Amor, quiero volver a ser infiel

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Estábamos en el segundo día de vacaciones por nuestro aniversario de bodas cuando de pronto mi esposa me soltó: amor, quiero volver a ser infiel y la verdad es que de solo escucharla me excité y pasaron muchas imágenes por mi cabeza, como por ejemplo la veía a cuatro patas con una verga en la boca, una en la vagina y otra en el culito y yo de observador.

En otra película de microsegundos me veía cogiendo a mi mujer de perrito y mamándole la verga a dos hombres corpulentos. También me la imaginaba acostada en el piso y cinco hombres, incluido yo, llenándola de semen.

Volví a la realidad cuando me dio una palmada y me preguntó si estaba bien. Le respondí que estaba de lo mejor y que estaba totalmente de acuerdo en dejarla hacer lo que le viniera en gana siempre y cuando estuviera presente como observador y también participar. La muy zorra me dijo que sí, que ya lo había pensado, que quería que la viera disfrutar con una o varias vergas a la vez.

En el relato anterior, “Amor te fui infiel, ¿me perdonas?”, mi esposa me confesó, a unos días de nuestro aniversario de bodas, que me había sido infiel con otro chico, en un momento en que, por estar lesionado de ambas manos, dejé de coger con ella, pero la realidad es que no fue tanto por el accidente, sino porque anduve cogiendo con su prima que llegó a “cuidarme”, lo cual narré en el relato “Me cogí a la prima de mi esposa”, lo cual se los contaré en otra historia porque mi esposa descubrió lo que sucedió entre Victoria (su prima) y yo.

La verdad es que ya me gustaba la idea de ser cornudo, por lo que sin pensarlo más le dije a mi esposa que sí aceptaba su propuesta y me confesó que en la alberca, cuando me regresé al cuarto porque me sentía mal por el exceso de bebidas que tomé durante la noche, había conocido a un hombre atlético y empezaron a platicar y a darse calentones.

Les presento a mi esposa, tiene 40 años, se llama Laura, tiene unos senos hermosos, bien grandes, nalgas bastante apetecibles. En resumen, tiene buen cuerpo y le encanta el sexo, ahora es una zorra profesional. Nuestro invitado es arquitecto, se llama Laureano y había acudido a una convención de arquitectos, tiene 35 años y una verga bastante grande y con muchas venas, la misma que mi mujercita se tragó completa por el culito, la vagina y la boca y a pesar de lo grande pedía más.

Por la noche acudimos a la suite de Laureano, íbamos bastante ligeros de ropa. Nos abrió la puerta e igual estaba él. Una bermuda, una camisa de algodón y sandalias. Mi esposa le había confirmado su asistencia y que iría acompañada por su esposo, o sea yo, ya que deseaba participar, a lo que nuestro anfitrión para nada se opuso.

Nos sentamos en la sala, sirvió whisky y unos bocadillos. Se sentaron juntos y empezaron a platicar, de pronto él empezó a tocarle las piernas a mi esposa y a meterle mano, además de besarse. Ella, sin perder el tiempo, le bajó la bragueta y empezó a jugarle la verga y una vez que se la sacó se puso de rodillas y empezó a mamársela, mientras que yo me empecé a jugar mi pene que delante del que tenía el arquitecto, era pequeño.

Se desnudaron, empezó el a mamarle los senos y los pezones, se bajó hasta la vagina rasurada de mi esposa y le empezó a dar una buena mamada del útero, labios y clítoris, le arrancó el primero de muchos orgasmos. Yo solo era un espectador, mientras ellos se disfrutaban unos a otros. En verdad que mi mujer era una experta en el arte del sexo, porque el arquitecto no aguantó más y se vino dentro del culo de mi Laurita, mientras que yo había disfrutado esta nueva etapa de cornudo.

Se la pasaron cogiendo toda la noche, mi mujer gemía, gritaba de placer y le pedía más y más al arquitecto que le dio hasta por las orejas. A las 3 de la madrugada mi esposita me llamó y me ordenó que le lamiera la panocha y el culo que los tenía lleno de semen y que me lo tragara. Hasta que les dejé limpios sus agujeros me mandó a dormir a nuestro cuarto, porque ella se quedó en la suite para seguir cogiendo con su amante.

Después de esta noche vinieron otras de placer, el arquitecto se quedó unos días más de lo previsto, no quería desaprovechar la oportunidad de cogerse a mi mujer delante de su cornudo que soy yo y que también disfruté de esta nueva aventura en nuestras vacaciones por aniversario de boda.

En una de las noches, mi mujer se metió los dedos en su vagina, que tenía encharcada de leche del arquitecto Laureano y mía y me metió 3 en el culo, que como estaba bien caliente los sentí rico y gemí, diciéndome: te gusta ser penetrado perrito. Inmediatamente le habló al arquitecto y le dijo que me taladrara el culo, pero eso se los narraré en otro episodio.

Después de estos días inolvidables regresamos a casa, felices y con el compromiso de seguir disfrutando de la vida y del sexo, porque el próximo paso es hacer un trío, obviamente hombre-mujer-hombre, porque no quiere meter una mujer a nuestra cama, pero sí -de ser posible- al mayor número de hombres para que le den candela.

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