En el barco atracado al muelle, me revientan el culo 2ª parte

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Cuando llegamos al comedor, ya venía de la ducha Fidel, toma Pedro, le dijo entregándole la toalla. Déjala ahí en el banco, que voy a buscar algo para beber. ¿Tú te vas o te quedas a beber algo? Le preguntó Pedro el chabolista a Fidel. Bueno ya que invitas, tomaré algo.

El chabolista entró en la cocina, y al momento apareció con 3 vasos y una botella de vino. Joder Pedro, ¿no tienes otra cosa que no sea vino? Anda se bueno y saca esa botella de Whisky que tienes apalancada, y nos hacemos unos cubatas.

El chabolista volvió a entrar en la cocina, y después de unos minutos, apareció con una botella de Whisky y unos botes de coca cola. Venga dijo el chabolista, ahora mientras yo preparo los cubatas, tú, le dijo a Fidel, saca ese hachís que tienes, y prepara unos porrillos para fumar mientras nos bebemos los cubatillas.

El tal Fidel, fue a su camarote a donde había dejado el petate, y cuando el chabolista y yo ya estábamos bebiendo aquel Whisky con coca cola, apareció con un huevo de hachís, un paquete de tabaco, mechero y papel para liar.

Mientras íbamos bebiendo de aquellos cubalibres, el tal Fidel, había liado 3 porros, pasándonos uno al chabolista, y otro a mí; yo no solía fumar incluso tampoco lo hago ahora, por lo que sabía que aquel día iba terminar con un buen colocón.

Después de haberme fumado aquel porro, y ya haber bebido 2 cubatas de aquel Whisky, le pedí al chabolista, que me dejara pasar, que iba buscar mi tabaco, que, si seguía fumando de aquello, iba terminar por quedarme grogui. Y es que ya estaba que sudaba, a causa del efecto del Whisky y sobre todo aquel porro que me había fumado.

Pedro el chabolista, se encogió las piernas, y pasándome su brazo por la cintura, me dejó pasar, pero cuando estaba terminando de pasar, me caí sentado sobre su regazo, abrazándome él con sus brazos, y decirme, uy mariconcito, si me provocas así, voy a tener que volverte a follar.

Pedro se encontraba totalmente desnudo, y al yo caer sentado sobre su regazo, quedé sentado sobre su enorme polla. El chabolista me abrazó, empezando a meterme mano y a sobarme la polla y huevos.

¡Uy que calentito estás! Me decía subiéndome la camiseta y acariciándome con sus manos. Quédate así, que me das calorcito con tu cuerpo, me susurraba al oído, mientras me mordisqueaba la nuca y pellizcaba mis pezones con sus dedos.

Que a gustito se siente tenerte así en mi regazo. Tienes el culito muy calentito, mariconcito. Le das calorcito a mi verga y huevos, y se siente muy rico.

Empezó a menearme y sobarme los huevos con su mano, mientras seguía mordisqueándome la nuca.

¿Quieres que te vuelva dar por el culo, mariconcito? Mira cómo está ya tu pollita, ya se está levantando con las caricias que te doy.

La verdad es que yo me encontraba muy a gusto con lo que me estaba haciendo el chabolista, y entre el colocón que cada vez era mayor, y aquellas tiernas caricias que me daba, yo movía mi culo restregándome sobre la enorme polla del chabolista. Notaba cómo palpitaba la enorme polla y esta se empezaba a poner dura de nuevo.

Ay maricón, que vicioso y calentito me saliste, me decía el chabolista sacándome la camiseta y sin dejar de acariciarme. Fue con su mano buscando la entrada a mi culo, y al encontrar el esfínter de mi ano, me fue metiendo uno de sus dedos en él.

¡Ohhh! Suspiré al notar cómo entraba su dedo en mi ano. Este había entrado con suma facilidad, por lo que me introdujo otro de sus dedos, haciendo que yo gimiera más fuerte, y abriera más mis piernas, ¡ohhh! ¡ooohhh! Suspiré al tener dentro mía los 2 dedos del chabolista.

No te preocupes mi mariconcito, me decía mientras metía y sacaba sus dedos en mi ano. No dejaré que te quedes con ganas de polla. Ya sé que te gusta la polla y que te abran este culito que tienes con ella.

Alcánzame la mantequilla, le dijo el chabolista al tal Fidel, vamos a lubricarle el culito a este viciosillo, que le vamos a dar más ración de polla, que se está muriendo por que le den por el culo de nuevo.

El tal Fidel, con una sonrisa en su cara, le pasó la mantequilla al chabolista, quedándose en sus manos la enorme zanahoria que todavía estaba allí.

El chabolista se untó los dedos con la mantequilla, llevándolos luego a mi culo, empezando a pasarlos por todo mi ano, y luego meterme de nuevo los 2 dedos en él.

Yo me recostaba sobre el pecho del chabolista, y abriéndome de piernas, no paraba de gemir cómo si fuera una gatita en celo, ¡ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh!

Joder, sí que le gusta la polla al cabrón este, decía el tal Fidel. Mira que cara de satisfacción y deseo pone el muy maricón.

Vamos a meterle esa zanahoria de nuevo en el culo para dilatárselo un poco, dijo el chabolista, mientras se arrimaba al borde del banco, llevándome a mí en su regazo.

Y así cómo estaba, recostado sobre su pecho, me agarró las piernas por los muslos, y le dijo al tal Fidel, levántale las piernas sobre tus hombros, y ve metiéndole la zanahoria en el culo, mientras yo lo sujeto en mi regazo.

Fidel no se hizo esperar, y poniendo mis piernas sobre sus hombros, llevó la enorme zanahoria ha el esfínter de mi ano, el cual se mostraba delante de él, empezando a meterla en el culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gritaba yo al notar cómo me metía aquella enorme zanahoria en mi culo.

Así, así mariconcito, goza y disfruta cómo te entra esa zanahoria en este culito caliente que tienes, me decía el chabolista, a la vez que me mordía el cuello y lamía las orejas, mmm, ay que bueno y calentito que estás, mariconcito. Cómo vamos a disfrutar hoy de este culito, te vamos a preñar bien preñado y te vamos a dejar bien abierto el culito.

El tal Fidel seguía metiendo y sacando la enorme zanahoria en mi culo, mientras que con la otra mano acariciaba mi polla y huevos. Tenía una sonrisa de pervertido he hijo de puta, que daba morbo verlo cómo disfrutaba haciendo aquello.

Mientras tanto el chabolista, seguía mordiéndome el cuello y lamiéndome las orejas, a la vez que me tenía abrazado sobre su regazo y con sus manos me iba pellizcando y retorciendo los pezones.

Vamos a probar ahora cómo te abre el culo este otro extremo de la zanahoria dijo el tal Fidel, sacándome la enorme zanahoria del culo, y dándole la vuelta a la misma, metiéndome ahora en el culo la parte más gruesa de aquella enorme zanahoria.

¡Ohhh! ¡ohhh! Grité y suspiré a la vez que aquella enorme zanahoria se incrustaba dentro de mi culo, abriendo mi esfínter de manera brutal.

Joder, mira cómo se abre el culo del maricón, menudo boquete tiene, hasta estoy seguro de que le cabría mi mano entera, joder. Menudo culo que tiene el cabrón es la hostia ver cómo se abre y se traga la enorme zanahoria.

Yo no paraba de gemir y llorar de gusto, con lo que aquellos 2 cabrones me estaban haciendo. Mi pobre polla ya no paraba de gotear semen, y el sudor empapaba todo mi cuerpo.

Bueno dijo el chabolista, vamos a darte polla maricón, que ya estoy que me revientan los huevos, y vamos a preñarte este culito.

El tal Fidel sacó la enorme zanahoria de mi culo y al salir esta exclamó, ¡la hostia que boquete le quedó! Mira, dijo metiendo sus dedos en mi ano, si fuerzo un poco, le entra mi mano entera en el culo. Joder, vaya abertura que tiene en el culo el muy maricón.

El chabolista, sujetándome con sus brazos me levantó de su regazo, y colocando su enorme pollón en la entrada a mi ano, fue metiendo su enorme foronga dentro de mí.

¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ufff! Gemí y suspiré cuando terminó de entrarme la enorme foronga del chabolista.

Ya mariconcito, ya te has comido toda la polla, ya te la he metido hasta los huevos. Ahora se bueno y mueve ese culito para que te preñe bien preñado.

Apoyándome en Fidel, que estaba frente a mí viendo cómo Pedro el chabolista me tenía empalado en su enorme verga, empecé a mover mi culo, subiendo y bajando sobre aquel enorme falo que me estaba dando por el culo.

Fidel, no perdió la oportunidad, y mientras yo me apoyaba en él, y el chabolista me tenía empalado en su enorme tranca, este empezó a retorcerme los pezones y morderme el labio. Cómo disfrutas maricón, me decía, te gusta que te den por el culo y te dejen bien preñado.

Yo gritando y temblando de gusto, agarré con una de mis manos la polla de Fidel, empezando a menearle la polla, mientras él seguía retorciéndome los pezones y mordiéndome el labio inferior, y el chabolista dándome por el culo con su enorme pija.

Llevábamos ya un buen rato, cuando el tal Fidel, empezó a gemir y mordiéndome más fuerte el labio y apretándome los pezones, arrimó su polla más a mí, empezando a correrse sobre mi pecho, ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba mientras expulsaba su semen sobre mí.

Cuando terminó de eyacular, llevé su polla a mi boca, metiéndola en ella y empecé a chupársela hasta dejársela limpia de todo rastro de semen.

Mientras tanto, yo seguía cabalgando sobre la enorme tranca que me estaba dando por el culo, y que no era otra que la gran verga del chabolista. Yo sudaba cómo si estuviera en una sauna, y aquello aún no tenía trazas de acabar, solo se escuchaba mis gemidos, el jadear del chabolista, y el sonido de su enorme polla entrar en mi culo, chof, chof, chof, chof.

De repente el chabolista se levantó llevándome en sus brazos, haciendo que su polla me empalara más a fondo, y colocando mi pecho sobre la mesa, empezó a darme por el culo allí recostado.

Dios, su enorme pija me llegaba a lo más hondo de mis entrañas, y sus huevos pegaban en mi ano, cada vez que metía su polla en mi culo. Ahora el sonido que se escuchaba era un continuo plof plof plof plof, hasta que el chabolista empezó a gritar que se corría, ¡ahhh! Maricón, me corro, me corro, ¡aaahhh! Gritaba mientras me inundaba el culo con su semen.

Una vez terminó de soltar todo su esperma dentro de mi culo, sin sacar su enorme pollón de él, llevó su mano a mi pobre polla, y dándome unos meneos a ella, empecé a correrme sobre el suelo de aquel comedor.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía mientras expulsaba mi leche sobre el suelo del comedor, me corro, me corro, gritaba mientras eyaculaba estando empalado por la enorme verga del chabolista, y tenía el pecho recostado sobre la mesa.

Una vez terminé de eyacular, y fuimos recuperando el aliento el chabolista y yo, este me fue sacando la polla del culo, y una vez la hubo sacado y me puse de pie, las piernas me empezaron a temblar de tal manera que me tuve que abrazar al chabolista para no caerme.

Oh mariconcito, me decía abrazándome contra su pecho y así sujetarme para que no me callera, has estado maravilloso, tienes un culito genial, me iba diciendo mientras me abrazaba y besaba la cara.

Se sentó sobre el banco, y sentándome a horcajadas sobre su regazo, fue besando y mordiéndome los labios, hasta dejármelos hinchados y enrojecidos.

¿Tú que vas a hacer, Fidel? Le preguntó el chabolista, te vas a quedar o te marchas.

Voy a quedarme hasta que amanezca, luego me tengo que ir, que tengo que pasarme por casa, pero a estas horas cómo no hay autobús, espero a que amanezca, luego me voy para la estación de autobuses y cojo el coche de línea.

Bueno, dijo el chabolista, pues nosotros nos vamos para mi camarote, le dijo el chabolista a Fidel, Y levantándose y llevándome abrazado a él, me llevó para su camarote, donde me metió en su camastro acostándonos ambos juntitos.

Yo dejé que me llevara y acostara, ya que tenía un cansancio y colocón encima, que no era capaz de mantenerme casi de pie.

El camastro no era muy grande, y apenas cabíamos los 2, pero el chabolista, me pegó a su pecho, y abrazado a él, me quedé dormido. Cuando desperté estaba siendo acariciado y besado por el chabolista, y tenía un empalme de campeonato, no sé cuántas horas había dormido, pero por el ojo de buey, entraba una claridad, que me hacía presagiar que ya era bien avanzado el día siguiente.

¿¿Qué hora es? Le pregunté al chabolista, que no paraba de besarme y mordisquearme el cuello y pezones.

Son las 12 del medio día, me contestó. Has dormido cómo una marmota, mariconcito. Te he hecho de todo, y no había nada que te despertara. Pero ahora que ya te has despertado, me voy a aprovechar de ti, y te voy a dar por el culo para desearte los buenos días, y dejarte bien preñadito de leche.

Fue destapándome a la vez que con su boca me iba lamiendo y mordisqueándome por todo el cuerpo, hasta llegar a mi polla, la cual lamió el glande, luego siguió por mis huevos, empezando a morderme el perineo, lamerme el esfínter y morderme los muslos internos de las piernas, haciéndome gemir y retorcerme de gusto.

Yo chillaba y me retorcía de gusto, mientras le agarraba la cabeza, y le pedía que parara. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Para, para por favor, le decía.

Quiero calentarte bien y que estés bien excitado, y me pidas que te vuelva a dar por el culo, mi mariconcito. Quiero dejarte preñadito con mi lechita esta mañana.

Sí, le decía, sí, méteme la polla en el culo, pero para por favor, que no aguanto esta tortura y me voy a correr, le decía mientras le apretaba la cabeza con mis manos y piernas.

Echó su mano al suelo agarrando un pedazo de mantequilla que ya tenía allí, y después de untarme el culo, se untó su enorme verga, y levantándome las piernas las colocó sobre sus hombros, y tirando de mi cintura hacia él, hizo que mi esfínter anal quedara a su entera disposición. Lo fue abriendo primero con un dedo, cómo este entró fácilmente, metió otro, y después de abrirme bien el ano, y que mi esfínter fuese perdiendo resistencia, sacó sus dedos, y haciendo que mi culo se empinara hacia arriba, colocó su polla en la entrada a mi ano, y empujando poco a poco, fue metiéndome el glande, hasta que mi esfínter cedió dejando que entrara la cabeza de aquella enorme polla.

Esperó unos segundos, y dando un golpe de pelvis, me enterró toda su enorme verga, ¡ooohhh! Temblé y gemí de placer al notar entrar toda su enorme verga en mi culito.

Ya está, ya está mi mariconcito, ya la tienes toda dentro, me decía mientras se quedaba parado con toda la polla dentro de mí. Los huevos los tenía pegados en mi culo, y con sus manos me acariciaba los pezones y polla.

Poco a poco fue empezando a mover su pelvis, haciendo que su enorme polla entrara y saliera de mi culo. Se escuchaba el clásico chof, chof, chof, chof, de su polla entrando en mi culo y los huevos golpeando la entrada de mi ano, y el gemido y jadeo de ambos mientras me iba dando por el culo.

¡Ohhh maricón! ¡ohhh que gusto!

¡ohhh que gusto! Decía el chabolista mientras jadeaba y movía su pelvis dándome por el culo con aquella enorme polla.

Yo gemía y lloraba de placer, notando cómo aquella enorme tranca entraba y salía de mi culo, rozaba y machacaba mi próstata, haciendo que mi polla tuviera un goteo constante de semen. ¡Ohhh ohhh ooohhh! Lloraba más que gemía, mientras era follado por la enorme verga del chabolista. El cuerpo me temblaba y si aquello seguía, no tardaría en correrme.

Y aquello sucedió, dando fuertes alaridos por el placer que estaba sintiendo, empecé a soltar chorros de semen. Los 2 primeros que salieron, uno me dio en la cara, y el otro calló sobre mi cuello, los demás fueron quedando sobre mi pecho y vientre.

¡ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh! Había gritado mientras soltaba el semen sobre mí.

Ay que gusto, ay que gusto gritaba el chabolista, mientras mi culo le apretaba su enorme polla, al estar eyaculando yo.

El cabrón aún estuvo unos minutos dándome por el culo, hasta que terminó por eyacular.

Ay maricón, me corro, me corro, gritaba mientras soltaba todo su esperma dentro de mi culo.

Una vez terminó por soltar toda su leche, dejando que su enorme polla fuese saliendo ella sola de mi culo, se echó sobre mí, llevando su boca a la mía, empezando a morderme los labios, luego pasar su lengua por ellos, terminando por introducirla en mi boca y saborear con su lengua toda ella.

Después de haber salido su enorme pollón de mi culo, haberme dejado los labios super hinchados y enrojecidos, y habernos repuesto un poco, nos levantamos yendo al aseo donde los2 nos duchamos juntos.

Luego de habernos lavado, nos vestimos y él me acompañó hasta la puerta del puerto donde allí nos despedimos hasta otro día.

Yo me iba para mi casa, después de haberme dado por el culo una enorme verga toda la tarde y noche del sábado y esa mañana del domingo. Iba con el culito reventado, bien preñado de leche, pero iba contento y feliz, pero eso sí, iba cansadísimo y con ganas de almorzar algo y reponer fuerzas.

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