Como hermana mayor siempre dispuesta a cubrir las necesidades de mi joven hermano
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Como hermana mayor, me tocó complacer a mi impetuoso hermano durante su juventud.
Hola, me presento: me llamo Mari, provengo de una familia de clase media y somos de la ciudad de Zacatecas (México). Mi relato es una confesión de vida que solo comparto en mi parroquia, durante la confesión, y el sacerdote me riñó y me puso un castigo de un mes de penitencia para lograr el perdón. Pero les confieso que, desde muy temprana edad, he sido una mujer perversa y lujuriosa.
Nunca miré una revista pornográfica, mucho menos una película de ese tipo. Mi lujuria fue instintiva. Les escribo con la esperanza de que no me traten mal y me insulten con malas palabras. Simplemente quiero compartir mis vivencias prohibidas.
Como les conté, soy de Zacatecas (México). Estamos en un rancho a dos horas de la capital. Aquí solo somos unas 160 personas con casas muy separadas por terrenos de siembra y ganado.
La historia de mi relato fue así: por la situación del clima cálido y sin lluvia, el ganado se fue muriendo y la siembra no prosperó. La situación económica era demasiado difícil. Mi padre y mis hermanos mayores tuvieron que salir a Estados Unidos a trabajar y mandar dinero suficiente para mantener el rancho. En casa solo nos quedamos mi abuela, de 75 años, mi hermano menor, de 18, y yo, de 21. Mi madre había fallecido un año antes.
Y, sin ánimo de justificar lo sucedido, soy completamente sincera: simplemente sucedió lo inesperado y nos dejamos llevar por la adrenalina del momento.
Tres meses después, mi padre y mis hermanos consiguieron estabilizar su situación laboral y enviaron suficiente dinero para mantener el rancho, el poco ganado y las gallinas que nos quedaban, así como la comida y la medicina de mi abuela.
Llegó el día de la fiesta del pueblo y mi abuela, debido a su edad, no quería asistir. Mi hermano y yo fuimos con mucha emoción, pues era un evento de los pocos en el año.
Llegamos a la feria y nos reunimos con amigos. Más tarde, durante las peleas de gallos, nos reunimos con amigos y tomamos cervezas y cantaritos de tequila.
Preparados, a eso de las dos de la madrugada, nos retiramos caminando al rancho en media hora. Fuimos hablando y divirtiéndonos, muy relajados y desinhibidos por el alcohol. Llegamos al rancho, pasamos a ver si mi abuela dormía y, sin pensarlo, entramos en mi cuarto. Hablamos un rato y yo me sentía excitada, así que le pregunté a mi hermano si ya había tenido alguna experiencia con una mujer. Avergonzado, respondió que nunca había tenido contacto con ninguna mujer.
Yo me sentía eufórica y excitada, así que, sin pensarlo, le dije que yo sí había tenido experiencia con mis dos novios y que estaría dispuesta a ayudarle y enseñarle cómo hacerlo. Mi hermano, tímidamente, me preguntó si quería saber.
Yo, embriagada de alcohol y excitación, solo me fui desnudando mientras él, sentado en mi cama, observaba mi cuerpo. Después, me incliné entre sus piernas y saqué su verga flácida, que rápidamente se puso dura.
Mi hermano estaba muy excitado y solo se dejaba masturbar. Comencé a masturbarlo y su excitación aumentó. Después, le puse mi panocha en su cara y le pedí que pasara su lengua haciendo un 69. Mi hermano pasaba su lengua por mi panocha chorreando de excitación húmeda.
Me puse sobre él y acomodé su verga en mi vagina. Mi hermano no aguantó ni tres minutos y me llenó de leche. Después, quedamos agotados y dormidos. Despertamos desnudos con la luz del día. Afortunadamente, mi abuela seguía durmiendo.
Ese mismo día, por la noche, esperamos a que mi abuela se durmiera, entramos en mi cuarto y, ya sin alcohol de por medio, le dije a mi hermano que si prometía que esto sería un secreto entre nosotros dos, podríamos seguir gozando de mutuo acuerdo.
Y así pasaron días, semanas… Meses y años disfrutando de unas cogidas deliciosas. Mi hermano y yo nos acostábamos a menudo mientras la abuela no nos veía. Probamos de todo tipo de sexo oral, anal, e incluso me hizo el beso negro.
Nunca me cuidé con ningún método anticonceptivo y mi hermano me penetraba el chocho y el culo sin problema. Supongo que soy infértil y nunca me había planteado ese tema con un médico.
No es mi intención promover este tipo de relaciones prohibidas, pero sí puedo asegurar que es muy excitante hacerlo con alguien de tu familia.
Ahora tengo sexo muy placentero con mi esposo, pero con mi hermano la excitación y el placer fueron muchísimo mayores. Mi esposo nunca me ha dejado hacérselo por atrás, para él es pecado y indebido, y esto me frustra mucho. Me dan ganas de volver a ver a mi hermano, pero me detengo por evitar un problema.
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