Mi regalo de cumpleaños, ponerle cuernos a mi marido
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“Son casi las nueve. Mi marido tiene que estar al llegar, acaba a las siete, pero se va al bar con los compañeros a tomar unas medianas. Esta mañana me he comprado un conjunto blanco, he ido a depilarme y a la peluquería. Hoy es su cumpleaños y voy a hacer que se lo pase en grande. Espero ansiosa y excitada que llegue, no pienso dejarle ni cenar”.
Éste sería el resumen del día del cumpleaños de mi marido, hace un mes. Cuando llegó, lo más bonito que dijo es que fue una tontería gastarme el dinero en un conjunto tan caro pudiendo haberlo comprado en el mercadillo.
Llevo ocho años casada, mido 1´70 y peso algo más de 70 kg. Soy una mujer, con curvas, de grande pechos (desgraciadamente la gravedad comienza a hacer efecto). Recuerdo que los primeros años era diferente, nunca fue algo pasional, no un amor desenfrenado, pero nos amamos. Ese tipo de amor con el que llegas a los 90 años al lado de tu pareja.
Yo sólo tengo 35 y francamente, con follar 5 minutos una vez al mes, no tengo ni para empezar. Así que hace dos semanas, en la víspera de mi cumpleaños y todavía muy resentida por el fiasco de dos semanas atrás, decidí pasar una noche de las que merezco después que mi marido me dijera que se iba el día de mi cumpleaños a pasar el fin de semana de caza. No tuve ni que pensarlo dos veces.
Se fue el viernes hacia loas 8 de la tarde, y yo empecé a arreglarme. Me puse el conjunto que compré para él, casi a mala leche, para que otro lo aprovechara. Me puse guapísima y me fui a Barcelona. Cené en un Mc Donalds, hacía años que no lo probaba y estoy harta de vivir a dieta, me lo merecía. Luego fui a tomar una copa a un bar irlandés de la Rambla y ya cerca de la media noche fui a una discoteca, Tango, antes íbamos alguna que otra noche.
Estuve durante una hora bailando y dando vueltas, una copa, un baile, otra copa, clasificando a todos los hombres solos… Hasta que uno, valiente y decidido se acercó. Me empezó a cortejar con toda clase de arrumacos y galanterías, era muy engreído, pero muy agradable y halagador, alto fornido y moreno de piel, de unos 40 años, y aunque tenía algo de barriga cervecera, me gustaba (yo no soy una escultura tampoco). Bailamos y después de la segunda copa a la que me invitó, yo ya estaba dispuesta a todo.
– Mira Juan – le dije al oído rozándome con él – yo he venido aquí esta noche para ponerle los cuernos a mi marido y busco a alguien que me haga sentir la más puta del mundo por una noche.
Él me agarró del culo y me besó. Sabía a wisky, a tabaco…, sabía a hombre. Me cogió de la mano y me llevó fuera. Hablamos sobre dónde ir, y decidimos ir a un hotel en la Rambla. Él pagaba la habitación, pero después de follar se iría porque su mujer le esperaba.
Al entrar en la habitación, lo primero que hizo fue comerme el coño, y fue muy bueno. Luego le comí yo la polla, no estaba mal. Me puso a cuatro patas y me folló como un loco, dándome azotes en el culo e insultándome, pero enseguida se corrió. “Bueno, ahora vendrá la segunda parte”. Fue al lavabo y cuando salió ya estaba vestido, me dio un beso y un “ ya nos veremos “ y se fue, yo me quedé tan parada que sólo se me ocurrió decir adiós. Excepto la comida de coño, había echado un polvo con mi marido!. Pensé en masturbarme, pero yo no quería una paja. Me arreglé un poco y bajé a recepción, me dejaron el periódico y subí. Había dos agencias de hombres, llamé a las dos y me quedé con la primera. Pedí que viniera un chico negro, guapo y sobretodo pedí una polla de 20 cm. Por lo menos. Pedí que fuera sin prisas y que pudiéramos hacer de todo. 300 euros hora y media y 500 euros hasta las 10 de la mañana. Qué demonios, soy yo la que lleva las cuentas en casa.
En media hora picaron a la puerta de la habitación. Fui a abrir nerviosa, empezaba a tener dudas de aquello. Parado en la entrada había un mulato guapísimo que me dio dos besos agarrándome por la cintura. Se empezaron a disipar mis dudas. Me preguntó varias cosas, nombre, qué me gustaba, mientras de una mochila azul sacaba varias cosas, condones, lubricante y varios consoladores. Le dije que yo no había pedido eso:
– Esto es para mí cariño.
– Para ti? – no lo entendía – pero eso no es para mujeres y gays?.
– En la agencia todos los chicos somos bisexuales, y tú has pedido un completo, es por si me quieres penetrar. Me puedes hacer de todo menos sado y cosas muy raras.
Me pidió que nos ducháramos. En el baño nos desnudamos, y a mí se me quitaron todas las dudas. Le medía 20 cm. Seguro, pero no la tenía ni a medio empalmar. Me miró y me dijo que se pondría mucho más grande. Fue la mejor ducha de mi vida, no le quitaba las manos de la polla mientras se hacía inmensa. Después de secarnos me preguntó si quería comérsela a pelo o con condón, me dijo que era mejor con condón porque se la podría comer cuando quisiera, y dije que sí.
Me tumbó y me lamió de arriba abajo, se entretuvo en mi coño y en el culo. Preguntó si podía tocarme el seno y no supe negarme, y empezó a meterme la punta del dedo mientras me lo comía todo. Paró un instante y cogió el lubricante. Me estuvo poniendo por dentro en el coño y siguió comiéndolo, luego me empezó a meter el dedo en el culo. Qué placer. Cuanto más me dolía el culo más gusto me daba el coño y yo empecé a decirle bajito que me rompiera el culo, estaba descontrolada. Paró de repente y me puso la polla en la boca, me dio un poco de reparo el sabor a goma, pero en un momento yo estaba comiendo aquel pollote como una loca, sólo me cabía la mitad. Se inclinó y cogió dos consoladores, los lubricó y me preguntó si quería que nos folláramos en un 69, no puse reparos. Me puso encima de él y me empezó a meter el consolador en el culo mientras me comía el coño. Al poco me dijo que yo también le follara, y con mucho cuidado le empecé a meter la punta del consolador mientras se la comía. Él me agarró la mano y de un empujón se lo metió casi entero. Me corrí mientras me comía el coño, con una polla enorme en la boca, un consolador en el culo y otro en la mano dentro de mi amante. Fue fantástico.
El resto de las horas las pasamos follando, hablando, me dejó cogerle la polla mientras meaba, me hacía gracia. Me folló mucho el culo, y estuve una semana dolorida. Yo también le follé mucho el culo a él, me gusta mucho el culo de los hombres.
Ahora viene una paga de mi marido, y ya sé en qué me voy a gastar los primeros 500 euros que coja. Soy una mujer joven todavía, amo a mi marido, pero tengo un cuerpo el cual me gusta sentir, y tengo derecho a tener una vida sexual, así que aunque a veces me plantee algún problemilla moral, voy a follar como loca cuando se me presente la oportunidad.
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