Una buena chica conoce sus limites, una mujer sabe que no los tiene

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El sexo es delicioso, placentero, relajante e increíble pero requiere de un buen hombre que lo haga sentir, un hombre que pueda dominar no sólo el momento si no que también a mí.

Sentía como me seducía con solo mirarme y hablar de esa forma tan segura, tanto así que ni siquiera recuerdo en que momento llegamos hasta ese cuarto del motel.

Me tomó como si ya fuera suya y mis pechos ya estaban fuera de mi blusa, y en ese punto sólo quería seguir hasta el final.

Estuvo largo rato chupando mis pezones y mientras lo hacía metió su mano entre mis bragas acariciando de arriba abajo lo cual agradecía soltando más jugos, me ordenó quitar mi ropa, quería tenerme completamente desnuda, Él también quitó su camisa y bajó su pantalón, quedando solo con ropa interior, que también estaban manchados por su excitación?

Sentía como mi boca se humedecía al mismo tiempo que mi entrepierna y solo deseaba poner su duro miembro en mi boca, me ordenó arrodillarme y comenzar a chuparlo, y a pesar que sentía mi cuerpo temblar levemente, no podía estar disfrutando más ese momento con quien sería mi amo más adelante.

En un momento me detuvo y me apoyo en la ventana que daba hacia la calle y metió su miembro dentro de mí de una forma tan brusca pero tan placentera que no quería parara de meterlo y sacarlo de mi vagina. Mientras me penetraba mis gemidos se hacían más fuertes y más excitantes, ver como pasaba la gente en la calle y yo al otro lado de la muralla siendo dominada por Él.

Era el comienzo de experimentar un nuevo mundo para el cual había nacido, recuerdo haber desobedecido más de una instrucción en ese cuarto y sentí los golpes y azotes por ello, pero a pesar que mi mente sentía que eso no me gustaba y no lo quería, mi cuerpo respondía de otra forma, deseaba más de mi amo más regalos y más castigo. Gemía y gritaba cada vez que me penetraba y me tocaba, me mojaba por completo y deseaba más, y no solo por ese instante, deseaba más en el futuro.

Ya recostada en mi cuarto sentía arder mis pechos y mi cola con esos azotes de Él y sonreía de una manera pervertida, porque sabía que era el inicio del desate de mis deseos más pervertidos y lujuriosos.

Mi amo ordenó y yo obedecí, entre más comentarios pueda recibir podré seguir contándoles más…

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