Bienvenida a dos bandas donde todo es sexo y mas sexo
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Sucedió un viernes por la noche, me dirigí hacia el aeropuerto para recoger a una amiga francesa que venia a pasar unos días conmigo, sabía que había estado atravesando una mala racha y quería cerciorarse de que todavía me quedaban ganas de reír, una buena amiga. Su nombre es Sophie y no tiene nada que envidiar a su tocaya Sophie Marceau, tardó en aparecer por la terminal de llegadas lo que tarde en fumarme un cigarro, no suelo fumar a menudo, pero he de reconocer que me encontraba algo nervioso, hacia bastante tiempo que no nos veíamos, en concreto, 18 meses, desde que volví de Inglaterra. Nos saludamos efusivamente y cual fue mi sorpresa cuando acto seguido veo aparecer a su hermana Natalie, habían venido las dos!, Sophie me comenta que no había dicho nada porque quería darme una sorpresa, y por supuesto que lo consiguió.
El camino de vuelta dio de si para ponernos al corriente de como nos marchaban las cosas a cada uno, ya por fin, en casa me dispongo a meter el coche en el garaje y de repente Sophie pega un salto al asiento trasero y se acomoda al lado de Natalie, aflora mi risa nerviosa y se convierte en estupefacción cuando veo a las dos hermanitas empezar a jugar con sus pechos por debajo de sus blusas, conocía mas que de sobra la necesidad de follar que a todas horas tiene Sophie, pero no la de su hermana, el caso es que al ver aquel espectáculo mi “cerebro” empezó a erguirse, quería saltar hacia atrás pero me castigaron de momento con mirar como ellas se quitaban lenta y muy sensualmente la ropa hasta quedarse con sus tangas los cuales estiraban para sentir como se metían por sus respectivas cavidades, después de empaparlos, optaron por quitárselos y pegarlos en el techo del coche, momento en el cual me cogieron de la camisa y me llevaron hacia ellas, con los asientos delanteros pegados al cristal obtuvimos mas espacio de maniobra y sus manos empezaron a acariciar mi cuerpo, Natalie metía su lengua en mi oreja, en mi boca, bajaba por mi cuello y Sophie directa al grano, me desabrochaba el pantalón y se precipitaba ansiosamente a saborear los líquidos que por aquel entonces mi cipote estaba segregando, paró y se dirigió a su hermana para hacer las presentaciones:
– Natalie – dijo Sophie – Te presento a mi amiga la polla
– Encantada – dijo Natalie.
Acto seguido me regalaron una mamada a dúo de las que hacen afición, sus lenguas se entrelazaban mientras recorrían lo ancho y largo de mi mástil, me tumbe en los asientos, sujeté a Natalie de la cintura y dándole la vuelta empecé a lamer sus ingles, rozando su coño muy por encima, Sophie seguía comiéndome el rabo y manoseaba las tetas de su hermana con fuerza, la cual gemía pues mi lengua había perforado su coño y su culo indiscriminadamente mientras las palmas de mis manos le azotaban sus riquísimos cachetes, le agarre fuerte de la cintura y hundí mi lengua, mi nariz y mi cara en su coño, empezó a jadear con un ritmo muy acelerado y sentí toda su corrida empaparme el rostro, ¡glorioso!, por otra parte Sophie se estaba encargando de chupar, pajear, empapar mi polla de tal manera que estaba a punto de reventar, ella lo sabía y llamo a su hermana para que las dos disfrutasen de tan exquisito néctar, empezaron las convulsiones, colocaron mi capullo a la entrada de sus bocas, empecé a fusilar esperma como un descosido:
– ¡Aaaahhh!, ¡Coméroslo todo, por favor! ¡Aaahhh!- acertaba a decir.
– ¡Si, Si, Si, danos toda esa leche calentita! – repetían entrecortadas por los chorretones de lefa que inundaban sus paladares y gargantas.
Me apretaron los huevos hasta comprobar que habían exprimido hasta la última gota de mi semen, acto seguido se besaron, pasándose mi corrida de una boca a la otra y viceversa, salieron del coche y, desnudas, me arrastraron hacia dentro de la casa… Llegamos al salón, Sophie se dirigió a la cocina, abrió el frigorífico y sacó una botella de champagne, me disponía a coger tres copas cuando Natalie me sugirió que no harían falta y acto seguido corrió al congelador para volver con una cubitera llena de hielos:
– ¿Sería usted tan amable de prestar atención?, ¡Por favor! – dijo Natalie, con una voz de zorra deseosa, y poniéndose un cubito entre las paredes de su chorreante coño, preguntó – ¿Es normal que se derrita tan pronto?.
– No, no es normal – contestó Sophie – lo que sucede es que estas tan caliente que vas a estallar, ¡ninfómana insaciable!.
– Perdonad que interrumpa pero mi polla, mis manos, mi lengua, en fin todo mi cuerpo esta deseando follaros hasta las últimas consecuencias – me atreví a comentar, sabiendo, por supuesto, en el lío que me metía.
Y es que follar con Sophie es una jodida maratón, puede estar follando, perfectamente las veinticuatro horas del día, los sietes días de la semana y así sucesivamente, pero si encima se une también su querida hermanita pues la jodienda se convierte en eterna. Sophie abrió el champagne, lo esparcían por sus cuerpos, en mi falo para luego chuparlo, lo dejaban caer por sus pechos para que al llegar a sus chochos yo recogiese el licor burbujeante con mi boca de paso que mordisqueaba suavemente sus clítoris…, una vez vaciada la botella Natalie fue al baño para coger el bote de aceite corporal, se lo arrebaté y las empecé a untar con dicho líquido, el aspecto brillante y el tacto resbaladizo que fueron cogiendo hacía que mis sentidos se obnubilasen y hasta me doliese la punta del nabo de lo duro que estaba, sabía que a Sophie le gustaba que la diese por el culo sin ningún tipo de preparación, tenía un ojete enorme y, aunque le dolía al principio, ella siempre me pedía que empujase hasta que mi polla reventase sus entrañas, pero su hermana nunca había catado esos placeres, es por ello que empecé a untarle aceite por toda la raja de su culo, concentrando mis engrasados dedos en su agujero, primero uno, moviéndolo suavemente, luego otro, logrando poco a poco que su ano fuese cediendo, para dar paso a la boquilla de la botella de champagne:
– ¡Aaayyy!, duele un poco pero me encanta sentirne porculizada ¡mmmm!.
– Pues, espera a que el figura te calce su herramienta – replico Sophie – ¡Vas a querer estar empalada para el resto de tu viciosa vida!.
Al acabar estas palabras Sophie se abalanzó sobre mi cipote, sus lamidas eran desesperadas pero intensamente placenteras, se acomodó con su coño encima de mi boca, vaya cuadro, Natalie, siendo enculada por una botella de champagne que yo sostenía con una mano, la otra mano introducida casi de lleno en el culo de puta reventadora de hombres de Sophie mientras esta me chupaba el miembro y yo a su vez le devoraba el coño:
– Natalie, vas a degustar el plato principal, carne por delante y vidrio por detrás – afirmé.
Y apartando la boca de Sophie, insté a Natalie a que se sentase sobre mi cintura, lo hizo con parsimonia disfrutando cada centímetro de rabo que su mojadísimo chumino iba engullendo, una vez sentada empezó a moverse con lentitud, haciéndome sentir el roce del vidrio a través de la fina capa de tejido que separaba el interior de su culo del de su coño, Sophie manoseaba las tetas de su hermana, la cual iba cabalgándome cada vez con mas violencia:
– Así, así, fóllame, fóllame! – acertaba a decir con sus agujeros rellenos.
Sophie se zafó de mi puño en su ojal y colocándose detrás de Natalie empezó a empujar la botella para sus adentros:
– ¡Ooohhh¡ ¡Ooohhh! – era lo único que alcanzaba a decir.
Estaba disfrutando de manera bestial, me destrozaba gloriosamente la polla con cada arremetida hasta que empezó a eyacular como si de una meada se tratase, expulsaba líquido en cantidades ingentes que resbalaba por mis huevos y se mezclaba con el aceite del cual estábamos pringados. Lentamente se incorporó, cediendo el turno a su hermana, la cual ni corta ni perezosa se incrustó mi verga en lo mas profundo de su orificio anal de una sola tacada:
– ¡Reviéntame el culo, cabrón, reviéntalo! – me sugería a grito pelado – ¡Quiero que me rompas por dentro!.
Nos incorporamos sin sacarla, se puso a cuatro patas sobre el suelo y empujaba sus nalgas contra mi vientre, le agarré de la cintura con una mano atrayéndola hacia mi con una cadencia que iba en aumento mientras con la otra mano no paraba de azotarla:
– ¿Te gusta que te azote, ensartada francesita?, ¡Pues toma ración de polla fresca! – le susurraba al oído.
La cosa se estaba saliendo de madre, Natalie estaba tumbada en el sofá viendo el espectáculo, metiéndose la botella por su irritadísimo chocho y metiendo los cubitos de dos en dos en su perforado ano, la situación en la que me encontraba me permitía observarla, empecé a imprimir un ritmo salvaje, la estaba destrozando pero Sophie no se quejaba, todo lo contrario, empezó a encadenar una serie de orgasmos y sentía como todos sus músculos se contraían aprisionando mi polla, a la vez que gemía me invitaba a no parar de joderla:
– ¡Fóllame el culo, fóllamelo, joder, mmmmm…!, ¡Quiero sentir como te corres dentro de mí, lléname mis entrañas con tu corrida, cabrón!.
– ¡No, no! – gritó Natalie – y tirando de mi hacia atrás consiguió apartarme de su hermana – Córrete en la botella, ¡Por favor!.
– ¡Serás guarra! – le recrimino su hermana, aunque sin mucha convicción.
Entre las dos me masturbaron con sus bocas, sus lenguas y sus manos hasta que empecé a soltar leche a mansalva, vaya par de hermanitas, me ordeñaron de lo lindo y no contentas con esto pusieron la boquilla de la botella en la punta de mi capullo, mucha cayó dentro aunque hubo alguna que se escapó en dirección a sus impresionantes tetas, la cual lamieron con rapidez, después de esto se esmeraron en dejar la punta de mi estaca tan brillante como una lentejuela para acto seguido beberse por turnos toda la lefa que había depositado dentro del recipiente.
Yo ya me encontraba a esas alturas envuelto en sudor al igual que ellas, no paraban de decirme obscenidades, lo cual no le permitía a mi cipote adoptar una postura de descanso, allí seguía, erguido, dispuesto a follarse de nuevo a ese par de criaturas, era como si tuviese plena autonomía, no obedecería ninguna orden de mi cerebro que no fuese la de reventar todos los orificios de aquellas soberanas maestras del placer.
– ¡Te vamos a secar, nos vamos a comer tu polla, nos vamos a follar cualquier cosa que puedas meter dentro de nuestros coños y nuestros culos, sí, sí, sí, lo vamos a hacer, lo vamos a hacer ahora! – no podía dar crédito a lo que estaba oyendo, así era como iba a morir o al menos eso pensaba, pero me daba igual, no me importaba fallecer si era a manos de esas dos ninfómanas insaciables.
– ¿Que vais a qué?- les dije, haciéndome el incrédulo – Si tan valientes sois, acercaros a la despensa y traed todo lo que tenga forma de falo, ¡Os voy a rellenar como a un pavo!.
No acabé la frase y ya estaban rebuscando en el armario, se acercaron a mí con un pepino de tamaño considerable, fresas, naranjas, todo lo que encontraron que pudiera entrarles, incluso una sombrilla de playa que tenía al lado del armario:
– ¡Venga, listillo!, ¿Ahora que piensas hacer? – preguntó Natalie.
– Poneros a cuatro patas sobre el suelo, de espaldas a mí – les sugerí.
Se colocaron como les había dicho y sin mas dilación empecé a follarlas alternando el coño de una con el culo de otra, metiendo y sacando, cinco sacudidas a cada una en sus respectivos agujeros, del babeante coño de Natalie al impresionante ojal de Sophie, de este al culo desvirgado y amoratado por el efecto del hielo de Natalie, de ahí al inmenso chocho de Sophie, el cual tenía el clítoris del tamaño de una capucha de boli, así estuve durante unos diez minutos, momento en el cual empecé a introducir los objetos elegidos, así mientras yo me follaba por el coño a una, le llenaba el culo de pepino y a la otra le metía una fresa dentro de su vagina la cual ella se encargaba de espachurrar sin dejar de sentir el palo de la sombrilla avanzando hacia el interior de su reluciente trasero, acto seguido sacaba mi rabo y después de haber expulsado la fresa del coño de la otra metía mi polla, la cual cogía un color rosáceo mezcla de sus corridas y el jugo de la fresa, a la vez que intercambiaba los objetos de lugar, donde estaba el pepino introducía la sombrilla y viceversa y donde fuese a meter mi polla reventona introducía previamente, bien una fresa, bien unas uvas o un hielo.
No paraban de gemir, se aferraban a esos objetos con locura, lubricándolos sobremanera, se corrían indiscriminadamente este par de zorras encantadoras y un servidor notaba como le iba llegando su hora, esta vez el placer se intensificaba, los espasmos acudían con bastante anterioridad al semen, me estaba corriendo sin correrme, era indescriptible el placer provocado por semejante situación, la cabeza de mi verga se hinchaba bestialmente con cada contracción, rápidamente saqué mi polla del agujero donde se encontraba en ese momento, aproveché para tapar el hueco que se les había quedado libre con lo primero que pillé a mano que resulto ser la botellita dichosa y las rodeé para ofrecerles tan suculento manjar, me la chuparon con ansiedad y alcance el éxtasis dejándome llevar, se adueñaron de mi cipote, alternando sus bocas con cada borbotón, bueno con los que podían albergar porque había otros que caían en sus pelos, en sus caras, en el suelo…
Tendido sobre el parquet desperté desnudo abrazado a estas dos maravillas de la naturaleza, recreándome en la idea de pasar los próximos días en una compañía tan especial.
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