Noche loca y lujuriosa con mi mejor amiga
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Empezaremos pues por las presentaciones. Soy un chico de 21 años, 1.75 y unos 72 kg., pelo moreno, piel blanca y un cuerpo al que estoy intentando dar buena forma en el gimnasio. Todo sucedió hace algunos días. Ella y yo somos grandes amigos y desde un primer momento acordamos o más bien lo acorde yo que entre nosotros no habría sexo. Podíamos bromear y tontear como si fuésemos pareja, que de hecho lo parecíamos, pero yo tenia miedo a perder la amistad y le impuse el voto de castidad. Nunca mejor dicho, porque ella hubiese estado dispuesta a echar un buen polvo y bueno… Algo de bruja debe tener porque finalmente lo consiguió.
No había nada raro en que yo la invitase a mi piso de estudiantes algún que otro jueves. Siempre usábamos la broma de que en mi cama me acostaba yo que ella iría al sofá y como no, siempre era yo el que terminaba en el incomodo sofá, pero este jueves seria especial. Un poco de alcohol y mucho deseo serian los causantes de mi estreno en el mundo del sexo (si, tengo 21 años y soy virgen, bueno lo era).
Como iba diciendo la invite a mi piso a cenar con unos colegas y luego de fiesta un rato por unos pubs de la ciudad. Después de cenar empezamos a beber un poco para animarnos antes de salir del piso, aunque yo debo reconocer que bebí lo suficiente como para perder mi vergüenza (que no es poca) y cuando llegamos al pub empezamos a bailar los dos juntos y a charlar a escasa distancia. El roce de nuestros cuerpos me empezaba a alterar y una extraña sensación me recorría el cuerpo. Sabía que tenía un pacto con ella y que no quería romperlo, pero esa noche había algo en la atmósfera que me excitaba y que estaba empezando a calentarme. Los demás amigos estaban por allí cerca haciendo bromas, diciendo que haber que haríamos después solos en el piso.
Bueno yo no les hacia mucho caso, pensaba que como siempre, no pasaría nada, pero esos bailes y esos movimientos de caderas no podían conducir a nada bueno. De seguir así, no me hacia responsable de mis actos. Poco a poco el tema de conversación entre ella y yo subió de temperatura y cada vez me hablaba mas cerca del oído. Como en susurros, me iba diciendo que a esa distancia y con ropa tan ajustada es difícil disimular las cosas y al tiempo que decía esto acercaba su cadera a mi entrepierna. Yo no podía esconder lo evidente, estaba empezando a empalmarme y sus movimientos no me ponían fáciles las cosas. Solo me quedaba sonreír y seguirle la corriente. Le conteste que era ella la que lo estaba buscando, que no soy de piedra, a lo que respondió acercándose un poco más a mí. Esto empezaba a salirse de la broma habitual. Le propuse volver al piso antes de lo previsto, Utilicé la excusa de que al día siguiente tenia clase para que mis amigos no sospechasen demasiado. Nos despedimos y nos dirigimos a la puerta del local, pero ahora era yo el que tenia ganas de tantear el terreno. Iba detrás de ella, así que la cogí por las caderas, tire de ella hacia mí pegándola a mi cuerpo para que notase que había conseguido ponerme muy caliente y que esta noche le esperaba algo muy especial. Con voz tierna le susurre al oído que si empezaba a notar lo que se le venia encima y por toda respuesta obtuve una sonrisilla picarona. Al parecer lo había conseguido, le estaba dando la oportunidad tan ansiada.
Todo continúo con normalidad hasta que llegamos al piso. Yo ya había olvidado un poco el tema, es lo que tiene el alcohol. Pero ella parecía no tener ganas de perder la ocasión y cuando salí del baño sin camisa y con los pantalones desabrochados se me cruzo en el pasillo y me invito a entrar a mi habitación. Intente escaparme diciendo que estaba muy cansado y quería dormir pero me di cuenta que en mis calzoncillos algo empezaba a destacar con la suficiente fuerza como para que ella también se diese cuenta y desviase la mirada. “Parece ser que ella no piensa lo mismo” dijo mientras se me acercaba y empezaba a acariciarme el torso desnudo y me besaba por el cuello. El cuello siempre ha sido mi punto débil, así que no pude hacer otra cosa que ceder a la tentación. Lleve mis manos a sus caderas y desde allí empecé a deslizarlas hacia su culo al mismo tiempo que empezaba a besarla poseído por unas ganas ardientes de descubrir algo que hasta ese momento no había tenido oportunidad de probar.
También sus manos bajaron a mi culo lo cual me empezó a poner tenso, pues no estaba acostumbrado a que alguien me manosease por estas zonas. Con un rápido movimiento me empujo hacia la cama y casi al mismo tiempo me bajaba los pantalones y me ayudaba a quitármelos. Ya no había vuelta atrás, hoy perdería la virginidad. Ante mi mirada se quito la camisa y los pantalones ajustados dejándome ver todo su cuerpo, incluido su culo ya que llevaba puesto un tanga de esos de hilo dental. Su culito terso y sus curvas me terminaron de excitar. Ya no podía mas, moría en deseos por tenerla. Por su parte, tenia ganas de hacerme sufrir y así como estaba, en ropa interior, se tumbo encima de mí en la cama y me empezó a besar de nuevo por el cuello y la cara dándome pequeños mordisquitos en la oreja. Yo tenía todos los pelos de punta, y no era lo único, pues mis calzoncillos a duras penas conseguían retenerme dentro mientras mi polla luchaba ferozmente por salir de allí. Ella también lo había notado, pues frotaba con su liso estomago con ella así que poco a poco dejo el cuello y empezó a bajar con sus besos y algunos lametones.
De camino y para alargar mi sufrimiento, paro en mis pezones que se habían puesto duros y pequeñitos mientras los chupaba. Al poco siguió bajando por mi estomago para volverse a detener en mi ombligo. No podía ser, me estaba destrozando y lo peor era que lo estaba haciendo a drede, por las veces que yo me había negado. Desde allí, siguió bajando guiada por ese pequeño caminito de vello que le indicaba que estaba apunto de llegar a su destino. En ese punto decidí que ya era hora de librarme de los calzoncillos, pero ella me lo impidió cogiéndome por las muñecas y no dejando que me acercara. Mientras tanto, ella jugaba a darme pequeños mordisquitos, besos y lametones a través de la tela. Esto era demasiado para mi. Estaba a punto de estallar. Necesitaba algo más. Fue entonces cuando llego lo peor. Me abrió un poco las piernas para poder acomodarse, y se puso a chuparme la parte interior de los muslos. Me excito tanto que no pude contenerme mas, me deshice de sus manos y conseguí bajarme los calzoncillos y liberarme. Mi polla me lo agradeció dando un saltito y poniéndose lo mas recta posible. Ahora que ya estaba fuera, ella se abalanzo y se metió la cabecita rosada en la boca. Sentí su lengua caliente y un placer que empezaba a desbordar todos mis sentidos. Era la sensación más agradable que había sentido en mi vida, no quería que terminase. Seguía chupando, ahora un poco más profundamente mientras que con una mano acariciaba mis testículos. Pero de repente note algo que me puso muy tenso y me bajo de esa nubecita en que me encontraba. Uno de sus dedos estaba explorando mi culo con intenciones amenazadoras. Me dijo que me relajara y que disfrutase, que solo iba a hacerme un poco de presión sobre el ano y que esto aumentaría mucho el placer cuando me corriese. No me fiaba mucho, pero era mi mejor amiga y más experta que yo, así que la deje hacer. Pensaba que no podría conseguir mas placer, pero me equivocaba.
Su marcha era ahora más rápida y notaba como un tremendo orgasmo se acercaba y se me empezaba a acelerar la respiración. La avise, pero no me hizo demasiado caso y continuo con su marcha frenética y sus sabios movimientos con las manos. La verdad es que la presión en el ano ayudo mucho a que ese orgasmo fuese el mejor que había tenido en mi vida. La corrida fue abundante y no pude retener un corto gemidito. Pero ella seguía queriéndome hacer sufrir y en lugar de ir parando poco a poco, siguió chupando y alargando el orgasmo a cambio de un poco de dolor, pues mi cabecita, ahora ya roja, estaba muy sensible. Cuando vio que yo ya no podía soportarlo mas, paro dejándome totalmente destrozado sobre la cama y subió dándome besos hasta que estuvo a la altura de mi oreja. Me susurro que ni si quiera pensara en dormirme, que era su turno y que quería disfrutar muchísimo, pero yo no daba para mas por el momento, así que suplique clemencia y conseguí que me dejase dormir un rato. Pocas horas después sonaba mi despertador para ir a clase. Ya no tenía ninguna intención de ir a clase así que intente jugar al mismo juego que ella. Bese y mordisquee su cuello y baje para entretenerme entre sus pequeños aunque tersos y redondeados pechos. Los pezones estaban duros y se la veía excitada. Envié una mano a investigar su entrepierna, y la encontré agradablemente caliente. Algo me hacia pensar que con la mamada de antes no solo había disfrutado yo. Acaricie sus muslos suavemente y empecé a jugar con su clítoris. La verdad es que me decepciono un poco que fuese tan pequeño, aunque parece ser que el tamaño no importa porque su respiración se empezaba a aceleraba y estaba empezando a entrecortarse. Decidí que estaba empezando a mojarse suficientemente como para intentar meter un dedo en su coño. En su cara se dibujo una sonrisita y me dijo suavemente que estaba aprendiendo muy rápido, y que ojalá siempre la despertaran así.
Su comentario me animo, así que aumente el ritmo con que masajeaba su clítoris y empecé a mover el dedo como si intentase hacer que su agujerito se dilatara. Pronto lo conseguí así que metí otro dedo y empecé a meterlos y sacarlos. Ya estaba muy mojada y empezaba a gemir de placer. Se notaba que estábamos solos en el piso por los gritos que daba. Yo por mi parte ya me había recuperado de la mamada, y estaba preparado otra vez para darle caña. Así que cuando lo creí oportuno abrí más sus piernas y me dispuse a pasar a la acción. El misionero seria una buena forma de empezar, así que saque un condón de la mesita y me lo puse. Aunque ella estaba muy mojada, me costo un poco metérsela y lo tuve que hacer muy lentamente mientras ella contenía la respiración. Tal vez debería haber usado otro dedo más, pero ya era tarde para pensarlo así que seguí empujando poco a poco, hasta que metí un trocito. La bese y le di un poco de tiempo para adaptarse. Entonces empecé a bombear, primero lentamente y luego un poco mas rápido. Su cara era de una felicidad absoluta, y a mi también empezaba a gustarme. No obstante, ella giro sobre mí y se coloco encima para poder dominar la situación. Era mi turno de actuar y no iba a consentir que me marcase ella el ritmo, así que la hice tumbar y girar otra vez. Era hora de cambiar de posición. Cogí sus piernas y las apoye contra mis hombros. Esta posición me permitía introducir casi toda la polla.
El ritmo empezaba a ser fuerte y ella de vez en cuando no podía contener algún grito ante mis embestidas. Yo notaba que me iba a correr, y al parecer también ella lo noto, porque me hizo parar en seco y me beso y me acaricio para relajarme un poco. Yo no estaba para tonterías, quería terminar de una vez. La puse a cuatro patas, una posición que había oído decir que era muy excitante, placentera y muy cómoda, ya que te daba un dominio absoluto, una gran maniobrabilidad y además tenias buenas vistas. Reemprendí el ritmo a una marcha muy fuerte, lo cual la condujo a un rápido orgasmo, que vino acompañado de gritos de placer. Lo había conseguido. Me la había tirado con éxito. Era ya mi turno para correrme, y no me hice esperar. Aceleré aun más el ritmo, la cama parecía que se iba a desmontar. Gemíamos los dos al compás de las embestidas. Ya no podía más, así que me corrí por segunda vez esa noche. Estaba extasiado, saturado de placer. No sentía nada más en mi cuerpo que placer, y al parecer esa sensación no la tenía solo yo porque aunque parezca increíble estaba teniendo un segundo orgasmo debido a la gran excitación del momento. Terminamos los dos rendidos. Me tumbe en la cama y ella se acerco para besarme. Con tanto placer no me acordaba del preservativo. Fue ella la que me lo quito antes de que perdiese mucho tamaño. Comprobó que no estaba roto y luego se fue para tirarlo. Yo había quedado en la cama destrozado, y de nuevo me embargó un sueño profundo y tranquilo. Cuando desperté, ella dormía a mi lado. Decidí levantarme para darme una ducha y preparar algo de comida mientras ella seguía durmiendo. Al poco de estar en la ducha, escuché que entraba en el baño y pude ver como descorría un poco la cortina de la bañera. Creo que ya estaréis imaginando lo que paso.
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