Mi primera experiencia sexual fue en un cine

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Ya me preparaba para ir a verlo, tenía mis dudas si aquel chico había gozado tanto como yo, sin embargo, sólo podía pensar en aquella verga que tanto disfruté ese día. Caminaba hacia donde lo vería, con la mirada al más allá pensado en qué me esperaría cuando las luces se apagaran y comenzara la película. De pronto volteé y lo vi sentado, sentí que se aceleraba mi pulso, mientras más me acercaba, más ganas tenía, ni siquiera estaba segura de qué: si de irme y renunciar a todo o quedarme y saciar mis deseos con él.

Llegué a su lado, nos saludamos y de un momento a otro ya estábamos en camino al cine. Hablábamos de distintas cosas pero sinceramente sólo recuerdo que entre más caminábamos, más me mojaba, ese pantalón que rozaba mi ropa interior, estimulaba mis labios y por consecuencia, juntando mis pervertidos pensamientos, estaba muy húmeda.

Entramos a la sala, y para nuestra sorpresa, no había nadie hasta arriba. Sin dudarlo, nos fuimos a sentar y antes de que comenzara aquella función, ya tenía su mano moldeando mi vagina sobre mi pantalón y yo, moviendo mi cadera y desquitando lo rico que sentía, ya tenía mi mano apretando su dura verga. Ambos sabíamos que nos prendía estar hasta atrás y poder tocarnos con mayor facilidad, no perdió oportunidad para meter su mano en mi ropa interior, la bajé un poco para ayudarle y de la misma forma en que me apretaba cuando estaba afuera, llegó a sentirme toda, desde mi clítoris hasta mi humedad que ya había aumentado bastante. -Estás muy mojada- me dijo. -Es que me excitas mucho- le contesté entre suspiros por culpa de lo caliente que estaba. No sé si eso lo encendió pero cuando menos sentí, uno de sus dedos ya estaba dentro de mí, moviéndose y masturbándome. Yo tomaba su cuello con mi mano, restregándole mis pechos en su cara, entre más me dominaba, más lo juntaba, me quejaba a su oído con pequeños gemidos -Mmmmh!! No pares, méteme otro- le susurré y haciendo caso, me masturbó de una manera tan rica que comencé a apretar sus dedos con mi vagina, lo que causó una mayor fricción y entonces dejé escapar un gemido. Dudo que las personas en la sala me escucharan pero realmente no me importaba, sólo quería devolverle lo que me había hecho…

Comencé a chupársela, intentado mejorar la última vez, lamiéndolo de abajo a arriba, masajearlo con mis labios, incluso, sin nadie arriba de nosotros, pude arrodillarme en frente de él lo que me permitió hacer mi trabajo más cómodo. Esta vez, podía probar con algo que había visto en algunos videos, y sin pensar, sosteniendo con una mano su erecta verga, pasé mi lengua en sus testículos, eso lo hizo moverse, así que lo hice con más fuerza usando mis labios, esta vez se quejó, me encantó escucharlo y mirarlo, sentir que lo tenía, yo no quería parar, combinar mis movimientos, mamársela y hacer que follara mi boca, hacerlo sacar mi leche pero me detuve y volví a mi asiento sin dejar de acariciarlo.

Se acercó a mi oído lentamente y me preguntó qué me parecía si me cogía ya. Yo no sabía qué decir, estaba muy excitada pero sabía bien que era virgen, que siempre lo había pensado de otra forma, lo que me llevó a no contestarle.

Pasó un momento de silencio, nos calmamos y vimos en qué iba la película, sacó un tema de plática pero no pasó mucho para que le dijera: ¿En serio quieres metérmela? Y él me contestó que no haría algo que yo no quisiera… No sé qué fue pero le dije que tal vez podía intentar. Sólo sentí como se volvía a endurecer, a agitar y por mi parte, me mojaba cada vez que sentía entre mis manos algo tan firme, algo que se me antojaba cada vez más.

Volví a meterla en mi boca, sólo para dejarla húmeda, entonces hizo que me levantara poniéndome enfrente de él, le di la espalda y casi sentándome, tomé su verga y la dirigí hasta la entrada de mi húmeda y depilada vagina, recuerdo que no entraba así que haciendo un poco de presión, logré sentarme ya con todo lo que tanto deseaba dentro de mi, fue una sensación tan deliciosa, sentir que algo más grueso que mis dedos estaba adentro! No pensé en comenzar a mover mi cadera y restregar mis nalgas contra él. – Te mueves bien rico- me dijo dijo entre pequeños quejidos, ahogados para no hacer que alguien volteara. Eso me hizo querer más, y sosteniéndome del asiento de adelante, movía mis nalgas y sin sacármela, con sus manos en mi cintura, me empecé a azotar. Sólo me acuerdo de ese gran placer de follármelo, lo más increíble es que fue en un cine. Para ya casi terminar, me tomó de los pechos y juntó todo mi cuerpo con el suyo, no dejaba de apretarlos, de suspirar en mi cuello y yo, no detenía el movimiento de mi cuerpo para que toda mi vagina le rozara, bajó una de sus manos y masajeaba mi clítoris, nunca me había sentido tan sedienta de placer, siguió rozándolo y yo quería gritar, dejando escapar una serie de gemidos, me arrodillé y volví a mamársela un tanto salvaje pero quería saborear ya toda mi leche; noté que su deliciosa verga estaba muy mojada, tenía mi sabor en la boca y comencé a limpiársela con mi lengua. Cada vez aumentaba más la intensidad del oral y cuando menos lo sentí, comenzó a palpitar y a sacar todo su rico semen dentro de mi boca, lo saboreé un rato y me lo tragué. Volteé la mirada hacia Bruno y compartimos la misma sensación, terminar satisfechos.

Tomé un poco de refresco y acabó la función. Salimos y aún no podía creer que había sido mi primera vez. No me quejo, fue una combinación de lo que más me excita: un lugar público, peligro a nuestro alrededor y ese chico que aún no entiendo por qué me prende tanto.

Fuimos a sentarnos un rato en una banca y hablamos sobre lo que habíamos hecho, cada quien a su camino, esperando ya, nuestro próximo encuentro.

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