Me enseñaron a darme gusto en mi propia familia
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Os voy a contar algo que ha decidido mi vida, unos lo verán bien y otros como una aberración pero es mi historia y me siento muy bien haciendo de ella mi día a día. Supongo que hay gente que está más Os voy a contar algo que ha decidido mi vida, unos lo verán bien y otros como una aberración pero es mi historia y me siento muy bien haciendo de ella mi día a día. Supongo que hay gente que está más predispuesta a aceptar ciertos papeles en su vida que otras y supongo también que ese es mi caso. No creáis que hablo por hablar, porque esta es una de las razones por las que hago este tipo de relatos desde hace años (la otra es que me excitan).
Lo cierto es que el primero en hacerme saber que había cosas que no entendía pero que no me desagradaban del todo fue mi hermano Samuel. Era por las noches cuando lo hacía, se acercaba a mi cama y se acostaba a mi lado. Se quedaba allí un rato, me abrazaba, se apretaba a mí, se movía frotándome su cuerpo. Yo lo oía jadear y no preguntaba, después me metía la mano bajo las bragas y me tocaba. Después se sentaba se desnudaba y me hacía acariciarle, mientras yo lo hacía lo que me pedía me decía era una chica muy buena y que me quería mucho y que si no se lo decía a nadie él sería muy bueno conmigo. Después de tocarle hasta que la picha se le ponía tiesa y dura me subía el camisón, me bajaba un poco las bragas y se tumbaba encima de mí colocándome su picha muy caliente y empinada entre las piernas, allí se quedaba moviéndose de arriba abajo y jadeando hasta que me mojaba toda la barriga y temblaba encima de mí.
Había noches que después de tocarme y frotarse conmigo Samuel no decía nada, terminaba sudando, se levantaba me limpiaba y me decía hasta mañana, otras veces era más bueno y me abrazaba y me decía que me quería mucho, me daba besos y esas cosas. Al principio yo no sentía nada, ni me gustaba ni me dejaba de gustar, no sabía por qué mi hermano hacía aquello pero una noche que me levanté al baño, vi a mi madre en su cuarto con mi padre y hacían más o menos lo mismo pero estaban los dos desnudos, a mi madre le gustaba y decía cosas en voz baja.
La siguiente noche que vino Samuel a mi cuarto yo le pregunté que por qué él se desnudaba y yo sólo me bajaba las bragas, le dije que había estado viendo a nuestros padres y que mamá estaba desnuda y a ella le gustaba. Samuel puso una cara muy graciosa y me dijo que era verdad, que seguro que si me desnudaba a los dos nos iba a gustar más. Me quitó el camisón y me bajo las bragas. Esa noche empezó tocándome entre las piernas, moviendo los dedos dentro de mi rajita y preguntándome que si me gustaba, yo no sé si me gustaba pero sentía unas cosquillas muy raras y me temblaban las piernas. Samuel me dijo, vamos a jugar a un juego muy rico, yo le dije que vale, yo te hago cositas buenas a ti y después tú me las haces a mí, me pareció bien y como seguía tocándome yo le acaricié a él en la picha como otras veces. Luego él se agachó y empezó a pasarme la lengua en el chichi, yo cerré las piernas porque no me gustaba pero él me las abrió con fuerza me dijo que me estuviera quieta, que si era buena me iba a gustar mucho y siguió pasando la lengua apretando mucho, me la pasó por dentro de la rajita y eso me gustó un poco pero luego me lo chupó por fuera, en el bultito que a veces me crecía y me dio un gustito entre las piernas y en la barriga, como unas cosquillas buenas por dentro y como siguió tocándome ahí con los dedos y la lengua me relajé y dejé las piernas abiertas para que me gustara más. Samuel me miró y me preguntó si me gustaba que me comiera el chumino y yo le dije que sí, que era raro pero que me gustaba un poco y él me dijo que si quería que me siguiera dando gusto tenía que hacerle lo mismo.
Yo no sabía cómo pero él se dio la vuelta se puso encima de mí y me puso su picha en la boca, se la cogía y me la pasaba por los labios apretándola, hermanita sólo tienes que abrir la boca y chupar, ¿ves que dura esta la polla de tu hermano?, está muy rica, ten cuidado pero chupa mucho, así,… y empezó a moverse como mi padre con mi madre pero al revés, no sabía qué hacía y no sabía si estaba bien pero cuando Samu empezó a chuparme el chichi otra vez yo hice lo que el me decía. Aquella noche supe qué era lo que le pasaba a mi hermano cuando yo le tocaba, cuando se ponía encima de mí pasándome la cuca por el conejo mi hermano jadeaba y después se cansaba y me mojaba la barriga; esa noche le pasó lo mimo cuando me la metía y me la sacaba de la boca, algo muy caliente se le salió y yo casi me ahogo, el me dijo sin sacarme la pija de la boca, trágame, trágalo todo, yo me estaba ahogando así que tragué hasta que gimió más alto y con su cuquita todavía en mi boca, dejó de moverse como un loco.
Esa noche no siguió, me limpió, me vistió y me dijo que me quería mucho más que otras noches, mañana lo hacemos otra vez vale cariño, y me dio un beso en el cachete. Después se fue, a mí esa noche también me había gustado mucho y todavía tenía el chumino con calor, estaba rara y me toque debajo de las bragas, me escocía un poco pero cuando me toque el bultito seguí manchando las bragas de un moco caliente, me dio otra vez ese gustito y seguí tocándome como lo hacía Samuel, me puse boca abajo y con los dedos apretados en el bultito me moví empujándome de arriba abajo como hacía mi hermano cuando se ponía encima de mí, estuve así un rato porque me gustaba mucho hasta que me dio un escalofrío muy bueno y me pasó como a Samu en mi barriga y mi boca, no me salía un chorro como a él pero me mojé toda y me dio un gusto muy bueno por todo el cuerpo y me temblé toda de arriba abajo; yo no tenia tetitas todavía pero noté que se me ponían tiesitos los pezones cuando me seguía tocando rápido para que saliera más de ese liquidito que me gustaba.
Así aprendí que mi hermano o quien fuera me tenía que dar el gusto tocándome ahí. Mi hermano y yo lo pasamos muy bien, nos queríamos cuando mis padres se iban a dormir o cuando nos quedábamos solos en casa. Un día que mi padre se fue de viaje de trabajo y mi madre no había llegado de la oficina, Samuel me pidió que le chupara un ratito, estábamos en la sala y como él estaba sentado en el sofá, me arrodillé y cuando él se bajó la bragueta yo empecé a chupársela, ya se le estaba poniendo dura y jadeaba con los ojos cerrados apretándome la cabeza de arriba abajo para que me la metiera toda en la boca pero de pronto un grito nos asustó, mi madre empezó a chillar insultando a mi hermano que se subía desesperado los pantalones intentando huir de los bofetones de mamá; yo me eché a llorar y corrí a mi cuarto encerrándome allí, oí a mamá gritando a mi hermano diciéndole que no quería volverlo a ver y después oí un portazo. Esperé a que mamá viniera a mi cuarto a gritarme pero no lo hizo. Me desperté a la mañana siguiente cuando tocaron el timbre. Me acerqué a ver quién era y cuando llegué vi a dos policías con cara triste agarrando a mi madre que lloraba y gritaba, no, no puede ser… no, mi hijo no…
Me gustaría seguir contando porque aunque parezca mentira la historia tiene partes muy drásticas y otras tan raras que he querido disfrutar de ellas en lugar de pensar que están mal.
Mi hermano Samuel murió aquella noche, iba borracho con un amigo y tuvieron un accidente de moto. Mi madre se volvió loca, no sé si llegó a hablar con mi padre de lo ocurrido, lo cierto es que cayó en una depresión que la convirtió en mi zombi y mi padre y yo no sabíamos por dónde escapar de aquel mundo de locos. Ese mismo año me encontré unos relatos en el ordenador de mi hermano, tenía direcciones de Internet y empecé a escribirme con algunos chicos y chicos que me contaban esos cuentos y yo creía que eran de verdad, yo les contaba los míos, les conté todo lo que me quería mi hermano y que todavía me hacía cositas pensando en él y me decían eso que hacía era muy bueno, pero yo estaba triste porque Samuel no iba a volver. Samuel no volvió pero yo creía que había cosas muy normales y lo que me contaban los chicos de Internet me gustaba.
Hoy por hoy, no me planteo si está bien o mal, mi madre sigue loca, de sanatorio en sanatorio, Samuel sigue siendo mi mejor recuerdo y mi padre y yo hemos salido adelante aferrándonos a ese amor que Samuel me enseñó a dar a los hombres que quiero. ¿Está bien o mal? No lo sé pero ya no puedo ni quiero dar marcha atrás, no me arrepiento de nada. A veces me reconcomo por dentro pero otras me siento, las escribo y creo en ellas como mi única historia que no quiero cambiar.
Me dan morbo estas historias y me gusta excitarme con ellas, a veces escribo las mías, exagerándolas un poco para hacerlas más excitantes y otras veces hablo de ellas tal y como fueron, e incluso con mis relatos después de volverlos a leer siento excitación.
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