Como tratar a una mujer en la cama

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Creo que toda las mujeres son especiales y hay que aprender a tratarlas, para que puedan tocar el cielo con sus manos, viajando en las alas del placer. Vivo en Guatemala y tengo 26 años de edad. Realmente me encanta hacer algún tipo de cosas atrevidas y arriesgadas. Hay quienes no han podido gozar de una sexualidad plena. He tenido el placer de estar con una mujer, que a pesar de haber estado casada, no a experimentado muchas cosas, a continuación una de esas situaciones…

Un día regresábamos de cenar, fuimos a una ciudad que esta como a 30 minutos de la cuidad capital, en donde vivimos, mientras ella conducía yo iba buscando algo de música en la radio, cuando siento su mano derecha que lentamente se acercaba a mí sobre mi pierna, y sin voltearme a ver desliza sus dedos sobre la tela de mi pantalón. Esta situación hizo que mi corazón empezara a latir fuertemente como se siente después de haber corrido una larga distancia. Yo continué con lo mío y encontré algo de música romántica, mientras los dedos de su mano jugueteaban ya con el cierre de mi pantalón, mientras tanto yo ya estaba reaccionando a los impulsos de las hormonas.

Después de jugar al “sigue y al detente” empezó a bajar muy, pero muy lentamente mi cierre al tiempo que mis nervios y mis músculos empezaban a participar del pequeño juego pícaro. Después de haberme hecho sufrir por varios minutos cambió el ritmo del juego y con una habilidad increíble sacó mi miembro de esa prisión. A ella siempre le ha gustado mi trozo de carne pues es muy grueso, aunque no muy largo, casi unos 15 cms.

Varios vehículos pasaban a nuestro lado rebasándonos y me excitaba el hecho de saber que alguien podía observarnos, de darse cuenta de como ella me masturbaba y de como yo me volvía cada vez mas loco de emoción, pero mis neuronas entraron en acción y le digo: “Deténgase”, y ella dice: “Por que? a poco no le gusta”… “pues claro que me gusta, pero eso no es justo. Si vamos a hacer travesuras con las manos, lo haremos mutuamente” y ella me dijo: “Está loco, a mi no me gusta masturbarme y nadie lo ha hecho antes”.

Seguimos el camino de regreso y llegamos a mi casa. Ella parqueó su auto en frente y me dice: “A poco me iba a masturbar mientras yo manejaba?” y yo le digo: “Por supuesto!!!, a poco no le hubiera gustado”. Yo no podía creer que ella nunca se había masturbado o que alguien lo hubiera hecho por ella. Me acerqué a su oído y le digo: “Es que usted no tiene ni idea de lo que puede sentir cuando mis dedos se acerquen tanto a usted, que querrá descubrir lo que ese nuevo placer puede significar”. Acto seguido mis labios empiezan a susurrar palabras al oído casi imperceptibles y siento como sus músculos empiezan a estremecerse y le digo: “No se ponga nerviosa, mi lengua aún no representa peligro, solo déjese llevar”… y fue suficiente para que se dejara dominar… y empieza el concierto de besos y caricias, únicamente con dos protagonistas, Ella y Yo.

Las respiraciones se aceleran al ritmo de las caricias y como hábil artista empiezo a recorrer cada centímetro de su piel, sin olvidar ni un solo pedacito de ella y dejo que mis dedos se deslicen por las costuras de su ropa y me resbalo llegando justo a su sostén, tratando de entrar sin pedir permiso aunque encuentro un poco de resistencia pero tengo cómplices para persuadir al guardia de dicho recinto y es cuando mi lengua empieza a ser peligrosa, es cuando mi lengua se topa frente a frente con sus hermosos pezones tan duritos, tan apetecibles, tanto como para detenerse unos instantes y contemplarlos mientras mi aliento se hace sentir sobre ellos.

Lo que ella no sabía es que mientras su atención se centraba en sus hermosos pechos, mi mano empezaba a recorrer lentamente sus piernas. Ella sentada aún en el asiento del piloto empezaba a volar, a llegar al cielo, sin alas, solo con puro placer. Mis dedos empezaron a llegar a la gloria. Cada vez más sentía la cercanía de su cosita, ya que podía sentir el calor que de ella emanaba. Cuando ella sintió que mis dedos acariciaban su clítoris sobre su ropa interior, cerró las piernas y me dijo: “Que estamos haciendo? Esto es una locura, nos van a ver”… y yo no me inmuté. No quité mis labios de sus ricos pezones y mi lengua seguía dibujando figuras caprichosas en sus senos.

Creo que fue tanto placer el que ella sentía en ese momento o un gran cúmulo de curiosidad a lo nuevo, que hizo olvidarse de prejuicios e incluso de ser descubiertos por algún transeúnte nocturno. Solo lograba escuchar que me decía “Ya no siga por favor, ya no siga”, al tiempo en que aflojaba sus piernas y me dejaba entrar un poco más. Cada momento que pasaba era como sentirse mas cerca de la gloria. Ella agarraba mis cabellos y gemía como nunca la había escuchado y yo había traspasado su ropa interior como un alfarero diestro utilizando la arcilla, así eran mis movimientos sobre su monte de venus, resbalándome a su clítoris y cayendo en el pozo de su vagina, tan tibia, tan húmeda y cada vez eran más intensos sus gemidos mientras que con mi dedo escribía su nombre en su sexo hasta llegar a lo máximo, tuvo un orgasmo fuerte, que me mojó los dedos y la hizo gritar y su cuerpo se contorsionaba, fue bello, fue angelical, fue especial, fue realmente hermoso.

Conforme los minutos pasaban y la coherencia llegaba nuevamente, la primera frase que escuche de sus labios fue: “Que vergüenza”, “Nunca pensé que me iba a suceder esto”… pero lo cierto del caso es que aún cuando la coherencia le decía que ella nunca lo hubiera hecho, con el pasar del tiempo, sucedió nuevamente, no se cuantas veces pero ha sucedido, y siempre a vuelto a ser tan bello como esa vez.

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