Esposa paga, hago todo por dinero

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ESPOSA PAGA

Si esperan leer una historia de amor, romance, pasión, bueno, este no es el lugar.

Digamos que mi nombre es Marissa, con eso bastará, el menos es mi nombre de batalla.

Soy prostituta y con eso me gano la vida, mi sexo es oscuro y vacío, solo es un trabajo, perdido en la rutina y en la monotonía. Heredé la profesión de mi vieja, usar su cuerpo era lo único que sabía hacer y creo que yo la superé.

Era menor de edad cuando empecé a hacer shows de striptease en un bar nocturno donde los caballeros aullaban cada vez que me desnudaba y tiraban sus billetes sobre el escenario.

A los doce años fui desvirgada por un cincuentón que se cogía a mi madre, él siempre se mostraba interesado ?en la nena? y solía manosearme con permiso de ella a quien por unos buenos pesos le compró mi virginidad.

Cerca de los veinte tenía un joven cliente que se había enamorado perdidamente de mí, un joven que a mí no me interesaba en lo más mínimo pero al que aprovechaba a sacarle todo el dinero que podía, recuerdo que más de una vez había protagonizado alguna escena de tontos celos cuando me desnudaba en público y los matones del lugar terminaban por retirarlo a las patadas.

Me llamaba Marisa porque le recordaba a una novia que había tenido y mientras pagara yo podía llamarme como él quisiera. Creo que fue el único tipo que se enamoró de mí y en honor a él adopté ese nombre de guerra, solo que me pareció más puto usar una doble ?s?.

Y bien, podría así contar demasiadas historias aburridas, tipos que me trataron como una dama, tipos que me trataron como una puta, tipos que se creían que por dinero una puede doblegarse ante cualquier pedido, homosexuales reprimidos que solo querían que los penetre, resentidos que pagaban solo por hacerme el culo ya que sus esposas jamás se lo entregarían, tipos que solo pagaban para ahogar sus penas, historias de fanfarrones, pervertidos, impotentes, eyaculadores precoces, sádicos, las historias que jamás llegarían imaginar que fueran posibles.

Pocas veces, alguna locura lograba excitarme y sacarme de la rutina y a continuación les narraré una de esas pocas veces

Digamos que ya tenía los suficientes años como para saber que no me quedaba demasiado tiempo sobre el escenario, nuevas chicas nos iban desplazando poco a poco y hacía un show con otra compañera de mi edad, el acto rozaba lo lésbico, cosa que a los hombres suele enloquecer.

Después de la función estaba en mi camarín con otras chicas cuando apareció un tipo bien parecido preguntando por mí, era apuesto, entrecano, vestía bien por lo que olí dinero fácil, me puse una bata porque aún estaba desnuda, me dijo que había visto mi número con atención y que era lo que estaba buscando, me preguntó si lo había visto como me observaba, cosa que era imposible por las luces, desde arriba no vemos rostros, son todos iguales, me hizo una propuesta que me pareció de lo más desopilante, había de todo en este mundo pero me causó risa y la negativa de mi parte pero como había demasiado dinero no pude rehusarme, como dije, hay locos para todo, y narraré lo sucedido tal cual fue tratando que tomen el punto de vista de quienes participaron sin saberlo.

Pasó a buscarme dos días después, como habíamos acordado, él me había comprado ropa para la ocasión, ya que debía verme como una mujer bonita, no como una puta, pero si como esas mujeres de vida sana, atractivas y deseables.

Me pidió que no usara ropa interior, una remera celeste con un generoso escote redondo por el cual se asomaban mis grandes pechos pero a la vez disimulados con una chaqueta verde musgo y una pollera ajustada del mismo tono que dibujaba mis anchas caderas, larga a media pierna, un tanto arriba de mis rodillas, un delicado maquillaje y unos zapatos de tacos medios, quería que me viera provocativa pero sensual a la vez, guarra pero delicada al mismo tiempo, dando la imagen de esas mujeres que suelen ser dinamita en la cama.

Así me convertí por una jornada en la flamante esposa del arquitecto Astrada Padilla.

Subimos a su coche de lujo y nos dirigimos al lugar al que ya había elegido previamente.

Las vidrieras del sex shop estaban tapadas en negro, apenas un pequeño letrero luminoso advertía del sitio. Ingresamos al sitio donde es casi exclusivo para caballeros, las mujeres normales no suelen visitar un sex shop, había unos pocos tipos los cuales clavaron la vista en mi cuerpo apenas entré, como dije, no era habitual que una mujer de tan generosas curvas ingresara a un sitio así, a no ser que se trate de una puta calentona chupa pijas, la tensión se notó de inmediato en el ambiente.

El lugar tenía unos viejos pisos de madera que crujía bajo mis tacos, se respiraba a humedad y no lucía para nada agradable, la iluminación difusa dejaba ver gran cantidad de revistas y películas pornográficas como así también afiches de alto contenido erótico

Llegamos al mostrador donde nos atendió un joven a quien le costaba despegar sus ojos de mis sugerentes pechos

Buenas tardes, en que puedo ayudarlos?

Edmundo, el tipo que había pagado por ser mi esposo dijo con voz suave como simulando que nadie nos escuchara pero fuerte al mismo tiempo justamente para que todos escucharan

Buenas tardes joven, mire, mi esposa es digamos, muy fogosa, y muchas veces no logro satisfacerla, entiende?

No? no comprendo bien?

Era evidente que ya tenía la atención de los tipos del lugar y yo solo sonreía con sonrisa de puta pecaminosa

Bueno? quisiera regalarle algún juguetito, usted sabe, esos que van con pilas, y no quisiera comprarle algo que a ella no le guste, por eso la convencí de que me acompañara, es muy tímida, todo la avergüenza?

Ah! ah! ah! comprendo, comprendo, podrían acompañarme?

Seguimos al vendedor quien se dirigió al final del lugar y nos hizo pasar tras unas cortinas donde parecía ser la zona más oscura del lugar, donde se exhibían juguetes sexuales de todo tipo y para todos los gustos, elementos de tortura, disfraces, lo peor de lo peor, lo más sádico del sexo que no podría exhibirse en el sitio anterior.

También fue evidente que los tipos siguieron con su vista la cadencia de mis caderas, y uno vino tras nosotros haciéndose el distraído, como buscando otras cosas, así quedamos en esa segunda habitación el vendedor, mi supuesto marido, este extraño y yo.

El vendedor entonces sacó un juguete de silicona de normales dimensiones y mientras nos explicaba los detalles, usos y cuidados, lo interrumpí diciendo:

Disculpe, tendría algo de mayor tamaño?

Ejemmm? si? podría ser algo como esto?

Mmmm? más grande por favor?

Más grande? Bueno, está este maxi?

Disculpe a mi señora, es muy exigente, algo más grande?

Si? pero no es para cualquiera? es réplica de un actor porno?

Ese quiero papi! ese!

Ese mi amor? sos golosa?

El vendedor hablaba con una evidente erección entre sus piernas, mientras el otro tipo hacía varios minutos que solo prestaba atención a lo que veía incrédulo, mi supuesto esposo siguió con la charla

Tendría algún lubricante para usarlo?

Como no señor, ahora le alcanzo

Cuando el vendedor se descuidó Edmundo rompió el blíster que cubría el enorme juguete y le colocó pilas que previamente había comprado, él había planificado todos los detalles, el vendedor al verlo protestó

No señor! qué hace? No se puede abrir! Está arruinando el producto!!!

Tranquilo amigo, tranquilo, voy a pagar cada peso que haga falta, sucede que mi esposa acostumbra a probar los productos que compra?

Y dirigiéndose a mí dijo

Tomá mi amor, fijate si es de tu agrado?

Y la verdad es que me había excitado toda esta locura, lubriqué el juguete, levanté una pierna apoyando el pie sobre el mostrador, la pollera se levantó lo suficiente para dejar mi intimidad al descubierto, entonces lo introduje en mi concha, lentamente, ante la mirada atónita de los tres hombres, esto sí que estaba bueno, giré la perilla de la base lentamente y empezó a vibrar a bajas vueltas llegando a mis terminales nerviosas, el calor vaginal subía por todo mi cuerpo y la escena me hacía temblar.

Y mi amor? te gusta? es lo que buscabas?

Señor! señor! por favor? no pueden hacer esto? soy solo un empleado? voy a perder mi empleo?

Vamos? por favor? dirás que no te gusta mi señora? seguro que quisieras una buena mamada?

Los dos tipos no entendían nada, el juguete hacía maravillas en mi argolla, el vendedor transpiraba y tartamudeaba sin saber qué hacer, o que decir, el tercero solo observaba y desprovisto de toda inhibición se acariciaba el paquete.

Como habíamos acordado fui sobre la pija del ocasional, este sería su día de suerte, acaricié su verga por sobre la ropa, parecía explotar

Dale mi amor ? dijo mi supuesto esposo ? no te quedes con las ganas!

Fui entonces sobre la cremallera del joven, bajé el cierre y saque su pija, el tipo no reaccionaba, tomé un preservativo que siempre tengo a mano, lo puse en mi boca, fui sobre su verga, lo fui introduciendo a medida que se desenrollaba sobre el tronco, hago este trabajo de memoria, su glande circunciso brillaba bajo el látex, comencé a devorarlo, a lamerle esa cabezota, a pasar mi lengua por ella, a comerlo bien profundo hasta llegar con mis labios sobre la tela de su pantalón, pero no podía concentrarme demasiado, la vibración del juguete me sacaba de eje, llenando mi concha, jamás lo hubiera imaginado porque era una fabuladora profesional, pero la situación arrancaba orgasmos de mi interior?

El extraño ya se masturbaba sin pudor, un mirón que no podía abstraerse de la situación, mí supuesto esposo le dijo entonces:

Venga amigo, quiere ver un primer plano del culo de mi señora esposa?

El tipo en silencio fue sobre mi trasero, hasta perderlo de vista, Edmundo estaba llenando de gel mi culo, había introducido una jeringa plástica y mis intestinos fueron impregnados con el viscos líquido, aún seguía chupándole la pija al vendedor cuando el ancho juguete salió de mi concha y lentamente se introdujo en mi culo, trataba de simular que no estaba ahí, solo quería chuparle la pija al joven, pero el grosor, el largo y la continua vibración me hacía gemir, no podía evitarlo, no podía disimularlo?

El vendedor comenzó a contraerse, aceleré el ritmo con mi mano, masturbándolo con delicadeza, con mi vista fija en su cabeza, de pronto el líquido blanco comenzó a brotar y el látex del preservativo fue llenando el mismo, seguí moviendo mi mano hasta que su miembro comenzó a perder erección?

Cerré los ojos, ahora solo quería disfrutar del juguete que se enterraba en lo profundo de mi culo, inconscientemente me descubrí a mí misma masturbando mi clítoris, mi esposo de fantasía comenzó a meterlo y sacarlo, lentamente, adentro y afuera, sentía mi esfínter dilatado, estirado, sabía que ambos hombres miraban y me ocupaba de darles el mejor espectáculo, arqueaba mi columna para que mi orto sobresaliera para ellos.

Algo caliente golpeó con fuerza mi nalga derecha, miré hacia atrás, el tipo que se masturbaba largó toda la leche sobre mi glúteo, hasta la última gota.

Edmundo se dio por satisfecho, sacó el vibrador de mi estirado culo y lo detuvo, mientras me limpiaba el pagaba por cada uno de los minutos perdidos, encima le dejó una cuantiosa propina al vendedor.

Nos fuimos del lugar, mi esposo por un día me dejó en mi casa, cada uno siguió su vida, las cuatro personas que se encontraron ese día jamás volvieron a cruzarse, al menos de mi parte nunca más los vi, a ninguno, solo me quedó el enorme vibrador de recuerdo.

En fin, este mundo está lleno de locos, y nunca termino de sorprenderme?

Si te gustó la historia y eres mayor de edad puedes escribirme con título ?ESPOSA PAGA? a [email protected]

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dulces.placeres
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