Amor y odio (parte 2 de 5) me enloquece

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AMOR Y ODIO

(PARTE 2 DE 5)

Nota 1: todos los nombres de personas, fueron alterados para preservar la verdadera identidad de los protagonistas

Nota 2: las fotos que se exhiben, pertenecen a Emily, y fueron subidas con su consentimiento

Antes de cenar medité mucho lo que había sucedido, diablos, apenas hacía un día que la conocía y parecía que habíamos estado toda una vida juntos, estaba en mi mente a cada instante, por su figura, y por su forma de ser, como era posible que en tan poco tiempo hubiéramos cogido como lo habíamos hecho e incluso ella ya se había puesto a la altura de mi esposa? las cosas no estaban bien?

Durante la cena Emily se me hacía irresistible, con un rostro aniñado pero tan seductor, tomé fuerzas de donde no las tenía y me sinceré con ella, le dije todo lo que pasaba por mi cabeza, de mis sentimientos, de la locura que implicaba lo que habíamos hecho y le dije que ?ya basta?, por el tiempo que nos quedara por delante solo seríamos Jefe y empleada, tal cual lo pactado. Ella no dijo nada, se mantuvo en silencio y me esquivó la mirada.

Sentí sacarme un peso de encima, cuando terminamos subimos por el ascensor, cada uno a su cuarto, pero al llegar al suyo y cuando pensaba despedirme, ella tomó mi mano y lentamente la llevó bajo su pollera, entre sus piernas, indicándome el camino hacia su sexo, me miraba fijamente, estábamos en medio del pasillo y era perversamente peligroso, llegué a su vagina, no tenía ropa interior, entonces me dijo

Era una sorpresa, pero ya que no deseas cogerme? pues bien, hasta pronto?

Aún estaba acariciando su pubis desnudo, porque hacía esto?, ella siguió

Hasta mañana Francesco, tal vez me equivoqué, tal vez no te guste mi culo como dices, tal vez no seas tan hombre como imaginé?

Ella aún me provocaba con su léxico cuando la metí a la fuerza en su cuarto, puta? arremetí hasta la pared entre apuro y sofocos, la arrinconé, su espalda contra el empapelado de la habitación, nos besamos como salvajes, casi me arranca la camisa, volaron los botones por el aire, metí la mano entre sus piernas y enterré dos dedos en su concha inundada de placer, respondió con un jadeo profundo y clavó sus dientes en mi cuello, me hizo doler, levanté sus piernas entre mis brazos dejándola suspendida en el aire, toda abierta para mí, se la enterré en un golpe seco, hasta el fondo, se arqueó de placer, poseída, en segundos estaba todo transpirado, bufando como toro, empujando enceguecido, los gemidos de sus orgasmos en mis oídos me enloquecían, le hablé sucio

Puta, sos una puta? así? así te gusta? queres que te llene la argolla de leche? eso queres? Que te la deje chorreando?

Si! eso quiero?

Ella casi no respondía, estaba tan encerrada en su gozo que casi no podía hacerlo? volvió a morderme, me rasgó hasta el dolor la espalda con sus afiladas uñas, empecé a acabar, llegué al final, lo había conseguido?

La tiré como una bolsa sobre la cama, con locura, ella rebotó varias veces sobre el colchón, con la pollera a la cintura, su enorme trasero quedo ante mis ojos, fui sobre ella, abrí sus nalgas a la fuerza y empecé a lamer su esfínter, quería hacerle el culo, ella lo intuyó y fue cuando se apartó de mi lado

No? – me dijo ? por el culo no?

Por qué? te va a gustar? sé cómo hacerlo?

No? no ahora? algún día? pero no ahora? nunca lo hice, y tengo un poco de miedo, pero necesito tiempo?

Este diálogo había enfriado la situación, no tendríamos más sexo por esa noche, así era Emily, sexo corto, pero explosivo.

Nos relajamos, pasamos a la reflexión, nuevamente dormiría en su cuarto, tenía un complejo rompecabezas en mi cabeza, demasiadas dudas, le pregunté

Emily, quiero que seas honesta conmigo? quiero preguntarte algo..

Adelante, te escucho

Quiero saber, que es lo que ves en mí?

A que te refieres?

Sabes? es lógico que una chica como vos, con esa belleza, debiera estar con un chico de tu edad, viril, musculoso, no entiendo que te gusta de mi?

Ella rió y me dijo muy segura de sus palabras

Como yo lo veo? muchas cosas, siempre me gustaron los tipos mayores, no sé, son seguros, tiene experiencia, una vida, saben coger, un sustento económico, saben tratar a una chica y en tu caso en particular? además de reunir todos esos requisitos, eres casado, no sé por qué pero eso me enloquece, tener una rival, alguien con quien competir? te parece poco?

No dije mucho más, era tiempo de dormir

El día siguiente la imagen que me devolvería el espejo no sería de mi agrado, todo mi cuello estaba moreteado y mi espalda lucía sendos rasguños, pero qué diablos hacía?

Y así fueron los días siguientes, con ella era todo insano, todo loco, todo perverso, pero se acercaba el momento de mi regreso y con ello la frustración, pronto todo sería solo recuerdo.

Emily se puso tontamente molesta, despechada en un amor de primavera, acaso que se suponía que hiciera yo al respecto? creí entender que las cosas estaban claras entre nosotros.

Ella se quedó en el aeropuerto con lágrimas en los ojos, nos despedimos con la promesa de seguir en contacto?

Mi vida en Buenos Aires a partir de ese viaje sería un martirio, en mi hogar, en mi trabajo, en cada instante, en cada segundo, respiraba el recuerdo se esa mocosa venezolana, no podía quitarla de mi cabeza, y en cada susurro de la vida ella venía a mi mente, a llamarme, a buscarme, sin darme cuenta en un puñados de días en Estados Unidos ella había llegado a cambiar mi vida.

Como ella lo predijo, cada vez que le hacía el amor a mi esposa en mis pensamientos se lo hacía a ella, era loco, era extraño, solo no podía evitarlo?

Me contactaba con ella a escondidas, y con solo escucharla mi verga se paraba, ella tenía ese lado perverso y sádico que me hacía hervir la sangre, me pedía que volviera a ella en cada oportunidad en que podía, empezó a mandarme sus fotos, y lo que yo le pedía ella me daba, poder tocar su sexo por una pantalla de pc era demasiado sinsabor, demasiado castigo, demasiada humillación.

Ella me llevaba al infierno, cuando me escribía solía decir

Tengo unas ganas horribles que me cojan?

Y esa forma de usar el ?cojan? me enloquecía, en mi experiencia todas las mujeres hubieran usado ?cojas? personalizando en mí su deseo, pero ella usaba un sexo más varonil para expresarse, desprovisto de rostro, de sentimientos, solo dejaba ver que necesitaba verga, no importaba de quien? solo quería ?que la cojan?

Necesitaba volver a Houston, ella era como un mal necesario, y cuando supe que un tercero apareció en escena, solo apuré el trámite.

Según me contó, se había enredado con un tipo de Uruguay, también por un tema de traductorado, también en el Hotel Westin, gracias a mi ella se ganaba la vida de esa manera, buena plata, plata fácil.

Pero me sentí despechado, siempre había pensado que ella sería solo mía y que yo era algo especial para ella, pero me enfureció saber que Emily parecía dispuesta a revolcarse con cuanto tipo se cruzara en su camino.

Empezaron las discusiones por correo, me ignoraba, no contestaba mis llamados, cada vez que le reprochaba sobre ese uruguayo ella me decía

Que se supone que haga? Acaso vos no coges con tu esposa? que pretendes? que me meta a monja y no mire ningún hombre? que solo espere? que sea tu rueda de auxilio?

Y si bien sus planteos eran lógicos, para mí no era lo mismo, nunca sería lo mismo, no podía solo imaginar que otro tocara a Emily, los celos me mataban?

Tomé un vuelo, otra vez al país del norte, el trabajo y esa sociedad siempre me servirían de pantalla, le dije a Emily que viajaría, ella me pidió que no viajara, que ya no estaba en su vida, no le hice caso, quería cerrar la historia de otra manera.

El avión sobrevoló en círculos por demasiado tiempo la pista del Hobby, una lluvia persistente impedía un aterrizaje seguro y esos minutos se me hicieron eternos, cuando al fin tocamos tierra la busqué con desespero entre la gente, pero su rostro no estaba ahí, esta vez fue diferente, me sentí solo, sin ella estaba solo, para mí desgracia Emily parecía haberme olvidado, era increíble que después de la locura vivida ella solo diera vuelta de página?

Tomé un taxi al hotel, sabía que ella estaba allí y mientras hacía el check-in pregunté por ella, pero no quisieron darme información, suelen ser muy reservados, la llamé, no contestó, otra vez, nada, le mandé WhatsApp, nada, le dije que estaba en el hotel, nada?

Dejé las cosas en el cuarto, mientras pasaban los segundos en mis sienes solo latía una palabra repiqueteando como un tambor

?Emily, Emily, Emily, Emily, Emily, Emily, Emily, Emily?

Bajé a cenar, compré una atado de cigarrillos y me senté en al ala de fumadores, que diablos hacía? después de veinte años volvía a llevar un cigarro a mi boca?

Al fin apareció envuelta en risas, enfundada en un ajustado vestido rojo que exageraba su imponente trasero, estaba hermosa, como diablos podía ser tan bella?

Pero no estaba sola, otro tipo estaba en mi lugar, parecían muy felices, y el caballero era apuesto, joven, y solo me dio bronca.

Emily me vio, me miró directo a los ojos, pero me ignoró, le gustaba jugar ese papel de tener a los hombres rendidos a sus pies, y ahí estaba yo, en lugar de perro fiel?

Terminaron de cenar, discretamente los seguí, como casual, me colé al ascensor con ellos y un par de personas más, estábamos a centímetros y la maldita seguí ignorándome.

Llegaron a su piso y yo tras ellos, pararon en una habitación y ella empezó a jugar con el como lo había hecho conmigo, seguí de largo y simulé bajar por las escaleras, pero me quedé de fisgón, discretamente, el me daba la espalda pero ella me veía, ella sabía todo, ella lo provocaba a él y me enloquecía a mí, lo besaba apasionadamente y me espiaba por sobre su hombro, ella empezó a acariciarle su sexo, abiertamente, todo lo hacía con doble intención.

CONTINUARA

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dulces.placeres
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