Les contare de como conseguí follarme a mi hijo

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Después de haber encontrado esta excitante página, he decidido contaros la historia de como un día conseguí follarme a mi hijo. Soy una mujer de Barcelona de cuarenta y ocho años. Me considero guapa. Tengo unos grandes ojos oscuros, una boca generosa de labios gruesos y soy pelirroja natural. Mi cuerpo es como os lo diría… especial. Soy lo que podríamos describir como una mujer abundante, o más bien gorda. Tengo un grandioso culo y unos muslos enormes, tengo bastante barriga y algunos michelines, pero no tengo celulitis, mi piel es finísima y muy blanca. Me depilo el conejito cada semana para que esté totalmente rasurado y es como una almohadilla de grandes y tiernos labios. Por último mis pechos, estoy muy orgullosa de ellos pues a pesar de que no son muy grandes son preciosos. Mis pezones son grandes y oscuros y no están apenas caídos a pesar de mi edad y mi peso. Forman un canalillo muy sensual y a mi hijo le vuelven loco. Me pongo terriblemente caliente cuando juega con ellos.

Esta historia empezó un día en que estando solos mi hijo y yo en casa, al pasar por delante del cuarto de baño, me dí cuenta que estaba masturbándose. Todas las madres sabemos que nuestros hijos se hacen pajas, pero esa vez al pararme junto a la puerta me pareció que le oía decir mamá entre jadeos. Me quedé extrañada y creí que no lo había oído bien así que me fuí a la cocina. Al poco rato mi hijo salió del cuarto de baño y vino a la cocina, sin decirme nada me abrazó y me dió un beso en la mejilla, junto a los labios al tiempo que me decía:

– Que guapa eres mamá, si no fuera tu hijo, me casaba contigo.

Debo deciros que mi hijo tiene veinticinco años, no es un crío, es muy guapo y muy cariñoso. Esas muestras de afecto eran naturales en él, pero aquel día después de lo que había oído, me quedé un poco azorada. Me dejó sola y fue al salón a ver la televisión, mientras yo me quedaba con mis pensamientos. No se como pasó, pero me puse muy cachonda pensando en mi hijo y en que yo su propia madre pudiera excitarle. Seguía dándole vueltas al asunto cuando noté que tenía los pezones duros como piedras y las bragas empapadas y ya solo tenía una idea en la cabeza, necesitaba que me follaran y quería que fuera mi hijo. Dejé la cocina y fuí a mi habitación, al pasar por el salón me acerqué a mi hijo por detrás del sofá donde estaba sentado y acariciándole el pecho, le di un beso en los labios, mientras le decía:

– Cariño, me a gustado mucho lo que me has dicho en la cocina, si no fuera tu madre… te comería.

Lo dejé en el sofá notando como empezaba a tener otra erección y me metí en mi habitación para ponerme sexy. Me coloqué unas bragas blancas con un orificio central que dejan ver mi precioso y pelado coño y unos sujetadores sin copa que dejan mis pechos al aire, me pinté los labios de rojo sangre y solté mi cabellera sobre mis hombros. Por encima me puse una bata de estar por casa nada excitante. Como ya me imaginaba, mi hijo, no tardó ni cinco minutos en volver a meterse en el cuarto de baño, iba a volver a pajearse, pero esta vez no le iba a dejar, su leche iba a ser para mí. Llamé a la puerta y me contestó con voz entrecortada:

– Está ocupado mamá.

– Abre, es una necesidad urgente

– Esta bien, espera un segundo.

Abrió la puerta y sus pantalones de pijama no podían ocultar su gran excitación. Ver aquel bulto, me puso todavía más cachonda.

– Que estabas haciendo ahí encerrado

– Nada que tenía un apretón

– Sí, ya veo que te aprieta bastante – le dije mientras le acariciaba su polla.

– Mamá, que haces – no sabía que hacer ni donde meterse.

– Mira cariño, he estado pensando en lo que te he dicho antes y la verdad no me importa ser tu madre, te comería igualmente, me he puesto muy caliente y estoy loca por que me folles.

Y mientras le decía esto, retiré mi bata y le dejé ver mi esplendoroso cuerpo aderezado con la lencería. Se quedó como hechizado mirándome y me dijo:

– No te puedes imaginar lo mucho que he deseado que esto pasara, ni en mis mejores pajas me imaginaba algo así. Siempre me han gustado las mujeres gordas, y eso es por tí. Tienes un cuerpo precioso mamá.

– Gracias, tu también pero hoy no me siento tierna, hoy me siento como una perra en celo y necesito un semental que me clave su dura polla y me llene de leche.

– Te voy a dar tanta leche que vas a explotar mami.

Fuimos a mi habitación y lo tendí sobre la cama de matrimonio abrí mis piernas y me senté sobre él, solo notar como la polla de mi hijo entraba en mi húmedo coño, me corrí de gusto y él también. Su semen salía a borbotones de su polla y notaba como me llenaba las entrañas. Su miembro seguía duro como un palo, así que lo volví a meter en mi coño, mientras jugaba con mis tetitas. Sentí las manos de mi hijo en mis caderas, como sus dedos se hundían en mi carne, como me apretaba con fuerza las nalgas, clavándome sus uñas y yo me moría de deseo. Hacía años que no me ponía tan caliente. Cogí sus manos y las llevé hasta mis pechos.

– Por favor, juega con ellos, masajéamelos, me excita tanto.

– Quiero comérmelos mamá, quiero mamar de esas tetas que me alimentaron de pequeño.

Empezó a trabajarme las tetas con total dedicación mientras yo clavaba mis uñas en sus pezones, estirándoselos y rascándoselos.

– Así, cariño, como me gusta, que bien te follas a mamá.

– Tienes el coño más caliente que he probado nunca, que bien me follas.

Empezamos a movernos cada vez más deprisa hasta que noté que su leche se agolpaba a punto de estallar y entonces me bajé de él mientras le decía:

– Cariño córrete en mi cara.

– Mamá, que cachonda eres, chúpamela y trágate la leche de tu hijo.

La primera explosión me dió de lleno en la cara su leche colgaba de un mechón de mi cabello, la segunda ya no la dejé escapar y devoré aquel miembro hasta que se quedó flácido y vacío, luego colocándome otra vez sobre él pasé mis manos por mi cara recogiendo los restos de su semen y comiéndomelo con gula le dije:

– Está satisfecho, mi macho, le ha dado placer su gordita.

Me contestó:

– Me has dejado totalmente a gusto mamá… por ahora pero creo que mi polla se va a acostumbrar a tí, después de follar con una mujer como tú las demás no me van a excitar tanto, además tú eres mi madre y eso es insuperable.

– Pues ya lo sabes aquí tendrás a mamá abierta siempre para tí

Hace ya tres años de esta historia y seguimos follando como locos.

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