Viaje de placer en el vuelo con destino Punta Cana
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Maria y Javi se ayudaban a meter una bolsita de viaje en el compartimiento del avión mientras una bella azafata iba por los asientos ofreciendo bebidas y aperitivos a los demás pasajeros del vuelo con destino Punta Cana. Por fin las ansiadas vacaciones, tres semanas perdidos en un paraíso de buen clima, playas, fiestas y afrodisíacos, aunque esto ultimo no era muy necesario para ellos.
Se conocieron a través de Internet, cosa nada rara en estos tiempos. El, atractivo, corpulento, muy simpático, abierto, fogoso y buen amante. Ella, cuerpo estilizado, curvilíneas formas, un volcán amando pero de apariencia serena. Ese era el primer viaje que hacían juntos después de una relación de poco mas de medio año.
– Nena – dijo Javi agarrándola de la mano – ¿Estas cómoda?.
– Si cielo – contestó Maria a la vez que se ponía el cinturón y miraba por la ventanilla.
El se disponía a abrir un paquete de cacahuetes cuando se le resbaló y cayó al pasillo del avión. Al inclinarse a cogerla, vió unas piernas de mujer muy bien cuidadas, morenas, marcadas… que se acercaban a su posición. Consiguió levantar la vista incorporándose a su asiento y observó a una pareja colocando sus cosas en los asientos de delante. Ella, de aspecto risueño, cuerpo curtido y bonitas curvas. El, alto, de complexión atlética y aspecto amable.
Poco después y tras charlar un poco durante el vuelo, se presentaron como Ana y Andrés, un matrimonio bien avenido que, casualidad, también viajaban a Punta Cana, y que, además, iban a hospedarse en el mismo hotel de lujo que Javi y Maria. Rápidamente hicieron buenas migas. Bromas, risas y anécdotas sirvieron de entretenimiento hasta que el avión aterrizó. Como los cuatro se alojarían en el mismo recinto, se dispusieron a tomar el mismo taxi expectantes de lo que aquel lugar de ensueño les ofrecería.
Ninguna de las dos parejas tenia una ruta a seguir en esos días de vacaciones, así que, como si de una pandilla de amigotes se tratase, pasaron los primeros días juntos, comidas, cenas, bailes, playa… Rápidamente Maria y Ana tomaron mucha confianza, al igual que Andrés y Javi, que pasaban bastante rato hablando entre ellos y riendo a carcajadas. Cada vez había mas confianza, pero siempre, y escondidos en el lado más salvaje de cada uno, surgían determinadas fantasías que todos guardaban dentro de sí.
Una buena mañana, Javi y Andrés bajaron a jugar un partido de tenis a las pistas del hotel. Cansados y sudorosos fueron a ducharse. En los vestuarios empezaron a hablar entre bromas de lo que suelen hablar dos hombres heterosexuales y jóvenes: sexo. Contando experiencias, juergas, pequeños secretos… se hizo la hora de comer. Fueron al restaurante y descubrieron a Maria y a Ana en el pasillo hablando de sus cosas.
– ¿Qué habéis hecho esta mañana? – preguntó Andrés.
– Comprar trapitos – respondió Maria entre sonrisas pícaras con Ana.
Javi y Andrés se miraron y al unísono dijeron:
– Mujeres… – y andando los cuatro al comedor se dispusieron a sentarse.
Maria enfrente de Andrés y al lado de Javi y este frente a Ana. Ya en los postres y tras charlar mientras comían decidieron quedar esa noche para ir a tomar unas copas y bailar en alguna discoteca. Eso ocurría por encima, pero por debajo de la mesa un lió de pies que se entrelazaban sin miramientos hizo que por un momento nadie hablase.
– Vamos al baño Ana – dijo Maria mientras se incorporaba de su silla dejando ver su hermoso escote.
Javi miró a Andrés y vió que este tenia sus ojos clavados en el trasero de ambas.
– Vaya par, eh? – comentó entre risas.
A lo que Andrés contestó:
– No me puedo poner de pie tío – a carcajada limpia.
Mucha confianza había ya entre los 4, pero esa noche era la prueba de fuego…
Una vez listas y dispuestas ambas parejas, se encaminaron hacia una sala de fiestas con un nombre premonitorio “Jaleo”… Andrés y Javi se quedaron hablando y tomando copas en la barra mientras veían como sus parejas bailaban juntas y espantaban moscones a diestro y siniestro. Maria y Ana, con el puntillo de los mojitos jugaban en la pista con sus cuerpos, moviéndolos a caderazo limpio, sonriéndose, rozándose entre ellas. Los dos hombres las miraban ensimismados y entre ellos comentaban:
– Tu mujer tiene un cuerpazo, tío, que culito.
– Y ¿Qué me dices de las tetas de tu chica?.
Estaba claro, la confianza estaba llegando a su punto máximo. Ya los cuatro en la pista y con un pequeño subidón por el alcohol bailaban unos con otros, riendo, agarrando, moviéndose, cambiaban de pareja y jugaban entre ellos… miradas, movimientos, caricias. La discoteca cerraba y marchaban al hotel cuando Andrés comentó:
– ¿Seguimos la fiesta en nuestra habitación?.
Maria y Javi se miraron, se dieron un beso y asintieron con la cabeza, a la vez que Maria guiñaba el ojo a su marido.
Sin hacer mucho ruido entraron en la habitación del matrimonio. Ana sacó una botella de champagne y Andrés ponía música relajante diciendo:
– Pongámonos cómodos.
Y así fue. Maria y Javi se desnudaban el uno al otro quedándose ambos en ropa interior; él con unos slips ajustados y ella con un tanga muy finito y un sujetador de triángulos que marcaba sin miramientos su 110 de pecho. Andrés y Ana jugaban con sus lenguas y dos copas de champagne quedándose él con un bóxer apretado y ella con un conjunto negro de lo más provocativo. Los cuatro ya semidesnudos se juntaron en la gran cama que reinaba el habitáculo. Empezaron a jugar todos entre si. Javi desabrochaba el sostén de Ana delicadamente mientras Andrés hacia lo propio con el de Maria. Una vez ellas con sus senos desnudos se empezaron a tocar haciendo que, por el tacto, sus pezones se endurecieran. Javi sorbía de su copa mientras Maria con una de sus manos rozaba el bulto de este que se comenzaba a hacer más grande. Ana dándose la vuelta quito los boxers de Andrés y empezó a jugar con sus testículos a la vez que Javi la acariciaba sus nalgas duras y morenitas.
Tras quedarse los cuatro desnudos el toqueteo era incesante. Maria ofrecía sus grandes pechos a Andrés y Ana abría sus piernas para que Javi degustase con delicadeza lo que se escondía entre esos muslos. Se miraban, se tocaban, disfrutaban de todo aquello, había mucha confianza, confidencialidad, todos estaban a gusto de aquella manera.
Javi se puso en pie a los pies de la cama y dejo que ambas mujeres puestas a cuatro patas lamiesen y chupasen alternativamente su ya erecto miembro a la vez que detrás de ellas, Andrés comiera con mucho gusto las dos rajitas que se juntaban húmedas a su antojo. Luego fue el mismo quien expuso su también tieso falo a aquellas dos hambrientas boquitas que se alternaban para mamarlo con Javi usando sus dos manos acariciando aquellos dos coñitos y metiendo delicadamente sus dedos en ellos haciendo que pequeños temblores recorrieran esos maravillosos cuerpos de mujer.
Empezaba a hacer mucho calor en aquella habitación. El sudor caía entre las tetas de Ana que se apresuró a coger aquellas dos pollas para, con un ritmo acompasado, moverlas de arriba a abajo. Maria observadora acariciaba sus senos y mordía su labio inferior abriéndose de piernas. Javi, viéndola, se dió la vuelta hacia ella y puso su pene entre aquellas dos montañas para que Maria las moviera sujetándolas fuerte.
Andrés ya estaba tumbado y Ana subida encima de él cabalgando al galope. Javi tumbó a Maria boca arriba y subiendo sus piernas en los hombros la penetró despacio pero profundamente. Ya se oían gemidos, grititos, golpes de cadera… Andrés y Javi se miraron sudorosos y Ana y Maria lo adivinaron y se pusieron a cuatro patitas cada una enfrente de sus respectivas parejas dándoles la espalda esperando a ser penetradas. Ellos hicieron lo propio, pero al minuto de estar embistiéndolas a lo perrito cambiaron de posición, siendo ahora Javi quien penetraba a Ana y Andrés a Maria.
– ¡Qué maravilla! – gritaban ellas mientras se miraban y giraban sus cabecitas.
Tuvieron así su primer orgasmo. Maria tenia pinta de querer que los dos miembros entraran dentro de ella. Ana, mientras seguía siendo penetrada por Javi sacó su lengua y mojó el ano de Maria que a su vez mamaba de Andrés. Este se tumbo y Maria subiéndose encima de él esperaba a que Javi le llenase su otro agujerito. Así fue, con su pene lubricado por el juguito de Ana, penetró su culito moviéndose despacio, a la vez que Maria con sus dos agujeritos ocupados, tuvo no uno sino dos orgasmos casi seguidos que por poco la dejan sin sentido por tanto placer. Ana tuvo envidia de aquello y se ofreció para ser embestida de aquella guisa. Esta vez fue Javi quien se tumbó con Ana encima y Andrés fue quien la sodomizó provocándola unos orgasmos, unos espasmos y un par de orgasmos nunca vistos.
Los varones estaban a punto de reventar de gusto y semisentados dejaban que ellas lamieran sus mástiles con todas sus ganas. El primero en correrse fue Andrés, que sabiamente aviso de su inminente orgasmo para que las dos le ayudaran con sus boquitas. Estalló, eyaculó de tal manera que llenó ambas bocas de leche calentita. Javi pidió tetas. Las dos aun degustando semen se apresuraron a dárselas, a ponerlas juntas para él. Y para que con ayuda de las manos de ellas y con un escalofrió recorriendo su espina dorsal les pusiera sus preciosos senos llenos de cremita.
Así acabaron la fiesta, los cuatro en la cama, sudaditos y descansando después de aquella noche de juerga entre buenos amigos.
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