Anita y su especial manera de pedir disculpas
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Un par de semanas después de haber grabado las imágenes de Anita cogiendo salvajemente con el carnicero en nuestra propia cama; por fin me animé a encarar a mi mujercita y decirle que yo sabía todo sobre esa encamada.
Ella reaccionó sorprendida, pero enseguida retrucó que era una mentira seguramente escuchada de boca de Marcos, para alardear que podía cogérsela cuando a él se le antojara.
Pero entonces hice que Ana se sentara frente a la computadora y le mostré la grabación. Nos quedamos ambos en silencio. Cada tanto yo miraba de reojo la cara de mi esposa. Anita estaba hipnotizada con la vista fija en la pantalla, tratando de no perderse ningún detalle; aunque ella conocía perfectamente toda la escena?
Cuando el video terminó, Ana solo atinó a levantarse y darme las buenas noches. Decidí no presionarla ni preguntarle nada; quería que ella fuera la que hablara cuando tuviera ganas de hacerlo?
Después de un rato de navegar por la red, yo también me fui a acostar. Me deslicé en la cama junto a Ana en plena oscuridad y encontré que ella estaba despierta y completamente desnuda.
Sin mediar palabra se montó sobre mi cuerpo en posición para hacer un sesenta y nueve. Se aferró a mi verga y la introdujo entre sus labios acariciándola con la lengua, con pocos movimientos consiguió que se pusiera dura; mientras yo succionaba su clítoris y los labios de su vulva.
Le metí además un par de dedos en su ano y ella se dejó hacer.
Empezó a gemir cada vez más alto, hasta alcanzar el clímax con un prolongado orgasmo, llenado mi boca con sus jugos vaginales?
Cuando su cuerpo dejó de temblar, Ana volvió a ocuparse de mi pija para hacerme acabar; pero yo quería prolongar el placer, así que le pedí que se pusiera en cuatro patas y de una sola embestida se la enterré hasta la raíz.
Tanta pasión le arrancó un alarido de angustia; mientras yo empezaba a bombearla de manera furiosa, metiendo y sacando mi poronga con un ritmo muy acelerado.
Ana entonces comenzó a jadear y a gemir de placer, pidiéndome a gritos que la cogiera con todo, que no tuviera piedad, que la hiciera gritar como una perra porque se merecía que la cogiera de manera salvaje y brutal?
De repente se quedó callada y hundió su cara en la almohada. Entonces sentí que su concha se llenaba de fluidos, mientras ella se retorcía de placer y acababa en un intenso orgasmo?
Uno tras otro se sucedieron los espasmos de su hermoso cuerpo, acompañados de palabras inteligibles y entrecortadas que denotaban el goce que estaba experimentando con su cara enterrada en la almohada?
Yo trataba de contener mi ímpetu para no acabar todavía, porque quería cogerla un poco más? quería hacerle lo mismo que le había hecho ese carnicero hijo de puta en nuestra propia cama?
Aprovechando que el cuerpo de ella estaba distendido y laxo, saqué mi verga de su empapada vagina y apunté apunte a su pequeño orificio anal, que se veía bastante estrecho.
De un primer empujón conseguí metérsela hasta casi la mitad y Ana gritó de dolor ante tal arremetida brutal. Se quedó quieta, gimiendo muy suavemente. Yo comencé a moverme entre sus redondas nalgas hasta conseguir enterrar mi verga totalmente en tan apretado orificio anal?
Una vez superado el dolor inicial, Ana por fin relajó sus músculos y empezó a disfrutar de la cogida anal, acompañando los movimientos que cada vez se hacían más rápidos por la proximidad de mi propia eyaculación?
Pude sentir que ella jugaba sus dedos dentro de su clítoris. No pude aguantar más y mi verga empezó a descargar chorros de semen caliente en el fondo de sus entrañas; mientras Ana apretaba sus músculos como queriendo exprimir hasta la última gota de mi leche?
De repente Ana aulló con sus dedos enterrados en la vagina y mi verga empalada en su culo, dejándome saber que otro orgasmo estaba recorriendo su cuerpo?
Quedamos exhaustos y acostados boca arriba en la cama, tratando de recuperar el ritmo de la respiración. Me imaginé que Ana estaría satisfecha con semejante cogida: pero mientras lo pensaba, ella se apoderó de mi pija fláccida y se la metió en la boca?
Cuando consideró que ya estaba bien endurecida, se montó a horcajadas sobre mi cuerpo, enterrándosela hasta el fondo en la primera sentada y comenzó a cabalgar frenéticamente con los ojos cerrados y la boca abierta, gimiendo suavemente?
Se acostó sobre mi pecho y me susurró al oído que me amaba, que era muy feliz de tenerme y que lamentaba mucho que ese carnicero pudiera dominarla de esa manera tan salvaje? Su verga era irresistible y sus maneras ordinarias la hacían sentir una esclava dominada en sus manos.
La miré a los ojos y le dije que todo estaba bien. Entonces ella sonrió aliviada y comenzó a moverse con mayor ímpetu, subiendo y bajando sobre mi verga bien lubricada; hasta que de repente se quedó inmóvil y explotó en un intenso orgasmo, dando alaridos de placer y derramando una abundante cantidad de sus flujos que se deslizaron sobre mi cuerpo.
Viendo cómo ella gozaba, mi verga explotó también dentro de su vagina inundándola con otra descarga de semen caliente?
Ana continuó moviéndose lentamente sobre mi cuerpo, hasta alcanzar otros dos orgasmos casi consecutivos. Luego cayó exhausta a mi lado con sus ojos cerrados y quedó desmayada hasta la mañana siguiente.
Yo acaricié su cuerpo; deslicé mis dedos entre sus labios vaginales enrojecidos y aspiré el olor a sexo que emanaba su piel.
Después me levanté para saborear un vaso de whisky, mientras pensaba que, tarde o temprano, Anita no podría resistir la tentación de entregarse otra vez al carnicero?
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