El final ideal para una fiesta llena de sexo caliente
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Cuando me invitaron a aquella fiesta de cumpleaños no puse mucho entusiasmo, una amiga tenia su chalet vació y decidió llenarlo de gente, el problema era que yo apenas conocía aparte de ella a tres personas de las decenas que fueron. Inevitablemente mi amiga como anfitriona estaba demasiado ocupada y de las otras tres personas que conocía dos eran pareja, ya se habían perdido y la tercera era una chica que ya había bebido tanto antes de empezar el sarao que estaba tumbada por ahí sumida en un sueño profundo. Pensé en irme, pero ya la noche perdida me daba igual aguantar un poquito por ver si de aquello salía algo medio entretenido.
Cuando nos pusimos a degustar todo me llamó la atención una chica de pelo corto en el fondo del salón. Era atractiva pero tampoco de manera espectacular, más bien daba la impresión de querer pasar desapercibida. Me llamó la atención su forma de observarlo todo y en los breves intercambios de palabras que tenía con las personas de alrededor daba la impresión de estar fuera de sitio. Se me encendió la bombilla y me dije: “Alfredo nadie para pasar el rato como alguien como tu que está aquí de más”. De modo que despistadamente me deje caer por allí con la excusa de coger algo de las mesas cercanas. Directamente le pregunté que como estaban los sándwich de ensaladilla sin saludarla ni nada previamente. Comenzó a reír y me indicó que si quería llegar a viejo que no los probara, después me preguntó acerca de si me gustaba la fiesta y le respondí que en realidad estaba a puntó de salir por la puerta.
Luego sucedió algo extraño comenzamos a entablar una conversación con la misma confianza que si nos conociéramos desde hace mucho. Y nos dió por dar una vuelta por el jardín, me pareció distinta, fascinante tenía un encanto en su expresión. Mientras nos hablábamos nos mirábamos fijamente a los ojos y aún pendientes de la conversación me vino como una imagen rápida en la que imaginaba como sería devorar aquellos labios, duró apenas un segundo pero estoy seguro que ella sabia que a los dos se nos pasaba lo mismo por la cabeza. Apenas sin darnos cuenta estábamos cada vez mas cerca el uno del otro sin dejar de charlar y aunque suene raro también sin darnos cuenta comenzamos a comernos el uno al otro. Apenas sabía su nombre y algunas cosas que me contó pero me pareció una persona maravillosa, nos entregamos a los besos y caricias en la penumbra del césped, interrumpiendo solo nuestro esparcimiento con comentarios graciosos sobre lo absurdo de la situación.
Recorrí su espalda mientras le besaba el cuello y ella encogía los hombros, solo se escuchaba la música a lo lejos y nuestra respiración. Empecé a desabrochar su blusa e inocentemente me preguntó si llevaba preservativos. No los llevaba, lo último que esperaba antes de ir a esa fiesta, era terminar de esta manera, corrí como un poseso hacia el interior y busque a Aurora mi amiga que cumplía años, casi la arranqué del circulo de personas que tenía a mí alrededor y le explique mi problema, entre risas subió arriba y me los dió mientras me deseaba suerte en la faena como los toreros antes de salir a la plaza.
Cuando llegue al jardín estaba en ropa interior, aquel tanga negro era la delicia del infierno y me dispuse a abandonarme entre sus carnes como un loco. Entre besos, caricias y arrumacos mi bragueta explotaba, ella empezó a desnudarme y al bajarme los calzoncillos, saltó desafiante mi hermano pequeño que era como llamaba yo al aparato. Me coloque con la cabeza en dirección a sus pies y aparte aquel tanga a un lado con la boca, mientras ella se comía a mi duro y caliente hermano pequeño. Entre lengüetazas observaba como se abrían y contraían entre los labios de su vulva y aquello ya me ponía mas y nos entregábamos con pasión al gran y divertido juego entre jadeos.
Pronto mis manos recorrían sus senos y “sintonizaban” sus pezones como si de las ruedas de una de esas radios antiguas se tratasen. Luego amasaba sus glúteos firmes, después ella paseaba la lengua por mi glande, como saboreando y yo me sentía morir. Mis dedos delgados y precisos tantearon aquella oquedad húmeda y sabrosa que se expandía mas y más por momentos. Cuando ya estábamos a tope, abrí sus piernas y las coloque por encima de mis hombros mientras introducía mi puya entre sudores y empellones. Estaba muy lubricada y a cada empujón le daba con más ganas mientras observaba, su cabeza echada para atrás y esos ojazos entornados que me miraban todo el tiempo. Bajábamos un poco el ritmo, luego mas y luego otra vez a acelerar.
Teresa se separó entonces y se puso a cuatro patas mientras yo arremetía su chochito por detrás, para tener un mayor contacto me inclinaba sobre ella y le agarraba y amasaba sus bamboleantes senos, a la vez que la mordía el cuello y las orejas levemente. Después de un rato note que se tensaba y sus gemidos se hicieron más audibles y cerro las piernas un rato para sentir más la presencia de mi verga en su interior, después volvió a cerrarlas bruscamente se puso muy colorada y soltó un grito sordo anunciando la llegada del orgasmo, me imploró que la diese mas deprisa, ya incluso sorprendiéndome a mí mismo mi mano se escapo y algún azote enrojeció sus pantorrillas mientras forzaba la maquina de ritmo.
Mi hermano pequeño estaba a punto de desbocarse, me aferré a sus pechos y al rato varias andanadas de mi leche caliente salieron con fuerza mientras se me iba todo, sin dejar de moverme. Permanecí agitándome en su interior todo lo que pude, mientras ella gemía más; al rato cuando me verga ya se relajo, nos besamos profundamente, estábamos empapados.
Estuvimos un rato mirando hacia arriba y pronto comenzó a jugar con mi pene, éste se enderezo de nuevo y yo volví a comerme la cueva de las maravillas. Mi lengua recorría en círculos toda la zona y mordisqueaba con cuidado, observe que esto último la hacía estremecerse más. Continuamos saciando ambos nuestros instintos, esta vez ella intentaba introducirse casi entero el pene en la boca colocándolo hacia un lado para evitar atragantarse. Mil rayos recorrían nuestros cuerpos, después comenzaron sus espasmos y noté que estaba a punto de correrse. Así mismo le hice una seña pues yo ya sentía cerca el orgasmo ya que algunas chicas que me la chuparon en otras ocasiones, no querían que derramase en el interior de su boca. En su caso, a Tere no le importó y me succionaba con mas y más fuerzas. Se me aflojo todo y salió mi jugo a su boquita mientras me desfallecía de gusto, seguí devorando su chochete y se corrió mientras me clavaba las uñas donde podía, una corrida de esas largas que parece que no termina, como que se volvía loca, es más hasta después de bastante rato supe que ella todavía seguía disfrutando mas y mas con lo que no me paraba.
Os diré que no me considero ningún semental, más bien un tío normal en la cama, pero aquella chica tenía algo que me motivaba mucho mas que en otras ocasiones, de echo estuvimos toda la noche follando, yo ya pensaba que ya ni podía, que no se me ponía, pero no se como lo hacía que lograba resucitar lo que ya no parecía que pudiera resucitar, a las últimas veces, mas que correrme lanzaba dos gotillas entre un gusto increíble. Pocas veces me escurrieron tanto en una sola noche, porque os juro que aquello no paró, ni yo mismo lo creía.
Al amanecer nos despedimos y pensamos que tal vez nos gustaría repetir en otra ocasión, mi miembro estaba casi dolorido y las piernas se me aflojaban.
Al final entre repetir y tal estuvimos juntos ocho meses, dándole cada dos por tres, en una relación deliciosamente animal y sin mayores pretensiones, en ese tiempo perdí diez kilos, quedándome en los huesos, sospecho que si hubiéramos durado más habría acabado conmigo.
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