente y Juana solo se quedó acostada mirándolo a los ojos mientras le sonreía. Le abrió la blusa y las tetas de Juana, como si fueran hechas de crema, quedaron vista. Los pezones estaban duros y bien parados. El se inclinó para meterse el pezón izquierdo en la boca y comenzó a chupárselo. Juana se quejaba con gritos y levantó la cabeza de la cama para poder ver a su amante. Se cambió a la otra teta y la chupó igualito. Su lengua recorrió desde el pezón hasta el cuello y luego hacia su boca que parecía esperar. Juana comenzó a chupar su lengua y también le pasaba las manos por el cabello a Leonardo. El la hizo acostar de lado y le desabotonó y bajó el cierre de la minifalda. Luego ella, acostada boca arriba, levantó las caderas de la cama para permitirle quitarle la falda. Leonardo se quedó al lado de la cama y lentamente le quitó la minifalda, jalándosela hacia abajo, hasta que cayó al piso. No se a quien trataba de complacer mas, si a Juana o a mi.

Ella se sentó y despojó la blusa para tirarla también al piso. Luego la hizo ponerse boca arriba para obligarla a colocar un pie en el closet en donde yo estaba escondido. Parecía que se le veía una mancha mojada de la cuca a través de las pantaletas pero no estaba seguro: tal vez era una sombra. Extendió el brazo hasta la mesita de noche y agarró una loción que tenía allí. Luego llenó su mano con esta y la dejó que se calentara un poco antes de ponérsela en la espalda. Le comenzó a dar masajes hasta que se quejaba del placer diciéndole que lo sentía bien delicioso. Antes de agregar más loción, agarró las pantaletas por la banda de goma. Ella levantó la cintura para que él pudiera quitársela suavemente. Luego terminó de quitársela y se dio vueltas para lanzarlas exactamente frente a la puerta del closet desde donde yo miraba. Abrí la puerta y las retiré. Eran unas pantaletas bikini satinadas y se veían que estaban mojadas con la babita de Juana. Me la llevé hasta los labios y probé el sabor cremoso de las pantaletas.

Miré hacia fuera hacia donde estaba Leonardo y Juana: él le daba masajes con la loción en las piernas y le tenía las piernas abiertas para que yo pudiera verle la cuca claramente. Parecía más excitada que la noche cuando hicimos el trío o la orgía. Juana, todavía acostada de espaldas, agarró los shorts de Leonardo para jalárselos y quitárselos. El se puso de pie y se los terminó de quitar mientras ella se sentó y agarró su huevo para metérselo en la boca y chupárselo sacándolo y metiéndolo al mismo tiempo. Leonardo empujó las caderas hacia fuera para facilitarle un mejor acceso y que le entrara completamente en la boca mientras ella desplazó la lengua a lo largo del palo hasta llegar a las bolas. Ella se metió una de las bolas en la boca y se la comenzó a chupar suavemente mientras le hacía la paja. Yo podía ver a Leonardo por encima del hombro cuando ya comenzaba a acabar.

Después que terminó de lamerle las bolas recorrió con su lengua de nuevo el duro palo y se metió el duro huevo dentro de la boca. Leonardo gemía de gusto en voz alta cuando ella lo hacía. Ella lo hizo acostar de nuevo en la cama y ella de espaldas sobre él le chupaba el huevo como una experta y entonces pude acordarme cuando una vez me lo había mamado a mi igualito que como lo hacía ahora con Leonardo. El dijo:

– Voy a acabar si sigues haciendo eso.

Juana hizo un sonido como Ummmmmmm!! que salía de los alrededores del huevo de Leonardo en su boca. Cuando acabó el semen era tanto que ella no se lo pudo tragar todo y por lo que le quedó bastante rodándole por la barbilla. Yo estaba haciéndome la paja como un loco y disparé toda la carga de semen sobre las pantaletas mojadas. El huevo no se me ablandó ni un poquito, ni siquiera después de ese poderoso orgasmo. Me llevó un minuto recuperar la compostura para luego seguir mirando por la rendija de la puerta y sabe que era lo siguiente que harían.

Leonardo ahora le doblaba las rodillas de ella contra el pecho de ella, creo que mas que todo porque quería que yo le viera mejor la cuca. Le salía tanto semen de la cuca que en la cama ya había una mancha redonda, como algo mojado. Luego le pasó la lengua desde el culo al clítoris y comenzó a chupárselo y Juana se quejaba de placer en voz alta mientras continuaba haciendo lo suyo en el clítoris con los labios y lengua. Siempre pasaba la lengua desde el clítoris hasta la abertura de la cuca y le se la metía lo mas hondo que podía.

Luego, usando el pulgar y el índice quitó la piel que cubría dicho clítoris para dejarlo al descubierto, sin su capucha, para chupárselo directamente y ella acabó en ese momento. Vi y oí cuando explotó en su orgasmo como nunca antes había tenido alguno. La cuca, que yo le veía de frente, y escondido en mi closet, le convulsionaba mientras ella abría las piernas más todavía y dejaba caer las rodillas en la cama. Ella soltó un grito de éctasis el cual me conmovió, porque no lo creía: nunca antes había gritado de esa manera cuando tenía un orgasmo. Leonardo colocó la boca sobre toda la cuca y se la mamó y chupó cuando ella terminó de acabar. Luego se retiró y mantuvo la boca como a dos pulgadas de la de Juana. Abrió la boca y toda la eyaculación de ella y toda la babita que le había chupado le chorreaban por los labios a mi amigo. Juana sacó la lengua y para lamer todo eso que él tenía en los labios y luego comenzó a lamerle los labios y la barbilla. A ella siempre le había gustado el sabor de la eyaculación de su propia cuca.

Después ambos se quedaron tranquilos por un rato y pensé que habían terminado hasta que vi a mi esposa agarrarle el huevo y masajeárselo bien duro de nuevo. La acostó otra vez en la cama y le restregó la punta del huevo en círculos sobre los hinchados labios vaginales. Todavía puedo oír el extraño ruido producido por los jugos de su cuca al rozar contra la cabeza del huevo de Leonardo. Yo sentía como me latía el corazón cuando vi a mi esposa meterse todo ese largo pene completamente. Ella se quejaba de placer en voz alta cuando le llegó hasta el fondo y las bolas le comenzaron a golpear contra el culo. No podía creer que fuera capas de metérselo todo hasta adentro, por lo largo que era. Luego se comenzó a sacudir hacia delante ya hacia atrás con el huevo metido con un movimiento largo y seductor. En todos mis años de casado nunca la había visto menearse como ahora. Leonardo extendió la mano y comenzó a masajearle el clítoris mientras ella se metía y sacaba el pene con sus movimientos. Cuando se levantaba el culo se le flexionaba haciendo que la cuca se apretara contra el pene. Ella comenzó a moverse hacia adelante ya hacia atrás. En realidad lo que estaba haciendo con estos movimientos era terminándole de sacar toda la leche que le quedaba con la misma cuca.

Al mirar la cara de Leonardo me di cuenta que estaba gozando bastante el momento. Ella volvió a recuperar el ritmo y comenzó a gritar en voz alta; cada vez mas alto. Leonardo le daba como caballo salvaje y yo me masturbaba fijando todo en mi mente para tener esas imágenes vivas que todavía recuerdo hasta hoy día. Ambos acabaron al mismo tiempo. Vi como sus bolas se apretaban y dejaba escapar un grito cuando le soltó toda la carga de semen bien adentro de la cuca deseosa de mi esposa. Le miré la cuca, como se contraía alrededor del huevo, y ella también dejó escapar su propio grito. Ella cayó sobre su pecho totalmente sin aliento. Vi cuando ambos terminaron de tener el clímax y luego la cuca se le comenzó a contraer; al huevo le ocurría lo mismo: se encogió. Una cantidad enorme de sus jugos se mezclaron le salían por la cuca, por el huevo hasta llegar a las bolas. Pasé un momento difícil porque no podía hacer ruido haciéndome la paja y en ese momento mi segunda carga de semen se disparó sobre las pantaletas de mi esposa. Recuerden que yo había agarrado las pantaletas cuando Leonardo las tiró cerca de la puerta del closet. Me recosté contra la pared para recuperar el aliento y pensé que me sentiría triste al ver que aquello era solo un sueño. Creo que me quedé dormido por uno o dos segundos cuando me sorprendió el ruido de la voz de mi esposa parada justo a la entrada del closet. No me atrevía a moverme temeroso de ser descubierto. Ella dijo:

– ¿Las tiraste aquí?.

Miré hacia abajo en el semen que mojaba las pantaletas, todavía envolviendo mi pene y me di cuenta de qué era lo que ella buscaba.

– ¡No! – oi cuando Leonardo gritó alarmado – Las tiré al otro lado del cuarto, creo.

Ella caminó y se alejó del closet, hacia el otro lado y Leonardo se acercó a la puerta: yo introducía las pantaletas por la rendija. Las recogió y puso una cara graciosa cuando sintió lo mojado por mi semen. Yo aguaté la risa a ver esto. Ni siquiera pensé en esto cuando me estaba haciendo la paja. Leonardo dijo:

– Aquí están! – con ellas en la mano.

Ella caminó hacia él para recogerlas y luego él las sostuvo en la espalda y le dio un beso a mi esposa en los labios.

– ¿Las puedo guardar de recuerdo? – dijo, besándola otra vez.

– ¿Qué vas a hacer con un par de pantaletas? – preguntó ella sonriéndole.

– Es que me traen muchos recuerdos y soy muy sentimental.

– Está bien, si significan tanto para ti, bueno – dijo riendo.

Juana terminó de vestirse y Leonardo salió del apartamento. Luego fui al baño porque tenía unas ganas desesperadas de orinar, me senté en la cama de Leonardo pensando en lo que había visto. Había manchas de semen en todas partes y también vi algunos de los largos y rubios cabellos de mi mujer. Estuvieron afuera durante dos horas cuando el amigo llegó y me despertó para decirme que se iban a nuestro apartamento a seguir haciendo el amor en nuestra cama. No le pregunté sobre muchos detalles o qué irían o qué harían porque supongo que mi esposa lo había dejado bien desgastado!.

Juana nunca me contó sobre esa aventura con Leonardo de ese fin de semana a pesar de que yo la había interrogado brevemente. Todo lo que decía era:

– Nunca te lo contaré.

El siguiente fin de semana Leonardo vino y tuvimos nuestra segunda orgía o trío, como lo llamábamos, pero eso se lo contaré después.

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