Desvirgando a mi hermosa hija a los 49 años
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Soy un hombre de 49 años, casado y con dos buenas (muy buenas diría) hijas. Mi esposa se llama Claudia y mis hijas se llaman Susana y Nancy.
Claudia es morena clara, mide 1.68 y tiene todo en su lugar, un par de tetas bien duras y un culito bien parado y respingón, por su modo de ser le gusta ser muy coqueta con todos; mi hija Susy es de tez clara, mide 1.58 y tiene unas buenas medidas de 87-58-89, a ella le gusta vestir muy sexy, y sinceramente me caliento mucho con sólo verla; pero de las tres la que más me excita es Nancy, y por eso sucedió esta historia, ella es de tez clara mide 1.60 y sí que tiene medidas de modelo, 90-59-91 y todo bien duro y paradito.
Un día que llegue de la oficina, me encontré con una nota de mi esposa que decía que se había ido con su hermana a comprar, y mis hijas me habían llamado a la oficina para decirme que se irían al cine después del instituto, así que iba a tener toda la tarde para mí solo la casa, así que decidí aprovecharlo para andar semi desnudo, como a mí me gusta andar, así que me di un baño y con sólo mi bata, sin nada abajo estuve en la sala y me dispuse a ver una película porno que me habían prestado hasta que repentinamente llego Nancy.
Ella vestía su uniforme del instituto, muy sexy por cierto, que es de una faldita escocesa de cuadros de color rojo que le llega un poco más arriba de la rodilla, también con su camisa blanca que hacía que sus tetitas se vieran muy apetecibles.
Al verla apagué rápidamente la Tv. sin embargo, ella al verme se acercó y me saludó como cualquier hija saluda a su papá.
– ¡Hola hija cómo te fue!
– Hola papi bien.
– ¿Y tu hermana?
– Se fue con unos amigos de su clase y preferí venir aquí.
Entonces ella se sentó a un lado de mí, pero no lo había yo notado pero al no tener ropa interior y después de ver un poco de pornografía mi pene obviamente tuvo su reacción y Nancy lo notó y se puso nerviosa.
– Bueno papi, quizás sea mejor que vaya a fuera a comprar algo.
– ¿Por qué hija?
– Es que bueno no era mi intención pero vi tu entrepierna
Yo al principio me sentí fatal, pero al ver ella como que tenía un aire picaresco me di valor y decidí sacar provecho con la que más me ha excitado en toda mi vida sexual.
– Bueno hija, ya eres mayor de edad y bueno creo que es natural que ya sepas cosas relacionadas al sexo.
– Sí papi pero no sé mucho.
– Y bueno disculpa no quería que vieras mi excitación.
– Y ¿Por qué te excitaste papi?.
Al oír esta pregunta sabía que era mi oportunidad así que me di más valor aún y…
– Bueno hija es que un hombre cuando ve a una chica tan bella como tú, pues se excita sin querer.
– Ahh papi no sé qué decir, pero gracias por decirme que soy bella
Y en medio de esta situación noté cómo en sus tetitas sus pezones respondían a mis palabras, ya que se veía que empezaban a ponerse duritos, tal como me gustan.
– Hija dime qué tanto sabes de sexualidad.
– Bueno no mucho pero sé lo básico.
– Y ¿Nada más has tenido teoría? ¿No has tenido práctica?.
– Ay papi cómo se te ocurre, yo soy aún virgen, mira si te soy sincera, estoy buscando al hombre que me haga mi primera vez algo placentero y sin dolor, pero aún no empiezo tal búsqueda.
– Y ¿Por qué no empiezas ahorita?
Mi hija se quedó atónita ante mi cuestionamiento, por lo que ella no sabía qué decir así que me decidí a dar el primer paso, conquistar su corazón para luego conquistar su virginidad.
– Hija sabes tú eres muy bella y cualquier hombre daría la vida por tenerte a su lado, incluso yo, sabes me gustaría poder ser yo el hombre que buscas para aprender cosas del sexo.
Al decir esto mi mano se posó sobre sus piernas tan bellas que tiene y ella estaba bien nerviosa, y me acercaba más y más hasta que por fin la besé tiernamente en la boca aunque ella se resistió con mi fuerza pude lograr besarla.
– Mmmmm, ah papi pero esto no esta bien, tú no puedes ser el primer hombre de mi vida sexual es más ni siquiera en toda ella.
– Pero hija quién más te puede enseñar cómo es sin que te lastimen o abusen de ti.
– Sí papi pero engañarías a mamá y eso no me gustaría que ella sufriera y más por mi culpa.
– Pero hija yo no la engañaré es más, es mi deber ayudarte a enseñarte las cosas de la vida.
– Sí papi pero… me gustaría pero no sé…
– Además no le diré nada a tu madre si tú no le dices nada.
Al terminar de decirle esto la volví a besar en la boca y ella ya no se resistió por lo que empecé a cambiar mi beso a un beso francés, mientras que mi mano empezó a subir de su pierna a sus ricos muslitos blancos como la nieve y que me estaban poniendo el pene en toda su erección máxima.
Agarraba sus muslitos fuertemente y fui subiendo hasta llegar a la cuevita jamás explorada, y que yo haría mía, sobre su panty le fui acariciando suavemente, a lo que ella respondía con gemidos enloquecedores, mientras que mi pene salía de la bata listo para penetrar.
– Nancy, mi vida, sabes me tienes a mil, mira cómo esta mi pene.
– Ay papi a poco yo te provoque tal cosa, está muy grande y gordo, quizás no me cabrá en mi vaginita, está muy chiquita para tal cosota.
– No te preocupes hijita yo sé cómo te cabrá entera y hasta pedirás más, vente vamos a nuestro cuarto.
– ¿Nuestro cuarto?
– Sí o sea tu habitación, pero a partir de hoy ahí será nuestra habitación, lugar donde te haré y te enseñaré muchas cosas sexuales.
Entonces la cargué en brazos como si fuéramos recién casados y le di un beso en su boquita muy tierno, pero ella trataba de meter su lengua, por lo que le dejé, mientras mi lengua también se metía en su boquita. Luego llegamos a la habitación y la paré a un lado de la cama, y me quité mi bata y todo mi cuerpo bien conservado lo vio ella.
– Papi, eres el primer hombre que veo desnudo, hasta tu pene parece como así fuera una lanza de lo parado que está.
– Ahora hija yo te quitaré tu ropita sexy.
– A poco te excita mucho mi uniforme papi.
– Como!!! No tienes idea.
Así que le empecé a desabrochar su camisa y al hacerlo le acaricié sus tetitas tan ricas por encima de ese sostén que mostraban sus ya excitados pezones y finalmente le quité la camisa que cayó al suelo, luego le desabroché esa faldita y se lo fui bajando lentamente acariciando tu bello culito y vi sus pantis ya todas mojadas por la excitación, así que le quité su sostén y sus pantis dejándole solo sus calcetas y sus zapatillas, luego así parada le empecé a besar chupar esas tetas que tanto había anhelado y que ahora eran mías.
Le iba mordiendo sus paraditos pezones, a cada mordisco ella gemía más y más, ya que también le acariciaba su vagina con mi mano desocupada. Ya casi no pude contenerme y la acuesto en la cama le abrí sus piernas, y comencé a comerme su vagina, ese olor a hembra en celo me excitaba más y más así que le dije:
– Hija ahora te lo meteré.
– Sí papi pero por fa que no me duela sí. Te quiero papi, qué bueno que serás el hombre que me quite mi virginidad.
Con tales palabras ya no me contuve y le abrí y acomodé sus piernas al lado mío y coloqué mi pene tieso en su rajita y fui introduciendo poco a poco. A cada entrada ella se quejaba un poco, así iba introduciendo hasta que toqué con lo más hermoso en el mundo, con su himen.
– Hija mírame a los ojos cuando te desvirgue.
– Sí papi
Así que de una sola embestida se lo metí hasta el fondo, a lo que ella reaccionó con un grito entre dolor y placer, y de sus ojos salieron unas lagrimas, así que para calmar la situación me quedé quieto entre su vagina y comencé a besarla en la boca y le acariciaba sus tetitas en espera de que estuviera lista para empezar a bombear.
– Ya papi, ya se me quitó el dolor, mételo y sácalo como lo hacen en las pelis porno.
– Ah sí que eres una zorrita hija así que ya has visto películas porno.
– Sí papi, he visto las películas que tu tienesss… aaaahhh… ¡sí mássss!
No terminó de decir eso cuando empecé a bombear entrada y salida de manera rápida, a cada embestida sus tetas se movían con una maravilla.
– Sí papi dale más duro, másss… hazme lo que quieras aaahhh… mmmm… soy sólo tuyaaaa… papi.
– Vamos mi zorrita muévete lo haces bien, sí que estudiaste mucha teoría.
– Pero me gustaaaa… más la prácticaaaa.. y más tu papiiiii…
Eso me decía cuando le llegó su orgasmo, fue tal su placer que dio un grito con esa sensación de llena de placer total, por mi parte ya me iba a venir así que saqué mi pene y empecé a masturbarme y dejé caer toda mi leche sobre ese par de tetas más bellas y también cayó parte en su pelo rojo, por que ella se lo pinta de pelirrojo y me excita mucho. Y en su cara.
Ambos cansados pero satisfechos nos abrazamos y me dijo:
– ¡Gracias papi! Sabes de ahora en adelante como agradecimiento por haberme desvirgado de una manera esplendorosa, cada vez que quieras que hagamos el amor sólo pídemelo que siempre estaré dispuesta para ti, ¡soy tuya!.
A partir de ese momento mi hija Nancy y yo somos amantes.
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