Mi caliente cuñada sabe como montarme

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El sábado comenzó a las 8.30 de la mañana cuando sonó el despertador de su móvil pues tenia que arreglarse y desayunar para luego bajar al salón a la dichosa jornada y me empezó a acariciar la polla a la vez que me mordía hasta la lengua, se levanto y dijo que tenia que ducharse pues tenia prisa, y yo me quede en la cama con una calentura de cuidado, por lo que me levante y me introduje en la ducha junto a ella para buscar calmar lo que ella me había provocado, y empecé a meterle mano baje a su coñito y le lamí bajo el agua de la ducha hasta que empezó a dar gritos de placer, entonces sentándome en el borde de la bañera la senté encima de mi e iniciamos otra cabalgada parecida a la de la noche anterior, se acabo de duchar y rápido se vistió para irse. Yo que no tenia prisa me volví a la cama, donde aproveche para dormir hasta las doce del mediodía, me levanté y como ya no daban el desayuno en el hotel me tome un par de zumos de naranja en una cafetería cercana al hotel para recuperar fuerzas, pues temía la noche.

Llamé al móvil a mi amigo, fui a hacer unas compras, y me acerque a esperarle a su trabajo que salía a las 2.00 de la tarde, nos fuimos a comer juntos, charlamos de muchas cosas, me disculpe de lo ocurrido la noche anterior y recorrimos los puntos interesantes de la ciudad para que yo conociese algo y a las 7 nos fuimos a su casa a descansar donde ya estaba su mujer que nos recibió ofreciéndonos un café y un chupito de whisky, allí estuvimos charlando unas horas para luego irnos a buscar a mi cuñadita que acababa a las nueve su jornada universitaria, cuando salió le presente a mis amigos, tomamos una copa juntos y subí junto a ella a la habitación a ducharnos y cambiarnos de ropa los dos para salir a cenar, mientras ellos esperaban en la cafetería del hotel.

En el ascensor ya aprovechamos para besarnos y meternos mano, pues subíamos solos, entramos en la habitación, y le entregue el regalo que le había comprado durante el día, era un precioso conjunto erótico de sujetador, tanga medias y liguero para que se pusiese para salir y un sexy camisón para que estrenara durante la noche, le encanto y desnudándonos fuimos hacia la ducha, ella estaba mas caliente de un horno y me buscaba y sobaba pues estaba cansada y quería relajarse, pero yo aunque lo deseaba tanto como ella la arrastre fuera de la ducha envuelta en una toalla y la tumbe sobre la cama, donde fui jugando con ella chupándole sus tetas, su coño e inclusive el ojete de su culo alternativamente, pero quería evitar a toda costa que se corriese, la quería caliente para después, pues iba a ser nuestra ultima noche allí y buscaba una noche bestial, así que cuando estaba a punto de correrse la dejaba, hasta que le dije que mis amigos se iban a impacientar, que ya lo acabaríamos a la vuelta, aunque a ella no le gusto el quedarse así, se resigno y se empezó a poner el conjunto sexy, y mientras se acababa de arreglar, le dije que la esperaba abajo junto a ellos, que por favor no tardase, pues ya eran las diez y no íbamos a encontrar restaurante.

Cuando llegue abajo estaba mi amigo solo y me dijo irónicamente:

– Cabronazo!, ¿Que harías con tu cuñadita que tardáis tanto en prepararos? No se, no se.

Yo simplemente sonreí. Nunca me gusto contar ni presumir. Cuando bajó Noelia, quedamos sorprendidos todos, pues su elegante y cortísimo vestido negro la hacia estar elegantísima, así es que me sentí hasta algo celoso, pues aparte de los piropos cariñosos de mi amigo y su mujer, sentí sobre su cuerpo las miradas lascivas de algunos hombres, aunque eso me encendió aun más mi calentura, pues solo yo sabia la ropa interior que ella llevaba.

Fuimos a cenar a un buen restaurante que nos invitaron nuestros amigos y después nos llevaron a conocer la vida nocturna de Valencia, llevándonos por varios bares de copas y acabando en una conocida discoteca, pero a las dos de la mañana, Noelia dijo que tenia ganas de irse al hotel pues estaba bastante cansada de todo el día y mis amigos lo supieron comprender. Salimos afuera y ellos se ofrecieron a llevarnos al hotel, pero declinamos la invitación pues tenían su coche bien aparcado, y era mejor irnos en un taxi. Al despedirnos mi amigo riéndose me insinúo que cuidado con lo que hacia en el hotel, que era un hombre casado, yo le dije que tranquilo que solo dormir, a lo que él dijo: sí, ya ya.

Cogimos un taxi y ya dentro, ella abrazándose a mí me besó y me dijo que ya tenia ganas de estar a solas en el hotel que teníamos una cuenta pendiente.

En la recepción del hotel, al recoger nuestra tarjeta magnética, solicite que enviasen a nuestra habitación una botella de Cava y unos bombones. La velada que me esperaba merecía el detalle. Ya en la habitación lo que más me apetecía era besar y acariciar a aquella muñequita que me había excitado toda la noche, a la vez que me había dado celos de cómo la miraban los hombres al verla pasar, aunque cuando ya estaba a punto de desnudarla presos de la pasión, el servicio de habitaciones, nos traían el cava y los bombones. Entre copa y copa nos fuimos desnudando hasta dejarla yo con aquel conjunto tan sexy que le había regalado.

Al momento se levanto, se fue al baño y apareció con aquel camisón – picardías que hacia pocas horas que le había regalado. Eran dos piezas, un tanga y una especie de blusón hasta el ombligo, todo ello semitransparente, estaba realmente preciosa, yo opino que una mujer esta mas excitante con una lencería sexy que totalmente desnuda, así es que procure hacerle el amor y no desnudarla en el resto de la noche.

Me tumbó en la cama y se introdujo mi polla en su boca empezando a hacerme una mamada de campeonato, parecía mentira que hacia pocas horas fuera una inexperta totalmente, ahora me estaba chupando alternativamente el glande con movimientos rápidos, bajaba y me lamía desde los huevos al tallo de mi polla. Esto me provocaba unas tremendas ganas de correrme en su boca pues yo también acumulaba desde antes de salir a la cena, así que tirando de ella gire su cuerpo sobre mí y nos colocamos los dos en la posición del sesenta y nueve e introduciendo mi lengua en su coñito empecé a lamerla entera aprovechando la posición, pero ya no aguante mas y me corrí a la vez que la sacaba de su boca, pues tenia miedo que no le gustara recibir allí mi corrida.

Mientras llevaba mi lengua hasta su ojete y se lo lamía con detenimiento, creo que me equivoque corriéndome fuera de su boca pues ella estaba lamiendo los restos de semen que habían quedado en mis piernas, pubis parte de su cuello, volviendo a meterse la polla otra vez en su boca saboreando los restos de mi corrida, mientras yo iba metiéndole también la lengua en su culo, con la intención de reblandecérselo pues estaba pensando en si me dejaría follarmela por el culo, así que cuando se lo chupaba metía un dedo en su coño y cuando bajaba la lengua al coño empecé a intentar meterle el dedo en su culo hasta que lo fui consiguiendo, sin que ella le molestase, es mas le estaba gustando ese repaso tanto que se derramo sus caldos en mi boca, algo que me excita sobremanera cuando una mujer se retuerce presionando sus piernas alrededor de mi cabeza y corriéndose en mi boca.

Después de unos minutos de relajación abrazados, besándome y agradeciéndome el trabajito que le había hecho, dijo que ahora quería sentir mi polla yo me tumbé y ella se sentó sobre mi polla empezando a subir y bajar lentamente haciéndome sentir como las paredes de su coñito apretaban mi polla, y en medio de esta excitación busque debajo de la almohada un tubo de vaselina que yo había comprado durante el día y había puesto allí intencionadamente para tener a mano, y echando un chorrete en la punta de mis dedos empecé a masajear su esfínter ya reblandecido por la saliva, y poco a poco empecé a lubricarle el interior metiendo mi dedo, a lo que ella dio un pequeño saltillo pero siguió follandome y me dijo que siguiera que le estaba gustando, mientras yo recién corrido aguantaba, perfectamente aquella cabalgada, simplemente estaba pensando en que tenia que intentar conseguir su culito, pues seguro que era virgen ya que el pazguato no lo habría ni pensado siquiera.

Cuando vi que ya estaba a punto de correrse la hice levantarse de encima de mí y le pedí un cambio de postura, la puse de rodillas y poniéndome detrás de ella se la metí otra vez a la vez que la agarraba de los pechos, estaba imprimiendo un fuerte ritmo cuando ella aullando de placer dijo que se corría, rápidamente lo note, pues la cabrona cada vez que lo hacia notaba su coño como un río, yo seguía bombeándola y ella al poco tiempo ya estaba otra vez gozando, fue cuando aproveche para sacársela del coño y apuntando a su ya lubricado culo empecé a empujar y cuando ya tenia el glande dentro ella se quejo diciéndome que no lo hiciera que la iba a partir en dos, le dije que estuviese tranquila, y a la vez que le metía dos dedos en el coño seguí empujando hasta rellenar entero su culo con mi barra de carne, aunque seguía quejándose y rogándome que tuviera cuidado, al poco tiempo ya gozaba plenamente pues mis dedos en el coño y mi otra mano en su pezón estaban haciendo mella, yo también estaba a punto pues la estrechez de su canal y el morbo de estar jodiendome su culito, me estaban martirizando, así que cuando a los pocos minutos ella empezó a correrse, yo también me derrame dentro, quedando los dos uno encima de otro abrazados hasta que mi polla ya se salió de su culo, eran las cuatro y media de la madrugada y se nos ocurrió que lo mejor era pedir otra botella de cava, pues los dos sabíamos que aunque era muy tarde y estábamos muy cansados, había que aprovechar el momento, pues pocas veces podríamos volver a repetirlo con esta intensidad.

Continuamos hasta las siete de la mañana, gozando de nuestros cuerpos, corriendose ella otras cuatro veces y yo otras dos hasta que ya quede totalmente destrozado, así es que dormimos hasta las 11.30 de la mañana, con el tiempo justo de abandonar el hotel y dirigirnos a ver el partido de Fútbol de nuestro equipo, para iniciar regreso a nuestra ciudad después de comer.

Aunque ha habido otras dos veces mas que ya os contaré en una próxima carta, nunca han tenido la misma intensidad y duración que aquel inolvidable fin de semana.

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