La curiosa por el solo placer de saber que pasa

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Definitivamente, todas las cosas que me han sucedido fuera de lo que sería normal, me han pasado por curiosa. Por estar metiéndome donde no me llaman, por el solo placer de saber que pasa. Pero bastante cara me costó la lección, ya que desde joven siempre andaba preguntando y averiguando, lo que realmente no me interesaba. Hasta que cumplí mis veintiún años de edad, y fui a pasar unas vacaciones a casa de una tía mía, solterona.

Al lado de su casa vivían unas chicas, con las que mi tía no le agradaba que yo tan siquiera hablase. Cuando le pregunté el motivo, sencillamente me dijo que eran mujeres de la vida alegre, como si yo a mis dieciocho años viera que eso fuera malo, otra cosa sería sí me hubiera dicho que eran putas, pero mi tía era o mejor dicho es, una mujer muy discreta, y ya decir eso era mucho para la pobre vieja. Para que mi tía no se molestase, busqué el hacer amistad con una de las chicas, pero sin que mi tía se enterase.

Visité una mañana la casa de ella y de sus compañeras, y todas me atendieron de maravilla, me prepararon un buen desayuno, mientras me preguntaban que estudiaba, sí tenía novio y si ya me había acostado con él, lo que como era cierto les respondí que si a todo lo que ellas querían saber de mí, pero por el solo interés de que también me hablasen de ellas. Ya que la curiosidad que yo tenía, por saber más sobre ellas, era mayor que mi sentido común. Que me decía que no debía estar en ese lugar, y mucho menos tener tanta curiosidad como la que tenía. Fue cuando estaba por irme, me presentaron a la que llamaban la tía Laura, una mujer de unos cuarenta años más o menos, o por lo menos eso fue lo que me dijo otra de las chicas, ya que la tía Laura, aparentaba tener unos pocos años más que yo. Sin perder tiempo, Laura me preguntó sí me gustaría ganar buen dinero. Aunque me suponía cual era su oferta, más que todo por curiosidad le dije que si.

Sin rodeos Laura me ofreció empleo, diciéndome que en una mala noche, de seguro sacaría lo suficiente como para poder comprar toda la ropa que yo deseara. La verdad es que no fue lo que Laura me dijo del dinero, no es que fuera rica, pero más me llamaba la atención, saber como era la vida de una puta. Además nadie de mi familia se enteraría, ya que aparte de que era otra ciudad, una de las chicas me prestó la primera noche una hermosa peluca rubia, eso sin contar con el maquillaje y el tipo de ropa que me recomendaron usar la primera de varias noches que pasé en esa casa, claro después de que le hacía creer a mi tía, que me iba a dormir. La verdad es que ya en múltiples ocasiones me había acostado con varios de mis novios, y tras pensarlo un rato lo había hecho más que todo por curiosidad. De saber que tal lo hacían, por lo cual al tiempo terminábamos. En ocasiones por que ellos, conseguían muy fácilmente lo que buscaban, y en otras por que a mí me daba la gana sencillamente.

La primera noche aparte de que tuve la atención de la mayoría de los clientes, Laura organizó una especie de subasta, para ver quien se acostaba por primera vez con la nueva, como me decían. Laura para dramatizar más la cosa, me pidió subir a una mesa, y sin pudor alguno de su parte, y de mi parte tampoco, comenzó a mostrar mi cuerpo a medida que la puja iba subiendo, hasta que me quedé totalmente desnuda, frente ha ese montón de hombres, que levantaban sus manos para subir la oferta. Bastante excitada por las cosas que me decían, me he llevado la madre de todos los sustos, cuando se acercó el hombre que se llevó la subasta. A primera impresión pensé que se trataba de mi padre, el tipo bien podía pasar por su hermano gemelo, hasta en la forma de vestir, la manera de caminar, y hasta en su tono de voz era muy similar a mi padre. Pero ya a pocos pasos de mí, me di cuenta de mi error, pero casi me orino del susto, con eso les digo todo. Cuando entramos a la lujosa habitación, lo primero que me pidió fue que se lo mamase, la verdad es que nunca se lo había mamado a ninguno de mis novios, pero si estaba dispuesta ha abrir las piernas y hasta el culo, abrir la boca no me costaba nada, al fin ya estaba sobre el burro y tenía que arrearlo, como dicen en mi pueblo. Por lo que después que tomó asiento en una de las butacas de la habitación, me agaché frente a él, y con mis manos extraje su miembro del pantalón, no era una cosa del otro mundo, muy similar a la de uno que otro de mis novios.

Tomé su miembro entre mis dedos, y comencé a jugar con él, lentamente mientras me hacía de la idea, comencé a pasar mi lengua por sobre su colorado glande. A los pocos momentos ya se encontraba verdaderamente parado, y yo introduciéndolo dentro de mi boca, comenzaba a chupárselo. Por un rato se lo mamé lo mejor que pude, hasta que el cliente, me dijo basta ya deseo metértelo ahora mismo. Ni siquiera esperó a que me subiera a la cama, sino que ahí mismo sobre la alfombra me ha penetrado por el coño. Ya el resto de la noche el tercer cliente que tuve sin rodeos me dijo que deseaba darme por el culo. Como ya lo había hecho con alguno de mis novios, con el cuento de no quedar embarazada, realmente no me fue muy difícil. Las siguientes noches seguí siendo la atracción, por ser la chica nueva. Pero ya la última noche Laura se me acercó, y me preguntó, sí tenía inconveniente en tener relaciones con otra mujer. De primera intención le respondí que si, que nunca eso me había gustado, pero cuando me comentó que un cliente pagaba muy buen dinero por ver eso, como que la idea ya no me pareció tan mala, por lo que acepté.

Al subir a la habitación escoltada por Laura, le pregunté quien sería la otra chica. Ya dentro y dándome un beso frente a un viejo sentado en el sofá, entendí que era ella. Laura a medida que me besaba, me fue despojando de la poca ropa que estaba usando esa noche. El viejo parecía que se le saldrían los ojos mirándonos, a las dos mientras mutuamente nos besábamos. Ya en la cama Laura comenzó a pasar su boca por sobre mi coño, cosa que me hizo alcanzar un divino orgasmo como nunca antes lo había alcanzado, el que el viejo nos viera como que hacía que la situación fuera más morbosa todavía, cosa que me di cuenta que yo disfrutaba tremendamente. Laura introdujo su lengua dentro de mi coño, al igual que yo también dentro del de ella, sus dedos tocaron áreas de mi vulva, que me hicieron vibrar. Así pasamos gran parte de la noche, pero antes de terminar, Laura sacó un dildo de plástico o de goma de color negro, y tras decirme que al cliente eso lo volvía loco, comenzó a ponerlo sobre mi cuerpo, por medio de unas correas, yo pensaba que ella sería la que me lo metería a mi, pero me equivoque.

Cuando estuve lista, me sentí hasta algo ridícula con eso puesto, pero cuando comencé a penetrar a Laura, una sensación de poder embargó todos mis sentidos. El que yo fuera la que lo introdujera dentro del bello cuerpo de mi jefa, por llamarla de alguna manera, me hizo sentir requetebién. Laura movía su cuerpo sabrosamente, mientras las dos gemíamos de placer. Esa fue la noche, en que realmente disfruté de verdad, de todas las cosas que hicimos las dos.

Al día siguiente regresaba a mi pueblo, me despedí de las chicas, casi lamentando el irme, pero al poco tiempo regresé para continuar mis estudios en la universidad. Cuando volví, Laura y las demás chicas se habían mudado, a los pocos días las localicé en una urbanización de gente rica, que por cosas de la vida quedaba cerca de la universidad, les diré que mis padres no gastaron un centavo más en mis estudios, yo misma me los pagué.

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