Mi hija es mi segunda esposa
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Me llamo Robert, tengo 38 años y mi anécdota es extremo para muchos, pues sé que el incesto es algo no permitido en muchos lugares.
Pues en mi caso no hubo mala intencion, siempre hubo consentimiento mutuo.
Desde joven fui mujeriego, no lo niego: tuve algunas novias del colegio y de la universidad, pero solo una fue la que me dio mi única hija.
En el colegio llegué a tener una relación con mi profesora de inglés, Carolina, con quien llegué a casarme durante diez años. Tuvimos a nuestra única hija, a la que llamamos Yuliana, pero, de cariño, todo el mundo la conoce como «Yuli».
Mi ex tiene de su primer matrimonio a su otra hija, Evelin, con quien tuve una relación pasajera, pues Evelin siempre me llamó mucho la atención por su dulzura y belleza sin igual, al igual que su madre.
Después de mi divorcio con la madre de Evelin, tuve una relación pasajera con ella, ya que ella era joven y siempre le había gustado salir a divertirse, pasarla rico y tener sexo sin compromiso.
Por estar saliendo con Evelin, descuidé por completo a mi hija Yuly, quien a sus 18 años solo quería pasar tiempo conmigo, ya que desde pequeña siempre fue muy apegada a mí.
De hecho, Yuly fue mi tapadera en más de una ocasión, ya que, sabiendo que yo mantenía una relación con su media hermana por parte de madre, nunca dijo nada, siempre vio y calló.
Incluso en más de una ocasión, Yuly nos vio a escondidas a Evelin y a mí mantener relaciones sexuales y nunca dijo nada, solo vio.
Pero cuando Evelin continuó con su vida, se casó y tuvo una hija, prácticamente la dejé marchar, ya que igualmente solo fueron salidas casuales; su madre, mi ex, nunca supo que mantuve sexo con su hija Evelin y es mejor así.
Pero todo eso fue hace unos años, ya que ahora, a lo largo de estos seis años desde 2019, Yuly ha vivido experiencias muy intensas conmigo y he podido conocerla mejor, no solo como hija, sino también como mujer.
Desde que ella tenía 19 años convivo con ella. Al principio, todas las aventuras que viví con ella fueron a escondidas de la gente, incluso de su madre, Carolina, ya que, como dije antes, al principio ella nunca supo que mantuve una relación con su hija Evelin, pero sí que mantenía en secreto una relación con nuestra hija Yuli.
Incluso hay algo que quizás no cuente a nadie: el día que me divorcié por completo de Carolina, mi exmujer. ¡Carolina solo me dijo que quería tenerme por última vez! Oh, Dios mío, solo volví a disfrutar de mi ex como el primer día que la conocí, como mi profesora de inglés.
Hizo un gran esfuerzo por excitarme, pues siempre ha sido guapa y tiene un cuerpo y unos labios encantadores. Fue la última vez que mantuve relaciones con ella, pues fue algo inolvidable: ¡cachamos de lo más rico!
Robert, dame más, dame más, es lo que me gritaba mi exmujer, pues es una bestia en la cama, en el buen sentido de la palabra. Mi ex es jugosamente divertida en la cama…
Pues fue el mismo día que mantuve por partida doble, ya que ese mismo día, en la misma casa, después de haber terminado de tener relaciones con mi ex, mientras ella dormía, me pasé al dormitorio de mi hija Yuli, donde dormía.
Solo la cache que no estaba dormida, pues había estado viéndonos. Yo solo la bese, ya que no era la primera vez. Deje que mi hija hiciera de mi lo que quisiera, pues al igual que su madre es una ricura. Solo nos besamos y nos dejamos llevar.
Los dos sabíamos lo que hacíamos. Ella sabía que yo venía de tener relaciones con su madre, pero no le importó. Nos tumbamos en la cama de mi hija y le dije que la quería para mí. Ella accedió.
Con ella fui dulce y cariñoso, ya que era una dulce jovencita de diecinueve años. Con su padre tenía que ser dulce y cariñoso, pues la hice mi mujer y mi hija esa noche. Ella solo decía: «Oh, papito, dime más». ¡Esas frases me excitaban!
Ya después de ese día solo quedaban salidas casuales a distintos sitios: cine, bailes… Incluso cuando se su madre con su nuevo esposo.
Fue una salida algo rara y verlas a las tres juntas me resultó incómodo. A mi ex, Carolina; a Evelyn; y a Yuli. Compartimos una foto de familia y ese momento me resultó incómodo, pues fue un día tan ameno.
Y digo ameno y agradable porque, pese a que esa noche Evelyn estaba con su nuevo esposo, ella y yo nos fugamos a escondidas de los invitados y tuvimos relaciones dentro del cuarto de baño donde se celebraba el matrimonio de mi ex, Carolina.
Han pasado tantos años desde entonces que con Yuly llegué a tener un hijo, tenemos un niño de un año recién cumplido, sano; fue un golpe duro para Carolina cuando se enteró de quién era el bebé de nuestra hija Yuly. Lo hecho, hecho estaba; ahora solo cuesta asimilar las cosas.
Vivo tranquilo con mi hija Yuly y nuestro hijo. Los tres vivimos lejos de la ciudad. No nos podemos casar porque, como dije al principio, no es correcto. Pero lo que importa es que haya consentimiento mutuo de los dos. Lo que importa ahora es que Yuly, mi hija, es mi mujer y madre de mi hijo.
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